LO TRIBUTARIO (nº 811)

La seguridad jurídica (1): incumplimientos

En el Eclesiastés (del griego: el que reúne la asamblea), las palabras de Qohelet (del hebreo: la reunión de la asamblea), hijo de David, rey de Jerusalén, empiezan: “¡Vanidad de vanidades -dice Quohelet-, vanidad de vanidades, todo es vanidad!”. La consideración de las normas (constitucionales, legales, reglamentarias) y de los principios que las rigen y orientan, permiten partir de una premisa semejante cuando se dice que la seguridad jurídica es el fundamento de todo Estado de Derecho. La democracia no ordenada legalmente es un asambleísmo sin garantías; una democracia ordenada permite implantar la tiranía.

En la protección de derechos humanos, un tribunal fatal en sus resoluciones e impune en sus miembros, decidió que esos derechos se lesionan cuando en su detención e interrogatorios no se proporciona a un detenido la asistencia, precisamente, del abogado que él designa, sin que sirva la intervención de otro. Y se pretende que ese criterio sirva para revisar todas las sentencias condenatorias que se hubieran producido y que se pudieran producir en casos de terrorismo. Para los que, por vocación, han hecho de la profesión del Derecho, un eje esencial e inalterado de su vida, porque “nada de lo humano me es ajeno” (Terencio el Africano, 165 a C), toda noticia pasa por el crisol de la juridicidad. Y, si se profesa el Derecho Tributario, surge de inmediato la cuestión: ¿qué seguridad jurídica tienen los investigados, imputados, acusado, procesado de delito contra la Hacienda?; y, ¿por qué no?, también: “¿se protege la seguridad jurídica del obligado a autoliquidar los tributos? ¿y la del sometido a un procedimiento de aplicación de los tributos? ¿y la del sancionado por infracciones tributarias?

No faltan previsiones constitucionales referidas a las garantías jurídicas de las personas que pudieran verse en trance de acusación de actuaciones ilícitas punibles. Así, por ejemplo: en ningún caso de puede producir indefensión, derecho a la asistencia de letrado, a un proceso sin dilaciones indebidas, a utilizar todos los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declara contra sí mismo, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia. En el artículo 25 CE se establece que nadie podrá ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no constituyeran delito, falta o infracción administrativa según la legislación vigente en aquel momento.

Pero respecto del administrado tributario las previsiones legales son jurídicamente inquietantes: 1) está obligado a declarar los hechos y las circunstancias (art. 119 LGT), pero lo declarado se presume cierto “para él” a diferencia de las declaraciones de otros sobre él que se presumen ciertas, salvo que el afecto proteste de inexactitud o falsedad lo que determinará su contraste (art. 108.4 LGT); 2) debe autoliquidar su obligación tributaria (art. 120 LGT), lo que significa calificar jurídicamente los hechos declarados aunque no sea jurista y debe aplicar la técnica de la liquidación tributara aunque no sea tributarista; 3) no puede cambiar la autoliquidación si no es para ingresar más o reducir la devolución (art. 122 LGT) y, en otro caso, debe solicitarlo mediante un procedimiento de rectificación; 4) está vinculado por sus propios actos anteriores y manifestaciones, salvo prueba de error de hecho (arts. 107 y 144 LGT); 5) puede ser sancionado. La Administración puede errar y cambiar de criterio; y no es sancionable.  

DE LO HUMANO A LO DIVINO  

La inflación y la penuria que hace emerger ahorros para el consumo son la causa de una recaudación tributaria sin precedentes; pero no es indicador del PIB que no crece. Mal.

Pentecostés. “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Es la manifestación amorosa de la Trinidad: “Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos dará vida también a vuestros cuerpos mortales por medio de sus Espíritu, que habita en vosotros” (Rm 8.11)  

Los cristianos celebran este domingo, que culmina los cincuenta días de la Pascua de Resurrección, cantando y meditando una preciosa secuencia: “Ven Espíritu Santo, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo. / Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. / Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mitra el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. / Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. / Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos, por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.”

Los cristianos sentimos en esta celebración la alegría del amor de Dios, que es amor, y que, en la Trinidad, se manifiesta en el Espíritu Santo como el amor del Padre al Hijo. “… La tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice “de manera legítima y razonable”, porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que “principio sin principio”, pero también que, en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él “el único principio del que procede el Espíritu Santo”…” (CIC nº 248). La Trinidad es un misterio de fe que no puede ser conocido si no es revelado (CIC nº 237).

