LO TRIBUTARIO (nº 371)
Los impuestos indirectos (3): consideración económica
Sociológicamente se puede clasificar los impuestos distinguiendo entre “irritantes” (sobre la renta ganada, el Fisco como socio silencioso y exigente) y “anestesiantes” (sobre la renta gastada, decisión de gastar a partir de la consideración conjunta del precio de lo adquirido y el impuesto repercutido). La explicación es una narración: el impuesto sobre las herencias siempre se lleva bien, se decía; si no se tenía amor al causante (el sobrino de vida disoluta, el pariente lejano), bienvenido sea lo que venga; y si se amaba entrañablemente (faltándome, no quiero seguir viviendo; no tengo interés por nada, no quiero nada; y, aparece el Fisco que dice: Pues si no quiere nada…). Los tiempos han cambiado, por una parte, se ha procurado mantener con la menos carga fiscal la continuación en la vivienda y en las empresas familiares; por otra parte, hay protesta social generalizada cuando la incidencia fiscal obliga a renunciar a la herencia.
- Pero principios ordenadores de los sistemas tributarios siguen siendo la progresividad y la redistribución. Progresividad porque lo exige la Justicia. También es antigua la narración docente para explicar el sacrificio fiscal a partir de la ley de utilidades marginales decrecientes. La misma referencia monetaria no tiene la misma utilidad para los distintos sujetos económicos: para quien no tiene nada puede significar la supervivencia, para la clase media la posibilidad de ahorrar, para los más pudientes realizar el costoso sueño, la situación ideal imaginada. Y en la consideración individual, cada nueva unidad de renta ganada tiene menor utilidad que la anterior (el ejemplo del caminante sediento y la utilidad de un vaso de agua, de otro, de otro, del décimo, hasta la náusea, la inconsciencia, la muerte). Sólo el avaro rompe la ley de utilidades marginales decrecientes.
Y, porque es así, es injusto el reparto de un coste “por cabeza” (las aportaciones iguales de todos los del grupo para un divertido fin de semana, perjudican al que menos tiene y pueden ser indiferentes para el que dispone de mucho). Tampoco es justo el reparto proporcional (porque quien gana el doble pagando el doble soporta menos desutilidad que el que gana la mitad teniendo que desprenderse de lo que era lo imprescindible para una vida digno mínima). La Justicia encuentra realización cuando por lo que gana uno tributa más que proporcionalmente -escala de tipos de gravamen creciente según crece la base de liquidación- que lo que debe tributar quien gana menos.
Porque son diversos los impuestos que inciden sobre cada situación económica individual, la progresividad se refiere al sistema tributario y no a cada impuesto. Por ese motivo (porque hay otros impuestos progresivos y porque no se puede conocer en cada operación toda la renta gastada) la imposición indirecta suele emplear tipos fijos (porcentajes) que determinan cuota proporcional. Y, también por ese motivo, en los impuestos directos tienen sentido los mínimos exentos (que eliminan la tributación para la renta necesaria para sobrevivir el contribuyente, los familiares que dependen de él…), las reducciones (que eliminan la renta no disponible, como la pensión compensatoria conyugal) o las minoraciones fiscales (gastos de enfermedad, seguros…)
- Redistribución, procurando que después de la tributación no se mantengan las posiciones relativas en la pirámide de riqueza de la sociedad. Difícil de medir.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Dice la autoridad que, en cuanto se conozca la nueva lista de patrimonios en paraísos fiscales, serán investigados los titulares. Pero el comentario general es sobre cuándo se empieza con los que gastan en estancias y servicios en el extranjero sin dar cuenta de del origen y motivo de las fuentes y con los que facilitan recursos. Mientras, en el debate político se pide eficacia contra el fraude y se contesta que cada año se descubre más que el anterior. Lo que, de ser real, sería reconocer un fracaso. Pero no es así, sino que se señala como fraude lo que no lo es. Y el fraude “sinérgico”.
Jesucristo, Rey del Universo. El cristiano vive esta solemnidad con alegría porque es consciente de que es hijo de Dios: “Mirad que amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos! (1 Jn 3.1). El cristiano se sabe amado por Dios, Trinidad Santísima: “Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros conforme al mandamiento que nos dio. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; y por esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado” (1 Jn 3,23-24). “Esta es la confianza que tenemos en Él: si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha” (1 Jn 5,14). Y, nosotros, hijos, que sabemos del amor de Dios, también sabemos que nuestro amor a Dios debe ser amor de alabanza, de acción de gracias, de desagravio, de petición. “Orad sin cesar” (1Tes 5,17).
