LO TRIBUTARIO (nº 434)

La aplicación de los tributos (6): interpretación de las normas

La palabra “normas” comprende todo lo jurídicamente ordenado: desde las disposiciones generales (leyes, decretos leyes, decretos legislativos, decretos, órdenes ministeriales) y las que sólo deben obligar a la Administración (resoluciones, instrucciones, circulares), a cada uno de los preceptos que se contienen en dichas disposiciones (por lo general, “artículos”; en las de rango inferior, “números”); y también hay “normas” en las especificaciones, condiciones o requisitos de algunos preceptos que señalan determinadas “normas” o “reglas”, según las que se debe proceder o que se debe cumplir. En lenguaje coloquial, se puede entender que la referencia a la especie comprende el género (lo pactado es ley entre las partes; en sus actuaciones la Administración está sometida a la ley).

“La ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”, dice el artículo 6.1 del Código civil. Las leyes se deben cumplir; por ese motivo añade el citado precepto: la exclusión voluntaria y la renuncia de derechos sólo son válidas si no van contra el interés o el orden público ni perjudiquen a terceros. Los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas son nulos de pleno derecho (como si no hubieran existido), salvo que esté regulado otro efecto. El error de derecho (error en la norma aplicada, error en su interpretación o aplicación) sólo produce los efectos que las leyes determinen.

Para cumplir adecuadamente las normas hay que saber interpretarlas. El artículo 3 Cc establece: “Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas”. Esta regulación permite considerar medios para la correcta interpretación: el diccionario (en especial, el de la RAE) y las especificaciones de la propia disposición (“a efectos de este ley se entenderá que…; “a estos efectos se considera como …” o “que es…”); la Exposición de Motivos o el Preámbulo de la disposición (en donde se debería explicar qué se ha querido regular y el para qué o porqué de la regulación) y también, en caso de normas legales, lo ocurrido en el proceder o en el debate parlamentario (enmiendas, proposiciones, recomendaciones); la coherencia con otros preceptos de la misma disposición (para evitar contradicciones internas) o con la ubicación (en el título, capítulo, sección o subsección) en que está la norma. Y las circunstancias sociales, o su cambio, que motivaron la disposición.

El artículo 12 LGT establece que las “normas tributarias” (el artículo 9 LGT regula su identificación y correlación) se interpretan según el artículo 3 Cc y añade que, en tanto no se definan por la normativa tributaria, los términos empleados se entenderán conforme a su sentido jurídico, técnico o usual, según proceda. Y también se regula la facultad de dictar disposiciones interpretativas que corresponde al Ministro del Ramo (que obligan a “todos” los órganos de la Administración) y a los órganos (art. 85 LGT) competentes para contestar consultas tributarias en cuanto que tienen atribuida la iniciativa para la elaboración de disposiciones tributarias, su propuesta o interpretación (que obligan a los órganos y entidades de la Administración encargados de la aplicación de los tributos). Nótese que esta llamada “interpretación auténtica” es limitada.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Cambio en la mayoría ideológica parlamentaria. Nuevo gobierno. La Hacienda Pública se nutre de ingresos públicos; los coactivos se llaman tributos; los que más se justifican en la satisfacción directa de necesidades colectivas se llaman impuestos. La nueva ministra de Hacienda es médico, médica.

El cristiano vive el Tiempo Ordinario, como el caminante hace el camino de cada jornada, descansa por la noche y vuelve a empezar a la mañana siguiente. Ningún día es igual a otro, porque cambia el paisaje, la luz, el clima; ni siquiera el cuerpo de hoy es el de ayer, porque sin darnos cuenta células, conductos y órganos, están en un proceso continuo de eliminaciones y reproducciones y de envejecimiento y de deterioro y avería. “Cada día tiene su afán”, dicen algunas traducciones, otras dicen “sus preocupaciones” y otras “sus agobios” (Mt 6,34). Y, sea el que sea el término adecuado, el cristiano sabe que para todo tiene la benevolencia de Dios: “Bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso estáis necesitados” (Mt 6,32).

El cristiano vive confiado porque sabe que “todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28). Del alma sale el convencimiento, como un grito aunque no se oye: “Omnia in bonum”, “Todo es para bien”. Porque “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rm 8,31). Incluso en nuestros fallos, en nuestras traiciones, encontramos el verdadero sentido al “dolor de amor”, porque como dijo san Bernardo: “Impassibilis est Deus, sed non incompassibilis” (Sermones del Cantar de los Cantares, sermón 26.5): como creaturas no podemos ofender a Dios, pero como Dios es amor y se encarnó por nosotros y para nuestra salvación, sí podemos hacerle sufrir de amor, como la madre, el padre, el amigo, sufre cuando ve al ser querido caer, enfermar gravemente, agonizar, y se compadece (cum patire, sentir, sufrir) con él.

Y como “el amor con amor se paga” y “obras son amores y no buenas razones”, los cristianos sabemos que Dios nos ama y que su amor es tanto que rebosamos amor que hemos de compartir (cum partiri, distribuir) con otros, conocidos o no, amigos o no. Y, como no caminamos solos hacia el cielo, debemos “querer hacer” realidad el mandamiento: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo; no sólo como a nosotros mismos, sino como Dios nos ama.

