LO TRIBUTARIO (nº 502)
Procedimientos tributarios (11): comprobación de valores (y 2)
Parece necesario completar la consideración de la regulación del “procedimiento” de comprobación de valores y, en su caso, de la “actuación” de comprobación de valores que se pudiera producir en el desarrollo de otro procedimiento, con una consideración de los “valores fiscales”. Y, al respecto, ante todo, se debe señalar la diferencia entre “valor” y “precio”. En el Derecho Romano se seguía una regla prudente: “Tantum valet res, quantum vendi potest” (tanto vale una cosa como en lo que puede ser vendida), que no siempre sigue la normativa tributaria cuando regula el valor real (art. 9 LISyD; art. 10 LITPyAJD), el valor catastral (art. 65 RDLeg 2/2004 del IBI y art. 22 RDLeg 1/04 del Catastro), el valor de mercado (v. arts. 18 y 19 LIP; en operaciones vinculadas: arts. 17.4 y 18 LIS), el precio de mercado (art. 24 LIP), el precio medio de mercado (art. 57.1.c) LGT), el precio normal de mercado, el importe real e importe efectivo (v. arts. 35.2 y 37.1c) LIRPF), la “contraprestación” (que es algo más que el precio -portes, transporte, seguros…- y algo menos que el precio -suplido, descuentos, bonificaciones…-, vid. art. 78 LIVA), el valor contable y el valor fiscal (v. art. 20 LIS). A esa complicación conceptual se debe añadir la advertencia que evite que creamos que el procedimiento sólo se refiere a “bienes inmuebles” cuando la valoración y la comprobación de valores afecta a “rentas, productos, bienes y demás elementos determinantes de la obligación tributaria” (art. 57.1 LGT)
Atendiendo a las normas reguladoras de cada tributo, el administrado debe declarar y, en su caso, también autoliquidar, calculando el valor que determina la obligación tributaria. La Administración puede facilitar esa obligación, y reducir el riesgo fiscal, permitiendo el acceso a la información sobre los valores que ella considera ajustados a las normas del tributo de que se trate (v. art. 90 LGT para inmuebles) o mediante acuerdo previo (art. 91 LGT para rentas, productos, bienes, gastos y otros elementos determinantes de la deuda tributaria) o por publicación de precios (p. ej. para transmisiones de vehículos entre particulares) o cotizaciones oficiales.
La Administración tiene la potestad de gestión de los tributos (art. 4 LGT) y, a esos efectos, sus órganos son competentes (art. 5 LGT) para comprobar lo declarado y lo autoliquidado por los Administrados (art. 115 LGT). La reciente doctrina del TS (ss. 5-6-18, dos, 13-6-18, 19-6-18, 2-7-18, 17-7-18, 18-7-18, 18-12-18) sobre la comprobación de valores ha señalado un aspecto relevante: para modificar un valor declarado la Administración debe probar que no es el que corresponde y, en la comprobación de valores, la Administración no disfruta de presunción de veracidad ni, mucho menos, cuando aprueba valores en una disposición general. Del mismo modo, se ha considerado que la comprobación mediante la “estimación por referencia” (valor real determinado aplicando un coeficiente al valor catastral: art. 57.1.b) LGT) es contraria a Derecho y anulable por ser ese un medio inidóneo para comprobar el valor real de los bienes inmuebles (ITP, ISyD).
Así, ha recobrado su valor originario las exigencias generales para toda comprobación de valores: individualización, examen directo, titulación adecuada del perito, motivación suficiente. Las excepciones razonables no impiden señalar las actuaciones incorrectas: textos genéricos y estereotipados, motivaciones incomprensibles.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
El Registro Mercantil aflora 5.000 sociedades interpuestas: revela que en las empresas españolas hay más socios de Luxemburgo que de Francia, Reino Unido y EEUU.
Cuaresma. El cristiano vive esta etapa del camino de su vida consciente de que es empinada y pedregosa. Da pasos cortos y alterna la mirada al cielo con la mirada al corazón, que late fuerte, entre la fatiga y la esperanza de la Pascua que se adivina cada vez más próxima. Es el espíritu de Cuaresma que se tiene que notar en la oración, en la convivencia, en el trabajo y en el descanso. “Como se vive, se reza; se reza como se vive”.