Cristianismo es amor de Dios derramado en nuestros corazones que deben rebosar alcanzado a todos y a todas las cosas como ceración de Dios que son. Y en este camino de amor hasta el cielo, el cristiano aprovecha para meditar las preguntas del Señor. De amor trata la parábola del buen samaritano: “Levantóse un doctor de la ley para tentarle y le dijo: “Maestro, ¿qué es lo que tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?” Le contestó: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? ... ¿Quién de estos tres te parece que se mostró prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Contestó él: “El que ejercitó con él la misericordia” Díjole Jesús: “Ve y haz tú lo mismo” (Lc 10,25-26. 36-37). Examen de conciencia en hablando con Jesús: ¿cómo lees lo escrito en la Ley? Confianza en su misericordia porque Jesús es mi prójimo, está a mi lado continuamente.     

Junio. Mes de devoción al Sagrado Corazón de Jesús. La jaculatoria “¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!” escapa del alma porque el cristiano sabe que, porque “al fin de la jornada aquél que se salva sabe y el que no, no sabe nada”, todo lo que importa está en la misericordia de Dios. Dios es mi Padre, Dios me ama, yo le importo a Dios.

LA HOJA SEMANAL
(del 6 al 11 de junio) (año de la Familia)

Lunes (6)

Santa María Madre de la Iglesia (san Marcelino Champagnat, fund. HH Maristas)
Palabras: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre… (Jn 19,25)
Reflexión: … Jesús al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería…”
Propósito, durante el día: Madre, no me dejes, de tu mano hasta el cielo

Martes (7)

San Antonio María Gianelli, obispo (10ª TO)
Palabras: “Alumbre vuestra luz a los hombres… (Mt 5,16)
Reflexión: … para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre”
Propósito, durante el día: Señor, mándame lo que quieras y dame lo que necesite

Miércoles (8)

San Jacobo Berthieu S.I., presbítero y mártir (10ª TO)
Palabras: “El que se salte uno de los preceptos menos importantes… (Mt 5,19)
Reflexión: … y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino”
Propósito, durante el día: Aleja, Señor de mí, lo que aparte de Ti

Jueves (9)

Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
Palabras: “He deseado enormemente comer esta comida con vosotros… (Lc 22,15)
Reflexión: … ya no volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios”
Propósito, durante el día: Enséñame, guíame, ayúdame en la misa de cada día

Viernes (10)

San Landerico de París, obispo (10ª TO)
Palabras: “El que mira una mujer casada deseándola ya ha sido adúltero” (Mt 5,28)
Reflexión: “Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo”
Propósito, durante el día: Señor, sin Ti no puedo nada. Contigo, todo

Sábado (11)

San Bernabé, apóstol (Nª Sª de la Capilla)
Palabras: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt 10,8)
Reflexión: No llevéis nada en la faja, ni alforja ni túnica de repuesto, ni sandalias
Propósito, durante el día: Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 5, domingo (de Pentecostés) hacen revivir la venida del Espíritu Santo: “De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas…” (Hech 2); “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo” (1 Co 12); “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, le quedan perdonados; a quien se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20). Espíritu Santo consejero, defensor.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Hermanos y hermanas, pensemos hoy en el don del Espíritu que hemos recibido de Jesús para ser testigos del Evangelio. Preguntémonos si realmente lo somos; y también si somos capaces de amar a los demás, dejándolos libres y dejándoles espacio. Y luego: ¿sabemos hacernos intercesores por los demás, es decir, sabemos rezar por ellos y bendecir sus vidas? ¿O servimos a los demás por nuestros propios intereses? Aprendamos esto: la oración de intercesión, interceder por las esperanzas y los sufrimientos del mundo, interceder por la paz. Y bendigamos con la mirada y las palabras a quienes encontramos cada día.” (Regina coeli, 29 de mayo de 2022, fiesta de la Ascensión del Señor)

- “La oración renueva en el corazón del anciano la promesa de la fidelidad y de la bendición de Dios. “El anciano redescubre la oración y da testimonio de su fuerza”. Jesús, en los Evangelios, nunca rechaza la oración de quien necesita ayuda. Los ancianos, por su debilidad, pueden enseñar a los que viven otras edades de la vida que “todos necesitamos abandonarnos en el Señor”, invocar su ayuda. En este sentido, todos debemos aprender de la vejez: sí, hay un don en ser anciano entendido como abandonarse al cuidado de los demás, empezando por Dios mismo.” (Audiencia general, día 1 de junio de 2022)

(5.06.22)

Noticia fiscal. La Orden HFP/493/2022, de 30 de mayo (BOE del 2 de junio) publica modificaciones en el modelo 369 del IVA y regula su presentación 

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