LO TRIBUTARIO (nº 813)
La seguridad jurídica (2): interpretación
y aplicación de las normas
“Quien de madrugada bendice a su prójimo a grandes
voces, es como si lo maldijese” (Pr 27,14). El artículo 9.3 CE establece que los
ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto
del ordenamiento jurídico y proclama que la Constitución garantiza, entre otros
principios, la seguridad jurídica y la interdicción de la arbitrariedad. Para
los incumplimientos de la ley por las personas, el reproche social se ve
condicionado por los derechos y las garantías establecidos en los artículos 24
y 25 CE; y los artículos 103 y 106 CE establecen los principios que deben
presidir la actuación de la Administración y la obligación de indemnizar por
los daños producidos por el funcionamiento de los servicios públicos. Estas
bendiciones de la convivencia, proclamadas a voz en grito, se producen en la
noche de lo que está “supra legem” o de lo que debería estar en lo “interior
íntimo” del Derecho, pero al despertar se ven decretos leyes declarados
inconstitucionales, sentencias judiciales y resoluciones administrativas
anuladas por ser contrarias a Derecho. Y acusaciones de delito fiscal o
sanciones a los administrados porque están obligados, por ley, a ser expertos
tributarios.
Seguridad jurídica sólo puede querer decir que el
marco de derechos y obligaciones de los miembros de una sociedad que pretende
regirse por los principios del Estado de Derecho no contiene ningún aspecto ni
concepto en el que exista motivo de duda o confusión. En este sentido parece
conveniente recordar que la ley, como exponente del Derecho, es una “ordenación
racional” (ordinatio rationis), de modo que en un Estado de Derecho se deben
interpretar y aplicar atendiendo a criterios de racionalidad. Así, el artículo
3 del Código civil establece quelas normas se interpretarán según el sentido
propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes
históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas. Y, en
el ámbito tributario (art. 12 LGT), se establece que las normas se
interpretarán con arreglo a lo dispuesto en el artículo 3.1 del Código civil y
sus términos, si no se definen por la normativa tributaria, se entenderán
conforme a su sentido jurídico, técnico o usual, según proceda.
Como irregularidades en la interpretación y aplicación
de las normas: se corrige el fraude de ley (art. 6 Cc) y el abuso del derecho
(art. 7 Cc); se distingue y limita (art. 14 LGT) la integración analógica que,
no es una interpretación, sino que extiende el contenido literal de la norma.
La simulación es una anomalía contractual que se produce en los negocios
jurídicos sin causa, con causa ilícita o con causa falsa (arts. 1261, 1274 a
1276 Cc) y que se corrige con la nulidad o atendiendo a la causa verdadera
disimulada, cuando se prueba su existencia y validez. La aplicación de
ficciones legales (art. 1227 Cc) y de presunciones (art. 108 LGT) no son
criterios de interpretación de las normas, sino medios para considerar probado un
hecho. La discriminación en las presunciones puede ser una arbitrariedad (cf.
art. 108.4 LGT, sobre la presunción de veracidad de lo declarado), como parece
que lo es exigir (art. 15 LGT) una tributación mayor atendiendo a hechos, actos
o negocios distintos de los reales, lícitos y válidos.
En la revisión tributaria se suele respetar el
principio de “non reformatio in peius” (art. 237.1 LGT), pero puede ser
arbitrario que la revocación (art. 219 LGT) se aplique de oficio, cuando quiera
la Administración, sin que el administrado pueda instarla.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
En las tarjetas “black” se condenó por el IRPF, pero
podía ser ISyD, prescrito. Ahora la AEAT requiere IRPF por regalos, pero sería
ISyD y la Comunidad la competente.
La Santísima Trinidad. Cristianismo es amar, porque
Dios es amor. La Santísima Trinidad es un misterio de amor y el cristiano goza
de las virtudes de fe, esperanza y amor en la Santísima Trinidad, en Dios
Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo. “El misterio de la Santísima
Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana… Toda la
historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los
medios por los cuales y el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une
consigo” (CIC 234).
En la misa del día, se lee: “Ya que hemos recibido la
justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que
estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de
Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce constancia; la constancia, virtud probada; la virtud,
esperanza; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5.1-5). Y
se canta el aleluya: “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Al Dios
que es, que era y que viene (Ap, 1,8). Y decimos en el Prefacio: “En verdad es
justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Que con tu único
Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios; no una sola Persona, sino tres
Personas en una sola naturaleza.”
