LO TRIBUTARIO (nº 889)

Seguridad jurídica: procedimientos tributarios (5)

Si hace un cuarto de siglo se preguntase a un alumno aventajado cuáles son los órdenes en que se enmarcan las funciones de la Administración en materia tributaria, refiriendo su memoria al artículo 90 de la LGT/1963 diría que son dos: por una parte, la gestión y recaudación de los tributos; y, por otra parte, las reclamaciones contra aquella gestión, encomendándose cada orden a distintos órganos. Con la LGT/2003 y con los reglamentos (RD 520/2005, RD 9939/2005, RD 1065/2007) se complica el panorama: la aplicación de los tributos (art. 90.1 LGT) comprende “actividades” de la Administración (que comprenden la información y asistencia a los administrados y la gestión, inspección y recaudación) y “actuaciones” de los administrados(ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus obligaciones), actividades y actuaciones que se incluyen en la “asistencia mutua”; las “funciones” de aplicación de los tributos se ejercerán de forma separada de las de resolución de reclamaciones económico-administrativas (art. 90.2 LGT).

La aplicación de los tributos se desarrolla a través de “procedimientos” administrativos de gestión, inspección, recaudación (art. 90.3 LGT). Y la revisión de sus propios actos la realiza (de forma separada, por distintos órganos) la Administración a través de los procedimientos especiales de revisión, del recurso de reposición y de las reclamaciones y recurso en la vía económico-administrativa. A esto hay que añadir, que la “Administración tributaria” (art. 5 LGT) está integrada por los órganos que desarrollan las funciones de aplicación de los tributos, la potestad sancionadora, la revisión administrativa, las actuaciones y procedimientos en supuestos de delito contra la Hacienda Pública y la recuperación fe ayudas de estado que afecten al ámbito tributario. En el ámbito de competencias del Estado corresponde al Ministerio la potestad sancionadora y la función revisora en vía económico administrativa, pero en los términos de su ley de creación, corresponden a la AEAT, salvo la declaración de nulidad y las reclamaciones económico-administrativas.

Aunque todo parece claro, los que trabajan en la aplicación de los tributos y en la revisión de los actos tributarios distinguen, como si fueran referencias distintas y distantes, entre procedimientos de Gestión y el procedimiento de Inspección, y entre Ministerio y la AEAT Y es que hace medio siglo la inspección era una actuación dentro del único procedimiento de gestión (art. 101 a 120 y 140 a 146 LGT/1963); una actuación que aportaba pruebas, calificaciones y propuestas de regularización sobre las que decidía el órgano que tenía competencia. Después, se consideró gestión como una comprobación de lo declarado que no exigía tanta preparación como la exigida a los inspectores; en algunos tributos se regularon las liquidaciones provisionales a partir de lo declarado y de los pagos a cuenta o cuotas soportadas deducibles y, poco a poco, se llegó a los actuales procedimientos de “verificación”, como mero contraste de datos, y a la “comprobación limitada”, que impide ver la contabilidad, pedir información, salir de las oficinas. La Gestión sólo puede practicar liquidaciones provisionales y sólo la Inspección puede practicar liquidaciones definitivas (art. 101 LGT); es la excepción, porque la regla son las liquidaciones provisionales. Y en relación entre Ministerio, doctrina y resoluciones, y Agencia, gestión e inspección la seguridad jurídica padece. 

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Aprobada la Ley de bienestar animal y comprometido el gobierno futuro para elaborar una ley de derechos de los grandes simios; en espera el bienestar de los contribuyentes.

Quinta semana de Cuaresma. Semana de Pasión para los cristianos viejos. Antiguos tiempos de paños morados e imágenes cubiertas. De recogimiento y silencio. De acercarse al Monte de los Olivos (Jn 8,1): Judas el que lo iba a entregar conocía el lugar, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos” (cf. Jn 18,1-2). Pero también es la semana de la esperanza, de la misericordia y de la resurrección. Con las lecturas de este tiempo se puede hacer un rosario de la confianza en el amor de Dios por nosotros: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu” (salmo 50,12-13). “Convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es clemente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia” (Jl 2,13). No quiero la muerte del malvado -dice el Señor- sino que cambie de conducta y viva” (Ez 33,11). “Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor” (salmo 26,14). Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la palabra de Dios y dan fruto perseverando (cf. Lc 8,13). Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienen palabras de vida eterna (cf. Jn 6,63-68)

El cristiano sigue el paso de Jesús hacia Jerusalén, cuando se adelantaba a los que lo acompañaban que quedaban admirados: “Iban de camino subiendo a Jerusalén. Jesús los precedía y ellos estaban sorprendidos: los que le seguían tenían miedo” (Mc 10,32). En Jerusalén esperan la Pasión y Muerte, pero también la Resurrección. Y, aquí y ahora, en ese caminar detrás Jesús, podemos recordar las preguntas del Señor: “Jesús llamó a los discípulos y les dijo: Me da compasión de la muchedumbre pues ya tres días que vienen conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos en ayunas, no sean que desfallezcan en el camino. Dícenle los discípulos: ¿Cómo procurarnos en este desierto suficientes panes para alimentar a tanta gente? Díceles Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Le contestaron Siete y unos pocos pececillos. Y habiendo ordenado a la gente que se sentase en el suelo, tomó los siete panes y peces, dio gracias, los partió y fue entregando a los discípulos y los discípulos a la muchedumbre…” (Mt 15,32-36; cf. Mc 8,1,7; Lucas no narra la segunda multiplicación). Todas aquellas personas habían seguido a Jesús llenos de esperanza, de confianza, incluso aunque no supieran con precisión en qué o por qué ni siquiera el para qué.

