LO TRIBUTARIO (nº 166)
LGT (6): el derecho a comprobar
Antes de la Constitución ya regulaba la LGT/1963 que el derecho a determinar la deuda tributaria prescribía (art. 64) y que la prescripción hacía que las liquidaciones practicadas fueran definitivas (art. 120). Eso significaba que, producida la prescripción del derecho a determinar la deuda tributaria, la Administración no podía comprobar hechos correspondientes a períodos prescritos ni calificarlos, y menos modificar su calificación, ni determinar la deuda tributaria. En los años 1996-1998 el TS, a la vista de los excesos, reiteró doctrina que impedía las comprobaciones tributarias eternas, sin plazo de terminación, y que consideraba que el anuncio de una comprobación no puede ser un hito desde el que volver a contar un nuevo plazo de inseguridad jurídica. Desde la LGT/2003 han sido continuados los intentos de eliminar de nuestro Estado de Derecho esa garantía: primero, permitiendo la comprobación de justificantes correspondientes a períodos prescritos de los que, con amparo legal, se deducían efectos en períodos posteriores no prescritos; después (2014) proyectando un precepto que, sin rubor, se titulaba “la imprescriptibilidad del crédito tributario”; y, ante la protesta de juristas, en la Ley 34/2015 se sustituye ese título por “el derecho a comprobar”.
- Así se resume el contenido del nuevo artículo 66 bis LGT: 1) “el derecho a comprobar no prescribe, salvo lo dispuesto en este artículo y en el 115”. No existe el derecho a comprobar, es una facultad (art. 142 LGT; AN s.16.07.15). Los que estudian Derecho distinguen fácilmente un derecho de una facultad. Quizá la ley ha creado ese nuevo derecho y también otro: el derecho a iniciar el procedimiento de comprobación de bases y cuotas negativas. 2) Este otro derecho prescribe a los diez años. 3) Se crea otro derecho más: el derecho a liquidar, que prescribe a los cuatro años y que, respecto de comprobaciones de períodos no prescritos, en inspecciones de alcance general (art. 148 LGT), permite la comprobación de todas las bases y cuotas pendientes de compensación o deducción cuyo derecho a comprobar no haya prescrito (sea diez años, sea según el art.115); en alcance parcial se debe indicar los períodos a comprobar. 4) Esta limitación no afecta a la obligación de aportar las liquidaciones de los períodos en que se incluyeron bases, cuotas y deducciones y la contabilidad con ocasión de la comprobación de períodos no prescritos en que se compensaron (v. art. 70.3 LGT).
- El artículo 115 LGT establece: 1) que se puede “comprobar” los hechos de períodos prescritos si es necesario para ejercitar alguno de los derechos del artículo 66 LGT que no hubiesen prescrito (salvando los diez años del art. 66 bis.2 LGT). la comprobación e investigación de hechos alcanza a períodos prescritos si produjeran efectos en períodos no prescritos; 2) que en esa comprobación se puede “calificar” (arts. 13, 15 y 16 LGT) los hechos de forma diferente a como hizo el contribuyente. Los efectos de esa calificación se extenderán a todas la obligación tributaria objeto de la comprobación y también a aquellas en las que no se hubiera producido la prescripción (art. 66.a) LGT)
Quizá queda así: a) en general, el derecho a determinar la deuda tributaria prescribe a los 4 años; b) en particular, el derecho a comprobar e investigar bases y cuotas negativas a compensar prescribe a los 10 años; c) para determinar la deuda en un período no prescrito se puede no sólo comprobar los hechos de períodos prescritos, sino también modificar la calificación de entonces; d) esa calificación se aplica a todos los períodos no prescritos entre el de declaración y el de comprobación.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Se publica la historia fiscal del emigrante que ahorró parte de su sueldo en sus años de trabajo en Suiza, que volvió a España cuando se jubiló y que ha presentado fuera de plazo la declaración de bienes en el extranjero. Como la ley aprobada en 2012 considera que lo declarado extemporáneamente es renta de ese año sin admitir prueba alguna en contrario. Le exigen pagar el IRPF, los intereses de demora y la sanción. Muchos miles de euros más que el total del dinero ahorrado. Se recuerda que la norma está recurrida.
El cristiano vive en medio del mundo, “nel bel mezzo della strada”, en lo habitual y en lo extraordinario, en lo agradable y en lo que produce dolor, sinsabor o pesadumbre y procura acostumbrarse a encontrar en todo la voluntad de Dios que sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos (Mt 6,8), que quiere cosas buenas para nosotros (Mt 7,11) de modo que todo lo que nos ocurre sabemos que es para bien (“diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum”, Rm 8,28). El cristiano vive en Cristo, con Cristo y para Cristo. Sabe que el Espíritu intercede por nosotros (Mt 7,27). Y guarda en su corazón textos que le aseguran el amor de Dios. Así: “¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas?. Pues aunque ellas se olviden, yo te olvidaré” (Is. 49,15). O también: “Les dijo esta parábola: uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas” (Lc 13,9). Hay que pensar con más frecuencia en esta insistencia amorosa de Dios. Y llenar el día de detalles de amor y acción de gracias.
El cristiano sabe que él sigue fallando a tanto amor de Dios: por egoísmo –por ese “yo” que está siempre presente y por encima de todo-, por la soberbia “que dura toda la vida y veinticuatro horas más”, por la pereza que se abandona a la comodidad y vive instalada en la rutina que permite el mínimo esfuerzo. El cristiano conoce las virtudes teologales –fe, esperanza y caridad (Adorote devote: “fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diligere”)- y las cardinales –prudencia, justicia, fortaleza y templanza (oración antes de la misa: “ure igne Sancti Spiritus renes nostros et cor nostrum”)- y tiene el antídoto para combatir los pecados capitales: contra soberbia, humildad; contra avaricia, largueza; contra lujuria, castidad; contra ira, paciencia; contra gula, templanza; contra envidia, caridad; contra pereza, diligencia.
