LO TRIBUTARIO (nº 191)
Por qué la LGT (1): la seguridad jurídica
Cuando la Exposición de Motivos de la Ley 58/2003 definió la Ley General Tributaria como “el eje central del ordenamiento tributario”, en vez de cómo “el fundamento jurídico de la ordenación de los tributos en su regulación y aplicación”, ya se podía adivinar que de lo sustantivo se había pasado a lo procedimental. Cambiar el motor de un automóvil es una reforma esencial; en cambio, modificar una pieza, aunque sea un eje es una reparación. Por ese motivo, en la Ley 58/2003 se señalaba como relevantes sólo las reformas de la Ley General Tributaria en 1985 y en 1995. En cambio, en la modificación de la LGT/2003 se reconoce que desde su entrada en vigor ha sido objeto de varias modificaciones “si bien la que ahora se implementa es la de mayor calado”. El “eje” ha sido doblado y enderezado una y otra vez en diez años. Ha llegado la hora de rectificar el motor.
Y, en esta consideración histórica del contenido y función de la LGT, se debe reconocer que el decaimiento de la LGT, como “formulación de una serie de principios básicos” (Exp. Mot. LGT/1963) empezó con el decaimiento del Derecho, de lo que fueron indiscutible manifestación tanto la Ley 10/1985, con la novedad de “la interpretación económica del hecho imponible”, como la Ley 14/1985, con la entrada de la Hacienda Pública en el mercado de los instrumentos opacos (AFRO´s y Pagarés del Tesoro). Si la Ley 10/1985 tuvo que ser corregida en sus excesos inconstitucionales con la fórmula de la “consideración condicionada” que hizo el TC (s. 26 de abril de 1990), la Ley 25/1995, completó el ajuste, suprimiendo (interpretación económica) y añadiendo (la simulación tributaria), que situaba la LGT extramuros del Derecho común.
La Ley 58/2003 se justifica a sí misma señalando el estigma de la LGT/1963, por preconstitucional, que es motivo suficiente para su derogación y sustitución, y la excentricidad de la Ley 1/1998 que, desde su aprobación, planteó la necesidad de integración. Lo que más llama la atención de estas referencias es que la LGT/2003 no incorpora ni derechos ni garantías que faltaran o se negaran en la LGT/1963, como tampoco mantiene y refuerza los derechos y garantías que regulaba la Ley 1/1998 que ha quedado para la pequeña historia tributaria como la “ley ilusoria”. En ella estaba la presunción legal de buena fe de los contribuyentes (art. 33.1) y la caducidad (art. 13) como efecto natural del incumplimiento de los plazos en los procedimientos. En la LGT/1963 lo declarado se presumía cierto (art. 116), para la LGT/2003 lo declarado se presume cierto sólo para el declarante (art. 108.4), casi se presume incierto.
En las sucesivas Exposiciones de Motivos se reconoce “el cambio continuo” en la LGT: desde 1985 han menudeado las modificaciones de la LGT/1963, primero, y, luego, desde 2004 a 2014, de la LGT/2003. Es difícil justificar la nueva reforma diciendo: “que, sin embargo, trata de respetar en todo momento un principio de la estabilidad normativa de la normativa que favorezca la seguridad jurídica”. En los textos normativos actualizados que se publican cada poco tiempo es habitual encontrar en la mayoría de los preceptos legales notas a pie de página que señalan las fechas de los cambios que en ellos se han producido. Si a la inveraz referencia al respeto del principio de estabilidad normativa se suma que los objetivos de las sucesivas reformas (2003 y 2015) son “el reforzamiento de la seguridad jurídica” hay que concluir que tampoco ha habido acierto en la consecución de ese objetivo que permanece inalterado en el tiempo.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
En un periódico se ha podido leer la colaboración que denuncia la exigencia por apremio de 23.000 euros a una maestra jubilada por los 91 euros al mes cobrados en clases particulares. Se señala que no se aplica siempre tanto rigor, como cuando se aceptan facturas falsas o se informa ante los tribunales para que alguien no se siente en el banquillo. Se apunta que algunos funcionarios son felices con tanta severidad. Se dice que los tribunales estiman el 50% de los recursos de los contribuyentes.
El cristiano, cuando su alma empieza a intuir que ya está cerca el tiempo de intimidad y silencio de Cuaresma para preparar la Pascua de Resurrección, se encuentra con la ocasión de aprovechar la fiesta en que se celebra la penúltima referencia a los primeros años de Jesús. El día 2 de febrero, se celebra la fiesta de la Presentación del Señor. Cumpliendo lo prescrito en la ley mosaica, a los cuarenta días contados desde el nacimiento, Jesús fue presentado en el Templo al mismo tiempo que su Madre realizaba la ceremonia de la purificación. Es un fiesta que ya se celebraba en Jerusalén a finales del siglo IV, desde donde se extendió a Oriente y Occidente. El Evangelio del día es una ocasión propicia para vivir como uno más de los presentes en aquellos actos.
