LO TRIBUTARIO (nº 664)

“Nemo auditur propiam turpitudinem allegans”

El principio según el cual “nadie puede alegar a su favor su propia torpeza” tiene una primera acepción “contra” el que realiza actos “torpes” (ilícitos, ilegales, inmoral, pecaminosos, según el contexto; vid. art. 1306 Cc, TS civil, s. 20.05.1985), de modo que se le impide que los alegue a su favor o, en la traducción literal: “Nadie debe ser oído en la alegación de su torpeza”. Alejandro Severo estableció por rescripto que no se atendiera la alegación del que para revocar una manumisión de unas esclavas dadas en prenda manifestaba que había actuado en fraude de acreedores; por rescripto de Diocleciano tampoco se podía revocar una donación por alegar el donante que la hizo en fraude de acreedores. Otra versión de este principio es: “Turpitudinem suam allegans non est audiendus”: No debe ser escuchado el que alega su propia torpeza.

En cambio, la acepción favorable al que realiza actos torpes parte de otra versión del principio: “Turpitudinem  suam nemo detegere tenetur”, es decir: “Nadie puede ser obligado a poner de manifiesto (descubrir, desvelar, revelar) su propia torpeza” que, abreviadamente, es: “Nemo tenetur se detegere”, es decir: Nadie está obligado a descubrir su torpeza (el verbo “tegere” es “ocultar”, y la partícula negativa “de” hace que detegere sea descubrir, como en español: cubrir y des-cubrir, tapar y des-tapar…). El verbo “tenere” se traduce por “agarrar”, “vincular”, “obligar”. Para algunos no habrá pasado desapercibido que las palabras evangélicas de Jesús resucitado a María Magdalena “Noli me tangere” (no quiero, no me toques, no me roces…; recuérdese en geometría “tangente” a diferencia de “secante”) se han sustituido hace años por “Noli me tenere” (no quiero, no me sujetes). En el aspecto que aquí se comenta, dando un pasito más en el sentimiento tuitivo hacía el “torpe”, se llega a “Fraudem suam nemo debet allegare”: Nadie debe (está obligado a) alegar su fraude (sus actos fraudulentos) que es el germen de “Nadie está obligado a declarar contra sí mismo” (Declaración Universal de los Derechos del Hombre, de 1948, Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos y libertades fundamentales, de 1950, Pacto Internacional de Derechos civiles y políticos, de 1966… y así hasta el presente).

Parece que todos estos latines son recuerdos del pasado ajenos a la “rabiosa actualidad” forense, pero lo cierto es que aún se siguen leyendo y aplicando. Así, por ejemplo: 1) Estimación indirecta procedente cuando no se lleva contabilidad sin que proceda queja por ello porque nadie se puede beneficiar de sus propias torpezas: "allegans turpitudinem propiam non auditur" (AN 20-10-05); 2) Mantener que fue una venta simulada y nula, de modo que las nuevas acciones eran las antiguas iría, art. 1306 Cc, contra el principio “nadie se puede beneficiar de su propia torpeza” (AN 22-7-20). En la solicitud de ingresos indebidos, la inactividad administrativa durante el procedimiento por un tiempo superior a cualquiera de los plazos de prescripción, no puede conllevar la prescripción del derecho ejercido por la recurrente, según doctrina del TC, del TS y de la AN y el principio “nemo auditur propriam turpitudinem allegans” (TEAC 20-2-19)    

En un Taller de tributación comentarios como estos hacen que los participantes sientan cómo se eleva su erudición. Y para rebajar el ego es obligado recordarles la realidad tributaria en la que, desde luego, la Administración procura obligar a declarar la propia torpeza (ocultación, fraude) sin considerarlo prohibido en el procedimiento sancionador.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Dicen desde una comunidad autónoma que otra es un paraíso fiscal y que hace “dumping”. Y el gobierno habla de armonización. Todo dentro de la legalidad del mismo Estado. O no se tienen claros los conceptos o sólo se trata de recaudar más.

Adviento. Camino de la Navidad. Tiempo de renovación interior. Tiempo de vernos como somos. Tiempo de pedir ayuda y de ayudar. Tiempo de rezar. El cristiano, lleno del amor del Amor, reza con el latido de su corazón: Jesús, que te quiera; que te quiera mucho; que te quiera más; que te quiera como Tú quieres que te quiera. “Me dices que sí, que quieres. - Bien, ¿pero quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? - ¿No? – Entonces no quieres” (Camino, 316). Y es que: “El Amor … ¡bien vale un amor!” (Camino, 171)

Camino de Adviento. Camino hacia el Amor de los amores que es un Niño, envuelto en pañales en los brazos de María, que es su madre y nuestra Madre, con san José. Un Niño que nos sonríe. Un Niño que ve dentro de nosotros y conoce nuestras debilidades y que ya, tan pequeño, nos quiere, nos quiere muchísimo: “Saber que me quieres tanto, Dios mío, ¿y … no me he vuelto loco?” (Camino, 425). Porque “Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras ni las potestades. Ni la altura, ni la profundidad, nie cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rm 8,38-39). Nada nos debe apartar de su lado: “Si no le dejas, Él no te dejará” (Camino, 730).

Adviento, tiempo de buscar, encontrar y tratar a Dios con fe, con confianza, llenos de amor. Tiempo de procurar estar en continua presencia de Dios. Tiempo de adorar y de pedir. De pedir porque necesitaos mucha ayuda. Unidos a la oración de los santos: “Vino otro ángel y se quedó en pie junto al altar con un incensario de oro. Le entregaron muchos perfumes para que los ofreciera, con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que está ante el trono. Y ascendió el humo d ellos perfumes, con las oraciones de los santos, desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios” (Ap 8,3-4).

