LO TRIBUTARIO (nº 979)
Ciencia de la Hacienda: 23) La prueba tributaria
Fue en 1979, primer año de aplicación del nuevo IRPF
surgido de la reforma “democrática”. El subdirector del IRPF, santo, llevó la
prueba al Director y reunió a los otros subdirectores: por correo certificado
había llegado el escrito que decía, más o menos, “Me llamo, con DNI, domicilio,
esposa y dos hijos menores, trabajo día y noche, regento un bar, he ingresado
tantas pesetas y me he gastado tantas otras. No sé hacer la declaración de
renta. Haganmela y díganme si tengo que pagar algo”. Seguramente, el
subdirector, hombre bueno, resolvería el asunto. Por servir no se quejaba, cada
año se desplazaba a la residencia del que más mandaba, del que mandaba, para hacerle
su autoliquidación. Los obsesos antifraude no lo vieron tan fácil: que pruebe
todo lo que dice. Los protectores radicales no se callaron ante la obligación
de declarar un impuesto tan complejo: hay que regular la objeción fiscal. Un
poquito de razón tenían: la unidad familiar, la tributación conjunta obligada,
el nuevo concepto “incrementos y disminuciones de patrimonio”, la “plusvalía
del muerto”, la “transparencia fiscal”, la “anualización” de las rentas
irregulares en el tiempo, el cálculo y aplicación del tipo medio, del tipo
efectivo y del tipo marginal de la Tarifa en cada renta, la tributación de la
“cuarta vivienda” después de tan gracioso debate: ¿quién no tiene otra casa, en
el pueblo?, y ¿quién no la tiene también en la playa?. Tiempos felices.
Todos los obstáculos se han superado con el tiempo. El
esquema del IRPF sigue siendo el mismo aunque todos sus aspectos hayan
cambiado. Y en su aplicación no han desaparecido las frecuentes polémicas sobre
la prueba de los hechos. La LGT/1963 (art. 116), antes de la Constitución, ya
respetaba la presunción de inocencia: lo declarado se presume cierto, salvo
prueba de error de hecho. Si la Administración discrepaba de la veracidad de lo
declarado debía probar la realidad cierta que pretendía. Tanto entonces como
con la nueva LGT/2003 (art. 105), se mantiene que la carga de la prueba
corresponde a quien afirma (onus probandi incumbit qui affirmat non qui negat),
porque no se puede obligar a probar “lo que no ha sido” y porque presumir que
lo declarado es incierto es contrario a la presunción de inocencia (art. 24
CE). Y, con la ideología del inspirador de la nueva LGT/2003, en ésta se
establece (art. 108.4) que lo declarado “se presume cierto para el que
declara”, pero lo que otros declaran sobre él “se presume cierto”, salvo prueba
en contrario del afectado, y, si protesta por inexactitud, contrasta la
Administración.
Sobre los medios de prueba se está a la regulación de
la LEC desde los documentos públicos a los documentos privados, desde lo
probado en sentencia penal como cierto a la prueba de testigos. Y “la
filigrana” de las facturas: la nefasta Ley 10/1985 modificó la LGT
estableciendo que sin factura no cabía deducción en la base imponible ni en la
cuota íntegra. Y, porque lo exigía el IVA se aprobó un reglamento de facturas
(y el NIF). El evidente exceso (lo formal no debe prevalecer sobre lo
sustantivo: el principio constitucional de capacidad económica) se intentó
corregir con la apariencia: la factura es un medio de prueba prioritario para
justificar gastos y deducciones, pero no es un medio prueba privilegiado de la
realización de operaciones de modo que, si la Administración cuestiona
fundadamente su efectividad, el administrado debe probarla. Pero lo manifestado
en diligencia (art. 107 LGT) se presume cierto. Importantísimo.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Seguridad jurídica, confianza legítima, derecho a una
buena Administración, derecho a una regularización íntegra, derecho a
equivocarse. Presunción de buena fe, de inocencia.
