LO TRIBUTARIO (nº 183)
LGT (15): reclamaciones económico-administrativas
En la LGT/1963, “de los maestros”, se regulaba una doble vía de impugnación de los actos tributarios: los Jurados Tributarios, con composición mixta, resolvían en conciencia las cuestiones de hecho, y las de derecho los Tribunales Económico- Administrativos. Suprimidos los Jurados por Ley 34/1980, los Tribunales tuvieron una transformación sustancial en 1982, dirigida y realizada por un Inspector de los Servicios del Ministerio de Hacienda y siendo ministro García Añoveros. Antes eran provinciales y los formaban el Delegado, el Abogado del Estado y el titular del órgano que había dictado el acto reclamado. Con la reforma pasaron a ser regionales, situados en espacio independiente estaban formados por un Presidente con igual categoría que un Delegado de Hacienda y por tres Vocales con ese destino y con vocación de libertad de doctrina.
Las reclamaciones son un paso obligado para poder acceder a la vía contencioso-administrativa. Son una forma más de revisión por la Administración de sus propios actos a la vista de las pretensiones y fundamentos del reclamante. Hasta tal punto es así que las resoluciones extienden su revisión a todas las cuestiones derivadas del expediente (arts. 237 y 239 LGT) se hayan planteado o no. Salvo en cuestiones locales o autonómicas, en las reclamaciones no hay partes: el reclamante presenta y fundamenta sus pretensiones a un tribunal que es la misma Administración, persona jurídica única, que la del órgano que dictó el acto. A las alegaciones del reclamante no se opone la contestación de una parte reclamada, sino la resolución del tribunal. Por eso carece de fundamento jurídico el recurso de alzada contra la resolución de un tribunal regional por el director de la AEAT que es jefe del que dictó el acto y no se ajusta a la verdad procedimental decir que no estuvo personado.
La modificación de la LGT ha afectado a varios preceptos y materias: competencias (art. 229); la acumulación (art. 230), incluyendo la facultativa; la suspensión (art. 233.7) en el caso de obligaciones conexas; las instancias (art. 234), admitiendo la representación sin necesidad de poder y la imposición de costas en caso de inadmisión; la iniciación (art. 235) regulando la reclamación en caso de silencio y la vía electrónica para quienes la usan en la tributación; la tramitación (art. 236) regulando la puesta de manifiesto por vía electrónica y las alegaciones y las pruebas; la extensión de la revisión (art. 237.3) añadiendo cómo plantear cuestiones prejudiciales; la terminación (art. 238.2) admitiendo el recurso de anulación contra el archivo; la resolución (art. 239) regulando los actos de ejecución, los efectos en las resoluciones sobre obligaciones entre particulares y sobre emisión de facturas y las consecuencias en las obligaciones conexas; la duración (art. 240) y plazo para recurso en caso de silencio; el recurso de alzada ordinario (art. 241.3) y posibilidades de suspensión; el recurso de anulación (art. 241 bis), consecuencias; el recurso contra la ejecución (art. 241 ter) en vez del anterior incidente; el recurso extraordinario de alzada para unificación de criterio (art. 242) por discrepancia con otros TEA y con resolución en 3 meses; el recurso extraordinario de revisión (art. 244) con resolución en 6 meses; y el procedimiento abreviado (arts. 245 a 247) de menor cuantía, con resolución en 6 meses, sin devengo de intereses si retraso en resolver y recurso por silencio a contar desde la notificación de resolución expresa.
Lo que fue y podía haber sido aún mejor, soportando un asedio interior desde hace treinta años, con pocos bastiones de resistencia, decae con esperanza de otro renacer.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Morosos. Se publica que la Hacienda aún tiene pendiente de devolver 715 millones de euros. Por el IRPF / 2014 se presentaron 19,4 millones de declaraciones de las que resultaron a devolver por un importe de 10.600 millones de euros. Se han devuelto 9.900 millones a casi 14 millones de declarantes. Se trata de pagos a cuenta realizados por anticipado y en exceso respecto del impuesto a ingresar según la ley.
El Evangelio de san Juan no relata el nacimiento del Niño en Belén, pero permite pensar en la encarnación de Dios en cada uno de los hombres: “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo... a cuantos le recibieron les dio potestad de ser hijos de Dios a los que creen en su nombre, que no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios.” (Jn 1, 9 y12). Y también: “Mira qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios ¡y lo somos!”(1 Jn 3.1). ¡Soy hijo de Dios!
Por otra parte, el cristiano no puede acabar el tiempo de Navidad sin abrazarse a san José, su padre y señor, el padre de Jesús, el esposo de María, madre de Dios y madre nuestra. Es modelo de la vida ordinaria, conviviendo con Dios sin llamar la atención. Atento a la voluntad de Dios y cumplidor sin demora, sin dudas, sin quejas. Entre la zozobra de la Anunciación (Mt 1, 18-25), la zozobra del parto en la cueva de Belén (Lc 2, 6-7) y la zozobra del Niño cuando se quedó en el templo (Lc 2, 41-30), hay más zozobras para José. Podemos estar ahora con él y pedirle que nos enseñe cómo estar.
