LO TRIBUTARIO (nº 349)

Nociones de moral fiscal (5)

Una explicación sencilla, completa, práctica y útil del contenido de la moral fiscal procura evitar la referencia a los principios, a las generalidades, a las construcciones conceptuales complejas, todo para no tener que referirse a la realidad concreta en situaciones ordinarias de la vida de las sociedades y de los individuos. Aunque sea como una base o un esquema para su posterior desarrollo, la exposición de las nociones de moral fiscal podría ser como sigue.

1) LO FISCAL. El término “fiscal” hay que referirlo a “lo público” y a la “coacción legítima” establecida para ordenar mediante normas las conductas y para exigir su cumplimiento. Desde ahí es fácil relacionar Presupuesto, Gastos e Ingresos públicos con la moral fiscal en cuanto que en esos aspectos cabe encontrar conductas moralmente reprochables. Así: en cuanto que el Presupuesto es la previsión de ingresos y gastos, aprobada por ley, una elaboración o una ejecución fraudulenta; en cuanto que los Gastos públicos se deben aprobar, acordar y ejecutar según lo normativamente establecido, las irregularidades que se pudieran cometer tienen trascendencia moral; y en cuanto a los Ingresos públicos, en especial en los de coactividad directa como son los tributos y las prestaciones patrimoniales (art. 31 CE), tiene relevancia moral tanto su regulación como su exigencia. En este aspecto se puede traer a consideración frases que fueron noticia (“el dinero público no es de nadie”) o que traen recuerdos evangélicos (“no extorsionéis”, Lc 3,14; “si algo he cobrado de más”, Lc19,8).

En definitiva, este primer punto se refiere a la responsabilidad moral de las autoridades y empleados públicos. Y se concreta, por ejemplo, en: la regulación o aplicación de impuestos injustos (confiscación, doble imposición, recargos sobre cuotas, amnistías); exigencia de cantidades que exceden de lo que sería la deuda tributaria exigible según la ley; el estímulo en el actuar exigiendo con esos excesos mediante incentivos económicos y proceder según esos estímulos por el propio beneficio; de forma similar o por otros motivos (soberbia, ideología, religión…), improcedente denegación de devoluciones, resoluciones desestimatorias para el contribuyente contrarias a Derecho o cobro ejecutivo (coacción directa) en apremios indebidos, embargos, subastas y enajenaciones de bienes del deudor tributario contra Derecho (parábola del perdón del amo y de la impiedad del siervo, Mt 18,21-35). Los actos que los tribunales anulan son la prueba de la existencia de esas actuaciones con relevancia moral, quizá sin otras consecuencias más allá de la propia conciencia. El caso más grave es el de imputar contra Derecho conductas sancionables y sancionarlas (la mota en el ojo ajeno, la viga en el propio, Mt 7,1-5). La gravedad sería mayor en caso de impunidad.

Esa consideración se debe completar con la que corresponde a quienes colaboran con esa situación irregular en materia fiscal. Así, hay que tratar de la responsabilidad: de los electores de representantes políticos a la vista de sus programas, de su ideología y de su proceder; de los votantes en las decisiones democráticas (grupos políticos, coaliciones); y aún de los propios contribuyentes que se acomodan al establecimiento y funcionamiento de estructuras tributarias irregulares (“si en todo caso, y aunque realmente no existieran, se regulariza exigiendo diferencias, está justificado dejar parte sin declarar ni ingresar”), con la consiguiente relevancia moral. (cont.)

DE LO HUMANO A LO DIVINO

El repaso veraniego de las mujeres del Antiguo Testamento tiene justificación. Dice el número 64 del Catecismo de la Iglesia Católica: “Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel. De ellas la figura más pura de esta esperanza es María”.

