LO TRIBUTARIO (nº 521)
Procedimientos tributarios (21): recaudación (y 2)
Leyendo el Capítulo de la LGT dedicado a regular “actuaciones y procedimiento de recaudación”, se puede llegar a una rara conclusión: antes del procedimiento de apremio no hay más “actuaciones” de la Administración que cobrar lo que pagan los administrados y aunque se presenta un “procedimiento”, lo cierto es que se regulan al menos tres (apremio, con los sucesores y con los responsables). Es una regulación dependiente que obliga al lector a ir de un lado a otro por la LGT así: los recargos y los intereses se regulan en los artículos 25 a 28; de sucesores y de responsables tratan los artículos 39 a 43 y 174 a 177; el pago, las formas y plazos se regulan en los artículos 60 a 64 y 71 a 76; los aplazamientos y fraccionamientos se regulan en los artículos 65 y 82; la prescripción del derecho a exigir el pago de las deudas tributarias se regula en los artículos 66 a 69; y los artículos 77 a 81 regulan las garantías para el cobro de la deuda tributaria y las medidas cautelares que pueden adoptarse al efecto.
- El procedimiento de apremio configura una forma de actuación ejecutiva de la Administración, a semejanza de la ejecución forzosa (arts. 99 a 105 Ley 39/2015 LPAC), pero con peculiaridades tributarias específicas: carácter, concurrencia con otros procedimientos, suspensión, conservación de actuaciones (arts. 163 a 166 LGT).
El procedimiento se inicia mediante providencia notificada identificando la deuda y liquidando los recargos correspondientes (art. 167). Si la deuda estuviera garantizada, se ejecutan las garantías (art. 168); el cobro se procura mediante la práctica del embargo de bienes y derechos (arts. 169 y, para los localizables en entidades de crédito y depósito, 171), documentado mediante diligencia notificada en cada actuación (art. 170), hasta llegar, si fuere preciso, a la enajenación de los bienes embragados (art. 172).
El procedimiento termina (art. 173): a) con el pago; b) por acuerdo que declare el crédito total o parcialmente incobrable una vez declarados fallidos todos los obligados al pago; c) por acuerdo de haber sido extinguida la deuda por otra causa. Pero, declarado un crédito incobrable, se reanudará (obligatoriamente) el procedimiento de apremio (dentro del plazo de prescripción) cuando se tenga conocimiento de la solvencia de algún obligado al pago.
- Aunque se regulan separadamente los procedimientos de actuación recaudatoria cerca de responsables solidarios o subsidiarios (arts. 174 a 176) y de sucesores (art. 177), como se ha regulado antes (art. 173.1 b) LGT), estando ellos obligados al pago, en vez (solidario) o si no pagó (subsidiario) o por sucesión (sucesor), del deudor, parece evidente que esas “actuaciones”: o no son “procedimientos” o son “subprocedimientos” de modo que, a efectos de duración del procedimiento de apremio (art. 104.1 últ, párrafo, LGT) no cabe “troceamientos” que serían un “barroquismo excesivo” (TEAC rr. 24.02.00, 8.03.00, 19.10.00, en doctrina abandonada), aunque sea práctica habitual.
- Aunque abarca un ámbito tributario más amplio que la recaudación, se puede incluir aquí la “Asistencia mutua” que se regula en los artículos 177 bis a 177 quaterdecies LGT y que se presta a otros Estados o a entidades internacionales o supranacionales. Se regula: intercambio de información, controles simultáneos asistencia en la notificación, comunicación, ejecución recaudatoria, competencia, motivos de oposición, suspensión.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Cartas de la Agencia a los pequeños empresarios: indica el margen bruto, el neto y cobros por tarjeta; avisa de que pueden ser indicio de riesgo fiscal. Molesta el tono…
¡Ascensión del Señor! “El Señor, Jesús, después de hablarles, se elevó al cielo y está sentado a la derecha de Dios” (Mc 16,19). “Los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se alejó de ellos y comenzó a elevarse al cielo. Y ellos le adoraron y regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el Templo bendiciendo a Dios” (Lc 24,50-53).
