LO TRIBUTARIO (nº 621)
“Ceteris paribus”
Si la cláusula “rebus sic stantibus” se refería a la permanencia invariada en el tiempo del fundamento fáctico, jurídico, económico, del objeto (acuerdo, decisión…) de que se trata, la cláusula “ceteris paribus” se refiere a la condición invariada de otras circunstancias que influyen en el objeto (acuerdo, decisión…) de que se trata. Es una cláusula que se emplea también en otras ciencias (matemáticas, física, economía…) de modo que la certidumbre de lo que se mantiene se hace depender de que no cambien las circunstancias que pudieran influir. En el ámbito contractual, la cláusula “ceteris paribus” es una buena salvaguardia respecto de posibles cambios de circunstancias en los negocios duraderos. Y en el ámbito tributario, claro, no es una cláusula contractual, sino un principio lógico obliga a diferenciar dos perspectivas: la fiscalista, que se opone a que la recaudación pueda depender de la estabilidad de las circunstancias; y la equitativa que considera que los cambios relevantes de circunstancias deben influir en la obligación tributaria. Hay ejemplos en los dos sentidos: en plena crisis de la “burbuja inmobiliaria” se mantuvo o, incluso, se actualizó al alza los valores catastrales; ante desastres naturales o sanitarios, se aprueban normas, incluso de urgencia, o se adoptan medidas que alargan plazos, reducen cantidades, flexibilizan obligaciones formales.
En Derecho, la consideración de la cláusula “ceteris paribus” tiene mucho que ver con el principio de seguridad jurídica (art. 9 CE) y con los principios de confianza legítima y buena fe (art. 3 Ley 40/2015, RJSP). Desde luego, y con carácter general, se debe recordar que, en cuanto la cláusula haya determinado efectos lícitos y válidos en un acto o negocio, se debe reconocer su trascendencia tributaria porque así lo exigen los principios de legalidad (art. 8 LGT: producción del hecho imponible y determinación de los elementos cuantificadores de la tributación como obligación principal y en sus obligaciones accesorias o formales: arts. 19, 25 y 29 LGT) y de capacidad económica (art. 31 CE), salvo que se aplique el “conflicto en la aplicación de la norma tributaria” (art. 15 LGT) que es contrario a esos principios. Del mismo modo se debe recordar que los pactos de los particulares no pueden modificar (art. 17.5 LGT) los elementos determinantes de la obligación tributaria.
En aspectos concretos de la tributación, la influencia de la fundamentación lógica de la cláusula “ceteris paribus” se pone de manifiesto sobre todo en las valoraciones. Por este motivo es exigencia que tanto en la valoración (arts. 50 a 53 LGT) como en su comprobación (arts. 57 y 134-135 LGT) se atienda al momento de devengo del impuesto y no al tiempo en que se produce la declaración o la comprobación. Por este motivo se limitan, temporalmente, los efectos de la información de valores previa a la adquisición o transmisión de inmuebles (art. 90.2 LGT) y, circunstancialmente, los efectos de los acuerdos previos de valoración de rentas, productos, bienes, gastos y demás elementos de la deuda tributaria (art. 91.5 LGT) y de las contestaciones escritas vinculantes (art. 89.1 LGT). Precaución legislativa ésta que debería estar normativamente extendida a la aplicación continuada de criterios administrativos de regularización sin tener en cuenta los cambios de circunstancias producidos en el tiempo. En un Taller de tributación es frecuente extenderse a la consideración de los precedentes, unidad de doctrina y unificación de criterios. Excursión erudita.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Si se consigue empobrecer hasta el límite a la clase media -profesionales, autónomos y sociedades familiares- y se subsidian, además de agradecidos por sobrevivir, se les puede convertir en trabajadores de empresas estatales, en economía oficial planificada.
El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. No ha quedado más que un jueves de aquellos tres que estaban fijos en la memoria y en el corazón de los cristianos viejos: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Celebrar esta solemnidad hace que el cristiano recuerde y vea realizadas las palabras de Jesús: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo contrario ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? Cuando me haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí para que, donde yo estoy, estéis también vosotros” (Jn 14,2-3) y “Habéis escuchado que os he dicho: “Me voy y vuelvo a vosotros. Si me amaráis os alegraríais de que me vaya al Padre…” (Jn 14,28). Jesús, eterno presente en la Trinidad Divina, sin dejar de su eternidad, entró en el tiempo creado, se hizo hombre y habitó entre nosotros; fue crucificado, muerto y sepultado y resucitó al tercer día; durante cuarenta días “se dejó ver” por los que amaba y, cuando ascendió al cielo, sin menoscabo alguno de su eternidad divina, se quedó entre nosotros: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). El cristiano, ante la Eucaristía, no comprende, pero cree sin reservas que: “sin irse, vino; que se fue, pero se quedó”.