- “La oración es, en cuanto a su naturaleza, la conversación y la unión del hombre con Dios y, en cuanto a su eficacia, la conservación del mundo y su reconciliación con Dios, un puente elevado para pasar por encima de las tentaciones, una muralla contra las tribulaciones… la alegría futura, la fuente de las gracias… el alimento del alma, la iluminación del espíritu, el hacha que cercena la desesperanza, el destierro de la tristeza, la reducción de la cólera… la manifestación de nuestra medida, la prueba del estado de nuestra alma… el anuncio seguro de la gloria…” (“La Sagrada Escala”, san Juan Clímaco, monje en el monte Sinaí que vivió entre 5075 y 650)
- “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (santa Teresa de Jesús, “Vida”, 8.2). “No son menester fuerzas corporales para ella, sino sólo amar y costumbre; que el Señor da siempre oportunidad si queremos” (“Vida”, 7.4)
- “Me has escrito: “orar es hablar con Dios. Pero ¿de qué?” - ¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias…, ¡flaquezas!; y hacimientos de gracias y peticiones; y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte, “¡tratarse!” (San Josemaría Escrivá, “Camino”, 91). “Qué no sabes orar? – Ponte en la presencia de Dios y en cuanto comiences a decir. “Señor, ¡que no sé hacer oración! ...” está seguro de que has empezado a hacerla” (“Camino”, 90)
- “… Dame, Señor, un alma santa que guarde el recuerdo de todo lo que es bueno, bello y puro, para que, al ver el pecado, no me asuste, sino que encuentre el medio de arreglar las cosas. Dame un alma que no conozca el aburrimiento ni la murmuración, quejas o lamentos, y no sepa gemir ni suspirar, y haz que no me inquiete ni dé importancia a eso tan embarazoso que llamo “yo” …” (oración de santo Tomás Moro)
LA HOJA SEMANAL
(del 27 de noviembre al 2 de diciembre)
Lunes (27)
Nª Sª de la Medalla Milagrosa (34ª TO; san Facundo, mártir)
Palabras: “Ha echado todo lo que tenía para vivir” (Lc 21,4)
Reflexión: Los demás han echado de lo que les sobra
Propósito, durante el día: Darme. Comprensión, amabilidad, ayuda
Martes (28)
Santa Catalina Labouré, confesora (34ª TO)
Palabras: “Todo será destruido” (Lc 21,6)
Reflexión: Un cielo nuevo y una tierra nueva
Propósito, durante el día: Camino al cielo. Mirar con el alma; hacer; evitar
Miércoles (29)
Santa Iluminada, mártir (34ª TO)
Palabras: “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (Lc 21,18)
Reflexión: Con la perseverancia se alcanza la salvación
Propósito, durante el día: Confianza. Petición. Abandono en Dios
Jueves (30)
San Andrés, apóstol (34ª TO; Nov. Inmaculada)
Palabras: “Venid y seguidme” (Mt 4,19)
Reflexión: Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron
Propósito, durante el día: Presencia de Dios. Ofrecer. Encomendar
Viernes (1)
San Eloy, obispo (34ª TO; Nov. Inmaculada)
Palabras: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” (Lc 21,33)
Reflexión: Está cerca el reino de Dios. Está dentro de nosotros
Propósito, durante el día: Con la Iglesia del cielo, en purificación, aquí y ahora
Sábado (2)
Santa Bibiana, mártir (34ª TO; Novena Inmaculada)
Palabras: “Vigilad, orando en todo tiempo” (Lc 21,36)
Reflexión: Que los agobios de la vida no nos emboten la mente
Propósito, durante el día: Madre, de tu mano, al cielo
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 26, domingo (Jesucristo, Rey del Universo; ciclo A; N. Inm.) nos llenan de confianza en Dios: “Yo mismo, en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro” (Ez 34); “Y así Dios lo será todo para todos” (1 Co 15); “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25). Es así de grandioso y de sencillo: soy hijo de Dios, Dios es mi Padre; Dios quiere que esté con Él eternamente. Nos esperan en el cielo. Nuestra Madre está con nosotros.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Es un signo, de hecho, de que Dios tiene una gran estima de nosotros: esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en cada una de nuestras acciones. Por lo tanto, la parábola de los talentos nos reclama a una responsabilidad personal y a una fidelidad que se convierte también en capacidad de caminar continuamente sobre caminos nuevos, sin “enterrar el talento”, es decir, los dones que Dios nos ha confiado y sobre los que nos pedirá cuentas.” (Angelus, día 19 de noviembre de 2017)
- “Si el amor de Cristo está en mí, puedo darme plenamente al otro, en la certeza interior de que, incluso, si el otro me hiriera, yo no moriría; de otro modo, debería defenderme. Los mártires dieron la vida precisamente por esta certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte. Solo si experimentamos este poder de Cristo, el poder de su amor, somos verdaderamente libres de darnos sin miedo. Esto es la misa: entrar en esta pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesús; cuando vamos a misa es si como fuéramos al calvario, lo mismo. Pero pensad vosotros: si nosotros en el momento de la misa vamos al calvario —pensemos con imaginación— y sabemos que aquel hombre allí es Jesús. Pero, ¿nos permitiremos charlar, hacer fotografías, hacer espectáculo? ¡No! ¡Porque es Jesús! Nosotros seguramente estaremos en silencio, en el llanto y también en la alegría de ser salvados. Cuando entramos en la iglesia para celebrar la misa pensemos esto: entro en el calvario, donde Jesús da su vida por mí. Y así desaparece el espectáculo, desaparecen las charlas, los comentarios y estas cosas que nos alejan de esto tan hermoso que es la misa, el triunfo de Jesús.
Creo que hoy está más claro cómo la Pascua se hace presente y operante cada vez que celebramos la misa, es decir, el sentido del memorial. La participación en la eucaristía nos hace entrar en el misterio pascual de Cristo, regalándonos pasar con Él de la muerte a la vida, es decir, allí en el calvario. La misa es rehacer el calvario, no es un espectáculo.” (Audiencia general, día 22 de noviembre de 2017)
- Y nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Hoy podemos preguntarnos: “¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?”. Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se “tiene”, sino lo que se “da”, y “el que acumula tesoro para sí” no se hace “rico para con Dios” (Lc 12,21). No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Que el Señor, que tiene compasión de nuestra pobreza y nos reviste de sus talentos, nos dé la sabiduría de buscar lo que cuenta y el valor de amar, no con palabras sino con hechos.” (Homilía, día 19 de noviembre de 2017, Jornada Mundial de los Pobres)
(26.11.17)
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