LO TRIBUTARIO (nº 373)

La imposición indirecta (4): precedentes del IVA

En el Memorandum para la reforma tributaria de 1964 se decía que la imposición indirecta en el sistema tributario existente tenía que ser modificada. Los diversos impuestos existentes, con el Impuesto de Derechos Reales y el Impuesto del Timbre del Estado y con los numerosos impuestos especiales se deberían reducir y sistematizar: un impuesto para las operaciones no empresariales, un impuesto general para el tráfico empresarial, un impuesto sobre consumo de bienes de lujo y unos pocos impuestos especiales sobre el alcohol, el tabaco y los hidrocarburos.

Era todo un avance, pero el Memorandum estaba elaborado con fundamento y sus autores no ignoraban que la clave de la reforma de la imposición indirecta no era sólo la simplificación y la sistematización, sino también el perfeccionamiento y ponerse en condiciones de competencia en las transacciones internacionales. Y a esa meta no se podía llegar sin un tiempo de preparación. La falta de disciplina contable de las empresas, la falta de rigor en la documentación de las operaciones mercantiles, se unían a una Administración con pocos medios humanos y materiales, aunque fuera excepcional la preparación profesional y la calidad humana de aquéllos.

Y se optó por aprobar una ley de reforma que estableciera una regulación provisional y transitoria en la imposición indirecta, sabiendo que el futuro iba a ser el que ha sido. Se puede leer el texto que dice respecto del nuevo “Impuesto general sobre el Tráfico de las Empresas” que, aunque el objetivo es aplicar el Impuesto sobre el Valor Añadido, “no conviene dar un salto en el vacío”. Como suele ocurrir con “lo provisional” en el ámbito fiscal, el IGTE se empezó a aplicar en 1965 y el IVA en 1986.

Desde el punto de vista científico y técnico del IGTE sólo se habló mal. Como impuesto “acumulativo y en cascada”, era evidente la discriminación entre productos iguales según el número de fases de producción y distribución por las que pasara; la incorporación en los costes dificultaba el comercio internacional que aplicaba mayor gravamen a los productos españoles que salían subvencionados bajo la apariencia de una “Desgravación a la Exportación” y que aplicaba el proteccionismo con un Impuesto de Compensación de Gravámenes Interiores (ICGI) sobre los productos importados. También estaban discriminados los tipos impositivos que, además, incorporaban un Arbitrio Provincial (así: 1,8 más 0,6% y 1,5 más 0,5% en entregas de fabricantes; 0,3% más 0,1% en comercio mayorista; 2,0% más 0,7% en obras y servicios; tipos elevados para la distribución de energía eléctrica…)

Se llamaba impuesto general sobre el tráfico de las empresas, pero no era general porque no se aplicaba a las operaciones de los comerciantes minoristas y estaban exentas (art. 34 TR LIGTE) no sólo las adquisiciones de productos naturales y de consumo general para la alimentación, sino también los servicios profesionales. La falta de disciplina contable, de censos y de estudios económicos fiables hizo que, un gran número de contribuyentes tributaran cuotas fijadas en estimaciones objetivas (convenios) nada menos que de la cuota devengada por las operaciones de cada censado realizadas en el año anterior. Poco a poco se fue reduciendo el número de “estimados”.

Aún así, el IGTE fue una muy útil preparación para la aplicación del IVA “europeo”.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Apagado el fragor de lo que se consideraba graves delitos, situada en el horizonte la inquietud de unas elecciones autonómicas próximas, la actualidad fiscal centra el debate en los regímenes forales, con origen histórico y fundamento constitucional, determinan una discriminación entre territorios y vecinos o residentes.

