LO TRIBUTARIO (nº 279)

Por qué el IRPF (13): Imputaciones

Si la tributación de las “ganancias patrimoniales” son “un impuesto dentro del impuesto” (con su delimitación del hecho imponible, sus supuestos de no sujeción, sus exenciones, su forma especial de determinar la base imponible, su tributación separada como renta del ahorro y reducida en el tipo impositivo aplicable), las “imputaciones” son “una renta que no es renta”, porque se hace tributar por una renta que no percibe el contribuyente, lo que parece contrario al principio de capacidad económica que según la Constitución (art. 31 CE) debe inspirar el sistema tributario.

Conceptualmente se debe distinguir entre atribución de renta e imputación de renta. Aunque en el mismo precepto (art. 12), ya se distinguía en la Ley 44/1978. La renta “atribuida” es la renta que se obtiene por las personas físicas mediante sociedades civiles o entidades sin personalidad jurídica (herencia yacente, comunidad de bienes, patrimonio separado...) que, precisamente por no ser sujetos pasivos (v. art. 35.4 LGT), determinan que se entienda renta obtenida por los socios, comuneros o partícipes (arts. 8.3 y 86 a 90 LIRPF) en cuanto pueden disponer de ella según su participación. La renta “imputada” es una renta obtenida por una sociedad (transparencia internacional) por la que, aunque no se ha distribuido, deben tributar los socios. Hace años también se imputaba renta por transparencia “interna” en sociedades de mera tenencia, de valores, de artistas o deportistas (desaparecido ese concepto, durante pocos años, se aplicó el régimen de sociedades patrimoniales). Así, en el IRPF, componen la renta las siguientes partidas: los rendimientos (del trabajo, del capital inmobiliario, del capital mobiliario y de actividad), las ganancias y pérdidas patrimoniales y las rentas imputadas (inmuebles, transparencia internacional, derechos de imagen)

Según dispone el artículo 85 LIRPF en inmuebles urbanos y en rústicos con construcciones que no sean indispensables para el desarrollo de explotaciones agrícolas, ganaderas o forestales, que no estén afectos a una actividad empresarial o profesional y que no generen rendimientos de capital, con exclusión de la vivienda habitual y el suelo no edificado, se imputará al titular (propietario, incluida la copropiedad por tiempo, o titular de derechos reales de disfrute) como renta el 2% del valor catastral en proporción al número de días de titularidad durante el período impositivo.

El artículo 91 LIRPF establece que los contribuyentes imputarán las rentas “positivas” obtenidas por una entidad no residente, que no disponga de medios materiales y personales, en la que tengan una participación superior al 50% cuando esas rentas: a) sean de las señaladas (que provengan de la titularidad de inmuebles no afectos a una actividad o de participaciones en fondos propios de entidades o de cesión de capitales propios a terceros, operaciones de capitalización, propiedad intelectual e industrial... ); y b) hayan tributado en la entidad no residente por un gravamen semejante al IS español por un importe inferior al 75% del que hubiera correspondido de aplicar este impuesto. Se trata de un precepto largo, de complejo contenido, complicado de leer y comprender y difícil de aplicar por las excepciones y salvedades que incluye el texto.

En los términos del artículo 92 LIRPF se establece que, por concepto de derechos de imagen, los contribuyentes imputarán renta si: a) hubieran cedido el derecho a la explotación de imagen o se hubiera autorizado su utilización los contribuyentes; b) prestan sus servicios a una persona o entidad con una relación laboral; c) esa persona o entidad u otra vinculada haya obtenido mediante actos concertados con residentes o no residentes la cesión del derecho a la explotación o el consentimiento o la autorización para la utilización de la imagen de la persona física. Se imputará el valor de la contraprestación satisfecha antes de la contratación de los servicios laborales de la persona física o que deba satisfacer la persona o entidad con la que tiene vinculación o relación laboral. También es un precepto difícil de entender y aplicar, por su condicionantes y excepciones.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Se publica el RD-L por el que se aprueban medidas tributarias de urgencia. Aumenta la base de tributación por el IS eliminando el cómputo de pérdidas en la transmisión de participaciones societarias, recuperando las provisiones por su deterioro de valor y limitando la compensación de bases negativas para grandes empresas. Se prorroga el IP. Se eleva los impuestos sobre Productos intermedios y sobre el Alcohol y las bebidas alcohólicas. Se impiden ciertos aplazamientos y fraccionamientos. Se actualizan los valores catastrales. Lo peor son las explicaciones.