Salta el alma alborozada al ir recordando palabras de Jesús: “… yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre…” (Jn 14,16); “… el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho…” (Jn 14, 26). Y el cristiano, en la Eucaristía, al adorar, al comulgar, al llenarse de Dios y sumirse en Dios, se llena de alegría al relacionar esas palabras de Jesús con estas otras: “No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Todavía un poco más y el mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. Ese día conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros” (Jn 14,18-20). Y, así, del alma salen las palabras llenas de fe y de amor: “Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias, a Ti se somete mi corazón por completo y se rinde totalmente al contemplarte. / Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto el gusto, pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios, nada es más verdadero que esta palabra de verdad. / En la cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas y pido lo que pidió el ladrón arrepentido. / No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere, que te ame. / ¡Oh, memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre, concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. / Señor, Jesús, bondadoso pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. / Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío, que, al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén” (“Adorote devote”, santo Tomás de Aquino).
LA HOJA SEMANAL
(del 15 al 20 de junio)
Lunes (15)
Santa María Micaela, virgen y fundadora (11ª TO)
Palabras: “No hagáis frente al que os agravia” (Mt 5,39)
Reflexión: Derogación del “Ojo por ojo, diente por diente”
Propósito, durante el día: Perdónanos como nosotros debemos perdonar
Martes (16)
Santos Domingo Neguyen y compañeros mártires (11ª TO)
Palabras: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mt 5,44)
Reflexión: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis como yo os he amado
Propósito, durante el día: Que esté atento, que haga con amor, lo que otros necesitan
Miércoles (17)
Santa Teresa de Portugal, monja (11ª TO)
Palabras: “Cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda… (Mt 6,3)
Reflexión: … lo que hace tu derecha”. Tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará
Propósito, durante el día: Desaparecer. Conviene que otro crezca y yo disminuya
Jueves (18)
San Calógero, ermitaño (11ª TO)
Palabras: “Vosotros rezad así: Padre nuestro de cielo…” (Mt 6,9)
Reflexión: Vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis
Propósito, durante el día: Hágase tu voluntad aquí como se hace en el cielo
Viernes (19)
El Sagrado Corazón de Jesús
Palabras: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados … (Mt 11,28)
Reflexión: … y yo os aliviaré… Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”
Propósito, durante el día: Dios, consuelo de pecadores y misericordia de los afligidos
Sábado (20)
Inmaculado Corazón de María
Palabras: “Su madre conservaba todo esto en su corazón” (Lc 2,51)
Reflexión: “¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?”
Propósito, durante el día: Madre, contigo, que busque a Jesús, que lo encuentre
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 14, domingo (Corpus Christi; ciclo A) nos meten en el misterio de la Eucaristía: “Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer” (Dt 8); “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1 Co 10); “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida” (Jn 6). Misterio de fe, misterio de amor, misterio de esperanza
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Dios creó el mundo bueno, bello, pero después del pecado el mundo está marcado por la maldad y la corrupción. Nosotros, hombres y mujeres, somos pecadores, todos; por lo tanto, Dios podría intervenir para juzgar el mundo, para destruir el mal y castigar a los pecadores. En cambio, Él ama al mundo, a pesar de sus pecados; Dios nos ama a cada uno de nosotros incluso cuando cometemos errores y nos distanciamos de Él. Dios Padre ama tanto al mundo que, para salvarlo, da lo más precioso que tiene: su único Hijo, que da su vida por la humanidad, resucita, vuelve al Padre y, junto con Él, envía el Espíritu Santo. La Trinidad es por lo tanto Amor, totalmente al servicio del mundo, al que quiere salvar y recrear. Y hoy pensando en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ¡pensemos en el amor de Dios! Y sería bueno que nos sintiéramos amados: “¡Dios me ama!”. Este es el sentimiento de hoy.” (Angelus, día 7 de junio de 2020)
- “Todos nosotros tenemos una cita en la noche con Dios, en la noche de nuestra vida, en las muchas noches de nuestra vida: momentos oscuros, momentos de pecados, momentos de desorientación. Ahí hay una cita con Dios, siempre. Él nos sorprenderá en el momento en el que no nos lo esperemos, en el que nos encontremos realmente solos. En aquella misma noche, combatiendo contra lo desconocido, tomaremos conciencia de ser solo pobres hombres —me permito decir “pobrecitos”—, pero, precisamente entonces, no deberemos temer: porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida; nos cambiará el corazón y nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él. Esta es una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios. Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros. “Señor, Tú me conoces”, puede decirlo cada uno de nosotros. “Señor, Tú me conoces. Cámbiame”.” (Audiencia general, día 10 de junio de 2020)
(14.06.20)
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