LO TRIBUTARIO (nº 554)

Las fuentes del Derecho (11): ¿seguridad jurídica?

Establece el artículo 9.3 CE que la Constitución garantiza la seguridad jurídica. Antes se dice en ese mismo apartado y precepto que se garantiza el principio de legalidad y, evidentemente, respecto del ámbito tributario, ese principio es garantía de la seguridad jurídica al exigir que se regulen por ley las potestades, competencias, derechos y facultades, así como los deberes y obligaciones tributarios. En concreto, el artículo 8 LGT establece: “Se regularán en todo caso por ley…” y se relacionan a continuación, las materias sometidas al principio de reserva de ley. También se establece en el precepto constitucional la jerarquía normativa y la publicidad de las normas y esa previsión constitucional se regula legalmente: desde la iniciativa legislativa a la potestad reglamentaria y la publicidad de las normas en los artículos 127 a 133 Ley 39/2015, LPAC; y en el ámbito tributario se regula (arts. 85 a 87 LGT) la información y asistencia a los administrados tributarios mediante publicaciones, comunicaciones e informaciones. Y, también es una garantía de la seguridad jurídica, que el precepto constitucional establezca: la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales.

No parece que haya un grado de seguridad jurídica razonablemente aceptable cuando se regula por ley que la realidad y contenido de los hechos ocurridos años antes, así como su calificación jurídica, se puedan ver modificados a efectos de la tributación en años futuros (art. 115 LGT, según la reforma de la ley 34/2015). Aunque, si bien se mira, esa esquizofrenia fiscal tiene su base y su complemento legales si la propia ley establece (art. 15 LGT) que si la Administración estima que los hechos, actos o negocios -reales, válidos y lícitos- de los administrados son impropios, inusuales o artificiosos, puede exigir una tributación mayor aplicando las normas correspondientes a otros hechos, actos o negocios que la Administración considera propios, usuales o naturales. Y, en esta especie de inseguridad jurídica, no se puede dejar de señalar que mientras la ley permite que la Administración revise sus propios actos para obtener resultados favorables mediante diversos procedimientos (declaración de lesividad: art. 218 LGT) y recursos (ordinario de alzada, extraordinarios de alzada para unificación de criterios o de doctrina, extraordinario de revisión: arts. 241, 242, 243 y 244 LGT), limita esa revisión en favor de los administrados al establecer que la revocación (art. 219 LGT) sólo se puede iniciar de oficio y al impedir la autoliquidación sustitutiva (art. 222 LGT).

Se hacían estas consideraciones en un “Taller de Tributación” cuando un participante señaló que la única seguridad del administrado tributario es que de toda comprobación resulta una diferencia a regularizar desfavorable para él. Y siguieron las aportaciones de otros participantes: y la consecuencia es que los que pagan esas diferencias no siempre ajustadas a Derecho deciden dejar siempre algo para la futura regularización; y, aunque se trate de simples rectificaciones o diferencias de criterio, en la estadística aparecen como fraude descubierto; y algo debe funcionar mal porque no es para estar satisfecho “descubrir hoy más fraude que ayer, pero menos que mañana”. Quizá falle la seguridad jurídica porque las normas son difíciles de entender o porque cambian frecuentemente o porque no se aplican bien; quizá por los objetivos o por los incentivos. O porque la Administración no soporta consecuencia alguna cuando se anulan sus actos

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Delito fiscal. A diferencia de todos los otros deportistas, un acusado se niega al pacto con la Fiscalía que ya ha reducido a la mitad la pena que pedía. Quizá no era delito.

El cristiano, en su camino hacia el cielo, sigue los pasos de Jesús, está atento a sus gestos, a sus palabras. Y las recuerda. Y procura parecerse a Él en todos los instantes de su vida. Y, como la vida humana es lucha, como es trabajo (“Militia est vita hominis super terram, et sicut dies mercenarii dies eius”, Job 7,1), el cristiano no olvida la frase de Jesús: “Mi Padre no deja de trabajar, y yo también trabajo” (Jn 5,17) y sabe que todo el quehacer ordinario de cada día es su trabajo, cada uno en su estado y profesión. Trabaja, y lucha el que quiere nacer; trabaja y lucha el cuerpo que naturalmente no quiere morir. Trabaja el estudiante cuando estudia y el que tiene su oficio cuando se afana en su tarea. Trabaja la madre y el padre; y los abuelos. Se debe descansar del trabajo hecho: “Terminó Dios en el día séptimo la obra que había hecho, y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho” (Gn 2.2)

Hasta el principio en la creación del hombre se remonta la memoria para recordar la frase de Dios: “El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén para que lo trabajara y lo guardara” (Gn 2,15). Después de la transgresión del mandato de Dios, al trabajo, que había sido encargo de Dios, tarea encomendada al hombre, se le añadió la fatiga: “Maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida… Con el sudor de tu frente comerás el pan…” (Gn 3,17 y 19). Es una historia tan antigua y tan perdurable como el ser humano. Pero es una historia redimida.

“El trabajo, aún con sus componentes de fatiga, de monotonía, de obligatoriedad -donde se advierten las consecuencias del pecado original- le ha sido dado al hombre, antes del pecado, precisamente como instrumento de elevación, de perfeccionamiento del cosmos, como plenitud de su personalidad, como colaboración en la obra creadora de Dios. La fatiga que lleva consigo asocia al hombre al valor de la cruz redentora de Cristo” (san Juan Pablo II, Alocución, el día 1 de abril de 1980). Consideraciones como estas son las que permiten recordar que, si algunos relacionan la palabra “trabajo” (travaille, en francés) con “tripalium” (latín) que era un instrumento de castigo, la palabra “labor” (“laboro”, italiano; “labour”, inglés) podría referirse originalmente a las tareas agrícolas, que es lo que encaja mejor con el contexto bíblico.