Los cristianos empiezan el Tiempo de Adviento que prepara el alma para recibir a Dios hecho hombre, venido al mundo en Belén como niño, nacido de mujer; de una mujer virgen, antes del parto, en el parto y después del parto, María Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra, de cada uno; desposada con un hombre santo, san José, que escuchó y siguió fielmente lo que le decía el Espíritu Santo, dándonos ejemplo a todos y convirtiéndose en el intercesor que no falla como decía santa Teresa: “No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer” (Vida, 6)

El Adviento, como ocurre con todo anuncio de maternidad, mueve a todos, a la familia y a los amigos, a preparar el acontecimiento. María Santísima, nuestra Madre, se nos muestra en esa circunstancia, cuando se entera por el anuncio del arcángel san Gabriel, de que Isabel su pariente, anciana, está embarazada: “Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá” (Lc 1,39). Fue “deprisa” a ayudar en lo que fuera necesario y durante el tiempo en que pudiera ser útil: “María permaneció con ella tres meses y se volvió a su casa” (Lc 1,56). “Entretanto le llegó a Isabel el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Y sus vecinos y parientes oyeron la gran misericordia que el Señor le había mostrado y se congratulaban con ella” (Lc 1,55-58).

El Adviento es tiempo de “ir deprisa” a estar recogido en Dios, apoyado en su Corazón que parece que también late más rápido con la emoción del amor que llevó al Amor a amar hasta abajarse a tomar la condición de hombre: porque Cristo Jesús, “siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Flp 2, 6-8)

“Ir deprisa” no es ir atolondradamente, ni correr sin sentido. Es desprenderse de lo que nos impide estar a lo “único importante” (Lc 10,42: “sólo una cosa es necesaria”), es evitar obstáculos, es alejarse de las distracciones, es abandonar las excusas. Los pastores de fueron presurosos: “Cuando los ángeles les dejaron, marchándose hacia el cielo, los pastores se decían unos a otros: -Vayamos a Belén para ver esto que ha ocurrido y que el Señor nos ha manifestado. Y fueron presurosos, y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre” (Lc 2, 15,16). Eso es lo que viene, lo que nos espera.

“Ir deprisa” es desterrar el “no tengo tiempo ahora, luego”. Es tener presente la poesía de Lope de Vega: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? / ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, / que a mi puerta, cubierto de rocío, / pasas las noches del invierno obscuras? / ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, / pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío / secó las llagas de tus plantas puras! / ¡Cuántas veces, el ángel me decía: / “Alma, asómate agora a la ventana, / verás con cuánto amor llamar porfía”! / Y ¡cuántas, Hermosura soberana, / “Mañana le abriremos”, respondía, / para lo mismo responder mañana!

LA HOJA SEMANAL
(del 4 al 9 de diciembre)

Lunes (4)

San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia (1ª Adviento; 5º Nov. Inm.)
Palabras: “No soy quien para que entres bajo mi techo” (Mt 8,8)
Reflexión: Se dirige a Jesús un centurión romano y para rogar por un criado suyo
Propósito, durante el día: Oración de petición. Por todo el que lo necesite

Martes (5)

San Sabas, abad (1ª Adviento; 6º Nov. Inm))
Palabras: “Has escondido estas cosas a los sabios” (Lc 10,21)
Reflexión: Lleno de la alegría del Espíritu Santo, Jesús dio gracias al Padre
Propósito, durante el día: Acción de gracias continua: y por los favores desconocidos

Miércoles (6)

San Nicolás de Mira, obispo (1ªAdviento; 7º Nov. Inm.)
Palabras: “Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días… (Mt 15,32)
Reflexión: …conmigo y no tienen qué comer”
Propósito, durante el día: Presencia de Dios: tratar todo con Él, ofrecerle, agradecerle

Jueves (7)

San Ambrosio, obispo y doctor de le Iglesia (1ª Adviento; 8º Nov. Inm.)
Palabras: “No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino … (Mt 7,21)
Reflexión: … sino el que cumple la voluntad de mi Padre
Propósito, durante el día: Oración: Lo que quieras, como quieras, porque Tú lo quieres

Viernes (8)

