LO TRIBUTARIO (nº 644)

“Causa petendi”. “Petitum”

Las intenciones y los fines perseguidos son intrascendentes para terceros mientras no se manifiestan en actos. En los actos realizados se descubre su porqué y su para qué. La causa es lo que da sentido al acto. En Derecho (cf. art. 1261 y 1274 Cc), la causa de los contratos onerosos está en las contraprestaciones, la causa de los contratos remuneratorios es el servicio que se remunera y en los de beneficencia la causa es la benevolencia del benefactor. En las reclamaciones y recursos la “causa petendi” (causa de lo que se pide, de lo que debe ser pedido) es la justificación que da sentido a la impugnación. Porque se considera que algo es injusto (causa), se recurre o se reclama para que se haga justicia (causa petendi) y, a esos efectos, en la impugnación se exponen de forma pormenorizada las irregularidades jurídicas producidas (cuestiones) y los fundamentos de Derecho (motivos) que se han violentado, para concluir pidiendo que se resuelva conforme a Derecho (petitum).

Estas consideraciones elementales son relevantes porque las resoluciones de reclamaciones y recursos, desde luego, deben atender a la causa petendi (el porqué, razonado y fundamentado, de la impugnación) y al petitum (lo que se pide; “petita”, si son varias las cuestiones a decidir en la resolución). Por tanto, es muy importante hacer bien una reclamación o un recurso, desde la identificación subjetiva y objetiva, orgánica y conceptual, y la sucinta y clarísima exposición de los hechos, por una parte; hasta la individualizada y concreta exposición fundamentada y razonada de cada uno de los motivos de la impugnación o de cada una de las cuestiones a resolver (empezando por las generales: prescripción, caducidad, incompetencia, ausencia o insuficiencia de la motivación, indefensión…; y siguiendo por las cuestiones concretas por referencia al precepto tributario en cuestión) y la claramente expresada petición.

Se insiste en esta consideración porque se debe recordar que si en los actos administrativos hay aspectos esenciales como la competencia (la incompetencia puede determinar la nulidad de pleno derecho, a veces, y, por lo general, la anulación), la fundamentación (para la que no es suficiente la mera invocación de preceptos y disposiciones ni siquiera su sola trascripción) y la motivación (explicación clara, sencilla e inteligible sin necesidad de conocimientos específicos); en las resoluciones y sentencias se exige, además, la congruencia (todas las cuestiones planteadas deben ser resueltas; en las reclamaciones económico-administrativas, incluso las no planteadas: arts. 237 y 239 LGT). De ahí la importancia de elaborar bien los escritos de impugnación. Esta parte entusiasma en los Talleres de tributación.                  

Este comentario puede terminar con una doble excursión. Por una parte, para recordar el uso de la palabra “causa” a otros efectos. Así, por ejemplo, la “causa simulandi” que pone de manifiesto las circunstancias por las que se ha convenido una simulación jurídica, cuando no una apariencia fáctica, en especial a efectos de los artículos 1305 y 1306 Cc). Y, por otra parte, es obligado recordar la preciosa expresión: “Causa causae est etiam causa causaron” (o “causati”): lo que es causa de una causa es causa de las consecuencias de ésta. Para los que evocan a Dios como la causa primera (que es causa de todo y no es causado), les es fácil asimilar la doctrina de las causas segundas. Y para los responsables tributarios y para los sancionados como cooperadores necesarios.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

El derecho a que la Administración actúe de modo imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable se regula en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.

El cristiano sabe que Dios es amor y que Dios le ama, se interesa por él; el cristiano sabe que a Dios le importa, que Dios le ayuda en todo y siempre. “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en misericordia. No dura siempre su querella, ni guarda rencor perpetuamente. No nos trata según nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas… Como se apiada un padre de sus hijos, así el Señor tiene piedad de los que le temen. Pues él conoce de qué estamos hechos, recuerda que somos polvo… la misericordia del Señor perdura desde siempre y para siempre …” (salmo 103, 8-17). Danos, Señor, tu amor para que rebosemos amor en todos. Siguiendo a san Buenaventura: como Dios, que es el Sumo Bien, es amor, puesto que “Bonum diffusivum sui” hay que convenir en que “Amor diffusivum sui”: el amor se difunde, se expande, rebosa del corazón y del alma y se derrama amando a los otros.

“Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti” (san Agustín, sermón 169) y, puesto que el propio Jesús pedía al Padre para los suyos “No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jn 17,15), los cristiano sabemos que nuestra vida en este mundo es camino para el cielo y que es en el mundo donde debemos ser, hacer y dar, con la ayuda de Dios. “Ad cuius adventum omnes homines resurgere habent cum corporibus suiis et reddituri sunt de factis propriis rationem” (Quicumque”: “A cuya venida todos los hombres resurgirán con sus cuerpos y darán razón de sus hechos”). “A la tarde te examinarán en el amor” (san Juan de la Cruz: “Dichos de amor y luz”).   

