LO TRIBUTARIO. (nº 983)
Ciencia de la Hacienda: 25) los rendimientos del
trabajo
Como era de esperar, después de
que el profesor explicó que patrimonio es el capital productivo, como sería un
peral, y que la renta es el fruto, como sería la pera, inevitablemente, curso
tras curso y a pesar de las advertencias, a la pregunta qué es la renta, algún
alumno contesta: la pera. Pero, cuando se explica que hay rentas ganadas o
trabajadas y no ganadas o no trabajadas, la argumentación no es plenamente
satisfactoria: la retribución del trabajo es la renta del capital humano que es
temporal, contingente, deteriorable, pero los intereses, los dividendos, los
alquileres, son el fruto del capital que se percibe, infinitamente, cuando se
producen permaneciendo éste sin disminución. Pronto, la propia doctrina
contemporánea recordó que, cuando la renta del trabajo tiene un nivel
suficiente, parte se puede ahorrar y la inversión de esa renta del trabajo
determinará una renta del capital. Las apreturas recaudatorias permitió
descubrir diferenciaciones entra las rentas según la seguridad de su
percepción: en aquellos tiempos, casi ninguna la del artesano o la trabajador
no cualificado; más segura la del directivo; más aún las garantizadas; y
muchísimo más las de la Deuda inscrita.
Los siete que hicieron la
reforma de 1978, se encontraron con un sistema de imposición directa basado en
cinco impuestos reales, de producto u objetivos y dos impuestos generales,
personales, sobre la renta de las personas físicas y de las sociedades y demás
personas jurídicas. En aquéllos latía el espíritu de las antiguas
contribuciones (de urbana, rústica y pecuaria, de utilidades) y los impuestos
sobre el trabajo y sobre el capital. Eran impuestos a cuenta de los impuestos
generales de modo que lo tributado se restaba de la cuota resultante del
impuesto general, personal, correspondiente, pero, como cuota mínima, de modo
que la diferencia no producía devolución si lo pagado por impuestos reales era
superior a la cuota por el impuesto personal. Se aprovechó la experiencia y el
nuevo sistema de tributación sobre la renta ganada quedó reducido a dos
impuestos personales y subjetivos y a un impuesto complementario calculado
sobre el patrimonio, pero de cuota tan reducida que se debería poder pagar con
la renta ganada. El IRPF, con gran pesar de los autores, se diseñó como
impuesto analítico porque era necesario diferenciar los componentes de la renta
sujeta (rendimientos del trabajo personal, del capital, de actividad,
incrementos y disminuciones de patrimonio, renta imputada por transparencia y
renta atribuida por entidades sin personalidad). El IS se diseñó al principio
como impuesto analítico, pero desde el primer reglamento y, claro, con la Ley
43/1995, quedó configurado como impuesto sintético: la base imponible es el
resultado contable modificado or los justes fiscales establecidos en la ley. En
el IRPF, se hizo necesario establecer métodos objetivos de cuantificación de
rendimientos; por su progresividad se hizo obligado corregir los efectos de una
tarifa diseñada para rentas del año para rentas generadas en más de ese tiempo
(inexplicablemente más de dos años, aunque con la correspondiente explicación
antifraude); y, en una peculiar evolución, se decidió limitar los gastos
necesarios para obtener los ingresos, establecer reducciones arbitrarias y
abrir un portillo conceptual que complica la calificación del trabajo: lo que
en el origen incluía sólo el trabajo por cuenta ajena, se amplió a los
“autónomos” que dan cursos, conferencias. Pero, si todo es trabajo, también es
trabajo la renta mixta de los negocios empresariales o profesionales y la
decisión de invertir, dónde y cuánto tiempo para obtener rendimientos de
capital.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Paradoja: aprobar el plan de
control tributario y aduanero al tiempo que surge una trama de enriquecimiento
fraudulento y que parece que no se ha comprobado ni regularizado.
Cuaresma. Cuarta semana.
