LO TRIBUTARIO (nº 282)

Por qué el IRPF (14): la base liquidable

Los antecedentes de los impuestos actuales demuestran que ya entonces se consideraba que los rendimientos del trabajo no sólo eran temporales (mientras había salud y fuerzas) sino también los más inseguros en su percepción a diferencia de los rendimientos del capital que eran tan perpetuos como el capital que los producía y tan seguros como la permanencia de éste (los más, los títulos de la Deuda garantizados por el Estado). Esos motivos para la protección fiscal tuvieron que convivir en la Hacienda moderna con el incentivo al ahorro productivo (que es fuente de nuevas rentas). Esas ideas científicamente debatidas y los intereses políticos lleva a situaciones como las del IRPF, con reducciones “protectoras” para los rendimientos del trabajo y los de actividad y la consideración de renta del ahorro con menor tributación de los rendimientos de capital mobiliario y las ganancias patrimoniales. De modo que la mayor tributación está en las imputaciones que no son renta ganada.

Los artículos 44 a 49 LIRPF regulan una distribución entre renta general (rendimientos del trabajo, del capital inmobiliario y de actividad y las imputaciones) y renta del ahorro (casi todos los rendimientos del capital mobiliario -art. 25, 1, 2 y 3 LIRPF- y las ganancias patrimoniales). Estos componentes de la renta se compensan entre sí según se regula en los artículos 47 y 48 LIRPF para obtener la base imponible general y la base imponible del ahorro.

Según se dispone en el artículo 50 LIRPF, para obtener la base liquidable general se resta de la base imponible general, precisamente por su orden, las reducciones reguladas en los artículos 51, 53, 54, 55 y DA 11ª LIRPF sin que pueda resultar negativa. La base liquidable del ahorro es el resultado de disminuir la base imponible del ahorro en el remanente, si lo hubiera, de la reducción regulada en el artículo 55 LIRPF. Si la base liquidable general resultase negativa se puede compensar con las bases generales liquidables positivas en los 4 años siguientes, en la cuantía máxima en cada año siguiente y sin que pueda practicarse fuera de ese plazo mediante la acumulación de bases liquidables generales negativas de años posteriores.

Las reducciones practicables en los términos en que se regulan en la ley, en su caso, son: 1) por aportaciones y contribuciones a sistemas de previsión social (art. 51 LIRPF), con las limitaciones establecidas en el artículo 52 LIRPF; 2) por aportaciones y contribuciones a sistemas de previsión social constituidos a favor de personas con discapacidad (art. 53 LIRPF); 3) por aportaciones a patrimonios protegidos de las personas con discapacidad (art. 54 LIRPF); 4) por pensiones compensatorias satisfechas por decisión judicial a favor del cónyuge y las anualidades por alimentos con excepción de las fijadas a favor de los hijos del contribuyente (art. 55 LIRPF) ; 5) por aportaciones a mutualidad de previsión social de deportistas profesionales (DA 11ª LIRPF).

- Los “mínimos” no son reducciones, pero son importes que pueden quedar fuera de tributación según la técnica de la exención con progresividad: no se excluyen en la base liquidable, pero de la cuota tributaria se resta el importe que les correspondería aplicando el tipo medio de gravamen (arts. 63.1.2º y 66.1.2º y 2.2º y correspondientes en las escalas autonómicas). En los artículos 56 a 61 se regulan el mínimo personal y familiar, el mínimo del contribuyente, el mínimo por descendientes, el mínimo por ascendientes y el mínimo por discapacidad, así como normas comunes para su aplicación. Esta cuestión debatida desde hace años parte de una idea elemental: la renta imprescindible para sobrevivir no se puede gravar (si fueran precisa 100 y el gravamen a pagar fuera 1, la persona moriría antes de las 24 horas del 31 de diciembre). Antes de 1978 se “desgravaba” un importe aplicando el tipo medio de gravamen (menor tributación cuanta más renta ganada). En1978 se aplicaron “deducciones” fijas (menor tributación para menores rentas). En 1998 los mínimos se excluían de tributación (la crítica errónea confundió no sujeción con “reducciones” que habrían favorecido a las mayores rentas). Ahora, con tributación o exención según la renta.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

A veces, leer noticias tributarias en los medios de comunicación exige un esfuerzo de comprensión que puede estar cerca de la adivinación. En páginas de deporte o de economía se decía: “Hacienda pide 52 millones a los clubes de fútbol”. Los pagos de comisiones a los representantes se hacían por mitad entre el club y el deportista. La Administración lo admitía. Ha cambiado de criterio: las comisiones “forman parte del salario de los deportistas y deben ser ellos los que tributen”. Por este motivo se señalan las cantidades “exigidas a algunos clubes”. Pero la explicación debe ser otra.

