LO TRIBUTARIO (nº 420)

Conocer el ITP (y 5): normas comunes

Con una estructura peculiar la LITPyAJD tiene normas comunes al principio y al final. Al principio (arts. 1 a 6), al delimitar los ámbitos objetivo y territorial y señalar la naturaleza del impuesto y los conceptos básicos; y al final, al regular las exenciones (art. 45), la comprobación de valores (arts. 46 a 48), el devengo (art. 49), la prescripción impuesto (art. 50), las obligaciones formales (art. 51) y de información de órganos judiciales y de notarios (art. 52), la incidencia condicionante del “pago” del gravamen en la entrega de bienes (art. 53), en la admisión de documentos (art. 54) y en posibles cambios de sujetos pasivos en otros tributos (art. 55). Finalmente, el artículo 56 LITPyAJD regula la gestión del impuesto; y el artículo 57 LITPyAJD regula la incidencia de efectos lucrativos en los casos de devolución.

Como se trata de un impuesto estatal cedido a las Comunidades Autónomas, en la parte normativa de la cesión se multiplican las normas aplicables en diversos aspectos del tributo. Del mismo modo, la regulación de las exenciones, agrupadas en subjetivas (I, A), a)-h), objetivas (I, B) 1-24 y especiales (I,C) 1º-24º: libertad religiosa, viviendas de protección oficial, montes vecinales en mano común, conservación de la energía, mercado hipotecario, explotación familiar agraria y agricultores jóvenes, sector petrolero, sistema eléctrico nacional…) aumenta aún más la base normativa del tributo en este aspecto. Y la complejidad, en algunos casos aumenta porque en cada exención hay que discernir si se aplica a una u otra modalidad del tributo. Es tanta la complejidad que el precepto acaba taxativo: Los beneficios fiscales no se aplicarán, en ningún caso, a las letras de cambio, a los documentos que suplan a éstas o realicen función de giro, ni a escrituras, actas o testimonios notariales gravados en el artículo 31.1 LITPyAJD.

Con todo, lo más peculiar del ITP, y con menor justificación que en el ISyD, es la pervivencia de un concepto tan peculiar e indeterminado como es el “valor real” (“el que no es irreal el que no es aparente”, definió una memorable sentencia; el intrínseco”, fue una insuperable aportación doctrinal de hace años). En los preceptos de la LITPyAJD en los que se establece que la base imponible es el “valor real”, se hace obligado descubrir qué quiere decir esa expresión. Tratándose de transmisiones patrimoniales onerosas, se sabe que no es el precio, ni el importe real (art. 35.1 LIRPF), ni el importe satisfecho (art. 35.2 LIRPF) ni el valor normal de mercado (art. 35.2 LIRPF), ni en los valores, acciones, participaciones, su valor de cotización en mercados organizados, ni el nominal, ni el teórico… (v. art. 37 LIRPF), ni el valor en operaciones vinculadas” (art. 18 LIS): el que se habría acordado entre partes independientes. Se unen un anacronismo, una inseguridad jurídica, una incoherencia en el sistema.

A la indeterminación del concepto se añade la complejidad de la comprobación de valores (v. art. 57 LGT) en general, y, en particular, en los bienes inmuebles. En ellos el llamado valor estimado por referencia hace que se considere valor real el que resulta de aplicar los coeficientes que señale la Comunidad Autónoma (cada una; con diferencias territoriales) al valor catastral, que es un valor administrativo (con subidas anuales automáticas) que no se corresponde con el valor de mercado. Y, así, cuando se impugna esa valoración pidiendo la tasación pericial contradictoria, a esa irrealidad hay que oponer un dictamen con examen directo, título adecuado y motivación.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Parece que a mitad de año se aprobarán los Presupuestos para el corriente. “Nunca es tarde si la dicha llega” (es un error decir “si es buena” porque, por definición, no hay dicha mala). La superación de algún obstáculo para la aprobación ha vuelto a poner de manifiesto que, desde luego en política, todo tiene un precio. Se ha apuntado una explicación a que, cuando se dijo que unos fondos se habían empleado adecuadamente, no se comprendía en esa afirmación lo ocurrido con otros fondos, cuyo control estaba en otras manos. Y, desgraciadamente, se ha puesto de moda la contestación presencial a los jueces en causas penales o por motivo político o deportivo. Y, explicando las discrepancias en una eurorden, un pastelero dice que se trata de diferencias culturales.

El cristiano vive la Pascua de Resurrección siguiendo con atención, meditando y encarnando en todos los momentos del día, los pasajes que la liturgia ofrece en estas semanas sobre el Pan de Vida. Porque creemos en la resurrección de Jesús, creemos también en la vida eterna y en que estamos llamados a vivirla para siempre en Dios:

- “Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en él con una muerte como la suya, también lo seremos con una resurrección como la suya, sabiendo esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que fuera destruido el cuerpo del pecado, a fin de que nunca más sirvamos al pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, porque sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más. La muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rm 6,4-9). Todo un fundamento para la esperanza. Y el amor.

