LOS TRIBUTOS (n.º 971)

Ciencia de la Hacienda: 19) nuevos principios tributarios

Un profesor universitario probó un día a pararse, en la misma puerta de la clase, un segundo antes de entrar, y a repetirse a sí mismo “Soy un servidor público”. No se sabe si algo cambió en el desarrollo de su tarea o en la atención a y de los alumnos. Pero fue una novedad que rompió la rutina de tantos días, tantos años. Los que profesan el Derecho y son seguidores de la jurisprudencia (Iurisprudentia est divinarum atque humanrum rerum noticia, iusti atque iniusti scientia -Dig I, I, 10 2º-: Jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas y la ciencia de lo justo y de lo injusto), que manejan con soltura los aforismos clásicos (los pactos están para ser cumplidos, nadie puede dar lo que no tiene, la carga de la prueba corresponde al que afirma, y tantos otros), descubren a veces referencias que parecen novedosas, aunque son concreciones de principios antiguos en su expresión más general. Inolvidable para algunos fue la definición de la buena fe que, a efectos tributarios, determinó una curiosa historia, aunque después se haya descubierto que fue un precedente consuetudinario.

Como consecuencia de la nefasta Ley 10/1985, de reforma de la LGT/1963, se aprobó el RD 2631/1985 sobre el procedimiento para sancionar las infracciones tributarias que en su artículo 11 regulaba la graduación de las sanciones e incluía entre los criterios la buena o mala fe de los sujetos infractores. Los excesos de aquella ley (como la interpretación económica del hecho imponible; o el requisito ineludible de la factura reglamentaria para poder deducir en la base imponible o en la cuota, o tipificar la infracción de omisión como no ingresar en plazo, eliminado la jurídica anterior; no declarar o presentar declaración inexacta o fraudulenta) se procuraron corregir con la Ley 25/1995. Y la nueva ideología gobernante trajo otros aires como fue la Ley 1/1998 de derechos y garantías de los contribuyentes. En su artículo 33.1 establecía la presunción legal de la buena de los contribuyentes y el precepto vino como anillo al dedo con la reciente definición de buena fe como “la creencia íntima de que se ha actuado conforme a Derecho o que se poseen los bienes o se ejercitan los derechos o se cumplen las obligaciones, sin intención engañosa, abusiva o fraudulenta” (TS s. 29.10.97). La Administración pretendía identificar la presunción de buena fe con la presunción de inocencia (art. 24 CE), que sólo se destruye con la prueba de la culpa, pero a esa otra presunción se refería el apartado 2 del artículo 33 y en un recurso se llegó a mantener que lo que regulaba la ley era la presunción de buena fe de la Administración. Esa presunción legal nunca se aplicó por la Administración y cuando, con nuevos aires, se aprobó la Ley 58/2003, derogando la Ley 1/1998 porque se incorporaba a la nueva LGT, se pudo comprobar que la presunción de buena fe de los contribuyentes no se regulaba en parte alguna. La presunción legal que costó que se reconociera y aplicara por los tribunales, se viene invocando con cierta frecuencia en sentencias como si llegara hasta el presente el “bonus odor” de lo que es justo, porque “bonum est diffusivum sui”.

En tiempos recientes se ha reconocido el derecho a una buena Administración, el derecho a la regularización íntegra, el derecho de prioridad; y apareció el principio que impide la igualdad en la ilegalidad y el fin de la santidad de la cosa prescrita y la extensión a las obligaciones conexas. Se ha empezado a citar la confianza legítima. Y, siempre, a una irrupción esperanzadora ha seguido una paulatina desactivación desilusionante. 

DE LO HUMANO A LO DIVINO

La ley de la amnistía abarca los delitos de terrorismo. ¿Carece de sentido que se mantenga el párrafo segundo del artículo 3.1 LGT que prohíbe las amnistías fiscales?

Se acaba enero. Los estudiantes con más años, aquellos jóvenes hoy ancianos, ver llenarse la memoria de recuerdos que parecen incoherentes. Ahora se celebra la fiesta de santo Tomás de Aquino el 28 de enero, pero “siempre fue”, en su historia vital y en su corazón, el 7 de marzo: la fiesta de los estudiantes en todos los niveles de estudio. Para algunos la antigua fecha es imborrable, cuando acabó una ejecución forzosa porque, concluidas las oportunas comprobaciones durante año y medio, se había obtenido lo que se pretendía, salvo error. Un año después, el mismo que firmó aquello actuó como si no hubiera sido así. El Estado de Derecho hacía tiempo que había decaído.

Pero el tiempo sigue. Y el cristiano se apoya en la liturgia del Tiempo Ordinario para encontrar una base firme de confianza en Dios: “A ti, Señor, me acojo; no quede yo defraudado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Tú eres mi protector. Para Ti mi alabanza continua” (salmo 70, 1-6). “Como se apiada un padre de sus hijos, así el Señor tiene piedad de los que le temen. Pues Él conoce de qué estamos hechos, recuerda que somos polvo. ¡El hombre! Como el heno son sus días; florece como flor silvestre; sobre él pasa el viento y no subsiste, ni se reconoce más su sitio. Pero la misericordia del Señor dura desde siempre y para siempre con los ue le temen” (salmo 102 13-17).

