LO TRIBUTARIO (nº 462)

Colaboración en la aplicación de los tributos (2)

Fue en 1977 cuando una autoridad fiscal provocó el disgusto de sus subordinados porque invitó a asesores tributarios a colaborar, trabajar juntos, con la Administración mediante el intercambio de informaciones y sugerencias. Poco después, se demostró que el éxito de la reforma tributaria de 1978 se debió a un cambio de talante en los funcionarios divulgadores de la nueva legislación, y del nuevo marco de exigencia y rigor en la aplicación de las normas, y en el deseo de aprender de los asesores tributarios. La introducción y generalización del uso de la informática llevó a una excesiva explotación de las obligaciones y requerimientos de información. Decayó el derecho de los obligados a informar (todo dato tiene trascendencia tributaria, toda entidad o persona desde que nace es un contribuyente potencial) y decayeron los derechos de los afectados (art. 108.4 LGT: las declaraciones de los contribuyentes se consideran ciertas “para ellos”; las declaraciones de los informantes, se consideran ciertas “erga omnes” y suficientes para invertir la carga de la prueba).

Leer el artículo 92 LGT que regula la colaboración tributaria es comprobar el error de esa titulación, porque su contenido es falaz: los interesados podrán colaborar (¿los interesados en colaborar? ¿los obligados tienen interés en colaborar con el que les obliga?) y, aún así, con condiciones. En particular la Administración podrá llegar a acuerdos para: facilitar el desarrollo de su labor (¿gestionar los tributos con justicia?, vid art. 3.1 LGT) en aras (altares para sacrificios) de potenciar el cumplimiento “cooperativo” de las obligaciones tributarias (¿potenciar el cumplimiento es multiplicar la recaudación? ¿cumplimiento cooperativo?). Y esa pretensión de cumplimiento cooperativo se hará mediante acuerdos con colegios y asociaciones de profesionales de la asesoría fiscal. Son tantas las dudas que ofrece ese texto (sintácticamente tan confuso que impide avanzar desde el “en particular” al “específicamente”) que hace aconsejable no aventurar sospechas sobre el “cumplimiento cooperativo” (específicamente); y (en particular) sobre los interesados en colaborar (¿disfrutando de acceso directo al poder?).

No se regula simplificar y potenciar la eficacia en la defensa de los contribuyentes, precisamente y también, por las entidades de las que son miembros. La colaboración (por las entidades, colegios y asociaciones de administrados) se prevé en los siguientes aspectos: a) realización de estudios e informes para que la Administración elabore y aplique normas o medios de comprobación de valores; b) campañas de información y difusión de obligaciones tributarias; c) simplificación en el cumplimiento de las obligaciones tributarias; d) asistencia en la realización de autoliquidaciones, declaraciones y comunicaciones y en su correcta cumplimentación (¡responsabilidad cooperativa!); e) presentación y remisión a la Administración de documentos con trascendencia tributaria, previa autorización de los obligados a hacerlo (gestoría); f) subsanación de defectos (¿del colaborador en su colaboración?) previa autorización de los obligados; g) información del estado de tramitación de devoluciones y reembolsos previa autorización (gestoría cooperativa); y h) solicitud y obtención de certificados tributarios previa autorización (gestoría cooperativa). La duda está en si la función social de cada colaborador obliga, precisamente por ese motivo, a matizar esa relación para saber con quién colabora. Hay que distinguir entre interesados y afectados.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

La ley que aprueba los Presupuestos Generales del Estado es una ley ordinaria, pero es especial (v. art. 134 CE). Hace veinte años se rodeó con leyes de acompañamiento. Ahora se respetarían los compromisos con la UE, pero sólo en la apariencia formal.

El cristiano se sabe amado de Dios que es Amor. Vive cada momento sabiendo que Dios está con él, que todo lo suyo interesa a Dios y que, en todo, Dios procura lo mejor para él: “Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28). El cristiano puede dejar que su corazón se desborde exclamando: “Omnia in bonum!”, ¡Todo es para bien!, porque sabe que Dios está con él en la tarea ordinaria de cada día, en lo pequeño y en lo grande, en los éxitos y en los fracasos, en la salud y en la enfermedad. “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rm 8,31). “En todas estas cosas vencemos con creces gracias a aquel que nos amó” (Rm 8,37). Porque nada “podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rm 8,39)

El cristiano se anima y recobra fuerzas para hacer alegre el camino hacia el cielo recordando momentos evangélicos de alegría: “Volvieron los setenta y dos llenos de alegría diciendo: - Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. - Él les dijo: -Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo… Pero no so alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo” (Lc 10,18 y 20). Y en el corazón del cristiano resuenan textos del Apocalipsis:

- “Al que venza le daré del maná escondido; le daré también una piedrecita blanca y escrito en la piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe” (Ap 2,17)

- “El vencedor será revestido con vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida; confesaré su nombre en la presencia de mi Padre y delante de los ángeles” (Ap 3,5). “A todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios” (Lc 12,8)

- “Al que venza le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá fuera nunca más, escribiré sobre él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciendo del cielo desde mi Dios, y mi nombre nuevo” (Ap 3,12)

- “Ésta es la morada de Dios con los hombres: Habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios habitando realmente en medio de ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó.” (Ap 21,3-4). “El que venza heredará estas cosas, y yo seré para él Dios, y él será para mí hijo” (Ap. 21.7)

