LO TRIBUTARIO (nº 318)

Comprender el I. Sucesiones (y 3): Nociones sobre las herencias

Conviene tener una idea elemental de las previsiones del Código civil respecto de las donaciones (naturaleza y contenido: arts. 618 a 623; personas que pueden hacer o recibirlas: arts. 624 a 633; efectos y limitación de las donaciones: arts. 634 a 643; revocación y reducción de las donaciones: arts. 644 a 656). E igual respecto de las herencias parece conveniente conocer conceptos y saber localizar su regulación.

- De las donaciones es relevante señalar la importancia de la aceptación (arts. 618, 623, 629, 630); también que hay donaciones remuneratorias (art. 619) y con causa onerosa (art. 622) y con obligación de pagar las deudas del donante (arts. 642, 643); y con efectos al morir el donante (art. 620); que se puede donar a los concebidos no nacidos (art. 627) o a personas inhábiles (art. 628); que también se regula la forma de las donaciones (arts. 632, 633); que la donación puede comprender todos los bienes presentes del donante (art. 634) sin que se pueda dar o recibir por donación más de lo que se puede dar o recibir por testamento (art. 636, el exceso es donación “inoficiosa”), pero no los bienes futuros (art. 635). Para muchos esta relación puede ser un descubrimiento que anima a leer una regulación clara, bien escrita, como antes se hacía.

- De las sucesiones conviene recordar que los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento de su muerte (art. 657), que se produce: a) mediante testamento (art. 667, 670), atendiendo a la capacidad para testar (art. 662 a 666 y 668 y 669), al contenido y validez del testamento (arts. 671 a 675), a las clases de testamento (arts. 676 a 680): ológrafo (art. 688 a 693), abierto (arts. 694 a 705) o cerrado (art. 706 a 715), militar (arts. 716 a721), marítimo (art. 722 a 725) o en el extranjero (art. 732 a 736), la regulación sobre los testigos (arts. 681 a 683), el notario (arts. 684 a 687), la revocabilidad de los testamentos (arts. 737 a 743; b) o, si falta testamento, por disposición de la ley (art. 658), que la herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona que no se extingan con su muerte (art. 659).

Es heredero el que sucede a título universal en todos sus derechos y obligaciones del difunto (art. 660, 661) y legatario el que sucede a título particular (v. arts. 858 a 891). Se regula la capacidad o incapacidad para suceder (arts. 744-745, 758 a 762), incluso por causa de indignidad (art. 756-757), con peculiaridades para establecimientos (art. 746 a 748), los pobres en general (art. 749), persona incierta (art. 750), parientes sin especificar (art. 751), disposiciones durante la última enfermedad (art. 752), en favor del tutor o del notario o de incapaz (arts. 753 a 755)

También se regula la institución de heredero (arts. 763 a 773), la sustitución (arts. 774 a 780) con especial detalle en la fideicomisaria (arts. 781 a 789), la condición y el término (art. 790 a 805). De evidente importancia es la regulación de las “legítimas”, y los supuestos legales para privar de ellas, y los “herederos forzosos”, y su preterición (arts. 806 a 822), así como también de las “mejoras” (arts. 823 a 833) y los derechos del cónyuge viudo (arts. 834 a 847); y la desheredación (arts. 848 a 857)

Se regula los albaceas (arts. 892 a 911) y, en la sucesión intestada o legítima (art. 912 a 914), el parentesco (art. 915 a 923), la representación (arts. 924 a 929), el orden de suceder (arts. 930 a 955) y la sucesión del Estado (arts. 956 a 958). Y otros asuntos.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

No ha sido noticia, aunque en algún rincón se ha publicado, que un juez ha archivado las denuncias sobre ganancias irregulares de quien fue un alto cargo político, sin que se haya cesado, enjuiciado ni siquiera criticado a quienes señalaron su repulsa y una severa acusación dando por cierta la comisión de un delito. Pero un Estado democrático de sospechas no es un Estado de Derecho que exige garantías y está sólo a lo que resulte de pronunciamientos judiciales.

