LO TRIBUTARIO (nº 436)

La aplicación de los tributos (7):la aplicación de las normas

Nunca se debería olvidar que, en el origen de la tributación (dejando aparte lo exigido a vencidos y extranjeros por el solo hecho de serlo) los impuestos directos, sobre la manifestación directa de la capacidad económica (como ser dueño de un terreno, de una casa o por el solo hecho de ejercer una actividad), se exigían a los súbditos a partir de listas elaboradas por la Administración del soberano; y los impuestos indirectos (exigidos al vendedor de mercancías en las ferias y mercados o a la entrada de las ciudades como forma indirecta de hacer tributar al comprador que manifestaba así, también indirectamente, su capacidad económica) se recaudaban a partir del examen del volumen y cantidad de mercancía ofertada o introducida en el recinto urbano. Muchos años después y hasta bien avanzado el siglo XX, la obligación de los contribuyentes era presentar declaraciones de los hechos tributariamente relevantes (ingresos, gastos, en la imposición directa) o emplear papel del Estado o comprar y pegar sellos o timbres oficiales en facturas y otros documentos (en la imposición indirecta). Esa exigencia tributaria era razonable y la sanción por omisión, inexactitud o falseamiento en la declaración estaba justificada.

La LGT/1963 (art. 10) aún consideraba extraordinaria la obligación de autoliquidar que sólo podía imponerse por ley. En los tributos directos el contribuyente sólo tenía la obligación de declarar lo que conocía: los hechos, las circunstancias personales y familiares. La Administración calificaba jurídicamente esos hechos y practicaba la liquidación de la deuda tributaria que debía pagar el contribuyente. Hace sólo cincuenta años: el ITP (Derechos reales) se declaraba por los contribuyentes ante la Abogacía del Estado que calificaba y liquidaba; los Inspectores Técnicos Fiscales del Estado (juristas) investigaban y comprobaban y hacían una propuesta de liquidación (acta) si encontraban diferencias, pero era la Abogacía del Estado la que liquidaba. Hasta la reforma del artículo 140 LGT/1963, los impuestos sobre la renta se declaraban por los contribuyentes y se liquidaban por los Liquidadores (rama del Cuerpo de Diplomados) que determinaban la obligación tributaria a la vista de las actas formalizadas, con personas físicas, por los Inspectores Diplomados (la otra rama del Cuerpo de Diplomados) o con personas jurídicas por Intendentes al Servicio de la Hacienda.

La obligación de autoliquidar, generalizada en todos los impuestos del sistema estatal, se ha definido como obligación exorbitante: el contribuyente está obligado no sólo a declarar los hechos que conoce, sino también a calificarlos según Derecho y, además, aplicar la compleja técnica de la liquidación tributaria (que exige conocer las normas aplicables, interpretarlas con acierto, comprender sin error el lenguaje técnico). Hasta la Ley 10/1985 que modificó la LGT/1963 (arts. 77 a 79) la infracción era no declarar, o declarar de forma incompleta, inexacta o falseada. Con la citada ley, la infracción se tipificó como no ingresar en plazo la deuda tributaria, lo que, en la obligación de autoliquidar, significa sancionar por no ser un experto tributario sin que importe su falta de formación específica o su formación ajena a la tributación. Con la LGT/2003, hay tantas infracciones tipificadas (arts. 191 a 206) que se puede considerar que la de contribuyente se puede clasificar entre las profesiones arriesgadas. Y, desde 2011, se viene generalizando la comunicación telemática, sin paliativos ni excepciones.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

A la semana de su nombramiento cesó un ministro porque en su pasado reciente vio regularizada su situación tributaria, confirmada luego por sentencia. La sociedad interpuesta para la casa adquirida y gastos no deducibles motivaron lo ocurrido. Parece que dijo que fue un cambio de criterio de la Agencia y que eso lo hacían todos.

El cristiano sabe que es hijo de Dios, pero, aunque parezca increíble, olvida con frecuencia esa gran dignidad. San Pablo lo explica bien: “Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios estos son hijos de Dios… recibisteis un Espíritu de hijos de adopción en el que clamamos: “Abbá, Padre”. Pues el Espíritu mismo da testimonio junto con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo” (v. Rm 8,14-17). Y añade: “Asimismo el espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza: porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene; pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Pero el que sondea los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu porque intercede según Dios en favor de los santos” (Rm 8,26-27).

“Imitad, por tanto, a Dios, como hijos queridísimos, y caminad en el amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios” (Ef 5,1-2). San Juan de la Cruz expresó bien esta ofrenda de amor que es amorosa convivencia: “Míos son los cielos y mía es la tierra. Mías las gentes, los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. ¿Pues qué pides y buscas alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa del Padre” (“Oración del alma enamorada”).

