LO TRIBUTARIO (nº 640)

“Affectio societatis”

“La sociedad es un contrato por el cual dos o más personas se obligan a poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir entre si las ganancias” (art. 1665 Cc); “El contrato de compañía, por el cual dos o más personas se obligan a poner en fondo común bienes, industria o alguna de estas cosas para obtener lucro, será mercantil cualquiera que fuese su clase, siempre que se haya constituido con arreglo a las disposiciones de este Código” (art. 116 CdeC). El artículo 35 del Código civil reconoce personalidad jurídica a las asociaciones de interés particular, sean civiles, mercantiles o industriales, a las que la ley conceda personalidad propia independiente de la de cada uno de los asociados (v. art. 1669 Cc; arts. 118 y 119 CdeC; y las leyes que aprueban las sociedades de capital). Si estas referencias se unen a la de los elementos esenciales de los contratos (art. 1261 Cc: consentimiento, objeto y causa) y al concepto de “causa” (art. 1274 a 1276 Cc) que es un elemento “objetivo” de los contratos (que es diferente de los “motivos”, “intenciones”, “fines”) se llega a la conclusión que la “affectio societatis” es un elemento esencial del contrato de sociedad que va más allá del consentimiento de los socios para obligarse, del objeto que se pone en común y aún de la causa. Por ese motivo, si falta la “affectio societatis” (la voluntad de poner en común, la intención de obtener ganancias y el deber de repartirlas), no hay sociedad ni persona.

El contrato de sociedad es el “misterium magnum” del Derecho por el que varias personas físicas pueden hacer nacer una persona diferente a ellas. La personalidad (etimológicamente –“per sono”-, las distintas máscaras sostenidas por un mango que, según la que se utilizara cada vez, permitía en el teatro griego cambiar de personaje al mismo actor e incluso elevar o cambiar de tono) es el signo distintivo de las sociedades. Y es preciso entender bien esa realidad porque hay que distinguirla de otras situaciones parecidas pero diferentes. Así la comunidad de bienes (art. 392 Cc) no es un contrato, sino la situación en que está una cosa que pertenece a dos o más personas que han podido llegar a esa titularidad por la adquisición en común de forma diversa (sucesión hereditaria, compraventa, disolución de entidades…); la comunidad de bienes no tiene personalidad jurídica, es una cosa en común. En la tributación (art. 34 LGT) se regula la posibilidad de que entes sin personalidad (herencias yacentes, patrimonios separados…) puedan ser considerados como sujetos pasivos si así se establece legalmente (como ocurre en el art. 84 LIVA). Pero esa regulación fiscal, no puede ocultar que en la vída de los negocios los contratos, los derechos y las obligaciones se deben referir, ejercitar y exigir “sólo” a personas. El asunto se complica cuando se considera que hay entes jurídicos cuasi societarios, como es la sociedad de gananciales (art. 1344 Cc) en la que los bienes gananciales no son de cada cónyuge, ni en todo ni en parte, sino en concreto cuando se liquide la sociedad, y hasta entonces son “de la sociedad”.

Como en la selva o en la estepa o por la noche, el peligro asoma: hay personas que manejan las comunidades como sociedades, hay quienes exigen tributar como si la sociedad no existiera, quienes amparándose en la calificación atropellan la simulación (TS ss. 2.7.20, dos), quienes inventaron el conflicto en la aplicación de norma tributaria (art. 15 LGT) que permite hacer tributar más de lo que corresponda a la realidad lícita, válida y eficaz. En un Taller de tributación, se aprende, se asimila, se siente, se sufre.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Preocupación fiscal es que la mayor tributación que viene dependa de quien considera que todos los partidos políticos deben aprobar sus presupuestos porque a todos une el amor a España, incluidos los antisistema y hasta los de ideología separatista.