- “Cuando se marcharon, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: - Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: “De Egipto llamé a mi hijo” (Mt 2, 13-15).
- “Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: -Levántate, toma al niño y a su madre y ve a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: “Será llamado nazareno” (Mt 2, 19-23)
Como san José, el cristiano sabe que debe hacer lo que debe y estar a lo que hace y que esa buena disposición de ánimo debe ser más generosa: siempre y en todo debe estar disponible para cumplir la voluntad de Dios. Poco, nada que ver con nuestras habituales excusas, nuestras quejas, nuestra mala cara, el mal humor que tienen que soportar otros. Es tiempo de llenarnos de alegría y de repartirla con amor porque somos hijos de Dios.
Y decimos con santa Teresa de Jesús: “Dadme pues, sabiduría,/ o por amor, ignorancia;/ dadme años de abundancia,/ o de hambre y carestía;/ dad tiniebla o claro día,/ revolvedme aquí o allí./ ¿Qué mandáis hacer de mí?./ Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar./ Si me mandáis trabajar,/ morir quiero trabajando./ Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?/ Decid, dulce amor, decí./ ¿Qué mandáis hacer de mí?”
LA HOJA SEMANAL
(del 11 al 16 de enero)
Lunes (11)
San Higinio, papa (1ª Tiempo Ordinario)
Palabras: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mc 1, 18)
Reflexión: Llamada de Dios. Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Lo dejaron todo
Propósito, durante el día: Dios me llama en mi familia, en mi trabajo, con mis amigos
Martes (12)
San Alfredo, abad (1ª T.O.)
Palabras: “Se quedaron asombrados de su enseñanza” (Mc 1,22)
Reflexión: Porque hablaba con autoridad. ¿Cómo cuestionar a Dios?
Propósito, durante el día: Hacer la voluntad de Dios, aceptar su voluntad
Miércoles (13)
San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia (1ª T.O.)
Palabras: “Se marchó al descampado y allí se puso a orar” (Mc 1, 35)
Reflexión: Tiempos de oración durante el día. Condiciones para orar
Propósito, durante el día: Un plan de vida sencillo, pero de enamorado
Jueves (14)
San Fulgencio, obispo (1ª T.O.)
Palabras: “Si quieres puedes limpiarme” (Mc 1,40)
Reflexión: Quiero: queda limpio
Propósito, durante el día: Confianza en Dios, Padre amoroso. Confesión frecuente
Viernes (15)
San Mauro, obispo (1ª T.O.)
Palabras: “Abrieron un boquete y descolgaron la camilla” (Mc 2,4)
Reflexión: Tus pecados te son perdonados. Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.
Propósito, durante el día: Hijo de Dios. Dios es Amor y Misericordia. Con Él en la Cruz
Sábado (16)
San Marcelo I, papa y mártir (1ª T.O.)
Palabras: “Sígueme”. Se levantó y lo siguió (Mc 2,14)
Reflexión: Vocación de Mateo. Recaudador de impuestos. Lo dejó todo y siguió a Jesús
Propósito, durante el día: Madre mía, llévame de la mano. Y así hasta el cielo
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del domingo, día 10 (del Bautismo del Señor, ciclo C) nos sitúan entre el amor de Dios y nuestro amor a su voluntad: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido...” (Is 42); “Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo...” (Hch 10); “Jesús también se bautizó” (Lc 3). Estamos en el año de la Misericordia de Dios y debemos vivirlo cada día sabiendo y notando que Dios nos ve, nos oye, nos ama.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “¡Cuántas estrellas hay en el cielo! Y, sin embargo, los Magos han seguido una distinta, nueva, mucho más brillante para ellos. Durante mucho tiempo, habían escrutado el gran libro del cielo buscando una respuesta a sus preguntas –tenían el corazón inquieto– y, al final, la luz apareció. Aquella estrella los cambió. Les hizo olvidar los intereses cotidianos, y se pusieron de prisa en camino. Prestaron atención a la voz que dentro de ellos los empujaba a seguir aquella luz –y la voz del Espíritu Santo, que obra en todas las personas–; y ella los guió hasta que en una pobre casa de Belén encontraron al Rey de los Judíos.” (Homilía en la fiesta de la Epifanía, en la basílica vaticana, el día 6 de enero de 2016)
- 6. “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: “Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón”. Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: “Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia” (103,3-4). De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: “Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados” (146,7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: “El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas. […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo” (147,3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.” (Bula “Misericordiae Vultus”, de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)
(10.01.16)
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