El cristiano vive la alegría de la fe, porque cree que Dios que es Padre, lo ama; la alegría de la esperanza, porque sabe que Dios, que es Espíritu Santo, lo espera; la alegría de la caridad, porque vive junto a Jesús que está siempre a su lado. No olvida sus palabras: “Así pues, también vosotros ahora os entristecéis, pero os volveré a ver y se os alegrará el corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si le pedís al Padre algo en mi nombre, os lo concederá. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedir y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa” (Jn 16,22-24)

LA HOJA SEMANAL
(del 22 al 27 de octubre)

Lunes (22)

San Juan Pablo II, papa (28ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “Lo que has acumulado ¿de quien será? (Lc 12,20)
Reflexión: El que amasa riquezas para sí y no lo es para Dios
Propósito, durante el día: Gracias, Dios mío, por los éxitos, por mis fracasos

Martes (23)

San Juan de Capistrano, presbítero (29ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “Estad como los que aguardan a que su señor vuelva” (Lc 12,36)
Reflexión: Dichosos los que al llegar el señor los encuentre en vela
Propósito, durante el día: Dios mío, ayúdame a caminar hacia el cielo
Miércoles (24)

San Antonio María Claret, obispo y fundador (29ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá” (Lc 12,48)
Reflexión: “Y al que mucho se le confió, más se le exigirá”
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor, para que haga bien lo que debo hacer

Jueves (25)

San Frutos, ermitaño (29ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “He venido a prender fuego en el mundo” (Lc 12,49)
Reflexión: El que no recoge conmigo, desparrama
Propósito, durante el día: Señor, no nos dejes caer. Y líbranos del Malo

Viernes (26)

Santos Luciano y Marciano, mártires (29ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “¿Cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?” (Lc 12,56)
Reflexión: Aprovechar el momento. La vida es breve. Dios nos ayuda
Propósito, durante el día: Lo que quieras, como quieras, porque Tú lo quieres

Sábado (27)

San Evaristo, papa (29ª TO; mes del Rosario)
Palabras: “Señor, déjalo todavía este año…” (Lc 13,8)
Reflexión: Yo cavaré alrededor y le echaré abono. Si no da fruto, lo cortas
Propósito, durante el día: Madre mía, dile cosas mías buenas al Señor

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 21, domingo (29º TO; ciclo B) son un clamor a la misericordia de Dios: “Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos” (Is 53); “Acerquémonos con confianza al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente” (Heb 4); “Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de todos” (Mc 10). Dios quiere que estemos con Él para siempre. Nuestra Madre, nos ayuda, intercede.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Queridos hermanos y hermanas, nuestro corazón es como un imán: se deja atraer por el amor, pero solo se adhiere por un lado y debe elegir entre amar a Dios o amar las riquezas del mundo (cf. Mt 6,24); vivir para amar o vivir para sí mismo (cf. Mc 8,35). Preguntémonos de qué lado estamos. Preguntémonos cómo va nuestra historia de amor con Dios. ¿Nos conformamos con cumplir algunos preceptos o seguimos a Jesús como enamorados, realmente dispuestos a dejar algo para él? Jesús nos pregunta a cada uno personalmente, y a todos como Iglesia en camino: ¿somos una Iglesia que solo predica buenos preceptos o una Iglesia-esposa, que por su Señor se lanza a amar? ¿Lo seguimos de verdad o volvemos sobre los pasos del mundo, como aquel personaje del Evangelio? En resumen, ¿nos basta Jesús o buscamos las seguridades del mundo? Pidamos la gracia de saber “dejar” por amor del Señor: dejar riquezas, dejar nostalgias de puestos y poder, dejar estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo. Sin un salto hacia adelante en el amor, nuestra vida y nuestra Iglesia se enferman de «autocomplacencia egocéntrica» (Exhort. ap. “Evangelii gaudium”, 95): se busca la alegría en cualquier placer pasajero, se recluye en la murmuración estéril, se acomoda a la monotonía de una vida cristiana sin ímpetu, en la que un poco de narcisismo cubre la tristeza de sentirse imperfecto.” (Homilía, misa de canonizaciones, 14 de octubre de 2018)

- “La vida humana necesita amor. Y, ¿cuál es el amor auténtico? Es el que Cristo nos ha mostrado, es decir, la misericordia. El amor del que no podemos prescindir es el que perdona, que acoge a quien nos ha hecho mal. Ninguno puede sobrevivir sin misericordia, todos necesitamos el perdón. Por lo tanto, si matar significa destruir, suprimir, eliminar a alguien, entonces no matar querrá decir cuidar, valorar, incluir. Y también perdonar.

Nadie se puede ilusionar pensando: “Estoy bien porque no hago nada malo” un mineral o una planta tienen este tipo de existencia, en cambio el hombre, no; una persona —un hombre o una mujer— no. A un hombre o a una mujer se les pide más. Hay bien por hacer, preparado para cada uno de nosotros, cada uno el suyo, que nos hace ser nosotros mismos hasta el fondo. “No matarás” es un llamamiento al amor y a la misericordia, es una llamada a vivir según el Señor Jesús, que dio la vida por nosotros y por nosotros resucitó. Una vez repetimos todos juntos, aquí en la plaza, una frase de un Santo sobre esto. Tal vez nos ayude: “No hacer el mal es algo bueno. Pero no hacer el bien no es bueno”. Siempre debemos hacer el bien. Ir más allá.” (Audiencia general, 17 de octubre de 2018)

(28.10.18)

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