LO TRIBUTARIO (nº 660)
“Bona fides”
El principio de buena fe
es uno de los pilares del Derecho: no se puede construir ni ordenar una
convivencia justa y pacífica, en ningún ámbito social, si no se parte de la
presunción de que todos actúan siempre de buena fe. No se trata de la
generalización del dicho: “Todo el mundo es bueno”, sino de mantener que, cada
uno con sus limitaciones, debilidades y defectos, actúa de buena fe, salvo que
se pruebe lo contrario. Así es como se expresa el principio en su formulación
completa: “Bona fides semper praesumitur, nisi mala adesse probetur” que se
traduce literalmente así: “La buena fe se debe presumir siempre, en cambio se
debe probar que existe mala”.
Al menos hay cuarenta
preceptos del Código civil que se refieren a la buena fe en todos los ámbitos
de su regulación, empezando por el artículo 7 que dice: “1. Los derechos
deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”. El artículo 57
del Código de Comercio, dice: “Los contratos de comercio se ejecutarán y cumplirán de buena fe, según los términos
en que fueren hechos y redactados, sin tergiversar con interpretaciones
arbitrarias el sentido recto, propio y usual de las palabras dichas o escritas,
ni restringir los efectos que naturalmente se deriven del modo con que los
contratantes hubieren explicado su voluntad y contraído sus obligaciones.”. El artículo 3 de la Ley 40/2015, de RJSP establece que las
administraciones Públicas sirven con objetividad los intereses generales y
actúan según los principios que allí se relacionan y con sometimiento pleno a
la Constitución, a la Ley y al Derecho; y añade que deberán respetar en su
actuación y relaciones los siguientes principios: … e) Buena fe, confianza
legítima y lealtad constitucional”.
En el ámbito
tributario a la buena fe de los contribuyentes se refirió el RD 1815/1985 de
infracciones y sanciones, considerándola como una circunstancia atenuante, pero
sin definirla: se presumía si no había mala fe y se dedicaba un precepto a
señalar las circunstancias que determinaban la agravante de mala fe. La
ilusoria Ley 1/1998, de Derecho y garantías de los contribuyentes, LDGC,
estableció una presunción legal: “La actuación de los contribuyentes se presume
realizada de buena fe” (art. 33.1). Toda una novedad legislativa de la que no
se tiene noticia de su aplicación por la Administración que, si la consideraba
en alguna resolución, la refería a la presunción de inocencia lo que era
innecesario en una ley puesto que se regula en la Constitución (art. 24 CE),
sin que faltara la vez en que entendió que se refería a la buena fe de la
Administración. La LGT/2003, dice en su Exposición de Motivos que incorpora el
contenido de la LDGC, pero no hace así para la presunción legal de buena fe.
Los Tribunales de Justicia, reacios a aplicar esta causa exoneradora de responsabilidad
antes de la LGT/2003, la aplican frecuentemente desde su “no regulación legal”.
Y la han definido muy bien: Buena fe… "es la creencia íntima de que se ha
actuado conforme a derecho, o que se poseen los bienes o se ejercitan los derechos
o se cumplen las obligaciones, sin intención engañosa, abusiva o fraudulenta
(TS 29-10-97).
En
un Taller de tributación, incluso a distancia, decir que se presume la buena fe
de los contribuyentes, es un placer y una amable provocación.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Cuando el estado de alarma se hace ordinario en vez de
excepcional, cuando se decreta por seis meses y no por quince días prorrogables
como ordena la ley, cuando se delega lo que no es delegable, cuando se
menosprecia al Parlamento, también en lo fiscal decae el Estado de Derecho. “Exprópiese”
es igual a “pague”. Ni Justicia ni Ley ¿es el lema?