Otras veces la publicación de noticias tributarias se prohíbe por un juez, como las referidas a la posible deuda de un deportista, a diferencia de lo que antes ocurrió con los de clubes rivales, quizá porque no se comprenderían bien y podrían llevar a la adivinación.

Pero la dificultad de comprender las noticias tributarias es algo habitual. En el asunto de los gastos de representación por utilización indebida o excesiva de tarjetas de crédito, se dice que se pide menos pena para quienes devolvieron lo dispuesto improcedentemente. Si se mantiene que ese importe era rendimiento del trabajo no parece que haya relación entre esa devolución ahora y el delito por no ingresar en su día el IRPF; si se mantiene que era un uso injustificado de fondos de la empresa, la devolución debería influir en una demanda o querella de la empresa, pero no habría delito contra la Hacienda. Salvo que se considerara renta sujeta a tributación lo robado, lo estafado, lo apropiado indebidamente. Toda una novedad en los Estados de Derecho occidentales.

El cristiano sigue su camino hacia el cielo y aprovecha cada etapa litúrgica del año para llenar la vida de sentido: existimos por amor, vivimos por el amor que recibimos y para amar con el amor que nos inunda y se derrama y sabemos que Dios, el Amor, está con nosotros y nos espera en el cielo para estar con Él para siempre. Es ésta una romería jubilosa en la que unos animan a los otros: los del cielo a los que están para llegar y a los que avanzamos por el camino; y nosotros ayudamos y nos encomendamos a los que están en purificación y debemos procurar seguir el ejemplo de otros que van delante o a nuestro lado y levantamos, sostenemos y animamos a todo el que necesite de nuestra colaboración. El Adviento es tiempo de camino esforzado para llegar a Belén con el alma limpia y preparada para adorar de cerca al Niño, que es Dios. En la tercera semana, el domingo “Gaudete”, “¡Alegraos!”, nos anima y da el tono a nuestros villancicos: “La Virgen lava pañales y los tiende en el romero; los angelicos cantando y el romero floreciendo”.

El camino del cielo se hace entre multitudes, con el corazón compartido: en la ayuda al que lo necesite, en la amabilidad con todos, en el perdón que pedimos y damos pronto y sin regateo, en la escucha, en la comprensión, en el callar la palabra inoportuna y, sobre todo, arrinconando al “yo”, siempre dispuesto al protagonismo. “Para que no me busque a mi cuando te busco/ y no sea egoísta mi oración,/ pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra/ en el desierto de mi corazón” (Laudes, lunes, II).

“Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos... Jesús al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe: -¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? -lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer” (Jn 6, 2.5). Y se sentaron unos cinco mil hombres. Al atardecer los discípulos embarcaron y pusieron rumbo a Cafarnaún. Ya oscurecido, el mar se agitó violentamente. Vieron a Jesús caminar sobre las aguas. Les dijo: No temáis. Quisieron que subiera a la barca. Y al instante la barca llegó a tierra. “Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar... Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún” (Jn 6,22-24). Esa es la enseñanza que reciben los que leen el Evangelio metiéndose como uno más entre las multitudes que seguían Jesús. Ahí estamos cada uno, en cada instante del día o de la noche. “... Que busques a Cristo, que trates a Cristo, que ames a Cristo” (v. “Camino” nº 382)

LA HOJA SEMANAL
(del 12 al 17 de diciembre)

Lunes (12)

Nª Sª Guadalupe (3ª Adviento)
Palabras: Me llamarán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48)
Reflexión: ¿De dónde a mi tanto bien que venga a visitarme la madre de Dios?
Propósito, durante el día: Hablar con la Madre, pedirle por mi y por otros, darle gracias

Martes (13)

Santa Lucía, virgen y mártir (3ª Adviento)
Palabras: “Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue” (Mt 21,30)
Reflexión: Parábola de los dos hijos. El otro dijo “no quiero”, pero fue
Propósito, durante el día: Hablar con Jesús: comenta los asuntos, las relaciones, pedir, agradecer

Miércoles (14)

San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia (3ª Adviento)
Palabras: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro” (Lc 7,19)
Reflexión: Esperando la Navidad. Dios, Amor, hecho niño. O lo que el “yo” de cada uno quiere
Propósito, durante el día: Relación con los demás: amable, comprensivo; sonreír, callar