“Una parábola. “Un hombre noble marchó a una tierra lejana a recibir la investidura real y volverse. Y llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad hasta mi vuelta… Al volver recibida ya la investidura real, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a quienes había dado el dinero para saber cuánto habían negociado. Vino el primero y dijo: Señor, tu mina ha producido diez”. Y le dijo: “Muy bien, siervo bueno, porque has sido fiel en lo poco, ten potestad sobre diez ciudades. Vino el segundo y dijo: “Señor, tu mina ha producido cinco”. Le dijo a éste: “Tú ten también el mando de cinco ciudades”. Vino el otro y dijo: “Señor, aquí está tu mina que he tenido guardada en un pañuelo, pues tuve miedo de ti porque eres hombre severo, recoges lo que no depositaste y cosechas lo que no sembraste”. Le dice: “Por tus palabras te juzgo, siervo malo, ¿sabías que yo soy hombre severo que recojo lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado? ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco? Así, al volver yo lo hubiera retirado con los intereses”. Y les dijo a los presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene diez”. Entonces le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. Os digo: “A todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.” (Lc 19, 12-26). Fieles; en lo mucho o en lo poco. Se trata de procurar hacer bien lo que en cada momento se debe hacer.

Por Dios y con Dios, emplear las cualidades que Él nos ha dado: “Toma, Señor, mi libertad, mi memoria, mi entendimiento; toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo. Dispón de mí, según tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia. Eso me basta”.

LA HOJA SEMANAL
(del 21 al 26 de septiembre)

Lunes (21)

San Mateo (apóstol y evangelista)
Palabras: “Y le dijo: - Sígueme. Él se levantó y lo siguió” (Mt 9,9)
Reflexión: No he venido a llamar a los justos, sino a los a los pecadores
Propósito, durante el día: Tras los pasos de Cristo: su voz, su mirada, sus actos

Martes (22)

Santa Emérita, mártir (25ª TO)
Palabras: “Mi madre y mis hermanos son éstos: … (Lc 8,21)
Reflexión: … los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra”
Propósito, durante el día: Señor, que te escuche, que haga lo que quieres

Miércoles (23)

San Pío de Pietrelcina, presbítero (25ª TO)
Palabras: “Ello se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea… (LC 9,6)
Reflexión: … anunciando el Evangelio y curando en todas partes”
Propósito, durante el día: Lo que Tú quieras, como quieras, porque lo quieres

Jueves (24)

Nuestra Señora de la Merced
Palabras: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1,42
Reflexión: “Dichosa tú que has creído”
Propósito, durante el día: Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús

Viernes (25)

Nuestra Señora de la Fuencisla (25ª TO; día de penitencia)
Palabras: “Una vez que Jesús estaba orando …” (Lc 9,18)
Reflexión: … Preguntó a los discípulos: - ¿Quién dice la gente que soy yo?
Propósito, durante el día: Señor mío y Dios mío

Sábado (26)

San Cosme y san Damián, mártires (25ª TO)
Palabras: Meteos bien esto en la cabeza: la Hijo del hombre lo van a entregar (Lc 9,44)
Reflexión: Ellos no entendían, les resultaba oscuro y les daba miedo preguntarle
Propósito, durante el día: Madre mía, no te alejes, tus ojos de mi no apartes

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 20 (domingo, 25º TO, ciclo A) nos recuerdan que estamos inmersos en el plan de Dios: “Mis planes no son vuestro planes, vuestros caminos no son mis caminos” (Is 55); “Por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que s con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros” (Flp 1); “Quiero darle al último igual que a ti ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?” (Mt 20). Hágase, cúmplase, sea bendita tu voluntad.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “La parábola de hoy nos ayuda a comprender plenamente el significado de esa frase que recitamos en la oración del Padre nuestro: “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12). Estas palabras contienen una verdad decisiva. No podemos pretender para nosotros el perdón de Dios, si nosotros, a nuestra vez, no concedemos el perdón a nuestro prójimo. Es una condición: piensa en el final, en el perdón de Dios, y deja ya de odiar; echa el rencor, esa molesta mosca que vuelve y regresa. Si no nos esforzamos por perdonar y amar, tampoco seremos perdonados ni amados.

Encomendémonos a la maternal intercesión de la Madre de Dios: que Ella nos ayude a darnos cuenta de cuánto estamos en deuda con Dios, y a recordarlo siempre, para tener el corazón abierto a la misericordia y a la bondad.” (Angelus, día 13 de septiembre de 2020)

- “La contemplación, que nos lleva a una actitud de cuidado, no es mirar a la naturaleza desde el exterior, como si no estuviéramos inmersos en ella. Pero nosotros estamos dentro de la naturaleza, somos parte de la naturaleza. Se hace más bien desde dentro, reconociéndonos como parte de la creación, haciéndonos protagonistas y no meros espectadores de una realidad amorfa que solo serviría para explotaría. El que contempla de esta manera siente asombro no sólo por lo que ve, sino también porque se siente parte integral de esta belleza; y también se siente llamado a guardarla, a protegerla. Y hay algo que no debemos olvidar: quien no sabe contemplar la naturaleza y la creación, no sabe contemplar a las personas con toda su riqueza. Y quien vive para explotar la naturaleza, termina explotando a las personas y tratándolas como esclavos. Esta es una ley universal: si no sabes contemplar la naturaleza, te será muy difícil contemplar a las personas, la belleza de las personas, a tu hermano, a tu hermana.” (Audiencia general, día 16 de septiembre de 2020)

(20.09.20) 

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