LO TRIBUTARIO (nº 322)
Conocer el Impuesto de Sucesiones (2): la base imponible
Hubo un tiempo en que se consideró que si una de las funciones de un sistema tributario justo (art. 31 CE) es la redistribución de riqueza, para evitar que se perpetuaran y aumentaran las diferencias de capacidad económica entre las familias y los individuos de la sociedad, el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones es un modelo de impuesto redistributivo porque, inevitablemente, es difícil que los gravados recuperen la riqueza que iban a recibir gratuitamente y que pierden con el pago del tributo: ni cabe la repercusión, como en los impuestos indirectos, ni tampoco la traslación a otros de la carga fiscal, lo que se puede producir en la imposición directa aprovechando una posición de poder (económico, político…) o utilizando la presión social. La doctrina fue perdiendo fuerza porque el itinerario fiscal es siempre el mismo: pago del tributo -de todos-, fondo común, decisión presupuestaria de gasto y ejecución del presupuesto.
El artículo 9 LISyD regula la base imponible que en las transmisiones mortis causa es el valor real de la adquisición individual de cada causahabiente; en las donaciones y demás transmisiones lucrativas “inter vivos”, el valor real de lo adquirido; y en los seguros de vida, lo percibido por el beneficiario, cuando el causante sea a la vez el contratante del seguro individual o el asegurado en el seguro colectivo, lo percibido se liquida acumulando su importe al del resto de la porción hereditaria del beneficiario. Por valor real se entiende el correspondiente a los bienes o derechos y se minora por las cargas y deudas que fueran deducibles.
Se insiste siempre en que no hay definición legal de lo que es valor real. Por este motivo tan inconsistente es que deba fijar por el contribuyente como que lo pueda comprobar la Administración (art. 18 LITP). Tampoco tiene sentido la regulación de diversos medios para comprobar el valor real (art. 56 LGT), porque no sabiendo lo que es, no es razonable mantener que “valor real es el que resulta de comprobar el valor real”. Tampoco es acorde con la razón el remedio general que permite acudir a la tasación pericial contradictoria (un tercer perito debe razonar que el valor real) para fijar el valor real cuando el contribuyente no esté de acuerdo con el valor real fijado por la Administración mediante comprobación de valores mediante la que corrige el valor real declarado por el contribuyente. Y estas “batallas en la nube” se pueden trasladar a las reclamaciones administrativas y a los recursos en vía jurisdiccional cuando el litigio surge de la discrepancia sobre cuál debe ser el valor real. Que no se sabe qué es.
Para las adquisiciones mortis causa el artículo 11 LISyD regula los bienes y derechos adicionables que forman parte del caudal relicto (pertenecientes al causante un año antes del fallecimiento, adquiridos por el causante en usufructo en los tres años anteriores al fallecimiento, transmitidos por el causante cinco años antes del fallecimiento…). El artículo 12 LISyD regula las cargas deducibles (pensiones y censos) y el artículo 13 LISyD las deudas deducibles (contraídas por el causante). También se regulan los gastos deducibles (art. 14 LISyD: litigios, enfermedad…) y el ajuar doméstico (art. 15 LISyD: el 3% del caudal relicto, salvo prueba de que no existe o es inferior). De forma semejante (arts. 16 y 17 LISyD) se dan normas para las transmisiones lucrativas “inter vivos”. Atentos a esto, lo único inquietante es el “valor real”, el que no es irreal, claro.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
No ha quedado en noticia de un día lo que ha costado a todos los contribuyentes las compensaciones económicas acordadas para que no prosperaran en el debate parlamentario las enmiendas a la totalidad a la ley de presupuestos. Muchos han comprendido cómo es posible conseguir mayorías relativas y puntuales a cargo de la contribución solidaria de todos, incluidas las minorías contrarias. No es que una ley aprobada por la mayoría se deba cumplir por “todos”; es lo que se puede hacer a cargo de “todos” para aprobar una ley. Ni siquiera alcanza la categoría de misterio.