Oración continua y confiada. Como en la parábola: “Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. También había en aquella ciudad una viuda que acudía a él diciendo: “Hazme justicia ante mi adversario”. Y durante mucho tiempo no quiso. Sin embargo, al final se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme”. Concluyó el Señor: “- Prestad atención a lo que dice el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? Os aseguro que les hará justicia sin tardanza. Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18,2-8).

 “Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes 5,16-18). Y perseverar: “Venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabajase lo que se trabajase, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo” (santa Teresa de Jesús “Camino de perfección”, 21,2)  

LA HOJA SEMANAL
(30 de noviembre al 5 de diciembre)

Lunes (30)

San Andrés, apóstol (novena de la Inmaculada)
Palabras: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mt 4,20)
Reflexión: Simón y su hermano Andrés estaban echando el copo. Jesús les llamó
Propósito, durante el día: Sin excusas, sin demora: lo que quieras, porque Tú lo quieres

Martes (1)

San Eloy, obispo (1ª Adviento; Novena de la Inmaculada)
Palabras: “Te doy gracias, Padre … porque has escondido estas cosas …” (Lc 10,21)
Reflexión: … a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla”
Propósito, durante el día: Gracias por todos los beneficios, incluidos los que ignoro

Miércoles (2)

Santa Bibiana, mártir (1ª Adviento; Novena de la Inmaculada)
Palabras: “Me da lástima esta gente, porque llevan tres días conmigo… (Mt 15,32)
Reflexión: … Comieron todos hasta saciarse”
Propósito, durante el día: Todo lo mío es tuyo; Tú me lo has dado; a Ti, Señor, lo torno

Jueves (3)

San Francisco Javier S.I. presbítero (1ª Adviento; Novena de la Inmaculada)
Palabras: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino… (Mt 7,21)
Reflexión: … sino el que cumple la voluntad de mi Padre” 
Propósito, durante el día: Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo 

Viernes (4)

San Juan Damasceno, presb. y dr. de la Iglesia (1ª Adv.; día de penitencia; Novena Inm)
Palabras: “Ten compasión de nosotros, hijo de David” (Mt 9,27)
Reflexión: Dos ciegos seguían a Jesús. Se les abrieron los ojos. Hablaron de él a todos
Propósito, durante el día: Señor, que vea. Señor, que haga lo que Tú quieres

Sábado (5)

San Sabas, abad (1ª Adviento; Novena de la Inmaculada)
Palabras: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos… (Mt 9,37)
Reflexión: Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”
Propósito, durante el día: Madre, ruega por nosotros, ahora y en la hora de la muerte

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 29, domingo (1º Adviento, ciclo B) están llenas de esperanza en Dios: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero, somos todos obra de tu mano” (Is 64); “Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!” (1 Co, 1); “Velad, entonces, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer” (Mc 13). Hijos de Dios, se interesa por nosotros. Dios nos quiere santos. Dios está aquí.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “En la página evangélica de hoy, Jesús se “identifica” no sólo con el rey pastor, sino también con las “ovejas perdidas”. Podríamos hablar de una “doble identidad”: el rey-pastor, Jesús, se identifica también con las ovejas, es decir, con los hermanos más pequeños y necesitados. Y así indica el criterio del juicio: se efectuará sobre la base del amor concreto dado o negado a estas personas, porque él mismo, el juez, está presente en cada una de ellas. Él es juez, Él es Dios-hombre, pero Él es también el pobre, Él está escondido, está presente en la persona de los pobres que Él menciona precisamente allí. Jesús dice: “En verdad os digo que cuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis (o no lo hicisteis)” (vv. 40.45). Seremos juzgados por el amor. El juicio será por el amor. No por el sentimiento, no: por las obras, por la compasión que se hace cercanía y ayuda solícita. ¿Yo me acerco a Jesús presente en la persona de los enfermos, de los pobres, de los que sufren, de los presos, de los que tienen hambre y sed de justicia? ¿Me acerco a Jesús presente allí? Esta es la pregunta de hoy.” (Angelus, 22 de noviembre de 2020)

- “Dios dona amor, Dios pide amor. Esta es la raíz mística de toda la vida creyente. Los primeros cristianos en oración, pero también nosotros que venimos varios siglos después, vivimos todos la misma experiencia. El Espíritu anima todo. Y todo cristiano que no tiene miedo de dedicar tiempo a la oración puede hacer propias las palabras del apóstol Pablo: “La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2, 20). La oración te hace consciente de esto. Solo en el silencio de la adoración se experimenta toda la verdad de estas palabras. Tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silencio. La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión.” (Audiencia general, 25 de noviembre de 2020)

- “140. Quien no vive la gratuidad fraterna, convierte su existencia en un comercio ansioso, está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio. Dios, en cambio, da gratis, hasta el punto de que ayuda aun a los que no son fieles, y “hace salir el sol sobre malos y buenos” (Mt 5,45). Por algo Jesús recomienda: “Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede en secreto” (Mt 6,3-4). Hemos recibido la vida gratis, no hemos pagado por ella. Entonces todos podemos dar sin esperar algo, hacer el bien sin exigirle tanto a esa persona que uno ayuda. Es lo que Jesús decía a sus discípulos: “Lo que han recibido gratis, entréguenlo también gratis” (Mt 10,8).” (Enc. “Fratelli tutti”)    

(29.11.20) 

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