LO TRIBUTARIO (nº 210)

Por qué la LGT (11): las partes de la relación tributaria

Dada la frecuencia con la que la LGT/2003 se refiere a los “elementos de la obligación tributaria” (arts. 17.4, 49, 68.1.a) y 9, 115.1 LGT; y el Tít. II, Cap. III: “elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal y de la obligación de realizar pagos a cuenta”) sin incluir un precepto que los enumere y defina, al tratarse de una referencia académica, con diversas versiones, parece conveniente advertir que ni el hecho imponible es un elemento de la obligación tributaria sino la causa de su nacimiento ni las partes de la relación tributaria son elementos de aquella obligación.

En una triste evolución, desde el punto de vista social y jurídico, del secular noble nombre de contribuyente –el que contribuye al sostenimiento de las cargas públicas, a la financiación de los gastos públicos, uno de los propietarios de la “hacienda” cuya gestión se encomienda a la “administración” pagando lo que cuestan sus servicios- se ha pasado a la denominación de “obligado tributario” (art. 35 LGT) convirtiendo en ironía legal la enumeración de derechos (art. 34 LGT) que en muchos casos coinciden con los establecidos (art. 35 Ley 30/1992) para “los ciudadanos”. Por otra parte, la LGT convierte en “obligado” a todo el que se relaciona con la Administración: contribuyentes y sustitutos del contribuyente (art. 36), obligados a realizar pagos a cuenta (art. 37), obligados en las “relaciones entre particulares resultantes del tributo” (art. 38), los sucesores de las personas físicas (art. 39) y jurídicas (art. 40)

- En la LGT/1963 quedaba claro que los supuestos de responsabilidad tributaria, por los que un tercero ajeno a la relación tributaria debe pagar la deuda tributaria que corresponde al sujeto pasivo, estaban fuera de dicha relación. Pero con la LGT/2003 el concepto de “obligado tributario” abarca también esas situaciones subjetivas (art. 35.5) que pueden ser de solidaridad (art. 42), exigencia alternativa con el deudor principal, o de subsidiaridad (art. 43), exigencia si se declara fallido el deudor principal. El artículo 41 contiene una regulación común a ambos tipos de responsabilidad con principios (la regla es la subsidiaridad, la regla es que la responsabilidad no alcanza a las sanciones...) que se convierten en excepción a las vista de los siguientes artículos. No confundir con la solidaridad en la deuda (art. 35.6 LGT)

- Y también se incluyen entre los obligados tributarios (art. 35.4 LGT) a entes sin personalidad jurídica (herencias yacentes, comunidades de bienes y demás entidades que carentes de personalidad, constituyan una unidad económica o un patrimonio separado) que, por esta causa, no sólo no pueden ser sujetos de derechos y obligaciones, sino que necesitan de una persona (art. 45.3 LGT) para decidir y actuar en Derecho

- La Administración también es “obligada” (art. 30 LGT), aunque no se conoce responsabilidades por sus incumplimientos (art. 106 CE). En general, está obligada a actuar con sometimiento a la ley y al Derecho (art. 103 CE) y respetando los principios de buena fe y confianza legítima (art. 3 Ley 30/1992); en particular, debe devolver lo que se le haya ingresado con exceso (art. 31) y, también, los ingresos indebidos (art. 32) y debe reembolsar (art. 33) los costes de las garantías que exigió para suspender un ingreso cuando por sentencia o por resolución administrativa firme resulte que el acto o la deuda eran improcedentes. Y está sujeta (art. 30.2 LGT) a los deberes establecidos en los procedimientos tributarios y en el resto del ordenamiento jurídico.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Excesos en la información. Papeles de Panamá: pruebas ilícitas; especulaciones sin fundamento. Borrador del IRPF: ruptura del sigilo, vulneración de intimidad. Responsabilidades. O se exigen de inmediato o hay que olvidar el Estado de Derecho.

Pascua de Resurrección. Los cristianos que, en la adoración de la Eucaristía, meditan el himno “Adorote devote”, entre otras “paradas” también lo hacen al decir ”credo quidquid dixit Dei Filii, nil hoc verbo veritatis verius” (creo en lo que dijo el Hijo de Dios, ninguna otra palabra es mayor verdad). Lo que dijo el Hijo de Dios, la “palabra de Dios” que proclaman, a veces inconscientemente, los asistentes a misa, permite un seguimiento evangélico que regala frases inesperadas provechosas.

“En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna” (Jn 5,24). No dice el que “oye”, sino el que “escucha y cree en el que me envió”, no dice “tendrá” vida eterna, en futuro, sino “tiene”, en presente, ya, ahora.

- Y también: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8,31-32). Personalizando (vosotros) y sustituyendo la referencia al momento (el que escucha y cree) por lo que debe ser toda una vida (permanecéis), proclama un reconocimiento (sois discípulos míos) y asegura una consecuencia provechosa (conoceréis la verdad y la verdad os hará libres) frente a ambiciones y las ilusiones del momento, pasajeras, que perseguimos con esfuerzo y sacrificio esclavizando el corazón y que al final producen tristeza y desencanto.