Jueves (15)

San Fortunato, mártir (3ª Adviento)
Palabras: “... frustraron el designio de Dios para con ellos” (Lc 7, 30)
Reflexión: Jesús habla de Juan el Bautista. Los que él bautizó bendijeron a Dios. Otros...
Propósito, durante el día: Presencia de Dios. Hablar con Dios; hablar de Dios

Viernes (16)

Santa Adelaida, emperatriz (3ª Adviento)
Palabras: “Esas obras que hago dan testimonio de mi” (Jn 5,36)
Reflexión: Obras son amores. La fe sin obras está muerta. La caridad sin fe es beneficencia
Propósito, durante el día: Caridad: paciente, amable; no es envidiosa, no obra con soberbia

Sábado (17)

Feria de Navidad (Santa Yolanda, priora; 3ª Adviento)
Palabras: “Jacob engendró a José, esposo de María, de la que nació Jesús” (Mt 1,16)
Reflexión: La alegría de los nacimientos; la alegría de cada renacer del alma
Propósito, durante el día: Madre en la espera del parto: también es nuestra Madre. Mucho amor

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 11, domingo (3º de Adviento, “Gaudete”, ciclo A) nos llaman a la alegría de Dios en el Niño Jesús: “El desierto y el páramo se regocijarán” (Is 35); “manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca” (St 5); “Los ciegos ven, los inválidos andan; los leprosos quedan limpios; los sordos oyen; los muertos resucitan; y a los pobres se les anuncia el Evangelio” (Mt 11). Todos debemos celebrar con María y José que va a nacer Jesús que nos salva y nos llevará al cielo.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Cuando estamos en la oscuridad, en las dificultades no viene la sonrisa, y es precisamente la esperanza la que nos enseña a sonreír para encontrar el camino que lleva a Dios. Una de las primeras cosas que les pasa a las personas que se separan de Dios es que son personas sin sonrisa. Quizás puedan reírse a carcajadas, una detrás de otra, un chiste, una carcajada... pero les falta la sonrisa. La sonrisa la da solamente la esperanza: es la sonrisa de la esperanza de encontrar a Dios.

La vida es a menudo un desierto, es difícil caminar dentro de la vida, pero si nos encomendamos a Dios puede llegar a ser hermosa y ancha como una autopista. Es suficiente con no perder nunca la esperanza, basta que sigamos creyendo, siempre, a pesar de todo. Cuando nos encontramos frente a un niño, quizá tengamos muchos problemas y muchas dificultades, pero nos viene de dentro una sonrisa, porque tenemos delante a la esperanza: ¡un niño es una esperanza! Así tenemos que saber ver en la vida el camino que nos lleva a encontrarnos con Dios, Dios que se hizo niño por nosotros. ¡Y nos hará sonreir, nos dará todo!” (Audiencia general, 7 de diciembre de 2016)

- “2... Nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios queda sin el abrazo de su perdón. Por este motivo, ninguno de nosotros puede poner condiciones a la misericordia; ella será siempre un acto de gratuidad del Padre celeste, un amor incondicionado e inmerecido. No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona.

La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida. Así se manifiesta su misterio divino. Dios es misericordioso (cf. Ex 34,6), su misericordia dura por siempre (cf. Sal 136), de generación en generación abraza a cada persona que se confía a él y la transforma, dándole su misma vida.” (Carta apostólica “Misericordia et misera”)

- “323. Es una honda experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él. Esto reclama una disponibilidad gratuita que permita valorar su dignidad. Se puede estar plenamente presente ante el otro si uno se entrega «porque sí», olvidando todo lo que hay alrededor. El ser amado merece toda la atención. Jesús era un modelo porque, cuando alguien se acercaba a conversar con él, detenía su mirada, miraba con amor (cf. Mc 10,21). Nadie se sentía desatendido en su presencia, ya que sus palabras y gestos eran expresión de esta pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mc 10,51). Eso se vive en medio de la vida cotidiana de la familia. Allí recordamos que esa persona que vive con nosotros lo merece todo, ya que posee una dignidad infinita por ser objeto del amor inmenso del Padre. Así brota la ternura, capaz de “suscitar en el otro el gozo de sentirse amado. Se expresa, en particular, al dirigirse con atención exquisita a los límites del otro, especialmente cuando se presentan de manera evidente.” (Exh. Ap. Postsinodal “Amoris laetitia”. “Sobre el amor en la familia”)

(11-12-16)

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