LO TRIBUTARIO (nº 192)
Por qué la LGT (2): lucha contra el fraude
Dice la Exposición de Motivos de la Ley 34/2015 que los objetivos perseguidos son: reforzar la seguridad jurídica, prevenir el fraude e incrementar la eficacia de la actuación administrativa, aprovechando los recursos a disposición de la Administración.
- Para reforzar la seguridad jurídica se establece un nuevo derecho (a comprobar hechos y circunstancias) que no está sometido a plazos de prescripción y se permite que, en la comprobación de períodos en los que no haya prescrito el derecho de la Administración se modifiquen los hechos y circunstancias producidos en períodos prescritos y su calificación con efectos en los períodos no prescritos. Y se introduce el concepto de obligación conexa que a su indeterminación añade una indiscutible discriminación (la desigualdad en la legalidad atendiendo a la doctrina del TC) y la incertidumbre que supone las consecuencias de una resolución en situaciones no controvertidas.
- Visto el lamentable estado en que ha quedado la seguridad jurídica de los administrados tributarios, parece obligado considerar el objetivo consistente en la prevención del fraude. Se trata de otra meta inalcanzable puesto que ya se señaló como una causa de la Ley 10/1985, como lo fue “reforzar la lucha contra el fraude” en la Ley 58/2003. En las recientes modificaciones aún es más clara la referencia: se siguen las pautas marcadas en la Ley 36/2006 de prevención del fraude y en la Ley 7/2012 de prevención y lucha contra el fraude. Cuando el fundamento de la ordenación jurídica en el establecimiento y aplicación de los tributos se centra y concentra en la lucha contra el fraude, esa regulación esencial, ha perdido el norte o tiene un rumbo no declarado.
Si a esa realidad normativa se une la realidad estadística que publican los medios de comunicación según la cual cada año se descubre más fraude que en el anterior, parece que a la deficiencia hay que añadir el fracaso. Es fácil adivinar lo que ocurriría en una empresa en la que el responsable informara de su éxito profesional porque cada año descubre más morosos que en el año anterior y que el número de morosos o se mantiene o crece. Pero no es tan sencillo por qué ocurre así en la tributación. La respuesta teórica va perdiendo fuerza: el sistema es injusto, las normas son muy complicadas, las obligaciones a cargo de los administrados son excesivas. La respuesta que invoca la práctica parece inaceptable: como la eficacia administrativa no se mide por el aumento del índice de cumplimientos y por la reducción del índice de errores, deficiencias, elusión, evasión o fraude, de modo que lo que se incentiva es regularizar diferencias, se pueden producir excesos de regularización que, generalizados, pueden llevar a incumplimientos voluntarios: porque se gana si no se descubren en su integridad y, si se regularizan, es ese un coste fatal, irremediable, que se habría producido en todo caso.
- Precisamente esa consideración es la que puede justificar lo que, en otro caso, podría ser objeto de objeción. El tercer objetivo de la reforma de la LGT/2003 es aumentar la “eficacia” aprovechando mejor los recursos de la Administración. En general, el “aprovechamiento mejor” para lo que es adecuado es para medir la “eficiencia”; aunque habría que admitir que en una Administración que incentivara regularizar diferencias a todo trance, con riesgo para el Derecho, en cuanto que así no tendría el coste de preparación y de análisis jurídicos, la “eficacia” se podría medir por cabeza cortada, como se hacía con los verdugos medievales.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Ha prosperado la acusación porque en el delito contra la Hacienda están perjudicados todos los contribuyentes. Sólo está la acusación popular; la Fiscalía y la Administración mantienen que no hubo delito; en ése no debería haber cooperación. Cualquiera que sea la sentencia se podría procesar a la parte que ha mantenido lo contrario.
Para algún cristiano en esta semana en la que empieza la Cuaresma puede ser conveniente hacer que coincida esa circunstancia con la última noticia que san Lucas (2, 41-52) da de la infancia de Jesús y de su vida en Nazaret. Y, en la meditación de lo ocurrido, cada uno se puede situar como un personaje más y aplicarse lo que oye.
- “Sus padres iban todos los años para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca”. Es fácil pensar que fue la Virgen María la que contó a san Lucas lo ocurrido: la costumbre familiar, cómo era el viaje de “subida” desde Nazaret hasta Jerusalén, los grupos de hombres, de mujeres y de niños, lo que se decía, lo que se cantaba. Y también lo que sintieron José y María cuando echaron en falta al “niño Jesús” (también en 2, 27), en expresión del evangelista que hay que escuchar con la voz y el tono de la Madre. Es tiempo de examinar si en nuestra vida ordinaria, en la familia, en el trabajo, con los amigos, caminamos junto a Jesús, hablando, cantando, acudiendo a María y José para no perder la senda. Y es tiempo de pensar en los olvidos, en el abandono, en el desaprecio. ¿Volvemos en su busca?