La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen (último día de la Novena)
Palabras: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28)
Reflexión: “Hágase en mí según tu palabra”
Propósito, durante el día: Con María: si Tú lo quieres, Señor, yo también lo quiero

Sábado (9)

Santa Leocadia, virgen (1ª Adviento)
Palabras: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt 10.8)
Reflexión: Proclamad que el reino de Dios está cerca. Curad, resucitad, limpiad
Propósito, durante el día: Madre, hazme amable con todos y para todo

(la reflexión y el propósito lo fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 3, domingo (1º de Adviento; ciclo B; san Francisco Javier), nos ponen en una vigilia confiada: “Tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano” (Is 64); “Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!” (1 Co, 1); “vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento” (Mc 13). Es la mejor ocupación estar alerta porque Dios, nada menos que Dios, me espera y me puede llamar. Nuestra Madre, san José, los ángeles, nos animan.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Jesús vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones, pero viene a nosotros cada día, de tantos modos y nos pide acogerlo. Que la Virgen María nos ayude a encontrarlo y recibirlo en su Palabra y en la Eucaristía, y al mismo tiempo en los hermanos y en las hermanas que sufren el hambre, la enfermedad, la opresión, la injusticia. Puedan nuestros corazones acogerlo en el hoy de nuestra vida, para que seamos por Él acogidos en la eternidad de su Reino de luz y de paz.” (Angelus, día 26 de noviembre de 2017)

- “Nuestro mundo está lleno de ruidos y distracciones, que pueden apagar la voz de Dios. Para que otros se sientan llamados a escucharlo y a creer en él, necesitan descubrirlo en personas que sean “auténticas”. Personas que sepan escuchar. Seguro que vosotros queréis ser genuinos. Pero sólo el Señor os puede ayudar a serlo. Por eso hablad con él en la oración. Aprended a escuchar su voz, hablándole con calma desde lo más profundo de vuestro corazón.

Pero hablad también con los santos, nuestros amigos del cielo que nos sirven de ejemplo. Como san Andrés, cuya fiesta celebramos hoy. Andrés fue un sencillo pescador que acabó siendo un gran mártir, un testigo del amor de Jesús. Pero antes de llegar a ser mártir, cometió sus errores, tuvo que ser paciente y aprender gradualmente a ser un verdadero discípulo de Cristo. Así que no tengáis miedo de aprender de vuestros propios errores. Dejad que los santos os guíen hacia Jesús y os enseñen a poner vuestras vidas en sus manos. Sabed que Jesús está lleno de misericordia. Por lo tanto, “compartid con él todo lo que lleváis en vuestros corazones”: vuestros miedos y preocupaciones, así como vuestros sueños y esperanzas. Cultivad la vida interior, como cuidaríais un jardín o un campo. Esto lleva tiempo; requiere paciencia. Pero al igual que un agricultor sabe esperar que lo cultivado crezca, así también a vosotros, si sabéis esperar, el Señor os hará dar mucho fruto, un fruto que luego podréis compartir con los demás.” (Homilía en la misa celebrada en la catedral de Santa María, en Rangún, el día 30 de noviembre de 2017; viaje a Myanmar)

- “El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración. Es vuestra responsabilidad apoyar los sacerdotes. Alguno entre ustedes se puede preguntar: “Pero, ¿cómo se hace para sostener a un sacerdote?”. Confiad en vuestra generosidad. El corazón generoso que vosotros tenéis os dirá cómo sostener a los sacerdotes. Pero el primer apoyo del sacerdote es la oración. El pueblo de Dios —es decir, todos— apoya al sacerdote con la oración. No os canséis jamás de rezar por vuestros sacerdotes. Yo sé que lo haréis. Muchas gracias.” (homilía en la misa celebrada en el Suhrawardy Udyan Park, en Daca, el día 1 de diciembre de 2017; viaje a Bangladés)

(3.12.17)

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