El cristiano inicia y acaba la jornada, cada día,
dando gracias y haciendo el propósito de seguir a Cristo y alcanzarle cuando se
vea en peligro o cuando note que el cansancio le obliga a pararse o a desviarse
del camino y, desde luego, de pedirle que vuelva a ayudarle cuando se haya
caído. El camino de cada día es fatigoso de andar por las pendientes, por
escabroso, por lo inesperado, por la rutina y el cristiano recuerda las
palabras de Jesús: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí
mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga” (Lc 9,23). Y también: “Entrad
por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce
a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué angosta es la puerta
y qué estrecho el camino que conduce a la vida y qué pocos son los que la
encuentran! (Mt 7,13-14)
La canción para el camino se compuso con las
bienaventuranzas: bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el
Reino de los Cielos; los que lloran, porque serán consolados; los mansos,
porque heredarán la tierra; los que tienen hambre y sed de justicia porque
quedarán saciados; los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia; los
limpios de corazón porque ellos verán a Dios; los pacíficos porque serán
llamados hijos de Dios; los que padecen persecución por causa de la justicia
porque suyo es el Reino de los Cielos; bienaventurados cuando os injurien, os
persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad, por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (v. Mt
5, 3-12)
El camino del cristiano se hace en compañía y una
buena relación parece que acorta la senda, que la hace más llana: “No juzguéis
para no ser juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y
con la medida que midáis se os medirá” (Mt 7.1-2). “Todo lo que queráis que
hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos” (Mt 7,12).
El caminante hacia el cielo relee a menudo la carta del apóstol: “Están claras
las obras de la carne: la fornicación, la impureza, la lujuria, la idolatría,
la hechicería, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las tiñas, las
discusiones, las divisiones, las envidias, las embriagueces, las orgías y cosas
semejantes. En cambio, los frutos del Espíritu son: la caridad, la benignidad,
la bondad, la fe, la mansedumbre, la continencia… Los que son de Jesucristo han
crucificado su carne con sus pasiones y sus concupiscencias. Si vivimos por el
Espíritu caminaremos también según el Espíritu” (Ga 5,19-25)
El caminante cristiano sabe el final del camino. Como
dice la parábola: “El Reino de los cielos es como una red barredera que se echa
en el mar y recoge toda clase de cosas. Y cuando está llena la arrastran a la
orilla, y se sientan para echar lo bueno en cestos, y lo malo tirarlo fuera.
Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre
los justos y los arrojarán al horno de fuego” (Mt 13, 47.50). Dios nos espera:
la muerte es vida. “Porque para mí el vivir es Cristo, y morir una ganancia”
(Flp 1,21). “Ven muerte tan escondida que no te sienta venir, porque el placer
de morir no me torne a dar la vida” (Comendador Escrivá, santa Teresa de Jesús,
Lope de Vega, Cervantes).
LA HOJA SEMANAL
Lunes (16)
Santa Margarita de Escocia (33ª TO)
Palabras: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Lc 18,41)
Reflexión: - Señor que vea otra vez. Recobró la vista y le siguió glorificando a Dios
Propósito, durante el día: Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí. ¡Señor, que vea!
