LO TRIBUTARIO (nº 424)

La aplicación de los tributos (1): los nuevos términos

En la LGT/2003 se dedica el Título III a “La aplicación de los tributos” y el artículo 83 dice que la aplicación de los tributos comprende: las actividades administrativas de información y asistencia a los administrados, de gestión, inspección y recaudación; las actuaciones de los obligados en el ejercicio de sus derechos y en cumplimiento de sus obligaciones; y, también, el ejercicio de las actividades administrativas y de las actuaciones de los obligados, antes citadas, en el marco de la asistencia mutua (arts. 177 bis a 177 quaterdecies LGT) con otros Estados o entidades internaciones o supranacionales. “Aplicación de los tributos” es una referencia novedosa. Se aplica una norma, un remedio, pero la amenaza de aplicar un tributo es como un sinapismo.

En el texto de la LGT/2003 se empieza a emplear una terminología nueva, específica y relativa. Así, parece que la Administración realiza “actividades” y que los administrados realizan “actuaciones”, pero, más adelante, se comprueba que no es así (“actuaciones y procedimientos tributarios”, art. 97; “actuaciones inspectoras”, arts. 143, 150 y 151 LGT). Tampoco es consecuente el artículo 83 LGT cuando describe el contenido de la aplicación de los tributos: se refiere a la información y asistencia a los administrados, pero en la regulación de esa “actividad” (arts. 85 a 91 LGT: información, contestación a consultas y comunicación y acuerdos de valores) se incluye lo que serían “actuaciones” obligadas de los administrados (arts. 93 a 95 LGT: deber de informar a la Administración). El sentido relativo de los términos empleados en la regulación se manifiesta en diversos aspectos. Así, por ejemplo, cuando se garantiza el carácter reservado de los datos con trascendencia tributaria (art. 95 LGT), pero, a continuación (art. 95 bis LGT), se regula la publicidad de situaciones de incumplimiento relevante de las obligaciones tributarias.

El artículo 83 LGT regula también cómo se desarrollará “la aplicación de los tributos”: a través de los procedimientos de gestión, inspección, recaudación y los demás previstos en este Título. Pero es evidente que hay “actividades” (de la Administración) que no se desarrollan “a través” de procedimientos (información al contribuyente, publicaciones y comunicaciones, contestación de consultas, comunicación y acuerdos sobre valores…) y tampoco hay procedimiento establecido para las “actuaciones” (de los administrados), como ocurre en la obligación de declarar, autoliquidar, presentar consultas escritas, contestar requerimientos y casi todas en las que actúa fuera de un procedimiento. También la referencia a los procedimientos en los que se desarrolla la aplicación de los tributos es relativa, porque es evidente que no son todos los regulados en el Título III, como se pone de manifiesto en el artículo 123.2 LGT que habilita para que se regulen reglamentariamente “otros procedimientos de gestión”. Argumentar que, así, esos procedimientos “posibles” están regulados en la LGT es un rodeo a la ley.

El artículo 83 LGT se refiere también a las “funciones” de aplicación de los tributos, que se ejercerán de forma separada respecto de las reclamaciones económico-administrativas. Las funciones se relacionan en la regulación de la gestión tributaria (art. 117 LGT) y de la inspección tributaria (art. 141 LGT), pero sólo hay una referencia a ese término en la regulación de la recaudación tributaria (art. 160 LGT) y nada en la regulación de la asistencia mutua.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

La campaña del IRPF es siempre una ocasión oportuna para dar noticia de la Agencia Tributaria. Hay quejas por falta de personal (un empleado por cada 2.122 en 2015; en el Reino Unido, uno por cada 1.146; en Estados Unidos, uno por cada 4.013 ciudadanos; en la India, uno por cada 17.273 personas), unos consideran que los más de 25.000 actuales deberían ser más de 30.000 y otros llegan a 50.000, y un crecimiento de personal entre 500 y 1.000 personas cada año. Si se opone que con la dotación actual el “fraude descubierto” (las regularizaciones tributarias aunque no exista fraude) ha pasado de 12.318 millones de euros a 14.792 millones y las estimaciones son que sigue creciendo, se replica que en 2011 se informó de 1.104 delitos fiscales, en 2016 sólo han sido 226. Parece difícil hacer comprender que una Administración eficaz (no sólo por represión, sino también por simplificación de obligaciones y ayuda al cumplimiento) es la que reduce a cero el fraude descubierto y elimina los casos de delito fiscal.