- “Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la Ley. Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: - Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” ¿Siento que el Espíritu Santo está en mí, que me habla, que me guía? ¿Procuro frecuentar mi trato con Él?
- “Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - Mira, éste está puesto para que muchos de Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.” Debo decirle a la Madre que la actitud de mi corazón es amar la voluntad de Dios y que necesito que Ella me ayude.
- “Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose a en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.” Hay que vencer el miedo al qué dirán otros cuando vean que procuro ser un buen cristiano y que eso me lleva a ser amable, comprensivo; cuando vean que fallo, pero que empiezo de nuevo con alegría.
- “Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, y se llenaba sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lc 2, 24-40). ¿Qué es eso de no practicante?. No hay madres, ni hijos, no practicantes, no hay enamorados que no aman. Si comprendemos que cumplir los mandamientos de Dios y de la Iglesia son actos de amor; que Dios derrocha de gracia en los sacramentos que son signo de amor, nuestra vida será crecer y fortalecer nuestra fe junto a Jesús que es Dios, hermano, amigo y que nos quiere santos.
LA HOJA SEMANAL
(1 al 6 de febrero)
Lunes (1)
San Cecilio, obispo (4ª TO)
Palabras: “Le rogaban que se marchase de su país” (Mc 5,17)
Reflexión: El hombre se marchó y empezó a proclamar a Dios
Propósito, durante el día: Estar con Cristo. Agradecidos, confiados
Martes (2)
La Presentación del Señor (4ª TO)
Palabras: Entraban con el niño Jesús sus padres (Lc 2,27)
Reflexión: Simeón lo tomó en brazos
Propósito, durante el día: Tener en brazos al Niño, contarle, pedirle, reír con él
Miércoles (3)
San Blas, obispo y mártir (4ª TO)
Palabras: “Y se extrañó de su falta de fe” (Mc 6,6)
Reflexión: ¿No es este el carpintero, el hijo de María?
Propósito, durante el día: Hacer bien nuestro trabajo, santificarnos y santificar
Jueves (4)
San Andrés Corsino, obispo (4ª TO)
Palabras: “Salieron a predicar la conversión” (Mc 6,12)
Reflexión: Dar testimonio cristiano, ayudar al que lo necesite
Propósito, durante el día: Desprendimiento personal en la convivencia. Ceder
Viernes (5)
Santa Águeda, virgen y mártir (4ª TO)
Palabras: “La fama de Jesús se había extendido” (Mc 6,14)
Reflexión: Unos decían que era Juan Bautista, otros que Elías o un profeta
Propósito, durante el día: A solas con Dios. Llenos de Dios. Nosotros en Dios
Sábado (6)
San Pablo Miki y compañeros mártires (4ª TO)
Palabras: No encontraban tiempo ni para comer (6,31)
Reflexión: Jesús vio una multitud y le dio lástima
Propósito, durante el día: Con María: Madre, Madre nuestra, Madre mía
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del domingo día 31 (4º TO; ciclo C; empiezan los 7 domingos a san José) son un canto al amor y un aviso a la ingratitud: “Yo estoy contigo para librarte” (Jr 1); “(el amor) Disculpa sin límites, cree sin límites, aguanta sin límites” (1 Co 12); “Lo empujaron... con la intención de despeñarlo” (Lc 4). Parece increíble, pero así respondemos a veces al derroche de amor de Dios. Debemos vivir la misericordia.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Evangelizar a los pobres: esta es la misión de Jesús, como Él dice; esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, es más, privilegiando a los más lejanos, a quienes sufren, a los enfermos y a los descartados por la sociedad.” (Angelus, en la plaza de San Pedro, el día 24 de enero de 2016)
- “Y como nosotros somos hijos de Dios y tenemos la posibilidad de tener esta herencia —la de la bondad y la misericordia— en relación con los demás, pidamos al Señor que en este Año de la Misericordia también nosotros hagamos cosas de misericordia; abramos nuestro corazón para llegar a todos con las obras de misericordia, la herencia misericordiosa que Dios Padre ha tenido con nosotros.” (Audiencia general, día 27 de enero de 2016)
- “9. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18,22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, le suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: “¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?” (Mt 18,33). Y Jesús concluye: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos” (Mt 18,35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices. Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: “No permitan que la noche los sorprenda enojados” (Ef 4,26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. “Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia” (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.” (Bula “Misericordiae Vultus”, de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)
(31.01.16)
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