El amor de Dios y a Dios, la divina relación filial del cristiano, tiene su fundamento en la confianza: “Descargad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque Él cuida de vosotros” (1 Pe 5,6). Confianza en Dios ante la tentación: “y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito” (1 Co 10,13). Por tanto: “Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5). Porque es así, hay que repetir con frecuencia: “Todo lo puedo en aquél que me conforta” (Flp 4,13)

“Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias a Dios por todo porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes 5,16-17). “Que desaparezca de vosotros toda amargura, ira, indignación, griterío o blasfemia y cualquier clase de malicia. Sed por el contrario benévolos unos con otros, compasivos, perdonándoos mutuamente como Dios perdonó en Cristo” (Ef 4,31-32). Así podremos decir como el apóstol: “Cuanto era para mí ganancia, por Cristo, lo considero como pérdida. Es más, considero que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Flp 3,7-8). Y también: “Porque para mí, el vivir es Cristo y el morir una ganancia” (Flp 1,21)

Hijos de Dios. La Virgen María es nuestra madre. No podemos dejar de pedirle: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros AHORA y en la HORA de nuestra muerte.”

LA HOJA SEMANAL
(del 25 al 30 de junio)

Lunes (25)

San Máximo de Turín, obispo (12ª TO)
Palabras: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mt 7,1)
Reflexión: La medida que uséis, la usarán con vosotros
Propósito, durante el día: Caridad. No criticar, no murmurar. No discutir

Martes (26)

San Josemaría Escrivá, presbítero y fundador del Opus Dei (12ª TO)
Palabras: “Tratad a los demás como queráis que ellos os traten” (Mt 7,12)
Reflexión: No abandonar la caridad primera. Fidelidad en la vocación
Propósito, durante el día: Buscar a Cristo, encontrar a Cristo, amar a Cristo

Miércoles (27)

San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia (12ª TO)
Palabras: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,16)
Reflexión: El árbol que no da fruto bueno se tala
Propósito, durante el día: Pedir a Dios amor para dar a todos; oración de petición

Jueves (28)

San Irineo, obispo y doctor de la Iglesia (12ª TO)
Palabras: “No todo el que me dice “Señor, Señor”, entrará en el reino…” (Mt 7,21)
Reflexión: … sino el que cumple la voluntad de mi Padre…”
Propósito, durante el día: Hágase, cúmplase, la amabilísima voluntad de Dios

Viernes (29)

San Pedro y san Pablo, apóstoles
Palabras: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18)
Reflexión: Te daré las llaves del reino de los cielos
Propósito, durante el día: Jaculatoria: Todos con Pedro, a Jesús por María

Sábado (30)

Santos protomártires de la santa Iglesia romana (12ª TO)
Palabras: “Yo no soy quién para que entres bajo mi techo” (Mt 8,8)
Reflexión: Jesús quedó admirado por la fe del centurión
Propósito, durante el día: Madre mía, ayúdame a ser como Dios quiere que sea

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 24, domingo (12º TO; ciclo B; Nacimiento de san Juan Bautista) nos introducen en los designios y en la ayuda de Dios para su cumplimiento: “mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios” (Is 49); “Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión” (Hech 13); “Porque la mano del Señor estaba con él” (Lc 1). Tiempo de revisar cada uno la vocación al estado y profesión que Dios ha querido para nosotros. Examen de fidelidad. Petición de ayuda a Jesús y a la Madre.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “De hecho, ayer como hoy, el Reino de Dios crece en el mundo de forma misteriosa, de forma sorprendente, desvelando el poder escondido de la pequeña semilla, su vitalidad victoriosa. Dentro de los pliegues de eventos personales y sociales que a veces parecen marcar el naufragio de la esperanza, es necesario permanecer confiados en el actuar tenue pero poderoso de Dios. Por eso, en los momentos de oscuridad y de dificultad nosotros no debemos desmoronarnos, sino permanecer anclados en la fidelidad de Dios, en su presencia que siempre salva. Recordad esto: Dios siempre salva. Es el salvador.” (Angelus, día 17 de junio de 2018)

- “El hombre está frente a esta encrucijada: ¿Dios me impone las cosas o cuida de mí? ¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o padre? Dios es Padre: nunca olvidéis esto. Incluso en las peores situaciones, pensad que tenemos un Padre que nos ama a todos. ¿Somos súbditos o hijos? Esta lucha, tanto dentro como fuera de nosotros, se presenta continuamente: mil veces tenemos que elegir entre una mentalidad de esclavo y una mentalidad de hijos. El mandamiento es del señor, la palabra es del Padre.” (Audiencia general, día 20 de junio de 2018)

- “Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”

89. No es fácil construir esta paz evangélica que no excluye a nadie, sino que integra también a los que son algo extraños, a las personas difíciles y complicadas, a los que reclaman atención, a los que son diferentes, a quienes están muy golpeados por la vida, a los que tienen otros intereses. Es duro y requiere una gran amplitud de mente y de corazón, ya que no se trata de “un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz”, ni de un proyecto “de unos pocos para unos pocos”. Tampoco pretende ignorar o disimular los conflictos, sino “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza.
Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad.”

“Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”

94. Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de calumnias y falsedades. Jesús dice que habrá felicidad cuando «os calumnien de cualquier modo por mi causa» (Mt 5,11). Otras veces se trata de burlas que intentan desfigurar nuestra fe y hacernos pasar como seres ridículos.
Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad. (Exh. Ap. “Gaudete et exsultate”)

(24.06.18)

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