- Y para más claridad: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje?. Porque no podéis oír mi palabra. Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre: él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de los suyo habla, porque es mentiroso y el padre de la mentira... El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Sin embargo a mí, que digo la verdad, no me creéis... En verdad en verdad os digo: si alguno guarda mi palabra jamás verá la muerte” (Jn 8, 43-45. 51). Pasará por la muerte a la vida eterna, como dijo Jesús a Marta: “Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre” (Jn 11,25-26). Como dice la sabiduría popular: “al final de la jornada aquel que salva, sabe y el que no, no sabe nada”.

- Y más: “Si alguno me ama, guardará la palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras;...” (Jn 14,23-24; cf. Jn 12,47-50). “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedir lo que queráis y se os concederá” (Jn 15,7). Hacernos morada de la Santísima Trinidad significa llenarnos (saturarnos) de Dios y meternos (sumirnos) dentro de Dios. Es la consecuencia inevitable de quien recibe el amor del Amor y, en vez de cerrarse, se deja inundar hasta derramarse en todos los demás, compartiendo así el amor del Amor: “Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor... Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15, 9.12)

- “Tuyos eran, Tú me los confiaste y ellos han guardado tu palabra... Yo ruego... por los que me has dado porque son tuyos” (Jn 17, 6.9). Jesús, Dios, ¡ruega por nosotros!

LA HOJA SEMANAL
(11 a 16 de abril)

Lunes (11)

San Estanislao, obispo y mártir (3º Pascua)
Palabras: La obra que Dios quiere es que creáis en el que Él ha enviado (Jn 6,29)
Reflexión: Fueron en busca de Jesús; le preguntaron qué tenemos que hacer
Propósito, durante el día: Buscar a Jesús, tratar a Jesús, amar a Jesús

Martes (12)

San Julio I, papa (3ª Pascua)
Palabras: “Yo soy el pan de la vida” (Jn 6, 35)
Reflexión: Señor, danos siempre de este pan
Propósito, durante el día: Frecuentar la Eucaristía, amar la Eucaristía. Obras son amores

Miércoles (13)

San Hermenegildo, mártir (3ª Pascua)
Palabras: “Que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna” (Jn 6,40)
Reflexión: La voluntad de mi Padre es que no pierda nada de lo que me da
Propósito, durante el día: Dios empeñado en mí, por mí, para mí. Obras son amores

Jueves (14)

San Valeriano, mártir (3ª Pascua)
Palabras: “Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna” (Jn 6,47)
Reflexión: El que coma de este pan vivirá para siempre
Propósito, durante el día: Vida eterna. Con Dios para siempre. Para siempre

Viernes (15)

San Telmo, confesor (3ª Pascua)
Palabras: El que come este pan vivirá para siempre (Jn 6,58)
Reflexión: Preparar el alma, disfrutar de Dios que nos inunda, recordarlo a menudo
Propósito, durante el día: Alma de Eucaristía, días de vida enlazada por la Comunión

Sábado (16)

Santa Bernardita Soubirous, virgen (3ª Pascua)
Palabras: “¿También vosotros queréis marcharos?” (Jn 6,67)
Reflexión: Muchos de sus discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él
Propósito, durante el día: Madre, toda la vida, cada instante, de tu mano con Jesús

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 10, domingo (3ª semana de Pascua, ciclo C) nos invitan a la entrega incondicional, por amor, a Dios: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 5); “Y los cuatro vivientes respondían: Amén” (Ap 5); “Echad la red... La echaron y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces” (Jn 21). Pascua florida, tiempo de alma enamorada. Año de la Divina Misericordia.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “... Todos somos pecadores, pero todos somos perdonados: todos tenemos la responsabilidad de recibir este perdón que es la misericordia de Dios. Por tanto, no debemos temer reconocernos pecadores, confesarnos pecadores porque cada pecado ha sido llevado por el Hijo a la cruz. Y cuando nosotros lo confesamos arrepentidos encomendándonos a Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la Reconciliación hace actual para cada uno la fuerza del perdón que brota de la Cruz y renueva en nuestra vida la gracia de la misericordia que Jesús nos ha adquirido! No debemos temer nuestras miserias: cada uno tiene las suyas. El poder del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se agota nunca. Y esta misericordia elimina nuestras miserias.” (Audiencia general, el día 6 de abril de 2016)

- “19. La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.

La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. “Corruptio optimi pésima”, decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentación. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia.

¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma. Permanecer en el camino del mal es sólo fuente de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto. Dios no se cansa de tender la mano. Está dispuesto a escuchar, y también yo lo estoy, al igual que mis hermanos obispos y sacerdotes. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.” (Bula “Misericordiae Vultus”, de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)

(10.04.16)

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