LO TRIBUTARIO (nº 610)
Derechos (40): ¿a hacer manifestaciones en las diligencias?
Establece el artículo 34.1 LGT que constituyen derechos de los “administrados tributarios”, entre otros, los siguientes: … q) Derecho a que las manifestaciones con relevancia tributaria se recojan en las diligencias extendidas en los procedimientos tributarios. Se trata de un derecho de gran importancia y trascendencia puesto que también establece la ley que “los hechos contenidos en las diligencias y aceptados” por los interesados, “así como sus manifestaciones”, se presumen ciertos y sólo podrán rectificarse por estos mediante prueba de que incurrieron en error de hecho (art. 107.2 LGT). Se trata de una regulación específica de las diligencias como medio de prueba (documento público) que comprende no sólo de los hechos que motiven su formalización, salvo que se acredite lo contrario, sino también la presunción (que es otro medio de prueba) de que el contenido de las diligencias (hechos y manifestaciones) son ciertos y sólo pueden rectificarse por los interesados mediante prueba de que incurrieron en error de hecho. Y esta regulación se debe completar con lo establecido en el artículo 13.e) de la Ley 39/2015 LPAC que regula el derecho de los administrados a que las autoridades y empleados públicos les faciliten el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.
El artículo 99.7 LGT regula el contenido de las diligencias: son los documentos públicos que se extienden para hacer constar hechos, así como las manifestaciones del interesado o de persona con la que se entiendan las actuaciones; y añade el precepto que las diligencias no podrán contener propuestas de liquidaciones tributarias. Se trata de un precepto legal muy importante porque especifica lo único que se puede incluir en las diligencias: los hechos y las manifestaciones del administrado. Si se considera que las diligencias son documentos públicos que hacen prueba de certidumbre de los hechos a que en ellas se hace referencia, es evidente que sólo se deben incluir los hechos probados y los evidentes que no necesitan de comprobación. No caben, en cambio, hechos inducidos, ni deducidos ni presuntos y deben estar probados o ser evidentes los hechos que sirven para deducir de ellos hechos presuntos.
En cuanto a las manifestaciones de los administrados que éstos tienen derecho a que se incluyan en las diligencias tal y como ellos quieren expresarlas, la primera desde luego, en su caso, es la posible discrepancia o matización respecto de los hechos que la Administración considera probados al incluirlos en la diligencia. Cualquiera otra manifestación que el administrado quiera que se incluya en diligencia se debe incluir: para él eso entraña una presunción legal de que lo dicho es cierto y no lo puede rectificar salvo prueba de que incurrieron en error de hecho; para la Administración, la consecuencia de lo manifestado y recogido en diligencia es que se presume cierto y sólo puede rebatirlo mediante la correspondiente prueba en contrario por alguno de los medios admitidos en Derecho. En un Taller de tributación se insiste en que no tienen esa naturaleza y efectos ni las manifestaciones de terceros ni los interrogatorios que, además. no tienen justificación legal. En Derecho, la obligación de facilitar la práctica de inspecciones y comprobaciones (art. 29.2.g) LGT) no puede llegar más allá de conservar y aportar lo que es obligado tener y aportar (art. 29.2.d) y f) y 34.1.h LGT y art. 53.1.d) Ley 30/2015, PAC). Ni cabe obligar a elaborar contenidos ni formatos.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
En sentencia que permite recurso se declara que las pretensiones de delito en un contribuyente, mantenidas desde 2009, ni están probadas ni hay cuantía bastante.
Pascua de Resurrección; y en el mes mayo, mes de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. El cristiano mantiene el recuerdo del texto pascual: “Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús…” (Hech 1,14). En la inolvidable sabatina colegial marista se decía: “Tan pura eres María, tan bella te halló Dios en el momento de la encarnación, tan llena de gracia te vio, que vaciló en bajar a tu seno virginal, elevándote a la sublime dignidad de Madre suya… Santa Madre de Dios, Virgen inmaculada templo de Dios, sagrario del espíritu Santo, Tú sola fuiste digna de ser Madre de Jesús. Pero hay más; María es también madre nuestra. Nos la dio Jesús por Madre estando agonizando en la Cruz. ¡Oh dicha incomparable la Madre de Dios es mi Madre!”.