El cristiano debe tener los pies en el suelo y la vista en las cosas de arriba. Es un viador, un peregrino que pasa una mala noche en una mala posada, pero que sabe que merece la pena. “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos; ni se detiene en el camino de los pecadores, ni toma asiento con los farsantes, sino que se complace en la ley del Señor, y noche y día medita su ley. Será como árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto a su tiempo, y que no se marchitan sus hojas: cuanto hace prospera. No así los impíos, no así. Son como polvo que dispersa el viento…” (salmo 1, 1-4). En el recuerdo: “Se cuidan a sí mismos; son nubes sin agua zarandeadas por los vientos, árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y arrancados de raíz; olas bravías del mar que echan la espuma de sus torpezas; astros errantes a los que está reservado para siempre la oscuridad tenebrosa” (Jds 12,12-13)
Durante el día, que es la jornada de toda nuestra vida, el cristiano canta: “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes prados me hace reposar; hacia aguas tranquilas me guía; reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre. Aunque camine por valles oscuros no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan… Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por años sin término” (salmo 23, 1-4 y 6). En el recuerdo: “Buscaré a la perdida, haré volver a la descarriada, a la que esté herida la vendaré, y curaré a la enferma. Tendré cuidado de la bien nutrida y de la fuerte. Las pastorearé con rectitud” (Ez 34, 16)
Y durante la noche el cristiano escucha y aprende el alma: “Yo bendigo al Señor, que me aconseja; hasta de noche mi corazón me instruye. Pongo ante mí al Señor sin cesar; con Él a mi derecha, no vacilo. Por eso se alegra mi corazón, se goza mi alma, hasta mi carne descansa en la esperanza… Me enseñas el sendero de la vida, me llenas de gozo en tu presencia, de alegría perpetua en tu presencia” (salmo 16, 7-9 y 11). En el recuerdo: “Dichoso el hombre que tiene su auxilio en Ti, y en su corazón decide peregrinar. Ellos al pasar por el valle del llanto, lo convierten en un manantial, la lluvia temprana lo cubre de bendiciones. Caminan con fuerzas renovadas…” (salmo 84, 6-8)
Pascua de Resurrección. Tiempo de alegría y de esperanza. Tiempo de conversión y de volver al camino. Y en el recuerdo: “Jesús se incorporó y le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? - Ninguno Señor -respondió ella. Le dijo Jesús: -Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más” (Jn 8, 10-11). Y también. “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Cada uno, con nuestro nombre, somos el asunto serio de Dios: “… para que donde yo estoy, estéis también vosotros... Ya sabéis el camino” (Jn 14, 3-4). Nunc coepi! (¡Ahora empiezo!).