Precisamente en el amor del Amor encuentra el cristiano la clave para el buen entendimiento de lo escrito, para la esperanza y para la inmensa alegría, en pasajes como éstos: “Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día” (Jn 6, 39-40). Y también: “Nadie puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado, y yo le resucitaré en el último día” (Jn 6,44). Y más: “En verdad, en verdad, os digo que el que cree tiene vida eterna” (Jn 6,47).

Amor del Amor que hace que Cristo resucitado esté realmente con nosotros en la Eucaristía. En ese amor vivimos los cristianos al comulgar durante la misa con las debidas disposiciones y también en las visitas al Santísimo. Y saboreamos el amor al Amor, diciéndole muy despacio palabras como éstas: “Señor mío y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí. Que me ves. Que me oyes…”. Y entendemos bien: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come este pan vivirá eternamente; y el pan yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). Y: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron los padres y murieron: quien come este pan vivirá eternamente” (Jn 6, 54-58). “Viva Jesús sacramentado. Viva y de todos sea amado”.

LA HOJA SEMANAL
(del 30 de abril al 5 de mayo)

Lunes (30)

San Pío V, papa (5ª de Pascua)
Palabras: “Al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré” (Jn 14,21)
Reflexión: Vendremos a él y haremos morada en él
Propósito, durante el día: Vivir en Cristo, con Él y por Él

Martes (1)

San José, obrero (5ª de Pascua)
Palabras: ¿No es el hijo del carpintero? (Mt 13,55)
Reflexión: ¿No es su madre María?
Propósito, durante el día: San José, maestro de la vida ordinaria con Jesús

Miércoles (2)

San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia (5ª de Pascua)
Palabras: “Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante” (Jn 15,8)
Reflexión: Así seréis discípulos míos
Propósito, durante el día: Unido a Cristo, recibiendo amor, derramando amor

Jueves (3)

Santos Felipe y Santiago, apóstoles (5ª de Pascua)
Palabras: “Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (Jn 14,14)
Reflexión: “Yo estoy en el Padre y el Padre en mí”
Propósito, durante el día: Dios mío, ayúdame a ser como quieres que sea

Viernes (4)

San José María Rubio S.I., presbítero (5ª de Pascua)
Palabras: “Soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis… (Jn 15,16)
Reflexión: … y deis fruto, y vuestro fruto dure”
Propósito, durante el día: Amar es darse. Dios mío, que esté disponible y que me de

Sábado (5)

San Máximo de Jerusalén (5ª de Pascua; Nª Sª de la Montaña; de Lledó)
Palabras: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros (Jn 15,20)
Reflexión: No es el siervo más que su amo
Propósito, durante el día: Madre mía, tenme de tu mano, ayúdame, guíame al cielo

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 29, domingo (5º de Pascua; ciclo B; Santa Catalina de Siena, vrg. y dra.) nos animan a mantenernos en la unidad de la Iglesia: “se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo” (Hech 9); “Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio” (1 Jn 3); “el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante” (Jn 15). Con la ayuda de Dios.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos acompaña Él.” (Regina, día 22 de abril de 2018)

- “Pero debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el bautismo, no sucumban a las insidias del maligno sino que le venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortificados por el Señor Resucitado, que ha derrotado al príncipe de este mundo (cf. Juan 12, 31), también nosotros podemos repetir con la fe de san Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filipenses 4, 13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero con la fuerza que me viene de Jesús.” (Audiencia general, día 25 de abril de 2018)

- “29. Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios. Al contrario. Porque las constantes novedades de los recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes, las innumerables ofertas para el consumo, a veces no dejan espacios vacíos donde resuene la voz de Dios. Todo se llena de palabras, de disfrutes epidérmicos y de ruidos con una velocidad siempre mayor. Allí no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe para qué vive. ¿Cómo no reconocer entonces que necesitamos detener esa carrera frenética para recuperar un espacio personal, a veces doloroso, pero siempre fecundo, donde se entabla el diálogo sincero con Dios? En algún momento tendremos que percibir de frente la propia verdad, para dejarla invadir por el Señor, y no siempre se logra esto si uno “no se ve al borde del abismo de la tentación más agobiante, si no siente el vértigo del precipicio del más desesperado abandono, si no se encuentra absolutamente solo, en la cima de la soledad más radical”. Así encontramos las grandes motivaciones que nos impulsan a vivir a fondo las propias tareas.

30. Los mismos recursos de distracción que invaden la vida actual nos llevan también a absolutizar el tiempo libre, en el cual podemos utilizar sin límites esos dispositivos que nos brindan entretenimiento o placeres efímeros. Como consecuencia, es la propia misión la que se resiente, es el compromiso el que se debilita, es el servicio generoso y disponible el que comienza a retacearse. Eso desnaturaliza la experiencia espiritual. ¿Puede ser sano un fervor espiritual que conviva con una acedia en la acción evangelizadora o en el servicio a los otros?

31. Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los momentos serán escalones en nuestro camino de santificación.” (Exhortación Apostólica “Gaudete et exsultate”)

(29.04.18)

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