El Adviento y la Cuaresma son tiempos fuertes. Tiempos de preparación para poner el alma en condiciones de celebrar los grandes Misterios de Amor: la Encarnación en la que Dios se hace hombre y, en un tiempo determinado, nace de una mujer, virgen, inmaculada, y vive, en una familia y trabajando, como otro niño, joven o adulto de su época; y la Pasión y Muerte, en la que Dios, hecho hombre, es acusado, condenado y crucificado por los hombres, precisamente para que puedan salvarse. Insultado por los que están cerca, abandonado de los que le siguieron, con algunos mirando a lo lejos, su Madre, nuestra Madre, y san Juan estaban junto a la Cruz. La Resurrección que es la alegría de la Pascua, culmina esos misterios preparados y celebrados en el alma, para que vivamos ese Amor y de ese Amor con el ánimo grande de la Pentecostés.

El cristiano vive con sencillez esos tiempos litúrgicos que iluminan el camino a seguir y ayudan a hacerlo sin temor, con alegría, con la confianza de quien va con Dios. Ese era el deseo que se manifestaba en las despedidas: “Vaya con Dios”. “Adiós” era la expresión sincopada -va dios- que se repetía en el aire limpio, natural, de los campos, de los pueblos. Y con esa sencillez, también en los tiempos fuertes, el cristiano encuentra refugio y amparo en Dios: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13), “El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quien temeré?” ( salmo 27), “Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo” (salmo 23)

El Adviento, mirando a la Navidad, debe servir para aumentar y fortalecer la fe, la esperanza y la caridad. Para creer y celebrar que Dios vino Niño y sigue con nosotros; para esperar porque ese estar en Dios y con Dios de la Navidad es la prueba y la garantía de que hemos de ir al cielo, de que allí tenemos preparada nuestra morada (Jn 14, 2-3); para comprobar que el camino hacia el cielo es camino de amor y para vivir que “la caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (2 Co 13,4-7). El Adviento es el tiempo fuerte del servicio amable a los otros, de hablarle a Dios de ellos y de hablarles a ellos de Dios. Tiempo de rezar.

El cristiano en su romería hacia el cielo va muy acompañado, como los que seguían a Jesús: “y concurrían numerosas muchedumbres para oírle y ser curados de sus enfermedades” (Lc 5,15). Un día se detuvo en un lugar llano y “había una multitud de sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo procedente de toda Judea y de Jerusalén y del litoral de Tiro y Sidón, que vinieron a oírle y a ser curados de sus enfermedades” (Lc 6, 17-18). El cristiano camina en comunión. Canta y reza; toma fuerzas en los sacrificios aunque sean pequeños, y con actos de desprendimiento, dejando a un lado el “yo” con su soberbia y el egoísmo, la pereza, el mal humor, el gesto hosco, los enfados; diciendo no a los caprichos. “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23). Adviento tiempo de amar más al Amor.

En el Adviento los cristianos vivimos también con María los días previos al parto. Celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción que preparamos con una fervorosa novena. Recordamos los años en que esa fecha se celebraba el “día de la madre”, porque ser concebida inmaculada fue el regalo que el Hijo hizo a su Madre -”Panaghia”, Toda Santa; “Theotokos”, Madre de Dios-. Y de niños, regalábamos una flor a la Virgen y a nuestra madre. Y ahora, miradas, piropos, muchos besos.

LA HOJA SEMANAL
(del 5 al 10 de diciembre)

Lunes (5)

San Sabas, abad (2ª Adviento; novena Inmaculada)
Palabras: “Ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa” (Lc 5,24)
Reflexión: Contra la tristeza de la caída, la decisión para levantarse y andar
Propósito, durante el día: Gracias, perdón y ayúdame más

Martes (6)

San Nicolás, obispo (2ª Adviento; novena Inmaculada)
Palabras: “Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno” (Mt 18,14)
Reflexión: Contra la desconfianza en la enmienda, el ánimo para ir al Padre
Propósito, durante el día: Yo me fío de Ti, no te fíes de mí. Dame fuerzas

Miércoles (7)