La Pascua de Resurrección sigue recordando que la vida del cristiano es fruto de un encuentro con Jesús y se mantiene y se recupera con sucesivos encuentros durante toda nuestra existencia. En los Evangelios hay muchos encuentros memorables y algunos con circunstancias paralelas. Cuando Jesús curó al que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años que estaba tendido junto a la piscina Betzata en la puerta de las ovejas de Jerusalén, “el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar”. Los judíos le dijeron que era sábado y no era licito llevar la camilla. Le interrogaron sobre quien le había curado, pero “no sabía quien era, pues Jesús se había apartado de la muchedumbre allí congregada”. Pero después de esto “lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: - Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor” (cf. Jn 5,1-14). Otro encuentro con Jesús fue el que se produjo con la curación del ciego de nacimiento. Cuando le preguntaban cómo se le abrieron los ojos y él decía lo que había hecho “ese hombre llamado Jesús”, le dijeron: “- ¿Dónde está ése? Él respondió: - No lo sé”. El pasaje termina así: “Oyó Jesús que le habían echado fuera, y cuando se encontró con él le dijo: -¿Crees tú en el Hijo del hombre? -¿Y quién es, Señor, para que crea en él – respondió. Le dijo Jesús: - Si los has visto: el que está hablando contigo, ése es. Y él exclamó: - Creo, Señor - y se postró ante él.” (Jn 9,1-38).
Así, una y otra vez, nos encontramos con Jesús en la vida ordinaria: en la familia, con los amigos, en el trabajo, en las noticias y en los paisajes; en la enfermedad y ante la muerte; en el cansancio, en el desánimo, en la preocupación, en el temor, en la desconfianza, cuando cuesta levantarse, mantenerse y seguir; pero también en los éxitos, en la salud, en la alegría por dar, por ayudar, por consolar, por perdonar, porque nos han perdonado, porque nos han comprendido, nos han ayudado. El cristiano sabe y confía: “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y se os perdonará; dad y se os dará, echarán en vuestro regazo una buena medida, apretada, colmada, rebosante; porque con la misma que midáis seréis medidos (Lc 6,37-38)
Las voces escolares recitan la sabatina: “Mucho es tener una madre buena y santa; mejor si es buena, santa y rica; incomparablemente mejor que sea buena, santa, rica, reina poderosa y amante de sus hijos. Pues bien, todo eso es para nosotros María. ¡Oh María, Madre mía, oh consuelo del mortal, amparadme y guiadme a la patria celestial!”
LA HOJA SEMANAL
(del 4 al 9 de mayo)
Lunes (4)
San José María Rubio, S.I. presbítero (4ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Yo soy el buen Pastor … (Jn 10,11)
Reflexión: … El buen pastor da la vida por sus ovejas”
Propósito, durante el día: Gracias, perdón y ayúdame más
Martes (5)
San Máximo de Jerusalén, obispo (4ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco…” (Jn 10,27)
Reflexión: yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre…”
Propósito, durante el día: Aleja, Señor, de mí, lo que me aparte de Ti
Miércoles (6)
San Pedro Nolasco, presbítero y fundador (4ª de Pascua; mes de María)
Palabras: Yo he venido al mundo como luz, y así… (Jn 12,46)
Reflexión: … el que cree en mí no quedará en tinieblas
Propósito, duran el día: Señor, lo que quieras, como quieras, porque Tú lo quieres
Jueves (7)
Santa Domitila, mártir (4ª de Pascua; mes de María)
Palabras: “Yo sé bien a quiénes he elegido” (Jn 13,18)
Reflexión: El que compartía mi pan me ha traicionado
Propósito, durante el día: Señor, no te fíes de mí. Ayúdame a ser fiel
Viernes (8)
San Víctor, mártir (4ª de Pascua; Nª Sª del Toro; mes de María)
Palabras: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida” (Jn 14.6)
Reflexión: “Para que donde estoy yo, estéis también vosotros”
Propósito, durante el día: Que te busque, que te encuentre, que te trate, que te ame
Sábado (9)
Santa Luisa de Marillac, fundadora (4ª Pasc.; Nª Sª de los Desamparados; mes de María)
Palabras: “Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (Jn 14,14)
Reflexión: Le dice Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”
Propósito, durante el día: Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 3, domingo (4º de Pascua, ciclo A; del Buen Pastor; santos Felipe y Santiago, apóstoles) llaman a la confianza: “Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados y recibiréis el Espíritu Santo” (Hech 2); “Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas” (1 Pe 2); “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará” (Jn 10). Dios es amor, se preocupa por nosotros, nos salva para siempre. Madre nuestra, llévanos a Él.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”. En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección. Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza. Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud. Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus. Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad. Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración. Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad. Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.” (Carta del Santo Padre a todos los fieles para el Mes de Mayo 2020)
- “Queridos hermanos y hermanas, en la vida siempre estamos en camino. Y nos convertimos en aquello hacia lo que vamos. Escojamos el camino de Dios, no el camino del ego; el camino del sí, no el camino del si. Descubriremos que no hay ningún imprevisto, no hay cuesta arriba, no hay ninguna noche que no se pueda afrontar con Jesús. Que Nuestra Señora, Madre del Camino, que al aceptar la Palabra hizo de toda su vida un “sí” a Dios, nos muestre el camino.” (Regina, día 26 de abril de 2020)
(3.5.20)
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