LO TRIBUTARIO (nº 267)
Por qué el IRPF (7): determinación de la renta
Establecidos los ámbitos objetivo (composición de la renta sujeta: rendimientos, ganancias e imputaciones), subjetivo (criterios de residencia; criterios de individualización de rentas), temporal (período impositivo, criterios de imputación) y espacial (peculiaridades autonómicas, incidencia de convenios internacionales), la ley del IRPF dedica dos artículos a situar al contribuyente ante la obligación legal que se le impone de calificar jurídicamente los hechos, entender e interpretar las normas y aplicar las reglas propias de las autoliquidaciones tributarias. Si se equivoca podrá ser sancionado. El médico, el artista, el científico, debe ser un experto tributarista. En el recuerdo, la sentencia que decía que no se podía mantener que la Administración debe acertar “a la primera”.
El artículo 15 LIRPF, señala que la base imponible es el importe de la renta y, como un manual de instrucciones, relaciona los pasos que hay que dar. Primero, se califica cada renta según su naturaleza (los rendimientos netos se obtienen restando de los ingresos computables los gastos deducibles; las ganancias y pérdidas patrimoniales resultan, por regla general, de la diferencia entre los valores de transmisión y adquisición; y se oculta que también hay que añadir, en su caso, aunque no son rentas realmente obtenidas: la imputada por transparencia fiscal internacional -art. 91-, la imputación por derechos de imagen -art. 92-, la imputación por instituciones de inversión colectiva constituidas en el extranjero -art. 95-, las ganancias por cambio de residencia fiscal – art.95 bis-, la renta atribuida que no se haya percibido -arts. 8,3 y 86 a 90- y la renta imputada por la titularidad de inmuebles que no constituyan vivienda habitual, no estén cedidos a terceros o no estén afectos a una actividad -art. 85).
Después, se aplican las reducciones sobre el rendimiento íntegro o el rendimiento neto según corresponda en cada renta (así aprende el contribuyente a diferenciar: íntegro y neto; gasto deducible, reducción en el rendimiento, reducción en la base imponible y deducción en la cuota...)
En tercer lugar se integran y compensa, según proceda, de las diferentes rentas según su origen y clasificación como renta general o del ahorro (arts. 44 a 46). Así se obtiene la base imponible general y del ahorro (arts. 47 a 49). Las bases liquidables general y del ahorro (art. 50) se obtienen restando de la base imponible las reducciones por situaciones de dependencia y envejecimiento (arts. 51 a 54), incluidas las aportaciones para previsión social) y por pensiones compensatorias conyugales (art. 55). Las reducciones se justifican porque se corresponden con rentas percibidas, pero no disponibles ya sea por orden judicial (pensiones compensatorias), ya sea para asegurar el presente o el futuro, de terceros o propio (dependencia, planes de pensiones)
No se puede gravar la renta anual imprescindible para sobrevivir (si fuera 100 y se tributara 1, por definición, se produciría la muerte antes del fin del año). La protección de esa renta se instrumentaba, antes de 1978, mediante desgravaciones (afectando al tipo medio); en la Ley 44/1978 mediante deducciones (afectando al tipo efectivo); con los mínimos personal y familiar, hasta 2006, se reducía la base imponible (afectando al tipo marginal). Con la Ley 35/2006, se aplica una exención con progresividad (art. 63, 66 y 76), de modo que sólo no se gravan (art. 15.4) las rentas que no excedan del importe de esos mínimos.
El artículo 16 LIRPF regula los métodos de determinación de la base imponible (v. arts. 51 a 53 LGT): por lo general, en estimación directa, salvo la aplicación de la estimación directa simplificada y de la estimación objetiva (en rendimientos de actividad: art. 30) y, en su caso, de la estimación indirecta. Esta regulación se debe completar con los numerosos casos de aplicación de reglas de valoración (rentas estimadas, rentas en especie, operaciones vinculadas...) que alejan de la realidad la base que sirve a efectos de la tributación.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
En “la espera de lo que nos espera” se llena el tiempo con opiniones de expertos. Dice un empleado del Fisco que hay que aumentar los medios personales para combatir el fraude, compara la relación “gestor/contribuyente” que en España es de 1/1.928 y en Francia o Alemania es de 1/729 y concluye que la AEAT necesita 26.718 empleados nuevos. Un colectivo pide aumentar cinco puntos el tipo nominal del IS a partir de un millón de euros de beneficios al año. Un asesor señala que aumentar la recaudación se logra con tributos medioambientales y la contención del fraude. Un economista considera que es un error subir el tipo del IS por las consecuencias en la inversión y el empleo. Un profesor cree que la reforma debe eliminar beneficios fiscales injustificados y reducir los tipos de gravamen en la imposición directa. En las reuniones de inspectores ya ancianos se recuerda el número de los que controlaban hace cincuenta años el cumplimiento fiscal de todas las empresas, individuales y societarias. Y, sin acritud, uno recordaba la anécdota: un ministro apuntó que convendría subir los impuestos; la respuesta, claro, fue una pregunta: ¿pero hay déficit?. Sonrisas.
El cristiano sabe que en el camino hacia el cielo las ganas y el cansancio los pone él, pero que en esa lucha no está sólo. El “sed santos como vuestro Padre celestial es santo” (Mt 5,48; v. Lv 11,44) es una referencia individual y colectiva como lo es el “Padre nuestro que estás en el cielo”. Hay muchos interesados -la comunión de los santos- en el éxito de nuestro negocio espiritual, en el fruto de la mejor inversión: la que rinde “aquí, el ciento por uno con persecuciones y, después, la vida eterna” (v. Mc 10,30) con Dios, disfrutando de Dios “para siempre, para siempre”, como repetía santa Teresa de Jesús a su hermano Rodrigo (“Vida”, Cap. I).