Cuaresma. Segunda semana en la preparación para la
Semana Santa. El cristiano también revive el tiempo anterior de Jesús cuando
advertía a sus discípulos de los acontecimientos que se iban a producir: “Desde
entonces, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén
y padecer mucho por causa de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y
de los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar al tercer día” (Mt
16,21). “Cuando estaba en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del Hombre va a ser
entregado en manos de los hombres, y lo matarán, pero al tercer día
resucitará.” (Mt 17,22-23). “Cuando subía Jesús camino de Jerusalén tomó aparte
a los doce discípulos y les dijo: - Mirad, subimos a Jerusalén y el Hijo del
Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, le
condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para burlarse de él y
azotarlo y crucificarlo, pero al tercer día resucitará” (Mt 20, 17-19). “Cuando
terminó Jesús todos estos discursos, les dijo a sus discípulos: - Sabéis que
dentro de dos días será la Pascua y el Hijo del Hombre será entregado para que
lo crucifiquen” (Mt 26,1-2)
El primer día de los Ácimos, “al anochecer se recostó
a la mesa con los doce. Y cuando estaban cenando, dijo: -En verdad os digo que
uno de vosotros me va a entregar. Y muy entristecidos comenzaron a decirle cada
uno: - ¿Acaso soy yo, Señor? Pero él respondió: - El que moja la mano conmigo
en el plato, ése me va a entregar. Ciertamente el Hijo del Hombre se va según
está escrito sobre él, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo
del Hombre! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.” (Mt 26,20-24).
“Después de recitar el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos. Entonces
les dijo Jesús – Todos vosotros os escandalizaréis esta noche por mi causa,
pues escrito está: “Heriré al pastor y y se dispersarán las ovejas del rebaño”
Pero Después de que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea” (Mt
26,30-33).
Cada uno de estos pasajes es seguido de reacciones
inoportunas, improcedentes, dolorosas: “Pedro, tomándolo aparte, se puso a
reprenderle, diciendo: -¡Dios te libre, Señor! De ningún modo te ocurrirá eso”
(Mt 16,22). “Y se pusieron muy tristes” (Mt 17,23). “Entonces se le acercó la
madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró ante él para hacerle
una petición. Él le preguntó: -¿Qué quieres? Ella dijo: Di que estos dos hijos
míos se sienten en tu reino, uno a tu derecho y otro a tu izquierda” (Mt
20,20-21”. “Al oír esto los diez se indignaron contra los dos hermanos” (Mt
20.24). “Entonces se reunieron los príncipes de los sacerdotes y ancianos del
pueblo en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, y acordaron
apoderarse de Jesús con engaño y darle muerte. Pero decían: -Que no sea durante
la fiesta, para que no se produzca alboroto entre el pueblo” (Mt 26,3-5).
“Pedro le respondió: Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo nunca me
escandalizaré. Jesús le replicó: - En verdad te digo que esta misma noche,
antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces. Pero contestó: -
Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Todos los discípulos dijeron
lo mismo” (Mt 26,33-35). “Entonces, todos los discípulos lo abandonaron y huyeron”
(Mt 26,56). Para personalizar más la meditación es conveniente meternos en los
personajes y poner en nuestra boca sus palabras. Cuaresma tiempo de
preparación.
LA HOJA SEMANAL
(del 26 al 29 de febrero y los días 1 y 2 de marzo)
Lunes (26)
San Alejandro de Alejandría, obispo (2ª de Cuaresma)
Palabras: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo… (Lc 6,36)
Reflexión: … no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados”
Propósito, durante el día: Padre, perdona nuestras ofensas; ayúdanos a perdonar
Martes (27)
San Gabriel de la Dolorosa, monje (2ª de Cuaresma)
Palabras: “No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro” (Mt 23,8)
Reflexión: “El primero entre vosotros sea vuestro servidor”
Propósito, durante el día: Para servir, servir. Señor ayúdame a ser un servidor bueno
Miércoles
(28)
San Román, abad (2ª de Cuaresma)
Palabras: “El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan… (Mt 20,28)
Reflexión: … sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”
Propósito, durante el día: Cuerpo de Cristo, sálvame
Jueves
(29)
San Hilario, papa (2ª de Cuaresma)
Palabras: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso … (Lc 16,31)
Reflexión: … ni aunque resucite un muerto”
Propósito, durante el día: Señor, no permitas que me aparte de Ti
Viernes (1)
Cristo de Medinaceli (2ª de Cuaresma) (día de abstinencia)
Palabras: “Por último, les mandó a su hijo diciéndose: Tendrán respeto … (Mt 21,37)
Reflexión: … Y agarrándolo, le empujaron fuera de la viña y lo mataron”
Propósito, durante el día: En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti
Sábado (2)
Santa Inés de Bohemia, virgen y fundadora (2ª Cuaresma)
Palabras: “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió… (Lc 15,20)
Reflexión: … y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”
Propósito, durante el día: Madre, mientras mi vida alentare todo mi amor para ti
(la reflexión y el propósito los fija cada uno,
claro)
Las lecturas del día 25, domingo (2ª de Cuaresma,
ciclo B) nos hablan de la entrega a Dios y de su premio: “Por no haberte
reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como
estrellas del cielo y la arena de la playa” (Gn 22). “¿Quién estará contra
nosotros El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él?” (Rm 8). “Sus vestidos se volvieron de
un blanco deslumbrador” (Mc 9). Sacrificio, contemplación. Abandono y oración.