Cuaresma. Tiempo de misericordia. Tiempo de poner el corazón -de acoger, de perdonar, de comprender- en lo mísero, en lo pobre, lo inútil, lo que se tira, porque eso es amar al prójimo como Dios nos ama (cf. Jn 13,34). “Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadecieran de ti. En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición… el ayuno no germina si la misericordia no riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecunda: lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue sus vicios y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno” (san Pedro Crisólogo, sermón 43)
Tiempo de meditar sobre la misericordia de Dios. “Y les dijo esta parábola: - “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas” (Lc 13,8-9). Cristo, como aquí el viñador, intercede por nosotros: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34)
Tiempo de confianza en Dios: “Pastor que con tus silbos amorosos / me despertaste del profundo sueño; / tú, que hiciste cayado de ese leño / en que tiendes los brazos poderosos / vuelve los ojos a mi fe piadosos, / pues te confieso por mi amor y dueño, / y la palabra de seguir empeño / tus dulces silbos y tus pies hermosos. / Oye, Pastor, que por mores mueres, / no te espante el rigor de mis pecados, / pues tan amigo de rendidos eres. / Espera, pues, y escucha mis cuidados. / Pero ¿cómo te digo que me esperes?, / si estás, para esperar, los pies clavados.” (Lope de Vega)
Tiempo de vivir, de caminar, junto a nuestra Madre que es la Madre de Dios. “¡Oh, dicha incomparable, la madre de Dios es mi Madre! María es mi Madre, luego hay en ella preocupación por mí, deseos vehementes de que yo sea bueno, persevere y me salve.” (de la sabatina del colegio). Y tiempo de consolar a nuestra Madre: “Qué lejos, Madre, la cuna / y tus gozos de Belén: / “No, mi niño, no. No hay quien / de mis brazos te desuna” Y rayos tibios de luna, / entre las pajas de miel, / le acariciaban la piel / sin despertarle. ¡Qué larga! / es la distancia y qué amarga / de Jesús muerto a Emmanuel!” (Gerardo Diego: “Dame tus manos, María”, del Himno para los sábados de Cuaresma)
LA HOJA SEMANAL
(del 25 al 30 de marzo)
Lunes (25)
La Anunciación del Señor
Palabras: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38)
Reflexión: El ángel Gabriel fue enviado a Nazaret: “Alégrate llena de gracia”
Propósito, durante el día: Bendita y alabada sea la voluntad de Dios
Martes (26)
San Braulio de Zaragoza, obispo (3ª Cuaresma)
Palabras: “Hasta setenta veces siete” (Mt 18,22)
Reflexión: Pedro le preguntó a Jesús: ¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano?
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor, a pedir perdón y a perdonar
Miércoles (27)
Beato Peregrino (Pelegrín) de Falerone (3ª Cuaresma)
Palabras: “El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes… (Mt 5,19)
Reflexión: … y se lo enseñe a los hombres será el menos importante en el reino…”
Propósito, durante el día: Lo que Tú quieras, porque Tú lo quieres
Jueves (28)
San Esteban Harding, abad (3ª Cuaresma)
Palabras: “El que no está conmigo está contra mí; … (Lc 11,23)
Reflexión: … el que no recoge conmigo, desparrama”
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor; dame consejo y fuerzas para ayudarte
Viernes (29)
San Guillermo Tempier, obispo (3ª Cuaresma; abstinencia de carne y caldo de carne)
Palabras: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma… (Mc 12,29)
Reflexión: … amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Propósito, durante el día: Dios mío, dame amor para derrochar de ese amor con todos
Sábado (30)
San Juan Clímaco (3ª Cuaresma)
Palabras: “Oh, Dios, ten compasión de mí que soy un pecador” (Lc 18,13)
Reflexión: El fariseo decía: “Te doy gracias porque no soy como los demás”
Propósito, durante el día: Madre de Dios y Madre mía, no me dejes de tu mano
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 24, domingo (3º Cuaresma, ciclo C) nos meten en la misericordia de Dios: “… me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos…” (Ex 3); “y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron el mismo alimento espiritual; y la roca era Cristo” (1 Co 10); “El viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas” (Lc 13). Dios es nuestro Padre, nos ama, nos ayuda para ir al cielo; y la Madre de Dios es nuestra madre.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Por lo tanto, la Transfiguración de Cristo nos muestra la prospectiva cristiana del sufrimiento. No es un sadomasoquismo el sufrimiento: es un pasaje necesario pero transitorio. El punto de llegada al que estamos llamados es luminoso como el rostro de Cristo transfigurado: en Él está la salvación, la beatitud, la luz, el amor de Dios sin límites. Mostrando así su gloria, Jesús nos asegura que la cruz, las pruebas, las dificultades con las que nos enfrentamos tienen su solución y quedan superadas en la Pascua. Por ello, en esta Cuaresma, subamos también al monte con Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito, fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se irradie en nuestra vida.” (Angelus, día 17 de marzo de 2019)
- “El Padre Nuestro es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un “sino” ineludible. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse a Él incluso en la hora de la prueba más dura.
Así fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la angustia y oró: “¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya!” (Lucas 22, 42). Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en su prueba, buscaban la muerte, sino el después de la muerte, la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros, dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar siempre. Jesús dice: “¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en su idioma. Vamos a rezar juntos.” (Audiencia general, día 20 de marzo de 2019)
(24.03.19)
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