En el Nuevo Testamento se habla de mujeres sin citar su nombre: la samaritana (Jn 4, 5-42); la mujer adúltera (Jn 8, 4-11); la hemorroísa (Mt 9,20-23; Mc 5, 25-34; Lc 8, 43-48); la hija de Jairo (Mt 9, 18-19 y 22-26; Mc 5, 22-24 y 35-42; Lc 8, 41-42 y 49-55); la viuda que iba a enterrar a su hijo en Naín (Lc 7, 11-15); la cananea (Mt 15, 22-28; Mc 7, 25-30); la suegra de Simón Pedro, que estaba acostada con fiebre, y, curada por Jesús, se puso a servirle (Mt 8, 14-15; Mc 1, 30-31; Lc 4, 38-39); la madre (Mc 3,17) de Juan y Santiago que eran los hijos de Zebedeo (Mt 20, 20-24; Mc 10, 35); la mujer encorvada que fue curada en sábado (Lc 13, 10-16); la viuda que dio como limosna todo lo que tenía: dos monedas pequeñas (Mc 12,42-44; Mc 21, 1-4); la mujer pecadora que ungió con perfume a Jesús (Lc 7, 37-39).

Otras mujeres se identifican con su nombre: Isabel, la prima de la Virgen, que era mujer de Zacarías y madre de Juan, el Bautista (Lc 1, 5-25), a la que María, que iba a ser madre de Jesús, visitó y acompañó hasta que nació Juan (Lc 1, 39-40 y 56); la profetisa Ana, hija de Fanuel, que estuvo en la presentación del Niño en el Templo (Lc 2, 36-38); las hermanas de Lázaro, de Betania (Lc 10, 38-42, Marta y María, “la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos” (Jn 11, 1-40 y 12, 1-8), en la que posiblemente es la misma unción que la de Betania durante la comida en casa de Simón, el leproso (Mt 26, 6-13; Mc 14, 3-9)

De las mujeres que acompañaron a Jesús hay entrañables referencias: “Le acompañaban… algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; y Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; y Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes” (Lc 8, 1-3)

De la madre y parientes de Jesús también hay referencias: intentaban hablar con él (Mt 12, 46, Mc 3, 31; Lc 8, 19-20); en Nazaret se preguntaban “¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven entre nosotros?” (Mt 13,55-56; Mc 6, 3; Lc 4,22)

También hay otras mujeres que recordamos en pasajes evangélicos, como Herodías y su hija Salomé, en la decapitación de Juan el Bautista (Mc 6, 21-29); o las sirvientas del sumo pontífice que provocaron las negaciones de Pedro (Mt 26, 69-70; Mc 66-70; Lc 22, 56; Jn 18, 17); y la mujer de Pilato que, cuando estaba sentado en el tribunal, mandó decirle: “no te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy en sueños he sufrido mucho por su causa” (Mt 27,19)

Se ha elaborado así una página que puede ser una guía adecuada, interesante, atractiva, para meditar sobre la vida de Jesús desde que vino a este mundo hasta su resurrección y ascensión a los cielos. Una meditación cerca, en cada paso, de la mujer de que trate cada pasaje evangélico. Caminar con Jesús y con buena compañía es un regalo.

LA HOJA SEMANAL
(del 4 al 9 de septiembre)

Lunes (4)

Santa Rosa de Viterbo, virgen (22ª TO; Nª Sª de Fontcalda)
Palabras: “Lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco” (Lc 4,29)
Reflexión: Nazaret donde se había criado. Se abrió paso entre ellos y se alejaba
Propósito, durante el día: Dios mío, aleja de mí todo lo que me aparte de Ti

Martes (5)

Santa Teresa de Calcuta, fundadora (22ª TO)
Palabras: “Hablaba con autoridad” (Lc 4,32)
Reflexión: Echó del poseído al demonio inmundo. Ordenaba con autoridad
Propósito, durante el día: Dios mío, yo me fio de Ti, pero no me fío de mi

Miércoles (6)

Nª Sª de Guadalupe (22ª TO)
Palabras: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” (Lc 4,41)
Reflexión: Así gritaban los demonios cuando salían de los poseídos
Propósito, durante el día: Jesús, Dios mío, mi hermano, mi amigo