Domingo “Laetare”. Casi sin pensarlo viene al recuerdo del cristiano: “Alegraos
siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que vuestra comprensión sea
patente a todos los hombres. El Señor está cerca. No os preocupéis por nada, al
contrario, en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones con
acción de gracias. Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Flp 4, 4-6).
Tiempo de bendiciones.
“Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador” (Lc 1,46-47). “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha
visitado y redimido a su pueblo y ha suscitado para nosotros el poder salvador
en la casa de David su siervo, como lo había anunciado desde antiguo por boca
de sus santos profetas” (Lc 1,68-70). “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual
en los cielos, ya que nos eligió antes de la creación del mundo para que
fuéramos santos y sin mancha en su presencia por el amor; nos predestinó a ser
sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad, para
alabanza y gloria de su gracia, con la cual nos hizo gratos en el Amado; en
quien, mediante su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados,
según las riquezas de su gracia, que derramó sobre nosotros sobreabundantemente
con toda sabiduría y prudencia. Nos dio a conocer el misterio de su voluntad,
según el benévolo designio que se había propuesta realizar mediante él y
llevarlo a cabo en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las
cosas, las de los cielos y las de la tierra” (Ef 1, 3-10)
Tiempo de alegría: “No temáis.
Mirad que vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo;
hoy os ha nacido en la ciudad de David, elSalvador que es el Cristo, el Señor”
(Lc 2,10-11). “Os digo que, del mismo modo, habrá en el cielo mayor alegría por
un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen
necesidad de conversión… Así, os digo, hay alegría entre los ángeles de Dios
por un pecador que se arrepiente… Vamos a celebrarlo con un banquete porque
este hijo mío estaba muerto y ha vuelo a la vida, estaba perdido y ha sido
encontrado … Había que celebrarlo y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba
muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado” (Lc
15,7.10.23-24.32). “Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo… Pero no os
alegréis de que los espíritus se so sometan; alegraos más bien de que vuestros
nombres están escritos en el cielo” (Lc 10,18.20)
Y los salmos. “Los cielos
anuncian su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria… La luz ha sido
esparcida para el justo, la alegría para los rectos de corazón. Alegraos justo
en el Señor, celebrad su memoria santa” (salmo 97,6.11).“Qué alegría cuando me
dijeron: ¡Vamos a la Casa del Señor! (salmo 122, 1). “Aclamad al Señor, tierra
entera; servid al Señor con alegría, entrad a su presencia con júbilo. Sabed
que el Señor es Dios: Él nos hizo y somos suyos, somos su pueblo y ovejas que
Él apacienta. Entrad por sus puertas con acción de gracias, en sus atrios con
cantos de alabanza, dadle gracias, bendecid su Nombre. Porque el Señor es
bueno: su misericordia es eterna y su fidelidad por todas las generaciones”
(salmo 100,1-5)
LA HOJA SEMANAL
(del 11 al 16 de marzo)
Lunes (11)
San Vicente de León, abad (4ª de Cuaresma)
Palabras: “El hombre creyó y se puso en camino…” (Jn 4,50)
Reflexión: …Y creyó con él toda su familia”
Propósito, durante el día: Señor, aumenta nuestra fe
Martes (12)
San Luis Orione, presbítero y fundador (4ª de Cuaresma)
Palabras: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina …” (Jn 5,7)
Reflexión: … Has quedado sano. No peques más, no sea que te ocurra algo peor”
Propósito, durante el día: Gracias. Perdón. Ayúdame más
Miércoles (13)
Santos Macedonio, Patricia y Modesta, mártires (4ª de Cuaresma)
Palabras: “Quien escucha mi palabra y cree al que me envió… (Jn 5,24)
Reflexión: … posee la vida eterna y no se le llamará a juicio”
Propósito, durante el día: Señor, que vea, que sea, como Tú quieres
Jueves (14)
Santa Matilde, reina (4ª de Cuaresma)
Palabras: “Esas obras que hago dan testimonio de mí: … (Jn 5,36)
Reflexión: … que el Padre me ha enviado”
Propósito, durante el día: Señor, hazme testigo fiel
Viernes (15)
San Raimundo de Fitero, abad (4ª de Cuaresma) (día de abstinencia)
Palabras: “Nadie le pudo echar mano, porque … (Jn 7,30)
Reflexión: ... todavía no había llegado su hora”
Propósito, durante el día: En la hora de mi muerte, llámame; mándame ir a Ti
Sábado (16)
San Heriberto, obispo (4º de Cuaresma)
Palabras: “Estudia y verás que de galilea no salen profetas… (Jn 7,52)
Reflexión: …Y se volvieron cada uno a su casa”
Propósito, durante el día: Madre mía, no te alejes, tus ojos de mí no apartes
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 10, domingo (4º de Cuaresma,
“Laetare”, ciclo B), llaman a la alegría confiada en el amor de Dios: “Él me ha
encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre
vosotros pertenezca a su pueblo ¡sea su Dios con él, y suba!” (2 Cr 36).
“Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe” (Ef 2); “Dios no mandó
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él” (Jn 3). Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía; sed mi salvación.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “La invitación de hoy, también para nuestro camino
de Cuaresma, es a hacer en nosotros y a nuestro alrededor “más casa y
menos mercado”. En primer lugar, con respecto a Dios, rezando mucho, como hijos
que, sin cansarse, llaman confiados a la puerta del Padre, no como mercaderes
avaros y desconfiados. Primero, rezando. Y, después, difundiendo fraternidad:
¡hace falta mucha fraternidad! Pensemos en el silencio incómodo, aislador, a
veces incluso hostil, que se encuentra en muchos lugares. Preguntémonos
entonces: ante todo, ¿cómo es mi oración? ¿Es un precio que tengo que pagar o
es el momento del abandono confiado durante el que no miro el reloj? ¿Y cómo
son mis relaciones con los demás? ¿Sé dar sin esperar nada a cambio? ¿Sé dar el
primer paso para romper los muros del silencio y los vacíos de las distancias?
Debemos hacernos estas preguntas. Que María nos ayude a “hacer casa” con Dios,
entre nosotros y a nuestro alrededor.” (Angelus, día 3 de marzo de 2024)
- “Poco se puede hacer con una persona enferma de
soberbia. Es imposible hablar con ella, y mucho menos corregirla, porque en el
fondo ya no está presente a sí misma. Sólo hay que tenerle paciencia, porque un
día su edificio se derrumbará. Un proverbio italiano dice: “La soberbia va a
caballo y vuelve a pie". En los Evangelios, Jesús trata con muchas
personas orgullosas, y a menudo fue a desenterrar este vicio incluso en
personas que lo ocultaban muy bien. Pedro alardea al máximo su fidelidad:
"Aunque todos te abandonen, yo no lo haré" (cf. Mt 26,33). Sin
embargo, pronto experimentará que es como los demás, también él temeroso ante
la muerte que no imaginaba que pudiera estar tan cerca. Y así, el segundo
Pedro, el que ya no levanta el mentón, sino que llora lágrimas saladas, será
medicado por Jesús y será por fin apto para soportar el peso de la Iglesia.
Antes ostentaba una presunción de la que era mejor no hacer alarde; ahora, en
cambio, es un discípulo fiel al que, como dice una parábola, el amo "hará
administrador de todos sus bienes” (Lc 12,44). La salvación pasa por la
humildad, verdadero remedio para todo acto de soberbia. En
el “Magnificat” María canta a Dios que dispersa con su poder a los
soberbios en los pensamientos enfermos de sus corazones. Es inútil robarle algo
a Dios, como esperan hacer los soberbios, porque al final Él quiere regalarnos
todo. Por eso el Apóstol Santiago, a su comunidad herida por luchas intestinas
originadas en el orgullo, escribe: “Dios resiste a los soberbios, pero a los
humildes les da su gracia" (St 4,6). Por tanto, queridos hermanos y
hermanas, aprovechemos esta Cuaresma para luchar contra nuestra soberbia.”
(Audiencia general, 6 de marzo de 2024)
(10.03.24)
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