El cristiano que ya lleva cuarenta días celebrando en el alma la Pascua de Resurrección, renueva sus deseos de caminar con Jesús hasta el cielo, con el corazón alegre porque confía en la misericordia de Dios y repite esa parte del himno eucarístico que le confirma en las virtudes teologales: “Haz que yo crea siempre en Ti, que en Ti espere y que te ame” (“Fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diligere”). Y en la memoria permanece aquella poesía aprendida y recitada en años de colegio:
- “¿Y dejas, Pastor santo, / tu grey en este valle hondo y oscuro, / con soledad y llanto; / y Tú, rompiendo el puro / aire, te vas al inmortal seguro? / Los antes bienhadados / y los ahora tristes y afligidos, a tus pechos criados / por Ti desposeídos, / ¿a dó convertirán ya sus sentidos? / ¿Qué mirarán los ojos / que vieron de tu rostro la hermosura, / que no les sea enojo? / Quien oyó tu dulzura, / ¿qué no tendrá por sordo y desventura? / Aqueste mar turbado, / ¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto / al viento fiero y airado? / Estando Tú a cubierto, / ¿qué norte guiará la nave al puerto? / ¡Ay! Nube, envidiosa / aun de este breve gozo. ¿Qué te quejas? / ¿Dó vuelas presurosa? / ¡Cuán rica tú te alejas! / ¡Cuán pobres y cuán ciegos, ¡ay!, nos dejas!” (Fray Luis de León)
- Proclamamos, quizá sin pensarlo, al decir el Credo: “Jesucristo subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso”. Y dice el catecismo: “El cuerpo de Cristo fue glorificado desde el instante de su Resurrección como lo prueban las propiedades nuevas y sobrenaturales de las que, desde entonces, su cuerpo disfruta para siempre” (nº 659 CIC). Y, también, con san Juan Damasceno (“Expositio fidei”): “Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente, después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada” (CIC nº 663). Y añade el resumen: “Jesucristo, habiendo entrado de una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo” (CIC nº 667)
En el mes dedicado al Corazón de Jesús, en su latir, encontramos la protección del amor del Amor. Y no hay forma mejor de corresponder que unidos a la Madre de Dios que es Madre nuestra, que nos quiere como ninguna otra madre puede querer: “Y madre quiere decir amor, cariño, preocupación por sus hijos, miradas dulces, tiernas caricias, sacrificios, beneficios sin cuenta para nosotros” (sabatina de un colegio marista). Tiempo de entrega al Hijo haciendo que nuestras palabras lleguen a través del corazón de su Madre: “Recuerda Virgen, Madre de Dios, cuando estés en presencia del Señor, contarle cosas buenas de mí”. Y, así, hacemos de nuestra vida un rosario de avemarías: “Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
LA HOJA SEMANAL
(del 3 al 8 de junio)
Lunes (3)
Santos Carlos Luanga y compañeros mártires (7ª Pascua; mes del Corazón de Jesús)
Palabras: “Pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33)
Reflexión: Le habían dicho los discípulos: Creemos que saliste de Dios
Propósito, durante el día: Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío
Martes (4)
San Francisco Caracciolo, presbítero y fundador (7ª Pascua; Corazón de Jesús)
Palabras: “Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos… (Jn 17,9)
Reflexión: … que tú me diste, y son tuyos”
Propósito, durante el día: Tuyo soy, para Ti nací, ¿qué quieres Jesús de mí?
Miércoles (5)
San Bonifacio, obispo y mártir (7ª Pascua; mes del Corazón de Jesús)
Palabras: “No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal” (Jn 17,15)
Reflexión: “… como tú me enviaste al mundo, así los envío también yo al mundo”
Propósito, durante el día: No nos dejes caer en la tentación y líbranos del Malo
Jueves (6)
San Marcelino Champagnat, presbítero y fundador (7ª Pascua; Corazón de Jesús)
Palabras: “Este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo… (Jn 17,24)
Reflexión: … donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste”
Propósito, durante el día: Dios mío, no te fíes de mí, yo confío en Ti
Viernes (7)
San Antonio María Gianelli, obispo (7ª Pascua; mes del Corazón de Jesús)
Palabras: “Cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá … (Jn 21,18)
Reflexión: …y te llevará adonde no quieras”
Propósito, durante el día: Confianza: el Señor es mi pastor, nada me falta
Sábado (8)
San Jacobo Berthieu, presbítero y mártir (7ª Pascua, mes del Corazón de Jesús)
Palabras: “Vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba…” (Jn 21,20)
Reflexión: Pedro preguntó: Señor, y éste ¿qué?; Jesús contestó … ¿A ti qué?