Ese el es consejo de san Pedro: “amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes y no devolváis mal por mal” (1 Pe 3,8). Y el de san Pablo: “… amándoos unos a otros con el amor fraterno, honrando a cada uno a los otros más que a sí mismo; diligentes en el deber, fervorosos en el espíritu, servidores del Señor; alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación; constantes en la oración; … Bendecid a los que os persiguen… Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran… No os tengáis por sabios ante vosotros mismos” (Rm 12,10-12, 14.15.16)

El cristiano repite: “La Madre de Dios es mi madre”. Una y otra vez. Y el corazón saca del recuerdo la más antigua oración a la Virgen: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies nuestras suplicas en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita” (Sub tuum praesidium confugimos, Sancta Dei Genitrix. Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus nostris, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta).

LA HOJA SEMANAL
(del 18 al 23 de junio)

Lunes (18)

San Gregorio Barbarigo, obispo (11ª TO)
Palabras: “Si uno te abofetea en la mejilla derecha… (Mt 5,39)
Reflexión: … preséntale también la otra”
Propósito, durante el día: Caridad. Pedir perdón. Perdonar de corazón

Martes (19)

San Romualdo, abad (11ª TO)
Palabras: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48)
Reflexión: Querer ser santo. Confiar en la gracia de Dios, abandonarse en Dios
Propósito, durante el día: Padre, no te fíes de mí. Ayúdame. Yo me fío de Ti

Miércoles (20)

San Metodio de Olimpo, obispo (11ª TO)
Palabras: “Y tu Padre que ve en lo escondido, te lo pagará” (Mt 6,6)
Reflexión: Cuando reces, hazlo a solas a tu Padre que está en lo escondido
Propósito, durante el día: Señor, ayúdame en mi oración. ¡También!

Jueves (21)

San Luis Gonzaga S.I, religioso (11ª TO)
Palabras: “Vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis” (Mt 6,8)
Reflexión: Padre nuestro… danos, perdónanos… no nos dejes caer en la tentación
Propósito, durante el día: Rezar con atención y despacio las oraciones vocales

Viernes (22)

San Juan Fisher, obispo, y santo Tomás Moro, mártires (11ª TO)
Palabras: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mt 6,21)
Reflexión: ¿Qué atesoro en mi corazón? ¿Qué corazón ofrezco a Dios?
Propósito, durante el día: Negar los caprichos del “yo”. Dios mío, soy tuyo

Sábado (23)

San Josefo Cafasso, presbítero (11ª TO)
Palabras: “No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su agobio” (Mt 6,34)
Reflexión: Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de eso
Propósito, durante el día: Madre, cuéntale cosas buenas de mí a Dios

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 17, domingo (11º TO, ciclo B), nos animan en la confianza porque Dios nos ama: “Yo el Señor, lo he dicho y lo haré” (Ez 17); “Caminamos sin verlo, guiados por la fe” (2 Co 5); “Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender” (Mc 4). Es tiempo de considerar el amor de Dios que nos ha dado la vida, que nos cuida con más amor y mejor que nadie pudiera hacerlo, que está a nuestro lado siempre, despiertos o dormidos. Tiempo de amar y hablar a la Madre

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “De hecho, puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda empujar a acusarlo falsamente. Y aquí hay un verdadero veneno mortal: la malicia con la que, de un modo premeditado se quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna está brotando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos perversos, que son incurables. Estad atentos, porque este comportamiento destruye las familias, las amistades, las comunidades e incluso la sociedad.” (Angelus, día 10 de junio de 2018)

- “¡Jesús no ofrece sustitutos, sino vida verdadera, amor verdadero, riqueza verdadera! ¿Cómo podrán los jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el original, si nos ven adictos a las medias tintas? Es feo encontrar cristianos de medias tintas, cristianos —me permito la palabra— “enanos”; crecen hasta una cierta estatura y después no; cristianos con el corazón encogido, cerrado. Es feo encontrar esto. Es necesario el ejemplo de alguno que me invita a un “más allá”, a un “más”, a crecer un poco. San Ignacio lo llamaba el “magis”, “el fuego, el fervor de la acción, que sacude a los soñolientos”. El camino de eso que falta pasa por eso que está. Jesús no ha venido para abolir la Ley o a los Profetas sino para dar cumplimiento. Debemos partir de la realidad para hacer el salto en “eso que falta”. Debemos escrutar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario.” (Audiencia general, día 13 de junio de 2018)

- "Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

80. La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Mateo lo resume en una regla de oro:
“Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella” (7,12). El Catecismo nos recuerda que esta ley se debe aplicar “en todos los casos”, de manera especial cuando alguien “se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil”.

Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.

"Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios"

85. Es cierto que no hay amor sin obras de amor, pero esta bienaventuranza nos recuerda que el Señor espera una entrega al hermano que brote del corazón, ya que “si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría” (1 Co 13,3). En el evangelio de Mateo vemos también que lo que viene de dentro del corazón es lo que contamina al hombre (cf. 15,18), porque de allí proceden los asesinatos, el robo, los falsos testimonios, y demás cosas (cf. 15,19). En las intenciones del corazón se originan los deseos y las decisiones más profundas que realmente nos mueven.

Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad.” (Exh. Ap. “Gaudete et exsultate”

(17.06.18)

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