LO TRIBUTARIO (nº 250)

Por qué la LGT (32): delito contra la Hacienda

Hay que ir a la Ley 50/1977 para encontrar la nueva regulación del delito contra la hacienda y la manifestación pública y oficial de que después de casi un siglo sin aplicarse, desde 1978 “la cosa iba en serio”. Por ese motivo se reguló también una amnistía fiscal para ponerse al día ante el nuevo mayor rigor fiscal. La noticia de la condena a una artista famosa y popular, que no tuvo que ir a la cárcel, iniciaba así la rutina, que aún permanece en las campañas del IRPF, para avisar de que el delito existe.

La modificación de la LGT/1963, “de los maestros”, se hizo con exquisito cuidado jurídico: si la Administración apreciaba indicios de delito se paralizaban las actuaciones, se pasaba el expediente al Fiscal o se denunciaba al juez y se esperaba a que se produjera la resolución. Lógicamente la acusación y la defensa, la instrucción y el procesamiento exigían tener conocimiento bastante, amplio y profundo, de lo general y de lo específico, del Derecho tributario. Y fue preciso el auxilio de empleados de la Hacienda para que actuaran como peritos imparciales. También los acusados pedían la prueba pericial. “Sobre el Derecho no hay pericia” porque “iura novit Curia”. Empezó la decadencia jurídica y brotó la alternativa práctica: guardias y policías especializados, actuando como inspectores de tributos, y empleados de la Hacienda, actuando como policías, generaron una realidad nueva que avanzaba sobre la labor del juez.

El nuevo titulo VI añadido por la Ley 34/2015 es el final de esa evolución hasta que el Estado de Derecho exija su revisión. Con la nueva legalidad, la Administración decide si hay indicios de delito (art. 250) y, en su caso, si se produce la causa exoneradora por pago de toda la deuda tributaria o antes de la comprobación o investigación, de la denuncia o querella (art. 252), o si procede reducir la pena en caso de pago posterior. Salvo las excepciones para evitar la prescripción del delito, la imposibilidad de determinar el importe de la deuda tributaria o de su atribución individual y el perjuicio a la investigación o comprobación de la defraudación (art. 251), la Administración no paraliza sus actuaciones que siguen hasta que se practica una propuesta de liquidación por los hechos que podrían constituir delito y, en su caso, una liquidación por los hechos ajenos a esa posibilidad (art. 253). El contribuyente puede impugnar la liquidación “no delictiva”, pero no la liquidación correspondiente a hechos que pudieran constituir delito (art. 254) respecto de la propuesta que se le notificara. No se para la recaudación (art. 255) que igualmente (art. 256) ve limitados los motivos de impugnación respecto de la deuda correspondiente a hechos que podrían constituir delito. Y también se extiende esa sombra de delito respecto de los responsables (art. 258). Finalmente, cuando el juez decida (art. 257): si hay condena, se ajustará lo liquidado por la Administración, si fuera diferente; si no se aprecia delito, si es por no existir obligación tributaria, se anula la liquidación “y pelillos a la mar”, y si es por otro motivo, se retrotraen las actuaciones para que la Administración concluya su actuación “como si no hubiera pasado nada”. Y se regula (art. 259) las especialidades para deudas aduaneras.

El desprestigio histórico de “la prisión por deudas”, no afecta a la tipificación y persecución como delito del fraude, del engaño, de la trampa. Pero el enjuiciamiento de esas circunstancias no exige ser un experto tributario. Visto lo ocurrido, sería mejor exigir las deudas tributarias de elevado importe con exigencia ejecutiva de lo debido e importantes sanciones pecuniarias y no pecuniarias y dejando al juez el engaño doloso.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Un político escribe que para corregir el déficit se debe dotar más la AEAT porque se estima que por cada euro invertido se obtiene 3,2 de mayor recaudación. Y cree que el retorno puede ser de 9 euros. El lector piensa que mejor invertir diez mil millones... o treinta mil. Y si no se tiene, se pide, ya se devolverá con nuevas inversiones.