El cristiano se sabe débil y con muchos defectos (san Felipe Neri: “Señor, no te fíes demasiado de mi; yo sí me fío ciegamente de ti”); sabe por experiencia que su amor no corresponde al derroche de amor del Amor con él: según las riquezas de su gracia que derramó sobre nosotros abundantemente” (Ef. 1,7-8). Pero ese íntimo y sincero reconocimiento no puede empeñar la causa esencial para su alegría: “Pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo” (Lc 10,20). Son palabras que traen a la memoria otras: “No temas, que te he redimido y te he llamado por tu nombre: tú eres mío” (Is. 43.1). El cristiano pueda dar razón de su alegría: “vuestra tristeza se convertirá en alegría...; se os alegrará el corazón, y nadie os quitará vuestra alegría...; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa” (Jn 16. 20, 22 y 24). Alegría sin par porque somos hijos de Dios: “Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos!” (1 Jn 3.1). La Madre de Dios es nuestra madre: causa de nuestra alegría..
LA HOJA SEMANAL
(del 9 al 14 de noviembre)
Lunes (9)
Dedicación de la Basílica de Letrán (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “Los discípulos se acordaron de lo que había dicho” (Jn 2,22)
Reflexión: Cuando resucitó de entre los muertos
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Jesús, María y José, ayudadme
Martes (10)
San León Magno, papa y doctor de la Iglesia (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “Siervos inútiles somos, lo que debíamos hacer lo hicimos” (Lc 17,10)
Reflexión: Hacer lo que se debe, estar en lo que se hace; procurar hacerlo bien
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Por el trabajo hacia Dios
Miércoles (11)
San Martín de Tours, obispo (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “Los otros nueve, ¿dónde están?” (Lc 17,17)
Reflexión: De los diez ciegos curados, sólo volvió dando gracias el samaritano
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Señor, que vea. Gracias, Padre nuestro
Jueves (12)
San Josafat, obispo y mártir (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21)
Reflexión: El reino de Dios está cerca. Ya ha venido. Está en medio de vosotros
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Jesús querido, contigo, por ti y en ti
Viernes (13)
San Diego de Alcalá, confesor (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “El que pretenda guardarse su vida la perderá” (Lc 17,33)
Reflexión: El que pierda su vida la recobrará
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Todo lo mío es tuyo: mi haber y mi poseer
Sábado (14)
San José Pignatelli S.I., presbítero (32ª TO; mes de las Ánimas)
Palabras: “Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?” (Lc 18,7)
Reflexión: “Os digo que les hará justicia sin tardar”
Propósito, durante el día: Camino del cielo. Gracias por llamarme, gracias por ayudarme
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del domingo día 8 (32º TO, ciclo B) nos llenan de confianza porque Dios conoce de nuestra poquedad: “Ni la orza de harina se vació ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor” (1 R 17); Cristo ha entrado en el cielo “para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros” (Hb 9); “esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie” (Mc 12). En la Comunión de los Santos pedimos por las Ánimas y por todos los que peregrinamos en la tierra. Y por todas las familias.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Una segunda característica propia de los santos es que “son ejemplos para imitar”. Pero, atención: no solamente los canonizados, sino también los santos, por así decir, “de la puerta de al lado” que, con la gracia de Dios, se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida ordinaria. De estos santos hemos encontrado tantos también nosotros; quizás hemos tenido alguno en familia, o bien entre los amigos y los conocidos. Debemos estarles agradecidos, y sobre todo debemos dar gracias a Dios que nos los dio, que nos los puso cerca, como ejemplos vivos y contagiosos del modo de vivir y de morir en la fidelidad al Señor Jesús y a su Evangelio. ¡Cuánta gente buena hemos conocido y conocemos!, y decimos: “esta persona es un santo”. Lo decimos, nos viene espontáneamente. Estos son los santos de la puerta de al lado, los que no están canonizados pero viven con nosotros.” (Angelus, el día 1 de noviembre de 2015)
- “Hoy quisiera destacar este aspecto: que la familia es un gran gimnasio de “entrenamiento en el don y en el perdón recíproco” sin el cual ningún amor puede ser duradero. Sin entregarse y sin perdonarse el amor no permanece, no dura. En la oración que Él mismo nos enseñó —es decir el Padrenuestro— Jesús nos hace pedirle al Padre: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Y al final comenta: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas” (Mt 6, 12.14-15). No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en la familia. Cada día nos ofendemos unos a otros. Tenemos que considerar estos errores, debidos a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Lo que se nos pide es curar inmediatamente las heridas que nos provocamos, volver a tejer de inmediato los hilos que rompemos en la familia. Si esperamos demasiado, todo se hace más difícil. Y hay un secreto sencillo para curar las heridas y disipar las acusaciones. Es este: no dejar que acabe el día sin pedirse perdón, sin hacer las paces entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas... entre nuera y suegra. Si aprendemos a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, se sanan las heridas, el matrimonio se fortalece y la familia se convierte en una casa cada vez más sólida, que resiste a las sacudidas de nuestras pequeñas y grandes maldades. Y por esto no es necesario dar un gran discurso, sino que es suficiente una caricia: una caricia y todo se acaba, y se recomienza. Pero no terminar el día en guerra.” (Audiencia general, el día 4 de noviembre de 2015)
(8.XI.15)
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