Martes (17)
Santa Isabel de Hungría (33ª TO)
Palabras: “Zaqueo baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa” (Lc 19,5)
Reflexión: El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
Propósito, durante el día: Buscar a Cristo. Encontrar a Cristo. Amar a Cristo
Miércoles (18)
Dedicación de las basílicas de los apóstoles san Pedro y san Pablo
Palabras: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo” (Mt 14,27)
Reflexión: En cuanto subieron a la barca, amainó el viento
Propósito, durante el día: Omnes cum Petro, ad Iesum per Mariam
Jueves (19)
Nª Sª de la Divina Providencia (33ª TO; San Simón, ermitaño)
Palabras: “Porque no reconociste el momento de mi venida” (Lc 19,44)
Reflexión: Al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, Jesús le habló llorando
Propósito, durante el día: Jesús, Jesús, sé para mí siempre Jesús
Viernes (20)
San Crispín, obispo (33ª TO; día de penitencia)
Palabras: “Mi casa es casa de oración… (Lc 19,46)
Reflexión: … pero vosotros la habéis convertido en una cueva de bandidos”
Propósito, durante el día: Junto a ti, Señor, como lamparilla de Sagrario
Sábado (21)
La Presentación de la Virgen María (Santa María de la Paz)
Palabras: “El que hace la voluntad de mi Padre … (Mt 12,50)
Reflexión: … ése es mi hermano y mi hermana y mi madre”
Propósito, durante el día: Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en nuestra muerte
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del dia 15, domingo (33º TO, ciclo A, san
Alberto Magno, ob. y dr.) llenan de trascendencia la tarea de cada momento: “La
mujer hacendosa ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas… Cantadle por
el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza” (Pv 31); “Así pues
no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados” (1 Tes 5);
“Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco te daré un
cargo importante” (Mt 25). El trabajo ofrecido es oración.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Está
claro que con esta parábola Jesús quiere decirnos que debemos estar preparados
para el encuentro con Él. No solo para el encuentro final, sino también para
los pequeños y grandes encuentros de cada día en vista de ese encuentro, para
el cual no basta la “lámpara de la fe”, también se necesita
el “aceite de la caridad” y de las buenas obras. La fe que verdaderamente
nos une a Jesús es la que, como dice el apóstol Pablo, “actúa por la caridad”
(Ga 5, 6). Ser sabios y prudentes significa no esperar hasta el último
momento para corresponder a la gracia de Dios, sino hacerlo activamente de
inmediato, empezar ahora. “Yo ... sí, luego me convertiré” — “¡Conviértete hoy!
¡Cambia tu vida hoy!” — “Sí, sí: mañana”. Y lo mismo dice mañana, y así nunca
llegará. ¡Hoy! Si queremos estar preparados para el último encuentro con
el Señor, debemos cooperar con él a partir de ahora y realizar buenas acciones
inspiradas en su amor.” (Angelus, día 8 de noviembre de 2020)
-
“La enseñanza del Evangelio es clara: se debe rezar siempre, también cuando
todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece que perdemos el
tiempo. Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar. Su
oración va a la par que la fe. Y la fe, en muchos días de nuestra vida, puede
parecer una ilusión, un cansancio estéril. Hay momentos oscuros, en nuestra
vida y en esos momentos la fe parece una ilusión. Pero practicar la oración
significa también aceptar este cansancio. “Padre, yo voy a rezar y no siento
nada… me siento así, con el corazón seco, con el corazón árido”. Pero tenemos
que ir adelante, con este cansancio de los momentos malos, de los momentos que
no sentimos nada. Muchos santos y santas han experimentado la noche de la fe y
el silencio de Dios —cuando nosotros llamamos y Dios no responde— y estos
santos han sido perseverantes.
En estas noches de la fe,
quien reza nunca está solo. Jesús de hecho no es solo testigo y maestro de
oración, es más. Él nos acoge en su oración, para que nosotros podamos rezar en
Él y a través de Él. Y esto es obra del Espíritu Santo. Es por esta razón que
el Evangelio nos invita a rezar al Padre en el nombre de Jesús. San Juan
escribe estas palabras del Señor: «Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo
lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» (14,13). Y el Catecismo
explica que «la certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la
oración de Jesús» (n. 2614). Esta dona las alas que la oración del
hombre siempre ha deseado poseer.” (Audiencia general, día 11 de noviembre de
2020)
-
“106. Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad
social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto
vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Si cada uno vale tanto,
hay que decir con claridad y firmeza que “el solo hecho de haber nacido en un
lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas
vivan con menor dignidad”. Este es un principio elemental de la vida social que
suele ser ignorado de distintas maneras por quienes sienten que no aporta a su
cosmovisión o no sirve a sus fines.” (Enc. “Fratelli tutti”)
(15.11.20)
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