Si empieza el curso escolar, empieza una vez más la vida de todos. Incluso los ancianos sienten como un reflejo interior de lo que ocurrió muchos años antes. Si ha habido un tiempo de descanso aún se nota más el regreso a la vida ordinaria. El cuerpo se prepara para los cambios de clima y temperatura que se avecinan. Y, por mucho que se intente no pensar en eso, en el fondo del consciente aparece, y permanece, un tiempo largo, muy largo, de trabajo, de tareas que cumplir, de horarios y falta de tiempo, que parece no tener fin. Es el momento de decidirse y de vencer esa sensación. Nunc coepi!. Ahora empiezo. Como en el minuto heroico de cada mañana para los que se quedarían un poquito más entre las sábanas: ¡Ahora, arriba!

¡Dios lo quiere!, dice el cristiano. Y rebusca en su memoria textos de animosas decisiones en los Evangelios. Para algunos, el primero que aparecerá será el “cum festinatione” al relatar la reacción de la Virgen María cuando, en la Anunciación oye del arcángel Gabriel que su prima santa Isabel está embarazada, a pesar de ser de edad avanzada: “... María se levantó y marchó deprisa –cum festinatione- a la montaña, a una ciudad de Judá y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lc 1, 39-40). Hasta el texto parece tener prisa. Para ayudar a los otros en la necesidad, para compartir sus alegrías y trabajos, “no hay tiempo que perder”.

Con la alegría en el corazón porque se trata del querido y venerado san José, otros encontrarán también las referencias evangélicas a sus inmediatas decisiones en cuanto conocía la voluntad de Dios: cuando el ángel le dice en sueños que el hijo que espera María es obra del Espíritu Santo, echa fuera las dudas y “José hizo lo que el ángel del señor le había ordenado y recibió a su esposa” (Mt 1,24); cuando después de la adoración de los Magos, el ángel del Señor le dice que huya a Egipto para escapar de la matanza de los Inocentes ordenada por Herodes el Grande (padre de Herodes Antipas que ordenó decapitar a Juan el Bautista; abuelo de Herodes Agripa I que dio muerte a espada a Santiago, el Mayor, el hermano de Juan evangelista, hacia el año 42 ó 43; y bisabuelo de Herodes Agripa II que interrogó a san Pablo en Casarea cuando con su hermana Berenice visitó al Prefecto Festo), se dice de san José: “Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto” (Mt 2,14). Allí permaneció la sagrada Familia hasta que, muerto Herodes, un ángel del Señor le dijo a José que volviera Israel. Lo hizo de inmediato y decidiendo sobre la marcha lo más conveniente: “Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, temió ir allí; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret...” (Mt 2, 21-23). Herodes el Grande murió hacia el año 4 y su hijo Arquelao fue etnarca de Judea y Samaria hasta el año 6. Para cuidar del Niño Jesús y de la Virgen María, su madre, para estar con ellos “no hay tiempo que perder”.

Llenos de amor porque Dios es amor, algunos completarían estos recuerdos con el último viaje a Jerusalén antes de la Cruz: “Iban de camino subiendo a Jerusalén. Jesús los adelantaba y estaban sorprendidos: los que le seguían tenían miedo” (Mc 10,32)

LA HOJA SEMANAL
(del 5 al 10 de septiembre)

Lunes (5)

Santa Teresa de Calcuta, fundadora (23ª TO)
Palabras: “Extiende tu mano” (Lc 6,10)
Reflexión: Quedó restablecido. Ellos furiosos discutían qué hacer con Jesús
Propósito, durante el día: Desagravios. ¿Qué hacer con Jesús?. Amarlo, tratarlo.

Martes (6)

San Macario, mártir (23ª TO; Nª Sª Guadalupe)
Palabras: “Llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos” (Lc 6,13)
Reflexión: Y Judas Iscariote, que fue el traidor
Propósito, durante el día: Fidelidad. Aleja de mí lo que me aparte de Ti

Miércoles (7)

Santa Regina, virgen y mártir (23ª TO)
Palabras: “¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!” (Lc 6,26)
Reflexión: El que dirán. Las apariencias. La gloria vana, que pasa.
Propósito, durante el día: Trabajo bien hecho: Toda la gloria para Ti

Jueves (8)

Natividad de la Santísima Virgen María (23ª TO; Nª Sª de los Llanos, de Fuensanta...)
Palabras: “Resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo” (Mt 1,18)
Reflexión: Como celebrando el cumpleaños de la Virgen: Felicidades
Propósito, durante el día: Detalles. Muchos detalles de amor con nuestra Madre.