El cristiano empieza el curso con la inquietud de lo que ocurrirá a lo largo de tantos meses hasta el final y con la esperanza de que, sea lo que sea, será para bien: “Diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum”, para los que aman a Dios todas cosas cooperan al bien (Rm 8,28). “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios, habita en vosotros?” (1 Co 3,10). “Vosotros sois cuerpo de Cristo y cada uno un miembro de él” (1 Co 12,27). “Llevamos este tesoro en vasos de barro para que se reconozca que la sobreabundancia de poder es de Dios y que no proviene de nosotros: en todo atribulados, pero no angustiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados; llevando siempre en nuestro cuerpo el morir de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Co 7-11). “Por tanto, si coméis, como si bebéis, o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios” (1 Co 10,21).

Para ese largo tiempo que es el curso académico, con días buenos y malos, con calor y frío, con prisas y tiempos tranquilos, hay una parábola que permite meter en esas rutinas, en la tarea ordinaria de cada día, la certeza de que Dios está trabajando a nuestro lado, silencioso, para nuestro bien, por el bien de todos, aunque no se note: “El Reino de Dios viene a ser como un hombre que echa la semilla sobre la tierra y, duerma o vele noche y día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Porque la tierra produce fruto ella sola; primero hierba, después espiga y por fin trigo maduro en la espiga. Y en cuanto está a punto el fruto enseguida mete la hoz, porque ha llegado la siega” (Mc 4,26-29). No hay nada mejor que abandonarse en Dios. “Ya sea el mundo, la vida o la muerte; ya sea lo presente o lo futuro; todas las cosas son vuestras, vosotros de Cristo y Cristo de Dios” (1 Co 3,23). “Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28,20)

Septiembre es el mes de las fiestas marianas. Algunos cristianos viejos, porque la Madre nuestra es nuestra madre, celebramos “su cumpleaños” el día 8 que es la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María. Dice el misal: “Concebida sin mancha de pecado, María nace llena de gracia y se santidad”. Y decimos en la antífona de entrada en la misa: “Celebremos con alegría el nacimiento de María, la Virgen; de ella salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios”. Y el día 12, los hijos de María, celebramos su onomástica, “su santo”, el Santo Nombre de María. En la antífona de entrada de la misa, le decimos a nuestra Madre: “El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca de todos”. Y no falta hijo de tan amorosa Madre que, buscando más motivos de celebración humana en el mes de tantas fiestas suyas, no considere que en el día de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, el día 14, nos unimos a la Madre como en un recuerdo de su “Confirmación”, aunque en todos los días se puede considerar “ese signo”: en la Inmaculada Concepción; en la Anunciación a “la llena de gracia”; en la Visita que hizo a su prima santa Isabel la que “todas las generaciones llamarán bendita entre todas las mujeres”; en las visitas en Belén de los pastores y de los reyes magos; en la Presentación... María guarda todo en su corazón y en él, con Ella, queremos estar.

LA HOJA SEMANAL
(del 7 al 12 de septiembre)

Lunes (7)

Santa Regina, mártir (23ª TO)
Palabras: “Extiende el brazo” (Lc 6,10)
Reflexión: Él lo hizo y su brazo quedó restablecido
Propósito, durante el día: Hágase, cúmplase, sea alabada la voluntad de Dios

Martes (8)

Natividad de la Virgen María (Nª Sª de los Llanos, del Pino, de la Peña, Fuensanta…)
Palabras: “Jacob engendró a José, el esposo de María…” (Mt 1,16)
Reflexión: A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó … (Rm 8,30)
Propósito, durante el día: ¡Feliz cumpleaños, Madre de Dios y Madre nuestra!