Propósito, durante el día: De tu mano, Madre; no me dejes, que me pierdo
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 2, domingo (la Ascensión del Señor; ciclo C) nos animan en la esperanza y nos llenan de alegría: “Cuando el espíritu Santo descienda sobre vosotros, reibiréis fuerza para ser mis testigos” (Hech 1); “Para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de la gloria que da en herencia a los santos…” (Ef 1); “Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría” (Lc 24). Mirando el cielo, pisando tierra, con el corazón junto al de Cristo.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “200. Las raíces no son anclas que nos atan a otras épocas y nos impiden encarnarnos en el mundo actual para hacer nacer algo nuevo. Son, por el contrario, un punto de arraigo que nos permite desarrollarnos y responder a los nuevos desafíos. Entonces tampoco sirve “que nos sentemos a añorar tiempos pasados; hemos de asumir con realismo y amor nuestra cultura y llenarla de Evangelio. Somos enviados hoy para anunciar la Buena Noticia de Jesús a los tiempos nuevos. Hemos de amar nuestra hora con sus posibilidades y riesgos, con sus alegrías y dolores, con sus riquezas y sus límites, con sus aciertos y sus errores”.
201. En el Sínodo, uno de los jóvenes auditores proveniente de las islas Samoa, dijo que la Iglesia es una canoa, en la cual los viejos ayudan a mantener la dirección interpretando la posición de las estrellas, y los jóvenes reman con fuerza imaginando lo que les espera más allá. No nos dejemos llevar ni por los jóvenes que piensan que los adultos son un pasado que ya no cuenta, que ya caducó, ni por los adultos que creen saber siempre cómo deben comportarse los jóvenes. Mejor subámonos todos a la misma canoa y entre todos busquemos un mundo mejor, bajo el impulso siempre nuevo del Espíritu Santo.” (Exh. Ap. postsinodal “Christus vivit”)
- “Este es el secreto del cristiano: Dios está en medio de nosotros como un salvador poderoso. Esta certeza, como a María, nos permite cantar y exultar de alegría. “María se alegra”, se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros. “Ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo” (Exhort. ap. “Gaudete et exhultate”, 122). Sin alegría permanecemos paralizados, esclavos de nuestras tristezas. A menudo el problema de la fe no es tanto la falta de medios y de estructuras, de cantidad, tampoco la presencia de quien no nos acepta; el problema de la fe es la falta de alegría. La fe vacila cuando se cae en la tristeza y el desánimo. Cuando vivimos en la desconfianza, cerrados en nosotros mismos, contradecimos la fe, porque, en vez de sentirnos hijos por los que Dios ha hecho cosas grandes (cf. v. 49), empequeñecemos todo a la medida de nuestros problemas y nos olvidamos que no somos huérfanos; en la tristeza nos olvidamos que no somos huérfanos, que tenemos un Padre en medio de nosotros, salvador y poderoso. María viene en ayuda nuestra, porque más que empequeñecer, magnífica, es decir, “engrandece” al Señor, alaba su grandeza. Este es el secreto de la alegría. María, pequeña y humilde, comienza desde la grandeza de Dios y, a pesar de sus problemas —que no eran pocos— está con alegría, porque confía en el Señor en todo. Nos recuerda que Dios puede realizar siempre maravillas si permanecemos abiertos a él y a los hermanos. (Homilía, catedral católica de San José, Bucarest, Rumanía, 31 de mayo de 2019)
- “Y cuando “el mal”, agazapado ante la puerta del corazón (cf. Gn 4,7), nos induzca a encerrarnos en nosotros mismos; cuando “la tentación” de aislarnos se haga más fuerte, ocultando la sustancia del pecado, que es alejamiento de ti y de nuestro prójimo, ayúdanos nuevamente, Padre. Anímanos a encontrar en el hermano el apoyo que tú pusiste a nuestro lado para caminar hacia ti, y tener el valor de decir juntos: “Padre nuestro”. Amén. Y ahora recitamos la oración que el Señor nos enseñó”. (Padrenuestro en la nueva catedral ortodoxa de Bucarest, 31 de mayo de 2019)
(2.06.19)
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