San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia (2ª Adviento; novena Inmaculada)
Palabras: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados” (Mt 11,28)
Reflexión: Aprended de mi que soy manos y humilde de corazón
Propósito, durante el día: Se Tú mi descanso; sé mi consuelo; sé mi alegría

Jueves (8)

La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen (2ª Adviento; novena)
Palabras: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28)
Reflexión: Hágase en mi según tu palabra
Propósito, durante el día: Madre: mientras mi vida alentare todo mi amor para ti

Viernes (9)

San Juan Diego Cuahtlatoatzain, confesor (2ª Adviento)
Palabras: “Los hechos dan razón a la sabiduría de Dios” (Mt 11,19)
Reflexión: Juzgar a Dios con nuestro criterio; hacer un Dios a nuestra medida
Propósito, durante el día: Todo es para bien. Sólo Dios sabe el por qué y el para qué

Sábado (10)

Santa Eulalia de Mérida, virgen (2ª Adviento; Nª Sª de Loreto)
Palabras: “El Hijo va a padecer” (Mt 17,12)
Reflexión: Entonces entendieron los discípulos lo que Jesús les había querido decir
Propósito, durante el día: Si mi amor te olvidare, Madre mía, tu no te olvides de mi

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 4 domingo (2º de Adviento, ciclo A) nos preparan a la Navidad, con los dones del Espíritu Santo: “prudencia y sabiduría, consejo y valentía, ciencia y temor del Señor” (Is 11); con esperanza: “Dios, fuente de toda paciencia y consuelo” (Rm 15); y con la disposición adecuada para la venida: “Dad el fruto que pide la conversión” (Mt 3). Es tiempo de vivir las virtudes de la amable convivencia, de examinar el alma, eliminar estorbos y mejorar, de pedir ayuda a la Madre.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “A veces, como dice San Pablo, “no sabemos rezar como es debido; pero es el Espíritu que intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rom 8, 26). Es el Espíritu que reza dentro de nosotros. Abramos, entonces, nuestro corazón, de manera que el Espíritu Santo, escrutando los deseos que están en lo más profundo, los pueda purificar y conseguir que se realicen. De todos modos, por nosotros y por los demás, siempre pidamos que se haga la voluntad de Dios, como en el Padre Nuestro, porque su voluntad es seguramente el bien más grande, el bien de un Padre que no nos abandona nunca: rezar y dejar que el Espíritu Santo rece por nosotros. Y esto es bonito en la vida: reza agradeciendo, alabando a Dios, pidiendo algo, llorando cuando hay alguna dificultad, como la de ese hombre. Pero que el corazón esté siempre abierto al Espíritu para que rece en nosotros, con nosotros y por nosotros.” (Audiencia general, día 30 de noviembre de 2016)

- “Misericordia et misera” son las dos palabras que san Agustín usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8,1-11). No podía encontrar una expresión más bella y coherente que esta para hacer comprender el misterio del amor de Dios cuando viene al encuentro del pecador: “Quedaron sólo ellos dos: la miserable y la misericordia”. Cuánta piedad y justicia divina hay en este episodio. Su enseñanza viene a iluminar la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia e indica, además, el camino que estamos llamados a seguir en el futuro.

1. Esta página del Evangelio puede ser asumida, con todo derecho, como imagen de lo que hemos celebrado en el Año Santo, un tiempo rico de misericordia, que pide ser siempre “celebrada y vivida” en nuestras comunidades. En efecto, la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre.” (Carta apostólica “Misericordia et misera”. “La misericordia y la miserable”)

- “321. “Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe”. Dios los llama a engendrar y a cuidar. Por eso mismo, la familia «ha sido siempre el “hospital” más cercano”. Curémonos, contengámonos y estimulémonos unos a otros, y vivámoslo como parte de nuestra espiritualidad familiar. La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios, y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu. El amor de Dios se expresa “a través de las palabras vivas y concretas con que el hombre y la mujer se declaran su amor conyugal”. Así, los dos son entre sí reflejos del amor divino que consuela con la palabra, la mirada, la ayuda, la caricia, el abrazo. Por eso, “querer formar una familia es animarse a ser parte del sueño de Dios, es animarse a soñar con él, es animarse a construir con él, es animarse a jugarse con él esta historia de construir un mundo donde nadie se sienta solo”. (Exh. Ap. Postsinodal “Amoris laetitia”. “Sobre el amor en la familia”)

(4.12.16)

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