Y llama la atención que se diga que hay 1.700 casos de corrupción (que no conlleva siempre un incumplimiento fiscal) lo que “resta efectivos” al tener que dedicar muchos recursos humanos al auxilio judicial. Pero la queja desaparecería si el auxilio judicial se prestara por la policía judicial y por expertos independientes en vez de por empleados de la agencia estatal personada como acusadora.

El cristiano, metido y lleno de la gloria de Dios en la Pascua de Resurrección, celebra la Ascensión del Señor, repasando lo que dicen los Evangelios y haciéndose un personaje más. Y reza con más atención, con emoción, el Credo: “… y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo…”. La falta de atención en lo que decimos, de otros días, de otras ocasiones, se convierte en diálogo con Dios porque sólo Dios y el amor de Dios puede llevarnos a proclamar esa fe, con todos, ante todos, en voz alta y desde el alma. Si el cielo es estar con Dios, rezar el credo es estar en vida en el cielo.

- “Los sacó hasta cerca de Betania y levantando sus manos los bendijo. Y, mientras los bendecía, se alejó de ellos y comenzó a elevarse al cielo. Y ellos le adoraron y regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el Templo bendiciendo a Dios” (Lc 24,50-53). Vivamos aquí y ahora ese momento. Hagamos un acto de presencia: “Señor mío y Dios mío. Creo que estás aquí, que me ves, que me oyes…”. Y salimos de Jerusalén junto a Jesús, sin dejar de mirarlo, sin perder ni una de sus palabras, atentos a sus gestos, a su forma de andar, a cómo habla mientras caminamos. Hasta Betania. Una buena caminata. Un andar hecho oración. Y al llegar donde Jesús se para, lo rodeamos y el amor se nos derrama rebosando del alma. Cuando Jesús nos bendice y sentimos que se va, es como si se nos vaciara el cuerpo que quisiera ser tan leve como para ascender con Él. “¿Qué mirarán los ojos / que vieron de tu rostro la hermosura / que no les sea enojos? / Quien oyó tu dulzura / ¿que no tendrá por triste y desventura?” (“A la ascensión del Señor”, Fray Luis de León)

- “… ¡Bendita seas, Madre mía! María es mi madre, luego hay en ella preocupación por mí; hay ruegos y peticiones a Dios por mí; deseos vehementes de que yo sea bueno, persevere y me salve. ¡Oh María, muestra que eres mi madre! Demostremos que somos sus hijos. Para ello honrémosla imitando sus virtudes: seremos puros como María, amantes hijos suyos; copia exacta de nuestra Madre…” (sabatina de un colegio marista)

LA HOJA SEMANAL
(del 14 al 19 de mayo)

Lunes (14)

San Matías, apóstol (7ª de Pascua) (4º día del Decenario al Espíritu Santo)
Palabras: “Esto os mando: que os améis unos a otros” (Jn 15,17)
Reflexión: Este es mi mandamiento que os améis como yo os he amado
Propósito, durante el día: Señor, que comprenda, que me niegue, que ame

Martes (15)

San Isidro, labrador (5º día Decenario)
Palabras: “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15,5)
Reflexión: Dios en mí; yo en Dios
Propósito, durante el día: Acciones de gracias. Dios me ama, como nadie puede amar

Miércoles (16)

San Simón Stock, presbítero (7ª de Pascua) (6º día del Decenario)
Palabras: “No te ruego que los retires del mundo, … (Jn 17,15)
Reflexión: … sino que los guardes del mal”
Propósito, durante el día: Presencia. Dios mío, contigo todo; sin Ti, nada

Jueves (17)

San Pascual Bailón, religioso (7ª de Pascua) (7º Día del Decenario)
Palabras: “Este es mi deseo: que los que me confiaste… (Jn 17,24)
Reflexión: … estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria”
Propósito, durante el día: Dios mío, que viva en tu amor y de tu amor para dar amor