Dios.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
-
“Fieras” y “ángeles” eran su compañía. Pero, en un sentido
simbólico, son también nuestra compañía: cuando entramos en el desierto
interior, de hecho, podemos encontrarnos
con “fieras” y “ángeles”. “Fieras”. ¿En qué sentido? En la vida
espiritual podemos pensarlas como las pasiones desordenadas que dividen nuestro
corazón, tratando de poseerlo. Nos cautivan, parecen seductores, pero, si no
tenemos cuidado, corren el riesgo de destrozarnos. Podemos dar nombres a estas
"fieras" del alma: los diversos vicios, el ansia de riqueza, que
aprisiona en el cálculo y la insatisfacción, la vanidad del placer, que condena
a la inquietud y la soledad, y de nuevo la codicia de la fama también, que
genera inseguridad y una necesidad constante de confirmación y protagonismo –
no olvidemos estas cosas que podemos encontrar en nuestro interior: codicia,
vanidad y avaricia. Son como bestias “selváticas” y como tales, hay que
domarlas y combatirlas: de lo contrario, devorarán nuestra libertad. Y la
Cuaresma nos ayuda a entrar en el desierto interior, para corregir estas cosas.
Y luego, en el desierto estaban los “ángeles”. Ellos son mensajeros de
Dios, que nos ayudan, nos hacen el bien; de hecho, su característica según el
Evangelio es “el servicio” (cf.v.13): exactamente lo contrario de
la “posesión”, típica de las pasiones. Servicio contra posesión. Los
espíritus angélicos, recuerdan los buenos pensamientos y sentimientos sugeridos
por el Espíritu Santo. Mientras las tentaciones nos desgarran, las buenas
inspiraciones divinas nos unifican y nos hacen entrar en armonía: aquietan el
corazón, infunden el sabor de Cristo, “el sabor del Cielo”. Y para captar la
inspiración de Dios, hay que hacer silencio en la oración. Y la Cuaresma es el
tiempo para hacer esto.” (Angelus, 18 de febrero de 2024)
-
“Escuchemos, pues, en esta Cuaresma, la voz del Señor que no se cansa de
repetirnos: “entra en lo secreto”. Entra en lo secreto, vuelve al corazón.
Es una sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie,
que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados
y apreciados. Sin darnos cuenta, nos encontramos sin contar más con un lugar
secreto donde detenernos y custodiarnos a nosotros mismos, inmersos en un mundo
en el que todo, incluso nuestras emociones y sentimientos más íntimos, debe
volverse “social” -pero, ¿cómo puede ser “social” lo que no brota
del “corazón”?-. Hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el
riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie: todo debe ser expuesto,
ostentado, entregado al parloteo del momento. Y es aquí cuando el Señor nos
dice: “entra en lo secreto”, vuelve al centro de ti mismo. Justo ahí,
donde también se alojan tantos miedos, sentimientos de culpa y pecados, hasta
ahí ha descendido el Señor, ha descendido para sanarte y purificarte. Entremos
a nuestra habitación interior: allí mora el Señor, que acoge nuestra fragilidad
y nos ama incondicionalmente.” (Homilía, 14 de febrero de 2024, Miércoles de
Ceniza)
(25.02.24)
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