Saturado de Dios y sumido en Dios, el cristiano
reconoce su debilidad, sus fallos, sus olvidos, sus graves osadías, pero
también confía en la Misericordia divina, que, como Padre, como Hermano, como
Defensor, poniendo en su Corazón nuestras miserias, nos busca, nos llama, nos
acoge, nos perdona y quiere llevarnos al cielo para siempre. Y en ese vivir en
Dios, esperanzado, el cristiano recuerda las preguntas del Señor: “Pedid y se
os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide,
recibe, y el que busca, encuentra, y a quien llama se le abre. ¿Qué padre hay
entre vosotros que, si su hijo le pide pan, le dé una piedra? Y si un pez, ¿por
ventura le dará, en vez del pez, una serpiente?, o si pide un huevo ¿le dará un
escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas
buenas, ¿cuánto más el padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le
ruegan” (Lc 11,9-13). Siempre es tiempo de oración.
“Orar es levantar el corazón a Dios y pedirle
mercedes”, decían los catecismos escolares (Astete, Ripalda). El Padrenuestro
con el que Jesús nos enseñó a orar tiene siete peticiones (no son dos, sino la
misma: “perdona nuestras ofensas” y “como nosotros perdonamos” y las pausas en
medio son inadecuadas). Y si es verdad que “Pedís y no recibís porque pedís
mal” (St 4,3), también lo es: “Ya sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad
antes de que se lo pidáis” (Mt 6,8 y 6.32). Necesitados de Dios y de su gracia.
El rosario nos acerca a la Santísima Trinidad invocando
a la Virgen. Una devoción recita en las últimas cuentas que coronan con la
Cruz: “Dios te salve María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia…”, “Dios
te salve María, Madre de Dios Hijo, llena de gracia…”, “Dios te salve María,
Esposa del Espíritu Santo, llena eres de gracia…”
LA HOJA SEMANAL
(del 13 al 18 de junio) (año de la Familia)
Lunes (13)
San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia (11ª TO)
Palabras: “A quien te pide, dale” (Mt 5,42)
Reflexión: No hagáis frente al que os agravia
Propósito, durante el día: Señor, dame para dar: comprensión, paciencia, perdón, sonrisa
Martes (14)
San Fortunato de Nápoles, obispo (11ª TO)
Palabras: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48)
Reflexión: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen
Propósito, durante el día: Señor, dame amor, para derramar amor donde no hay amor
Miércoles (15)
Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, virgen y fundadora (11ª TO)
Palabras: “Guardaos de no practicar vuestra justicia delante de los hombres… (Mt 6,1)
Reflexión: … para ser vistos.” De lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre
Propósito, durante el día: Señor, toda la gloria para Ti; conviene que yo decrezca
Jueves (16)
Santo Quirico y Julita, mártires (11ª TO)
Palabras: “Cuando recéis no empleéis muchas palabras” (Mt 6,7)
Reflexión: Si no perdonáis a los demás tampoco vuestro Padre os perdonará
Propósito, durante el día: Jesús, Jesús, sé para mí siempre Jesús
Viernes (17)
Santa Teresa de Portugal, monja (11ª TO) (abstinencia)
Palabras: “Atesorad tesoros en el cielo donde no hay polilla, ni carcoma” (Mt 6,20)
Reflexión: “Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón”
Propósito, durante el día: Todo lo mío es tuyo: Tú me lo diste y a Ti lo torno
Sábado (18)
Nª Sª de los Milagros (11ª TO)
Palabras: “No os agobiéis por el mañana; el mañana traerá el propio agobio” (Mt 6,34)
Reflexión: A cada día le bastan sus disgustos
Propósito, durante el día: Madre mía, no me dejes, ven conmigo a todas partes
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 12, domingo (de la Santísima
Trinidad, ciclo C) nos hablan del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con
nosotros: “Yo estaba junto a él como aprendiz, yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba
con los hijos de los hombres” (Pr 8); “Nos gloriamos apoyados en la esperanza
de alcanzar la gloria de Dios” (Rm 5); “Cuando venga el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad plena” (Jn 16). Tres Personas y un solo Dios. ¡Creo!