Viernes (18)

San Juan I, papa y mártir (7ª de Pascua) (8º día del Decenario)
Palabras: “Cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá… (Jn 21,18)
Reflexión: … y te llevará donde no quieras”
Propósito, durante el día: Señor, haz que te quiera como Tú quieres que te quiera

Sábado (19)

San Urbano I, papa (7ª de Pascua) (9º día del Decenario)
Palabras: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? ... (Jn 21,23)
Reflexión: … Tú sígueme”
Propósito, durante el día: Madre mía, no me sueltes, de tu mano al cielo

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 13, domingo (la Ascensión del Señor; ciclo B; Nª Sª de Fátima) nos presentan un plan de vida en santidad en el Espíritu Santo: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros recibiréis fuerza para ser mis testigos…” (Hech 1); “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo” (Ef 1); “el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Mc 16). Con gozo esperamos la Pentecostés. En el amor de nuestra Madre.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “En más de una ocasión Jesús ha indicado quién es el otro a quien hay que amar, no con palabras, sino con los hechos. Es aquel que encuentro en mi camino y que, con su rostro y su historia, me interpela; es aquel que, con su misma presencia, me impulsa a salir de mis intereses y de mis seguridades; es aquel que espera mi disponibilidad a escuchar y a hacer una parte de camino juntos. Disponibilidad hacia cada hermano y hermana, sea quien sea y en cualquier situación que se encuentre, empezando por quien está cerca de mí en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela... De esta manera, yo permanezco unido a Jesús, su amor puede alcanzar al otro y atraerlo a sí, a su amistad. Y este amor por los demás no se puede reservar a momentos excepcionales, sino que se debe convertir en la constante de nuestra existencia.” (Regina, 6 de mayo de 2018)

- “Si nuestros padres nos han generado a la vida terrena, la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna del bautismo. Nos hemos convertido en hijos en su Hijo Jesús (cf. Romanos 8, 15; Gálatas 4, 5-7). También sobre cada uno de nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, el Padre celeste hace resonar con infinito amor su voz que dice: “Tú eres mi hijo amado” (cf. Mateo 3, 17). Esta voz paterna, imperceptible al oído pero bien audible para quien cree, nos acompaña para toda la vida, sin abandonarnos nunca. Durante toda la vida el Padre nos dice: “Tú eres mi hijo amado, tú eres mi hija amada”. (Audiencia general, 9 de mayo de 2018)

- “49. Los que responden a esta mentalidad pelagiana o semipelagiana, aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados “en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico”. Cuando algunos de ellos se dirigen a los débiles diciéndoles que todo se puede con la gracia de Dios, en el fondo suelen transmitir la idea de que todo se puede con la voluntad humana, como si ella fuera algo puro, perfecto, omnipotente, a lo que se añade la gracia. Se pretende ignorar que “no todos pueden todo”, y que en esta vida las fragilidades humanas no son sanadas completa y definitivamente por la gracia. En cualquier caso, como enseñaba san Agustín, Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas; o bien a decirle al Señor humildemente: “Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.

50. En el fondo, la falta de un reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros límites es lo que impide a la gracia actuar mejor en nosotros, ya que no le deja espacio para provocar ese bien posible que se integra en un camino sincero y real de crecimiento. La gracia, precisamente porque supone nuestra naturaleza, no nos hace superhombres de golpe. Pretenderlo sería confiar demasiado en nosotros mismos. En este caso, detrás de la ortodoxia, nuestras actitudes pueden no corresponder a lo que afirmamos sobre la necesidad de la gracia, y en los hechos terminamos confiando poco en ella. Porque si no advertimos nuestra realidad concreta y limitada, tampoco podremos ver los pasos reales y posibles que el Señor nos pide en cada momento, después de habernos capacitado y cautivado con su don. La gracia actúa históricamente y, de ordinario, nos toma y transforma de una forma progresiva. Por ello, si rechazamos esta manera histórica y progresiva, de hecho podemos llegar a negarla y bloquearla, aunque la exaltemos con nuestras palabras.” (Exh. Ap. “Gaudete et exsultate”)

(13.05.18)

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