De la multitud de los santos habla el Apocalipsis (Ap 7, 9), pero de multitudes habla frecuentemente el Evangelio. Y el cristiano aprovecha cada texto para animar, para alegrar, el alma, durante la romería que son los días, los años, de esta vida. “En esto, habiéndose reunido una muchedumbre de miles de personas, hasta atropellarse unos a otros...” (Lc 12,1). Allí estamos, todos, cada uno, siguiendo a Jesús, sedientos de su palabra, con el corazón preparado para acoger su doctrina como la buena tierra de la parábola del sembrador (Mt 13, 1-23) que produjo fruto abundante, sin dejar que los caminantes pisen la simiente o que no arraigue de modo que una tribulación impide que fructifique o que se ahogue entre los espinos de las preocupaciones de este mundo y la seducción de las riquezas.
En aquella ocasión, en ésta para nosotros, “hic et nunc”, aquí y ahora, Jesús empezó a decir: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Porque cuanto hayáis dicho en la oscuridad, será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado bajo techo será pregonado sobre los terrados...” (Lc 12, 2-3). Como la brisa suave o como el viento impetuoso llegan los recuerdos: “Y vuestro Padre que ve en lo escondido...” (Mt 6,18), “cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Jn 1,48), “Señor, Tú me sondeas y me conoces... No ha llegado la palabra a mi boca y ya, Señor, te la sabes toda...” (salmo 138, 1 y 4). Y cada uno repasa: cuándo ha actuado por apariencias, cuándo por el qué dirán, cuándo por conveniencia, cuándo por quedar bien. A veces faltando a la justicia, o a la verdad. Y también aparecen los comentarios injustos, las murmuraciones, los juicios temerarios. El “yo”, en fin.
Pero Jesús, como en aquella ocasión, nos anima: “¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno sólo de ellos queda olvidado ante Dios. Aún más, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pajarillos” (Lc 12,7). Pocas veces se cae en la cuenta de la amabilidad y confianza con la que Dios, ¡todo un Dios!, nos habla. Como lo haría un padre, un buen amigo, un amable maestro. Jesús sabe qué decirnos y cómo hacerlo.
“El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque Tú estás conmigo... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida” (salmo 23)
LA HOJA SEMANAL
(del 23 al 29 de octubre)
Lunes (24)
San Antonio María Claret, obispo y fundador (30ª TO; mes del rosario)
Palabras: “Le impuso las manos y se puso derecha” (Lc 13,13)
Reflexión: Y glorificaba a Dios
Propósito, durante el día: Acciones de gracias. Por lo que me ocurre, por lo que no me ocurre
Martes (25)
San Frutos de Segovia, ermitaño (30ª TO; mes del rosario)
Palabras: “El reino de Dios se parece... a la levadura...” (Lc 13,21)
Reflexión: … la mujer la mete en tres medidas de harina y todo fermenta
Propósito, durante el día: Testimonio y apostolado. Procurar ser bueno y hacer el bien
Miércoles (26)
San Marciano, mártir (30ª TO; mes del rosario)
Palabras: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (Lc 13,24)
Reflexión: “Señor ábrenos”; “No sé quienes sois”
Propósito, durante el día: Rectificar la intención. ¿Tú lo quieres?, yo también lo quiero
Jueves (27)
San Néstor, confesor (30ª TO; mes del rosario)
Palabras: “Cuántas veces he querido...” (Lc 13,34)
Reflexión: “Pero no habéis querido”
Propósito, durante el día: Amar la amabilísima voluntad de Dios. Hágase, cúmplase, sea alabada
Viernes (28)
San Simón y san Judas, apóstoles (30ª TO, mes del rosario)
Palabras: Escogió a doce de ellos... (Lc 6,13)
Reflexión: Simón, el Celotes; Judas, el de Santiago
Propósito, durante el día: Dar gracias porque a todos y a cada uno nos ha elegido. Y ser fiel
Sábado (29)
San Narciso, obispo (30ª TO; mes del rosario)
Palabras: “Cuando te conviden, no te sientes en el puesto principal” (Lc 14,8)
Reflexión: Ve a sentarte en el último puesto
Propósito, durante el día: Madre mía, ayúdame a servir, enséñame a comprender
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 23, domingo (30º TO; ciclo C; Misiones) nos enseñan a perseverar en la fe y confiar en el amor de Dios: “no ceja hasta que Dios le atiende” (Eclo 35); “He corrido hasta la meta, he mantenido la fe” (2 Tm); “Ten compasión de este pecador... Os digo que éste bajó a su casa justificado”. Vivir la fe, descansar en la misericordia de Dios... Y nuestra Madre atenta, ayudando, intercediendo para lo que sea preciso. ¡Madre del Amor Hermoso, ayuda a tus hijos!
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Una de las consecuencias del llamado “bienestar” es la de llevar a las personas a encerrarse en sí mismas, haciéndolas insensibles a las exigencias de los demás. Se hace de todo para ilusionarlas presentándoles modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra vida fuera una moda a seguir y cambiar en cada estación. No es así. La realidad debe ser aceptada y afrontada por aquello que es, y a menudo hace que nos encontremos situaciones de urgente necesidad. Es por eso que, entre las obras de misericordia, se encuentra la llamada del hambre y de la sed: dar de comer a los hambrientos —hoy hay muchos— y de beber al sediento. Cuantas veces los medios de comunicación nos informan sobre poblaciones que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños.” (Audiencia general, día 19 de octubre de 2016)
- “250. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción. Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar “todo signo de discriminación injusta”, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia. Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida.
251. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia ... Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.” (Exh. Ap. Pstsinodal “Amoris laetitia” “Sobre el amor en la familia”)
(23.10.16)
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