¡Pascua de Resurrección! Tiempo de vivir con intensidad las virtudes teologales: la fe porque es “fundamento de las cosas que se esperan, prueba de las que no se ven” (Hb 11,1); la esperanza que es “un poderoso consuelo… un ancla segura y firme de nuestra vida y que entra hasta el interior” (Hb 6,19); y “el camino más excelente”: porque “la caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca se acaba…” (1 Co 13,4-8). No hay mejor guía para el camino hacia el cielo. Los hay que llevan ese texto muy cerca, que lo repasan frecuentemente, que hacen con él su examen de conciencia, más de una vez cada día.

El cristiano sabe que Jesús es el Hijo de Dios y que está realmente en el Sagrario y que lo recibe en la comunión sacramental -lleno de Dios, sumido en su divinidad- y que lo toca con el corazón cuando lo desea en la comunión espiritual, como le ocurre al enamorado al pensar en la persona amada. Y se siente dichoso al vivir esta cercanía.

No tuvieron más cercanía de Jesús que nosotros ni fue más real la de aquellos discípulos. Fue el mismo día de la Resurrección. “Ese mismo día, dos de ellos, se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido” (Lc 24, 13-14). Metiéndonos en esos personajes podemos pensar de qué iríamos conversando: de aquel día, de aquel momento en que Jesús nos miró y de las palabras de su llamada a seguirle; de lo que en ese instante sentimos (dejándolo todo lo siguieron, Juan, Santiago, Mateo…), de lo que ha sentido nuestro corazón en tantas ocasiones cuando notamos su mirada, cuando nos llegan sus palabras, cuando vemos lo que hace. ¿Se atreverían los discípulos, nos atreveríamos nosotros, a conversar sobre el abandono (todos lo abandonaron) en Getsemani, durante la noche, en la flagelación, en la condena, en el Calvario?

“Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle. Y les dijo: - ¿De qué veníais hablando entre vosotros por el camino? Y se detuvieron entristecidos. Uno de ellos que se llamaba Cleofás le respondió: - ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días? Él les dijo: - ¿Qué ha pasado?” (Jn 24, 15-19). Comentando y discutiendo, sin fe ni esperanza, estaban tan en su mundo que ni siquiera pudieron reconocer a Jesús con el que habían pasado tantos días. Entristecidos ¿por el “fracaso del proyecto” que ellos habían soñado? Hasta llegar a decirle a Jesús ¿eres tú el único forastero? ¡Al crucificado! Cada uno podemos preguntarnos: ¿Y yo qué? Pero hemos de acabar como el pasaje: Volvieron a Jerusalén, los once reunidos les decían: “El Señor ha resucitado realmente y se ha aparecido a Simón”. Y ellos, nosotros, nos ponemos a contar lo que nos ha pasado en el camino: ¡hemos reconocido a Jesús!

LA HOJA SEMANAL
(del 1 al 6 de mayo)

Lunes (1)

San José, obrero (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “¿No es éste el hijo del artesano?” (Mt 13,55)
Reflexión: No hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe
Propósito, durante el día: Dios mío, aumenta mi fe para verte en todo

Martes (2)

San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Yo soy el pan de vida” (Jn 6,35)
Reflexión: El que viene a mí no pasará hambre
Propósito, durante el día: Eucaristía, visitas al Sagrario, comuniones espirituales

Miércoles (3)

Santos Felipe y Santiago, apóstoles (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6)
Reflexión: Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré
Propósito, durante el día: Oración de intercesión: por los míos, por todos

Jueves (4)

San José María Rubio S.I., presbítero (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna” (Jn 6,47)
Reflexión: El que coma de este pan, vivirá para siempre
Propósito, durante el día: Oración eucarística. “Adorote devote”. “Anima Christi”

Viernes (5)

San Máximo, obispo (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (Jn 6,55)
Reflexión: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él
Propósito, durante el día: Vida eucarística. Metido en Dios. Lleno de Dios

Sábado (6)