Jueves (7)

Santa Regina, virgen y mártir (22ª TO)
Palabras: “Y, dejándolo todo, lo siguieron” (Lc 5,11)
Reflexión: Primera multiplicación de los peces; la llamada de Jesús a seguirle
Propósito, durante el día: Duc in altum! Donde Tú quieras, cuando quieras

Viernes (8)

La Natividad de la Santísima Virgen María (Nª Sª de los Llanos, Fuensanta, Coro…)
Palabras: “La virgen concebirá y dará luz a un hijo” (Mt 1,23)
Reflexión: Le pondrá por nombre Emmanuel, “Dios con nosotros”
Propósito, durante el día: ¡Felicidades, Madre! Regalos: rezar, ser amable, comprender

Sábado (9)

San Pedro Claver, presbítero (22ª TO; Nª Sª de Aránzazu, de Gracia)
Palabras: “El Hijo del hombre es señor del sábado” (Lc 6,5)
Reflexión: Un Dios que es amor, que es misericordioso, que es clemente
Propósito, durante el día: Madre mía, ayúdame a ser como Dios quiere que yo sea

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 3, domingo (22º TO, ciclo A; Nª Sª de la Cinta) proporcionan una guía de enamorado: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir” (Jr 20); “presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios” (Rm 12); “El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16). Amar es darse por entero, para siempre y sin condiciones. Amar a Dios es hacer su voluntad, gozar porque es lo que Dios quiere. María, madre, es modelo y ayuda.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “También con nosotros, hoy, Jesús quiere continuar construyendo su Iglesia, esta casa con fundamento sólido, pero donde no faltan las grietas, y que continuamente necesita ser reparada. Siempre. La Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada. Nosotros ciertamente no nos sentimos rocas, sino solo pequeñas piedras. Aún así, ninguna pequeña piedra es inútil, es más, en las manos de Jesús la piedra más pequeña se convierte en preciosa, porque Él la recoge, la mira con gran ternura, la trabaja con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él desde siempre ha pensado y donde puede ser más útil a toda la construcción. Cada uno de nosotros es una pequeña piedra, pero en las manos de Jesús participa en la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros, aunque seamos pequeños, nos hemos convertido en “piedras vivas”, porque cuando Jesús toma en la mano su piedra, la hace suya, la hace viva, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida de su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: esta es comunidad de vida, hecha de muchísimas piedras, todas diferentes, que forman un único edificio en su signo de la fraternidad y de la comunión.” (Angelus, 27 de agosto de 2017)

- “Por este motivo el cristiano —como la Virgen María— custodia la llama de su enamoramiento: enamorados de Jesús. Claro que hay pruebas en la vida, hay momentos en los que hace falta ir hacia delante a pesar del frío y los vientos contrarios, a pesar de tantas amarguras. Pero los cristianos conocen el camino que conduce a aquel fuego sacro que les ha encendido una vez para siempre. Pero por favor, os lo pido: no hagamos caso a las personas desilusionadas e infelices; no escuchemos a quien recomienda cínicamente no cultivar esperanzas en la vida; no nos fiemos de quien apaga desde el principio cada entusiasmo diciendo que ningún esfuerzo vale el sacrificio de toda una vida; no escuchemos a los “viejos” corazones que ahogan la euforia juvenil. ¡Vayamos donde los viejos que tienen los ojos brillantes de esperanza! Cultivemos, en cambio, sanas utopías: Dios nos quiere capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos bien atentos a la realidad. Soñar con un mundo diverso. Y si un sueño se apaga, volver a soñarlo de nuevo, llegando con esperanza a la memoria de los orígenes, a esos brazos que, quizá después de una vida no tan buena, se han escondido bajo las cenizas del primer encuentro con Jesús.” (Audiencia general, día 30 de agosto de 2017)

(3.09.17)

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