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
-
“Cuando veas que la amargura, el pesimismo y los pensamientos tristes se agitan
dentro de ti, - ¡cuántas veces nosotros hemos caído en esto! - cuando suceden
estas cosas es bueno saber que eso nunca viene del Espíritu Santo. Nunca las
amarguras, el pesimismo, los pensamientos tristes vienen del Espíritu Santo.
Vienen del mal, que se siente cómodo en la negatividad y usa a menudo esta
estrategia: alimenta la impaciencia, el victimismo, hace sentir la necesidad de
autocompadecernos. Qué malo es este autocompadecernos, con él viene la
necesidad de reaccionar a los problemas criticando, y echando toda la culpa a
los demás. Nos vuelve nerviosos, desconfiados y quejosos. La queja es el
lenguaje del espíritu del mal, que nos lleva a lamentarnos, nos entristece y nos
contagia de un espíritu de cortejo fúnebre. Las quejas. El Espíritu Santo, por
el contrario, nos invita a no perder nunca la confianza y a volver a empezar
siempre. Nos anima diciendo: levántate, levántate. Siempre nos da la mano y nos
levanta. ¿Cómo? Haciendo que tomemos la iniciativa, sin esperar que sea otro el
que comience. Y luego, llevando esperanza y alegría a quienes encontremos, no
quejas; no envidiando nunca a los demás, ¡nunca! La envidia es la puerta por la
que entra el espíritu del mal, lo dice la Biblia, por la envidia entró el
diablo en el mundo. Nunca envidiar, nunca. El Espíritu Santo te conduce bien,
te lleva a alegrarte del éxito de los demás: “Qué bueno que esto salió bien”.
(Homilía, misa en Pentecostés, 5 de junio de 2022)
-
“Hermanos y hermanas, sin el Espíritu que nos recuerda a Jesús, la fe se vuelve
olvidadiza. Tantas veces la fe se transforma en un recuerdo sin memoria. Por el
contrario, la memoria es viva y la memoria viva nos la da el Espíritu. Y
nosotros - tratemos de preguntarnos - ¿somos cristianos olvidadizos? ¿Quizás
basta una adversidad, un cansancio, una crisis para olvidar el amor de Jesús y
caer en la duda y en nuestro miedo? ¡Ay! Estemos atentos a no convertirnos en
cristianos olvidadizos. El remedio es invocar al Espíritu Santo. Hagámoslo a
menudo, especialmente en los momentos importantes, antes de las decisiones
difíciles y en situaciones no fáciles. Tomemos el Evangelio en la mano e
invoquemos al Espíritu. Podemos decir: “Ven, Espíritu Santo, recuérdame a Jesús,
ilumina mi corazón”. Esta es una bella oración… Luego, abrimos el Evangelio y
leemos un pequeño pasaje, lentamente. Y el Espíritu lo hará hablar a nuestras
vidas.” (Regina coeli, 5 de junio de 2022)
-
“La vida en la carne mortal es una bellísima “incompleta”: como ciertas obras
de arte que precisamente por estar inacabadas tienen un encanto único. Porque
la vida aquí abajo es “iniciación”, no cumplimiento: venimos al mundo así, como
personas reales, como personas que progresan con la edad, pero son para siempre
reales. Pero la vida en la carne mortal es un espacio y un tiempo demasiado
pequeño para custodiar intacta y llevar a cumplimiento la parte más valiosa de
nuestra existencia en el tiempo del mundo. La fe, que acoge el anuncio
evangélico del reino de Dios al cual estamos destinados, tiene un primer efecto
extraordinario, dice Jesús. La fe nos permite “ver” el reino de Dios. Nos hace
capaces de ver realmente las muchas señales de la aproximación de nuestra
esperanza a su cumplimiento, a través de todo lo que en nuestra vida lleva el
signo de que estamos destinados a la eternidad de Dios. Las señales son las del
amor evangélico, de muchas maneras iluminadas por Jesús. Y si las podemos
“ver”, podemos también “entrar” en el reino, con el paso del Espíritu a través
del agua que regenera.” (Audiencia general, día 8 de junio de 2022)
(12.06.22)
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