Miércoles (9)

San Pedro Claver, presbítero (23ª TO; Nª Sª de Aránzazu)
Palabras: “¡Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis! (Lc 6,21)
Reflexión: ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados! Tendréis hambre
Propósito, durante el día: Dios mío, dame tu amor y tu gracia, que eso me basta

Jueves (10)

Beato Francisco Gárate S.I., religioso (23ª TO)
Palabras: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad… (Lc 6.35)
Reflexión: … sin esperar nada; tendréis un gran premio”
Propósito, durante el día: Aunque lo que espero no esperara, lo mismo te quisiera

Viernes (11)

Santos Proto y Jacinto, mártires (23ª TO; Nª Sª de la Cueva Santa; día de penitencia)
Palabras: ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo… (Lc 6,41)
Reflexión: … y no reparas en la viga que llevas en el tuyo”
Propósito, durante el día: No criticar, no murmurar, no juzgar, no condenar

Sábado (12)

Santo Nombre de María (23ª TO; Nª Sª de Estíbaliz, de Lluc)
Palabras: “Porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca” (Lc 6,45)
Reflexión: El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón, saca el bien
Propósito, durante el día: ¡Feliz santo nombre, Madre de Dios y Madre nuestra!

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 6, domingo (23º TO; ciclo A; Nª Sª de Guadalupe, en España) son una lección de fraternidad: “Si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida” (Ez 33); “A nadie le debáis nada más que amor… el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley” (Rm 13); “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18). Certeza de que al cielo iremos de la mano de quienes nos amamos.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Dirigiéndose después a todos, Jesús añade: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga” (v. 24). De este modo Él indica el camino del verdadero discípulo, mostrando dos actitudes. La primera es «renunciar a sí mismos», que no significa un cambio superficial, sino una conversión, una inversión de mentalidad y de valores. La otra actitud es la de tomar la cruz. No se trata solo de soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de llevar con fe y responsabilidad esa parte de cansancio, esa parte de sufrimiento que la lucha contra el mal conlleva. La vida de los cristianos es siempre una lucha. La Biblia dice que la vida del creyente es una milicia: luchar contra el espíritu malo, luchar contra el Mal.

Así el compromiso de “tomar la cruz” se convierte en participación con Cristo en la salvación del mundo. Pensando en esto, hagamos que la cruz colgada en la pared de casa, o esa pequeña que llevamos al cuello, sea signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo en el servir con amor a los hermanos, especialmente a los más pequeños y frágiles. La cruz es signo santo del Amor de Dios, es signo del Sacrificio de Jesús, y no debe ser reducida a objeto supersticioso o joya ornamental. Cada vez que fijemos la mirada en la imagen de Cristo crucificado, pensemos que Él, como verdadero Siervo del Señor, ha cumplido su misión dando la vida, derramando su sangre para la remisión de los pecados. Y no nos dejemos llevar a la otra parte, en la tentación del Maligno. Por consiguiente, si queremos ser sus discípulos, estamos llamados a imitarlo, gastando sin reservas nuestra vida por amor de Dios y del prójimo.

La Virgen María, unida a su Hijo hasta el calvario, nos ayude a no retroceder frente a las pruebas y a los sufrimientos que el testimonio del Evangelio conlleva para todos nosotros.” (Angelus, día 30 de agosto de 2020)

- “Diametralmente opuesto a Babel es Pentecostés (cfr. Hch 2, 1-3), lo hemos escuchado al principio de la audiencia. El Espíritu Santo, descendiendo del alto como viento y fuego, inviste la comunidad cerrada en el cenáculo, la infunde la fuerza de Dios, la impulsa a salir, a anunciar a todos a Jesús Señor. El Espíritu crea la unidad en la diversidad, crea la armonía. En la historia de la Torre de Babel no hay armonía; había ese ir adelante para ganar. Allí, el hombre era un mero instrumento, mera “fuerza-trabajo”, pero aquí, en Pentecostés, cada uno de nosotros es un instrumento, pero un instrumento comunitario que participa con todo su ser a la edificación de la comunidad. San Francisco de Asís lo sabía bien, y animado por el Espíritu daba a todas las personas, es más, a las criaturas, el nombre de hermano o hermana (cfr. LS, 11; cfr. San Buenaventura, “Legenda maior”, VIII, 6: FF 1145). También el hermano lobo, recordemos.” (Audiencia general, día 2 de septiembre de 2020)

(6.09.20)

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