- “Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: - Hijo ¿por qué nos has hecho esto?. Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: - ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo”. Si este tantas comentado pasaje se lee con el alma acostumbrada al diálogo habitual y sencillo con Jesús, se descubren interesantes matices: ni los padres perdieron al niño; ni el Niño se perdió; la Virgen pregunta, como Madre, en nombre de los dos (tu padre y yo), Jesús contesta a ambos (me buscabais, no sabíais); pensando en la vida familiar la respuesta podría ser equivalente a: Pero si lo hemos hablado muchas veces: tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre. Lo habían hablado muchas veces, sin precisar el momento y, claro, sin que el lenguaje humano pudiera expresar el misterio trinitario que hacía al Hijo hablar a “sus padres” de “mi Padre”. Ellos no comprendieron. En el amor no hay nada que comprender. Es tiempo de hacer propósito, y de cumplirlo, de tratar a menudo con Jesús, de leer una y otra vez, unos minutos cada día, el evangelio. Y de acercarnos cada poco tiempo y cuando sea necesario a la gracia de Dios mediante el sacramento de la reconciliación.
“Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres”. Dios se ha hecho carne (Verbum caro factum est): fue y es como tú y como yo. Estudió, trabajó, se cansó, sintió lástima, se reía, bromeaba, rezaba. Debemos acostumbrarnos a convivir con Dios, que nos ve, nos oye, nos habla. Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que trates a Cristo, que ames a Cristo (san Josemaría)
LA HOJA SEMANAL
(del 8 al 16 de febrero)
Lunes (8)
San Jerónimo Emiliani, fundador (5ª TO)
Palabras: “Cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús...” (Mc 6,55)
Reflexión: ... le llevaban los enfermos en camilla. Buscando la curación
Propósito, durante el día: Oración. Por mí, por mis amigos, por todos
Martes (9)
San Miguel Febres, confesor (5ª TO)
Palabras: “Invalidando la palabra de Dios...” (Mc 7,13)
Reflexión: ... con esa tradición que os trasmitís. Amar la palabra de Dios
Propósito, durante el día: Oración: Dios en mi plan de cada día
Miércoles (10)
De Ceniza (Cuaresma; ayuno y abstinencia)
Palabras: “Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará” (Mt 6,18)
Reflexión: Oración. Mortificación. Limosna (concretar, examinar)
Propósito, durante el día: Que nuestra mortificación no mortifique a otros
Jueves (11)
Nuestra Señora de Lourdes (jueves de Ceniza)
Palabras: “Que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día...” (Lc 9,23)
Reflexión: ... Y me siga. Oración. Mortificación. Limosna
Propósito, durante el día: Mortificación: sonreír, perdonar, no a un capricho
Viernes (12)
San Modesto, mártir (viernes de Ceniza; abstinencia)
Palabras: “Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán” (Mt 9,15)
Reflexión: Los invitados a la boda. Oración. Mortificación. Limosna
Propósito, durante el día: Mortificación. Ofrecer dolores, fiebre, disgustos
Sábado (13)
San Benigno, mártir (sábado de Ceniza)
Palabras: “Y dejándolo todo, se levantó y lo siguió” (Lc 5,28)
Reflexión: Llamada de Jesús. Oración. Mortificación. Limosna
Propósito, durante el día: Madre ayúdame a callar el “yo”, el “pues yo”, el “y yo”
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Lecturas del domingo día 7, (5º TO, ciclo C; 2º de la devoción a san José). Para Dios, siempre disponibles: “Aquí estoy, mándame” (Is 6); “Tanto ellos como yo esto es lo que predicamos” (1 Co 15); “Dejándolo todo, lo siguieron” (Lc 5). Cuaresma en el año de la Misericordia. Vivir las obras (7 espirituales; 7 corporales): paciencia en las debilidades del prójimo, visitar a los enfermos... Miseri-cordia: tener el corazón, dar amor, en lo mísero, lo necesitado, lo desdichado, lo que se tira porque estorba, porque no nos vale... Rescatar (recuperar) y redimir (recomprar). Cristianismo es amar.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Y este es el corazón de Dios, un corazón de Padre que ama y quiere que sus hijos vivan en el bien y la justicia, y por ello vivan en plenitud y sean felices. Un corazón de Padre que va más allá de nuestro pequeño concepto de justicia para abrirnos los horizontes inconmensurables de su misericordia. Un corazón de Padre que no nos trata según nuestros pecados y no nos paga según nuestras culpas, como dice el Salmo (103, 9-10) ...” (Audiencia general, día 3 de febrero de 2016)
- “La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alineación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente a nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los “soberbios”, los “poderosos”, y los “ricos”, de los que habla el “Magnificat”, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre - engañándose- cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de la soledad que es el infierno” (Mensaje para la Cuaresma 2016)
- “10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia “vive un deseo inagotable de brindar misericordia”. Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.” (Bula “Misericordiae Vultus”, de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)
(7.02.16)
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