Viernes (9)

San Pedro Claver, presbítero (23ª TO; Nª Sª de Aranzazu, de Gracia)
Palabras: “Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo” (Lc 6,42)
Reflexión: Entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano
Propósito, durante el día: Caridad. No criticar, no murmurar; pedir perdón y perdonar

Sábado (10)

San Nicolás de Tolentino, confesor (23ª TO; Nª Sª de las Maravillas)
Palabras: “Porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca” (Lc 6,45)
Reflexión: El que es bueno, de la bondad de su corazón saca el bien
Propósito, durante el día: Mientras mi vida alentare, todo mi amor para ti, Madre mía

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del domingo día 4 (23º TO, ciclo C) son una llamada a la confianza en Dios sin indagaciones ni juicios humanos: “¿Quién comprende lo que Dios quiere?” (Sab 9); “Quizás se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre” (Flm 12); “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no pude ser discípulo mío” (Lc 14). Abandonarse a la voluntad de Dios, pedir ayuda y consuelo a nuestra Madre y paz y prudencia a san José.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “La historia enseña que el orgullo, el arribismo, la vanidad y la ostentación son la causa de muchos males. Y Jesús nos hace entender la necesidad de elegir el último lugar, es decir, de buscar la pequeñez y pasar desapercibidos: la humildad. Cuando nos ponemos ante Dios en esta dimensión de humildad, Dios nos exalta, se inclina hacia nosotros para elevarnos hacia Él: “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado” (v. 11).

Las palabras de Jesús subrayan actitudes completamente distintas y opuestas: la actitud de quien se elige su propio sitio y la actitud de quien se lo deja asignar por Dios y espera de Él la recompensa. No lo olvidemos: ¡Dios paga mucho más que los hombres! ¡Él nos da un lugar mucho más bonito que el que nos dan los hombres! El lugar que nos da Dios está cerca de su corazón y su recompensa es la vida eterna. “Y serás dichoso —dice Jesús— ...se te recompensará en la resurrección de los justos” (v. 14).” (Angelus, día 28 de agosto de 2016)

- “209. La preparación de los que ya formalizaron un noviazgo, cuando la comunidad parroquial logra acompañarlos con un buen tiempo de anticipación, también debe darles la posibilidad de reconocer incompatibilidades o riesgos. De este modo se puede llegar a advertir que no es razonable apostar por esa relación, para no exponerse a un fracaso previsible que tendrá consecuencias muy dolorosas. El problema es que el deslumbramiento inicial lleva a tratar de ocultar o de relativizar muchas cosas, se evita discrepar, y así sólo se patean las dificultades para adelante. Los novios deberían ser estimulados y ayudados para que puedan hablar de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar. Estas conversaciones pueden ayudar a ver que en realidad los puntos de contacto son escasos, y que la mera atracción mutua no será suficiente para sostener la unión. Nada es más volátil, precario e imprevisible que el deseo, y nunca hay que alentar una decisión de contraer matrimonio si no se han ahondado otras motivaciones que otorguen a ese compromiso posibilidades reales de estabilidad.

210. En todo caso, si se reconocen con claridad los puntos débiles del otro, es necesario que haya una confianza realista en la posibilidad de ayudarle a desarrollar lo mejor de su persona para contrarrestar el peso de sus fragilidades, con un firme interés en promoverlo como ser humano. Esto implica aceptar con sólida voluntad la posibilidad de afrontar algunas renuncias, momentos difíciles y situaciones conflictivas, y la decisión firme de prepararse para ello. Se deben detectar las señales de peligro que podría tener la relación, para encontrar antes del casamiento recursos que permitan afrontarlas con éxito. Lamentablemente, muchos llegan a las nupcias sin conocerse. Sólo se han distraído juntos, han hecho experiencias juntos, pero no han enfrentado el desafío de mostrarse a sí mismos y de aprender quién es en realidad el otro.” (Ex. Ap. Postsinodal “Amoris laetitia”. “Sobre el amor en la familia”)

(4.09.16)

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