Santo Domingo Savio, confesor (3ª de Pascua; mes de María)
Palabras: Muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con Él (Jn 6,66)
Reflexión: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna
Propósito, durante el día: Madre, llévame a Jesús, mantenme junto a Él para siempre

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 30, domingo (3º Pascua, ciclo A; san Pío V, Nª Sª de la Cabeza) son un cántico en la Resurrección, fundamento de nuestra fe: “Dios lo resucitó” (Hech 2); “Por Cristo vosotros creéis en Dios” (1 Pe 1); “Era verdad, ha resucitado el Señor” (Lc 24). Es tiempo de vivir la alegría de la Pascua. Se debe notar en nuestro talante, al perdonar y al pedir perdón, en la ocupación y en el ocio. Tiempo de alegrarnos con María y José. Tiempo de rezar por los que hacemos familia en el blog.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “La misericordia a la luz de la Pascua se deja percibir como una verdadera forma de conocimiento. Y esto es importante: la misericordia es una verdadera forma de conocimiento. Sabemos que se conoce a través de muchas formas. Se conoce a través de los sentidos, se conoce a través de la intuición, a través de la razón y aún de otras formas. Bien, se puede conocer también a través de la experiencia de la misericordia, porque la misericordia abre la puerta de la mente para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal. La misericordia nos hace comprender que la violencia, el rencor, la venganza no tienen ningún sentido y la primera víctima es quien vive de estos sentimientos, porque se priva de su propia dignidad. La misericordia también abre la puerta del corazón y permite expresar la cercanía sobre todo hacia aquellos que están solos y marginados, porque les hace sentirse hermanos e hijos de un solo Padre. Favorece el reconocimiento de cuantos tienen necesidad de consuelo y hace encontrar palabras adecuadas para dar consuelo.” (Regina coeli, día 23 de abril de 2017)

- “No por casualidad entre los símbolos cristianos de la esperanza hay uno que a mí me gusta mucho: el ancla. Expresa que nuestra esperanza no es vaga; no va confundida con el sentimiento transitorio de quien quiere mejorar las cosas de este mundo de forma poco realista, basándose solo en la propia fuerza de voluntad. La esperanza cristiana, de hecho, encuentra su raíz no en el atractivo del futuro, sino en la seguridad de lo que Dios nos ha prometido y ha realizado en Jesucristo. Si Él nos ha garantizado que no nos abandonará nunca, si el inicio de cada vocación es un “Sígueme”, con el que Él nos asegura permanecer siempre delante de nosotros, ¿entonces por qué temer? Con esta promesa, los cristianos pueden caminar por todos lados. También atravesando porciones de mundo herido, donde las cosas no van bien, nosotros estamos entre aquellos que también allí continúan esperando. Dice el salmo: “Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo” (Salmo 23, 4). Es precisamente donde se extiende la oscuridad que es necesario tener encendida una luz. Volvamos al ancla. Nuestra fe es el ancla en el cielo. Nosotros tenemos nuestra vida anclada en el cielo. ¿Qué debemos hacer? Sujetarnos a la cuerda: está siempre allí. Y vamos adelante porque estamos seguros que nuestra vida tiene como un ancla en el cielo, en esa orilla a la que llegaremos.

Cierto, si confiáramos solo en nuestras fuerzas, tendríamos razón de sentirnos desilusionados y derrotados, porque el mundo a menudo se demuestra refractario a las leyes del amor. Prefiere, muchas veces, las leyes del egoísmo. Pero si sobrevive en nosotros la certeza de que Dios no nos abandona, que Dios nos ama tiernamente a nosotros y a este mundo, entonces enseguida cambia la perspectiva. “Homo viator, spe erectus”, decían en la antigüedad. A lo largo del camino, la promesa de Jesús “Yo estoy con vosotros” nos hace estar de pie, erigidos, con esperanza, confiando en que el Dios bueno está ya trabajando para realizar lo que humanamente parecía imposible, porque el ancla está en la playa del cielo.” (Audiencia general, día 26 de abril de 2017)

(30.04.17)

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