LA HOJA SEMANAL
(del 15 al 20 de mayo)
Lunes (15)
San Isidro, labrador (5ª Pascua; mes de María)
Palabras: “El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre…” (Jn 14,26)
Reflexión: … será quien os lo enseñe todo y os recordará lo que os he dicho
Propósito, durante el día: Actos de amor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Martes (16)
Santa Gema Galgani, virgen (5ª Pascua; mes de María)
Palabras: “Mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo…” (Jn 14,27)
Reflexión: … que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde
Propósito, durante el día: Procurar la paz en la familia, en el trabajo, con los amigos
Miércoles (17)
San Pascual Bailón, confesor (5ª Pascua; mes de María; Nª Sª de la Novena)
Palabras: “El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante” (Jn 15,5)
Reflexión: Si permanecéis en mí, pedid lo que deseáis, y se realizará
Propósito, durante el día: Unido a Jesús: actos de presencia, actos de amor a Dios
Jueves (18)
San Juan I, papa y mártir (5ª Pascua; mes de María)
Palabras: “Permaneced en mi amor” (Jn 15, 9)
Reflexión: Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa
Propósito, durante el día: Acciones de gracias a Dios, amabilidad con todos
Viernes (19)
San Teodoro, obispo (5ª Pascua; mes de María)
Palabras: “Esto os mando: que os améis unos a otros” (Jn 15,17)
Reflexión: Vosotros sois mis amigos
Propósito, durante el día: Comuniones espirituales, visitas al Señor, oración de petición
Sábado (20)
San Bernardino de Siena, presbítero (5ª Pascua; mes de María)
Palabras: “También a vosotros os perseguirán” (Jn 15,20)
Reflexión: El mundo me ha odiado antes a mí que a vosotros
Propósito, durante el día: Madre mía, ven conmigo, llévame contigo
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 14, domingo (5º de Pascua, ciclo A; Nª Sª del Camino, de los Desamparados; san Matías) nos sitúan en la Iglesia y camino del cielo: “La palabra de Dios iba cundiendo” (Hech 6); “Os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz” (1 Pe 2); “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14). Frente al desánimo, la rutina o la tristeza, el caminar con la Iglesia, en la Comunión de los Santos, nos debe dar fuerza: Dios nos llama, María y José van con nosotros y rezamos todos, unos por otros.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “El sentirnos unidos por un vínculo especial al Señor como las ovejas a su pastor. A veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la percepción del timbre de esa voz, de la voz de Jesús buen pastor, que estimula y fascina.
Como sucedió a los dos discípulos de Emaús, que ardía su corazón mientras el Resucitado hablaba a lo largo del camino. Es la maravillosa experiencia de sentirse amados por Jesús. Haceos una pregunta: “¿Yo me siento amado por Jesús? ¿Yo me siento amada por Jesús?”. Para Él no somos nunca extraños, sino amigos y hermanos. Sin embargo, no es siempre fácil distinguir la voz del pastor bueno. Estad atentos.
Está siempre el riesgo de estar distraídos por el estruendo de muchas otras voces.
Hoy somos invitados a no dejarnos desviar por las falsas sabidurías de este mundo, sino a seguir a Jesús, el Resucitado, como única guía segura que da sentido a nuestra vida.” (Regina, día 7 de mayo de 2017)
- Pero los Evangelios solo dicen: Ella “estaba”. Estaba allí, en el peor momento, en el momento más cruel, y sufría con el hijo. “estaba”. María “estaba”, simplemente estaba allí. Ahí está de nuevo la joven mujer de Nazareth, ya con los cabellos grises por el pasar de los años, todavía con un Dios que debe ser solo abrazado, y con una vida que ha llegado al umbral de la oscuridad más intensa. María “estaba” en la oscuridad más intensa, pero “estaba”. No se fue. María está allí, fielmente presente, cada vez que hay que tener una vela encendida en un lugar de bruma y de nieblas. Ni siquiera Ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba abriendo para todos nosotros hombres: está allí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamado sierva en el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión. Los sufrimientos de las madres: ¡todos nosotros hemos conocido mujeres fuertes, que han afrontado muchos sufrimientos de los hijos!
La volveremos a encontrar en el primer día de la Iglesia, Ella, “madre de esperanza”, en medio de esa comunidad de discípulos tan frágiles: uno había renegado, muchos habían huido, todos habían tenido miedo (cf Hechos de los Apóstoles 1, 14). Pero Ella simplemente estaba allí, en el más normal de los modos, como si fuera una cosa completamente normal: en la primera Iglesia envuelta por la luz de la Resurrección, pero también de los temblores de los primeros pasos que debía dar en el mundo.
Por esto todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la espera, incluso cuando todo parece sin sentido: Ella siempre confiada en el misterio de Dios, también cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. Que en los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús nos ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decir a nuestro corazón: “¡levántate!, mira adelante, mira el horizonte”, porque Ella es Madre de esperanza.” (Audiencia general, día 10 de mayo de 2017)
(14.05.17)
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