Presencia de Dios, relación continua con Dios. “Cuando ayunéis no os finjáis tristes como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no adviertan los hombres que ayudas, sino tu Padre que está en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará” (Mt 6,16-18). “No juzguéis para no ser juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y con la medida con que midáis s os medirá. ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en el tuyo? O ¿cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la mota de tu ojo” cuando tú tienes una viga en el tuyo? Hipócrita: saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mt 7, 1-5)

Vivir el Reino de Dios. “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos padece violencia y los esforzados lo conquistan” (Mt 11,12). “Escuchad vosotros la parábola del sembrador. A todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino” (Mt 13,18-19). “El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue” (Mt 13, 24-25). El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo; es, sin duda la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y llega a hacerse como un árbol” (Mt 13, 31,32). El Reino de los Cielos es como la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina (Mt 13,33) 

LA HOJA SEMANAL
(del 29 al 31 de enero y del 1 al 3 de febrero)

Lunes (29)

San Valero de Zaragoza, obispo (4ª TO)
Palabras: “Jesús le preguntó: - ¿Cómo te llamas? Él respondió … (Mc 5,9)
Reflexión: … - Me llamo Legión porque somos muchos”
Propósito, durante el día: Señor, no nos dejes caer en la tentación. Líbranos del Malo

Martes (30)

Santa Jacinta Mariscotti, virgen (4ª TO)
Palabras: “Le tocó el manto pensando que con solo tocarle el vestido … (Mc 5,27)
Reflexión: … Él le dijo: - Hija tu fe te ha curado”
Propósito, durante el día: Señor, no permitas que me aparte de Ti

Miércoles (31)

San Juan Bosco, presbítero y fundador (4ª TO)
Palabras: “… Y recorría los pueblos de alrededor enseñando” (Mc 6,6)
Reflexión: La multitud que lo oía se preguntaba asombrada: - ¿De dónde saca todo eso?
Propósito, durante el día: Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad

Jueves (1)

Santa Brígida, abadesa (4ª TO)
Palabras: “Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos” (Mc 6,7)
Reflexión: … Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios ...”
Propósito, durante el día: Aleja de mí, Señor, lo que me aparte de Ti

Viernes (2)

Presentación del Señor (Nª Sª de la Candelaria, de la Calle) (día de abstinencia)
Palabras: “Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo… (Lc 2,22)
Reflexión: … al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor”
Propósito, durante el día: Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz

Sábado (3)

San Blas, obispo y mártir (4ª TO)
Palabras: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco … (Mc 6,31)
Reflexión: … Al desembarcar Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos”
Propósito, durante el día: Madre, ven conmigo a todas partes y solo nuca me dejes

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 28, domingo (4º del Tiempo Ordinario, ciclo B; santo Tomás de Aquino) nos animan en la confianza para hablar a Dios y escuchar lo que nos dice: “Suscitaré un profeta entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo mande” (Dt 18); Os digo todo estos para vuestro bien …para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones” (1 Co 7); “Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen” (Mc 1). Y nuestra Madre de intercesora.

 

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Hermanos y hermanas, el Domingo de la Palabra de Dios nos ayuda a volver con alegría a las fuentes de la fe, que nace de la escucha de Jesús, Palabra de Dios vivo. Mientras se dicen y se leen constantemente palabras sobre la Iglesia, que Él nos ayude a redescubrir la Palabra de vida que resuena en la Iglesia. De lo contrario terminaremos por hablar más de nosotros que de Él; y muchas veces al centro quedarán nuestros pensamientos y nuestros problemas, en vez de Cristo con su Palabra. Volvamos a las fuentes para ofrecer al mundo el agua viva que no logra encontrar; y, mientras la sociedad y las redes sociales acentúan la violencia de las palabras, aferrémonos a la mansedumbre de la Palabra de Dios que salva, que es dulce, que no hace ruido, que entra en el corazón.” (Homilía, domingo de la Palabra de Dios, 21 de enero de 2024)

- “De hecho, llevar la salvación de Dios a todos ha sido por Jesús la felicidad más grande, la misión, el sentido de su existencia (cfr Gv 6,38) o, como Él dice, su alimento (cfr Gv 4,34). Y en cada palabra y acción con la que nos unimos a Él, en la hermosa aventura de donar amor, se multiplican la luz y la alegría (cfr Is 9,2): no sólo “a nuestro alrededor”, sino también “en nosotros”. Anunciar el Evangelio, entonces, no es tiempo perdido: es ser más felices ayudando a los demás; es liberarse de sí mismo ayudando a los demás a ser libres; ¡es hacerse mejores ayudando a los demás a ser mejores! Preguntémonos, entonces: ¿me detengo de vez en cuando a recordar la alegría que creció en mí y alrededor de mí cuándo acogí la llamada a conocer y a testimoniar a Jesús? Y cuándo rezo, ¿doy gracias al Señor por haberme llamado a hacer felices a los demás? Y finalmente: ¿deseo hacer gustar a alguien, con mi testimonio y mi alegría, hacer gustar lo hermoso que es amar a Jesús? Que la Virgen María nos ayude a gustar la alegría del Evangelio.” (Angelus, 21 de enero de 2024)

- “Nosotros, hermanos y hermanas, podemos ser señores de los bienes que poseemos, pero a menudo ocurre lo contrario: al final, ellos nos poseen. Algunos hombres ricos no son libres, ni siquiera tienen tiempo para descansar, tienen que cubrirse las espaldas porque la acumulación de bienes exige también su custodia. Están siempre angustiados, porque un patrimonio se construye con mucho sudor, pero puede desaparecer en un momento. Olvidan la predicación evangélica, que no afirma que las riquezas sean en sí mismas un pecado, pero sí que son ciertamente una responsabilidad. Dios no es pobre: es el Señor de todo, pero - escribe San Pablo- “siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9).” (Audiencia general, 24 de enero de 2024)

(28.01.24) 

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