Quizá para muchos, al leer este pasaje evangélico, lo primero que resuena son aquellas palabras de Pedro: “- Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido ¿qué recompensa tendremos?” (Mt 19,27). En otro autor (Lc 18,29) falta la pregunta final. Pero la respuesta es parecida en todos los sinópticos. Aunque muchos prefieren ésta que aparece en otro contexto: “En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, hermanos o hermanas, madre o padre, o hijos o campos por mí y por el Evangelio, que no reciba en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna” (Mc 10,2930). Y es que no se puede olvidar la condición del discípulo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a si mismo que tome su cruz y que me siga(Mt 16,24). Imposible olvidar la recompensa: “… Dad y se os dará; se os dará una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestro vestido” (Lc 6,38).  

LA HOJA SEMANAL
(del 27 al 31 de marzo y el 1 de abril)

Lunes (27)

San Ruperto, obispo (5ª de Cuaresma)
Palabras: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra” (Jn 8,6)
Reflexión: Se fueron escabullendo, uno a uno, empezando por los más viejos
Propósito, durante el día: Padre, perdónanos; enséñanos a perdonar y a pedir perdón

Martes (28)

San Hilarión, abad (5ª de Cuaresma)
Palabras: “Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre… (Jn 8,27)
Reflexión: … Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él”
Propósito, durante el día: Padre, venga a nosotros tu Reino

Miércoles (29)

San Guillermo Tempier, obispo (5ª de Cuaresma)
Palabras: “La verdad os hará libres … (Jn 8,32)
Reflexión: … quien comete pecado es esclavo”
Propósito, durante el día: Padre, no nos dejes caer en la tentación

Jueves (30)

San Juan Clímaco, obispo (5ª de Cuaresma)
Palabras: “Entonces cogieron piedras para tirárselas, … (Jn 8,59)
Reflexión: … pero Jesús se escondió y salió del templo”
Propósito, durante el día: Padre, líbranos del mal

Viernes (31)

Santa Balbina, virgen (Nª Sª al pie de la Cruz; 5ª de Cuaresma; abstinencia)
Palabras: “… Para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí … (Jn 10,38)
Reflexión: …Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló”
Propósito, durante el día: Padre, hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo

Sábado (1)

Santa María Egipcíaca (5ª de Cuaresma)
Palabras: “No comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo…” (Jn 11,50)
Reflexión: … el que se enterase de donde estaba les avisara para prenderlo”
Propósito, durante el día: Madre, no te alejes, ven conmigo a todas partes

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 26 (5ª de Cuaresma; ciclo A) nos hablan de la Resurrección, de la promesa de la vida eterna con Dios: “Os infundiré mi espíritu y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor lo digo y lo hago” (Ez 37); “El que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales” (Rm 8); “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre” (Jn 11). La fe mueve montañas.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- Hermanos y hermanas, hagamos hoy un examen de conciencia, cada uno de nosotros, porque tanto el fariseo como el publicano habitan en nuestro interior. No nos escondamos detrás de la hipocresía de las apariencias, sino confiemos a la misericordia del Señor nuestras oscuridades, nuestros errores. Pensemos en nuestros errores, en nuestras miserias, también en aquello que por vergüenza no somos capaces de compartir, y está bien, pero a Dios hay que mostrárselo. Cuando nos confesamos, nos ponemos en el fondo, como el publicano, para reconocer también nosotros la distancia que nos separa entre lo que Dios ha soñado para nuestra vida y lo que realmente somos cada día: unos pobres necesitados. Y, en ese momento, el Señor se acerca, acorta las distancias y vuelve a levantarnos; en ese momento, mientras nos reconocemos desnudos, Él nos viste con el traje de fiesta. Y esto es, y debe ser, el sacramento de la reconciliación: un encuentro festivo, que sana el corazón y deja paz interior; no un tribunal humano al que tenemos miedo, sino un abrazo divino con el que somos consolados.” (Homilía en “24 horas para el Señor”, Parroquia de Santa María de las Gracias, en el Trionfale, el 17 de marzo de 2023)

- “Hermanos, hermanas, con todos estos personajes el Evangelio de hoy nos pone también a nosotros en medio de la escena, así que nos preguntamos: ¿qué posición tomamos?, ¿qué hubiéramos dicho entonces? Y, sobre todo, ¿qué hacemos hoy? ¿Sabemos, como el ciego, ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? Me pregunto: ¿cómo es mi dignidad? ¿Cómo es tu dignidad? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que Jesús nos ama, que nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Los tibios de corazón que no aceptan la verdad y no tienen la valentía de decir: “No, esto es así”. Y también, ¿cómo acogemos las dificultades y la indiferencia de los demás? ¿Cómo acogemos a las personas que tienen tantas limitaciones en la vida, ya sean físicas, como este ciego; o sociales, como los mendigos que encontramos por la calle? ¿Y esto lo acogemos como una maldición o como ocasión para hacernos cercanos a ellos con amor?” (Angelus, 19 marzo de 2023)

- “Entonces, debemos ser conscientes que los destinatarios de la evangelización no son solamente los otros, aquellos que profesan otros credos o que no los profesan, sino también “nosotros mismos”, creyentes en Cristo y miembros activos del Pueblo de Dios. Y debemos convertirnos cada día, acoger la palabra de Dios y cambiar de vida: cada día. Y así se hace la evangelización del corazón.  Para dar este testimonio, también la Iglesia en cuanto tal debe comenzar con la evangelización de sí misma. Si la Iglesia no se evangeliza a sí misma se queda en una pieza de museo. En cambio, lo que la actualiza constantemente es la evangelización de sí misma. Necesita escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones de su esperanza, el mandamiento nuevo del amor. La Iglesia, que es un pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos -muchos- siempre necesita oír proclamar las obras de Dios. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, …” (Audiencia general, 20 de marzo de 2023)

(26.03.23) 

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