LO TRIBUTARIO (nº 704)

La buena Administración (9): La revisión administrativa

El artículo 41 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE (7.12.2000), establece: “1. Toda persona tiene derecho a que las instituciones, órganos y organismos de la Unión traten sus asuntos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable.”

Aunque se mantenga el principio que impediría a la Administración ir contra sus propios actos y a motivar sus cambios de criterio, en aras del principio constitucional de seguridad jurídica (art. 9 CE) y de los principios de buena fe y confianza legítima (art. 3 Ley 40/2015, LRJSP), la Administración dispone de medios legales para revisar sus propios actos. Porque se trata de actos nulos de pleno derecho, la LGT (art. 217) regula el procedimiento de declaración de nulidad de actos y resoluciones que hayan puesto fin a la vía administrativa o que no hayan sido recurridos en plazo y que, de oficio o a instancia de parte, se puede iniciar con fundamento en alguno de los motivos que el precepto señala y que debe acabar en un año. La gravedad de las causas debería determinar consecuencias si la Administración no iniciara de oficio el procedimiento o si acabara por caducidad. En el otro extremo, se regula también el procedimiento de revisión de errores materiales, aritméticos o de hecho (art. 220 LGT) que se puede iniciar de oficio o a instancia de parte y que debe ser resuelto en seis meses. El punto que se ha tornado oscuro se refiere a qué se entiende por errores de hecho: en buena lógica parece son los que no sean errores en la interpretación o aplicación de las normas, pero, impidiendo el procedimiento, se mantiene que el error de hecho sólo es el que se aprecia sin necesidad de razonamiento.

La ley regula el procedimiento de devolución de ingresos indebidos (art. 221 LGT) por duplicidad, exceso, prescripción u otras causas, que se debe distinguir de los procedimientos de devolución originados en la gestión de los tributos (arts. 124 a 127 LGT) y que se inicia de oficio o a instancia de parte, aunque parece razonable considerar que, bajo su responsabilidad, la Administración debe desplegar la misma eficacia que utiliza para recaudar también para devolver lo indebidamente cobrado.

La ley regula la declaración de lesividad de los propios actos o resoluciones favorables a los administrados (art. 218 LGT) y en los que se incurra en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, cuando la Administración considera que son lesivos para el interés público; no se puede adoptar la declaración después de cuatro años y debe resolver el procedimiento en tres meses o caduca el procedimiento. Declarada la lesividad, la Administración, que no puede anular sus actos favorables a los interesados (art. 218.1 LGT), puede interponer recursos contencioso administrativo contra los actos lesivos para que sean los tribunales los que, en su caso, anulen los actos: todo un rodeo a la prohibición. En paralelo, se regula que la Administración, en beneficio de los interesados, “puede” revocar sus actos administrativos en los que se ha infringido manifiestamente la ley, cuando por circunstancias sobrevenidas se ponga de manifiesto la improcedencia del acto o si en la tramitación se produjo indefensión. Sin razón que pudiera justificarlo el procedimiento (favorable a los administrados) sólo se puede iniciar de oficio (por la Administración infractora), dentro del plazo de prescripción y debiendo acabar en seis meses para no incurrir en caducidad (en perjuicio del Derecho).    

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Si no crece el PIB no crecen los ingresos, si no crecen los ingresos no crecen los gastos, si no crecen los gastos no crece el PIB. Si la Deuda vacía el PIB, crece la presión fiscal.

El tiempo pascual es un tiempo se alegría porque tiene como fundamento la misericordia de Dios que ha puesto su corazón en la miseria, en las debilidades, en los fallos, en las negligencias, en los olvidos, en la desconfianza, de sus creaturas. Alegría y misericordia que tienen sus raíces en que Dios nos ama, en que Dios nos busca si nos alejamos de Él, en que Dios está con nosotros, porque somos hijos de Dios.

Dios nos ama. “Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en m amor. Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa” (Jn 15,9-11)

Dios nos busca. “El que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero y las ovejas atiende su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre y las conduce fuera. Cuando las ha sacado todas, va delante de ellas y las ovejas le siguen porque conocen su voz… Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas… Yo soy el buen pastor, conozco las mías y las mías me conocen. Como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño, con un solo pastor.” (Jn 10, 2-4. 11. 14-16)

Dios está con nosotros. “Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él… Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto porque sin mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros pedid lo que queráis y se os concederá. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos” (Jn 14,23, 15,5-8)

Somos hijos de Dios. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, ya que en él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia por el amor; nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad…” (Ef 1,3-5). “Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios ¡y lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Queridísimos: ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.” (1 Jn 3,1-2).

“Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Cristo Jesús, el que murió, más aún el que resucitó, el que está a la derecha de Dios, el que está intercediendo por nosotros?” (Rm 8,31-34). “¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y… no me he vuelto loco? (“Camino” 425)     

LA HOJA SEMANAL

(del 26 de abril al 1 de mayo) (año de san José) (año de la Familia)

Lunes (26)

San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia (4ª de Pascua)
Palabras: “Alumbre así vuestra luz a los hombres… (Mt 5,16)
Reflexión: … para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre”
Propósito, durante el día: Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo

Martes (27)

Nuestra Señora de Monserrat (San Pedro Canisio, presb. y doc. (4ª de Pascua)
Palabras: “Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco…” (Jn 10,27)
Reflexión: … y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna”
Propósito, durante el día: En la hora de mi muerte, llámame

Miércoles (28)

San Luis María Grignion de Montfort, presb. y fund. (4ª de Pascua)
Palabras: “Yo he venido al mundo como luz… (Jn 12,46)
Reflexión: … y, así, el que cree en mí no quedará en tinieblas”
Propósito, durante el día: Señor que vea lo que quieres. Señor que sea, como Tú quieres

Jueves (29)

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora (4ª de Pascua)
Palabras: “Yo sé bien a quiénes he elegido, … (Jn 13,18)
Reflexión: … el que compartía mi pan me ha traicionado”
Propósito, durante el día: No permitas que me aleje de Ti

Viernes (30)

San Pío V, papa (4ª de Pascua; día de penitencia; fiesta familiar en el blog)
Palabras: “Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo (Jn 14,3)
Reflexión: … para que donde yo estoy estén también
Propósito, durante el día: “Ecce venio”. Aquí estoy, dispón de mí

Sábado (1)

San José, obrero (4ª de Pascua; Nª Sª de la Montaña, del Lledó)
Palabras: “¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros?” (Mt 13,54)
Reflexión: Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga
Propósito, durante el día: Jesús, María y José, que esté siempre con vosotros

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 25, domingo (4º de Pascua, ciclo B); del Buen Pastor; Nª Sª Madre del Buen Consejo; san Marcos, evangelista), nos sitúan en el tiempo después de la Resurrección y en el permanente recuerdo del amor de Dios que es el Buen Pastor: “Jesús es la piedra que desechasteis” (Hech 4); “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre, para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1 Jn 3); “Yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10). El Señor es mi pastor, nada me falta. ¡Ha resucitado! ¡Aleluya!

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Hermanos y hermanas, este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús no es un “espíritu”, sino una Persona viva; que Jesús cuando se acerca a nosotros nos llena de alegría, hasta el punto de no creer, y nos deja asombrados, con ese asombro que solo da la presencia de Dios, porque Jesús es una Persona viva. Ser cristianos no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas. Que la Virgen María nos ayude a vivir esta experiencia de gracia.” (Regina, 18 abril 2021)

- “…  no debemos despreciar la oración vocal. Alguno dice: “Es cosa de niños, para la gente ignorante; yo estoy buscando la oración mental, la meditación, el vacío interior para que venga Dios”. Por favor, no es necesario caer en la soberbia de despreciar la oración vocal. Es la oración de los sencillos, la que nos ha enseñado Jesús: Padre nuestro, que está en los cielos… Las palabras que pronunciamos nos toman de la mano; en algunos momentos devuelven el sabor, despiertan hasta el corazón más adormecido; despiertan sentimientos de los que habíamos perdido la memoria, y nos llevan de la mano hacia la experiencia de Dios. Y sobre todo son las únicas, de forma segura, que dirigen a Dios las preguntas que Él quiere escuchar. Jesús no nos ha dejado en la niebla. Nos ha dicho: “¡Vosotros, cuando recéis, decid así!”. Y ha enseñado la oración del Padre Nuestro (cfr. Mt 6,9).” (Audiencia, 21 abril 2021)   

(29.4.21)

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