Pero no se trata sólo de trabajar, sino de hacerlo bien. El cristiano puede recordar que “operaretur” (Gn 2,15) viene de “opus” que, en singular (“locatio conductio operis”, arrendamiento de obra, a diferencia de “locatio conductio operarum”, arrendamiento de servicios), no quiere decir sólo “obra”, sino “creación”, algo nuevo en el que se nota la impronta personal del autor. Así debe ser el trabajo, cualquier trabajo honesto, del cristiano. “¿Quieres de verdad ser santo? – Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces” (san Josemaría, “Camino”, 815)

“Nuestros días pueden quedar santificados si se asemejan a los de Jesús: si trabajamos a conciencia y mantenemos la presencia de Dios mientras trabajamos, si vivimos la caridad con quienes están a nuestro alrededor, si sabemos aceptar las contradicciones evitando la queja frecuente, si las relaciones familiares, sociales y profesionales nos sirven como ocasión de apostolado…” (san Josemaría, “Conversaciones…”, n. 113)

LA HOJA SEMANAL
(del 14 al 19 de octubre)

Lunes (14)

San Calixto I, papa y mártir (28ª TO)
Palabras: “La gente se apiñaba alrededor de Jesús” (Lc 11,29)
Reflexión: Esta generación perversa pide un signo…
Propósito, durante el día: Dispón de mí Señor; que no te examine, que no te juzgue

Martes (15)

Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia
Palabras: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados… (Mt 11,28)
Reflexión: … y yo os aliviaré … mi yugo es llevadero y mi carga ligera”
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor en mi trabajo; protege mi descanso

Miércoles (16)

Santa Margarita María de Alacoque, virgen (28ª TO)
Palabras: “¡Ay de vosotros fariseos que pagáis el diezmo… (Lc 11,42)
Reflexión: … mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios”
Propósito, durante el día: Haz, Señor, que mi vida sea coherente con mi fe

Jueves (17)

San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir (28ª TO)
Palabras: “Empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua … (Lc 11,53)
Reflexión: … con muchas preguntas capciosas”
Propósito, durante el día: Hágase tu voluntad, bendita sea tu voluntad

Viernes (18)

San Lucas, evangelista
Palabras: “Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante” (Lc 10,1)
Reflexión: Les ordenó decir: Está cerca de vosotros el reino de Dios
Propósito, durante el día: Cerca de Ti, Señor. Hablando contigo y hablando de Ti

Sábado (19)

San Pedro de Alcántara, presbítero (28ª TO)
Palabras: “El Espíritu Santo os enseñará lo que tenéis que decir” (Lc 12,12)
Reflexión: Al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará
Propósito, durante el día: Madre, llena de gracia, no permitas que me aparte de Jesús

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 13, domingo (28º TO; ciclo C) nos recuerdan que la lepra del pecado, por grave que sea, la cura siempre Dios: “Y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño” (2R 5); “Es doctrina segura: si morimos con Él, viviremos con Él. Si perseveramos, reinaremos con Él. Si lo negamos, también Él nos negará…” (2 Tm 2); “Y, mientras iban de camino, quedaron limpios” (Lc 17). Vivimos de la fe, debemos ser fieles por la esperanza y confiando en el amor de Dios que quiere nuestra salvación.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “La fe comparable al grano de mostaza es una fe que no es orgullosa ni segura de sí misma, ¡no pretende ser un gran creyente haciendo el ridículo en algunas ocasiones! Es una fe que en su humildad siente una gran necesidad de Dios y, en la pequeñez, se abandona con plena confianza a Él. Es la fe la que nos da la capacidad de mirar con esperanza los altibajos de la vida, la que nos ayuda a aceptar incluso las derrotas y los sufrimientos, sabiendo que el mal no tiene nunca, no tendrá nunca la última palabra.” (Angelus, día 6 de octubre de 2019)

- “La condición de rabia ―porque Saulo estaba rabioso― y de conflicto de Saulo invita a que cada uno se pregunte: ¿Cómo vivo mi vida de fe? ¿Salgo al “encuentro” de los demás o estoy en “contra” de ellos? ¿Pertenezco a la Iglesia universal (buenos y malos, todos) o tengo una ideología selectiva? ¿Adoro a Dios o adoro las fórmulas dogmáticas? ¿Cómo es mi vida religiosa? ¿La fe en Dios que profeso me hace amigable u hostil a los que son diferentes a mí? (Audiencia general, el día 9 de octubre de 2019)

- “Así, nuestra misión radica en la paternidad de Dios y en la maternidad de la Iglesia, porque el envío manifestado por Jesús en el mandato pascual es inherente al bautismo: como el Padre me ha enviado así también os envío yo, llenos del Espíritu Santo para la reconciliación del mundo (cf. Jn 20,19-23; Mt 28,16-20). Este envío compete al cristiano, para que a nadie le falte el anuncio de su vocación a hijo adoptivo, la certeza de su dignidad personal y del valor intrínseco de toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. El secularismo creciente, cuando se hace rechazo positivo y cultural de la activa paternidad de Dios en nuestra historia, impide toda auténtica fraternidad universal, que se expresa en el respeto recíproco de la vida de cada uno. Sin el Dios de Jesucristo, toda diferencia se reduce a una amenaza infernal haciendo imposible cualquier acogida fraterna y la unidad fecunda del género humano.” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2019, en la solemnidad de Pentecostés el día 9 de junio de 2019)

(13.10.19)

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