LO TRIBUTARIO (nº 668)
“In dubio pro reo”
El principio “In dubio pro reo”, “En la duda, a favor
del acusado”, es uno de los esenciales del Estado de Derecho y tiene remotos
antecedentes que llegan a la filosofía griega con Aristóteles (“Problemas”) y
modernas referencias, como la Declaración Universal de Derechos Humanos (art.
11.1), de 1948. Se puede relacionar con diversos aforismos: “In dubio,
absolvitur reus” (En caso de duda se debe absolver al acusado); “Applicanda est
lex reo favorabilior” (Debe ser aplicada al acusado la ley más favorable”); “In
dubio quod mínimum est sequimur” (En caso de duda debemos seguir -aplicar- lo
mínimo -lo menos desfavorable, lo menos gravoso-), o “In dubio minus” (Ulpiano,
Digesto, 48.19.32: “En la duda, lo menor”); “In dubio non est praesumendum
delictum” (En caso de duda no debe ser presumido un delito). Como se puede apreciar, se trata de un
principio de aplicación ordinaria y obligada en el ámbito penal, desde el
principio de legalidad a la aplicación equitativa de las normas, pero que
también puede alcanzar a gravámenes contractuales o de otro tipo. Y se puede
relacionar con referencias más genéricas (“In dubiis, semper benigniora
praeferenda sunt”: En caso de duda, siempre se deben preferir las más
benignas”, Gayo, Digesto 50.17.56) y más sucintas (“In dubio, abstine” (“Ante
la duda, abstente”). Y, también con muchas referencias concretas: “In dubio pro
libertate”; pro matrimonio; pro operario; pro debitore; pro possesore; pro
hereder; pro validitate; pro lege; pro testamento… Y también: “In dubio contra
fiscum”; contra fiseicommissum… Tan larga relación se puede completar con el
rescripto de Trajano a Asidio Severo: “divus Traianus Absidio Severo
rescripcit: satius enim esse impunitum relinqui facinus nocentis quam
innocentem damnari” (“El divino Trajano a Asidio Severo dice: en efecto, es más
satisfactorio que resulte sin castigo -impune- el que ha producido un daño -un
culpable-, que sea castigado un inocente”).
El principio “In dubio pro reo” es de obligado
cumplimiento para el juzgador en un Estado de Derecho y tiene como premisa la
existencia de una duda al tiempo de condenar o exigir y como exigencia que no
exista duda en la acusación o en la exigencia. Esa es la diferencia con la “presunción
de inocencia” (art. 24 CE), que es un derecho fundamental de los ciudadanos y
que no admite ni siquiera la duda sobre la propia inocencia mientras no exista
una prueba de culpabilidad, sin asomo de duda. También se diferencian, el
principio y la presunción, de la “buena fe” (la propia creencia de que se actúa
según Derecho) que fue una presunción legal respecto de los contribuyentes en
la Ley de derechos y Garantías de los Contribuyentes (art. 33.1 Ley 1/1998) y
que duró sólo hasta que desapareció con la LGT/2003.
En el ámbito tributario la presunción de la
Administración parece ser la contraria: todos infringen, salvo que se demuestre
lo contrario; y, por eso se pueden establecer objetivos cuantificados de
diferencias en los planes de comprobación e investigación. Y, al tiempo de
sancionar, el principio “In dubis pro reo” se elimina con generalidades: “hay
infracción porque hubo regularización” “la conducta ha sido voluntaria porque
pudo ser otra”, “existe dolo, culpa o al menos negligencia”, “las normas
tributarias son claras y no admiten más que una interpretación”, “es el
infractor el que debe probar que su interpretación es razonable”. En un Taller
de tributación las quejas son abrumadoras
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Otra de tarjetas “black”. Si hubo condenados por delito
contra la Hacienda en el IRPF cuando en realidad era en el ISyD prescrito,
ahora, sabiendo de la donación y del donante, el famoso se ha visto obligado a
“regularizar” por el IRPF para evitar el delito.
Adviento. Domingo “Gaudete”. El color de los ornamentos
puede ser rosa, en vez de morado como en los otros domingos. El cristiano canta
con el corazón la antífona de entrada: “Gaudete in domino Semper; iterum dico,
gaudete” (“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”).
Adecuado al Adviento es el pasaje: “El desierto y el yermo se regocijarán, se
alegrarán el páramo y la estepa, florecerán como flor de narciso, se alegrará
con gozo y alegría” (Is 35.1-2) que lleva al cristiano a desear el cambio de su
vida interior que se reflejará en su quehacer diario, porque quiere llenarse de
Dios y meterse en Dios, para estar con Él aquí, ahora y para siempre. Y
también: “Estad siempre alegres. Sed constantes en el orar. Dad gracias en toda
ocasión: esta es la voluntad de Dios en cristo Jesús respecto de vosotros” (1
Tes 5,16-18) que son la guía para un plan de vida en el seguimiento fiel a
Jesucristo. Y de nuevo: “El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en
toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras
peticiones sean presentadas a Dios” (Flp 4,6). Gaudete! Alegres.
En el repaso evangélico se abre como página primera para
la alegría la de las bienaventuranzas que son la relación de pases para llegar
y quedarse en el cielo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es
el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque serán
consolados. Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados
los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que
padezcan persecución por causa de la justicia, porque suyo será el Reino de los
Cielos. Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan
contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque
vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los
profetas de antes de vosotros” (Mt 5,3-12). Tiempo de Adviento, tiempo de
examen y propósitos. En parábola: “Asimismo el Reino de los Cielos es como una
red barredera que se echa en el mar y recoge toda clase de peces. Y cuando está
llena la arrastran a la orilla y se sientan para echar lo bueno en los cestos,
y lo malo tirarlo fuera” (Mt 13,47-48)
Y el pasaje de la alegría: “Volvieron los setenta y
dos llenos de alegría diciendo: - Señor, hasta los demonios se nos someten en
tu nombre. Él les dijo: - Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad,
os he dado potestad para aplastar serpientes y escorpiones y sobre cualquier
poder del enemigo, de manera que nada podrá haceros daño. Pero no os alegréis
de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres
están escritos en el cielo” (Lc 10,17-20). “Vi a los muertos, grandes y
pequeños, en pie ante el trono, y fueron abiertos los libros. También fue
abierto otro libro, el de la vida. Y los muertos fueron juzgados por lo que
estaba escrito en los libros, según sus obras” (Ap 20, 12). “El vencedor será
revestido con vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida;
confesaré su nombre en la presencia de mi padre y delante de sus ángeles” (Ap
3,5)
LA HOJA SEMANAL
Lunes (14)
San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia (3ª Adviento)
Palabras: “- ¿Con qué autoridad haces esto?” (Mt 21,23)
Reflexión: Os voy a hacer yo también una pregunta… Respondieron: No sabemos
Propósito, durante el día: Señor, ayúdame, ilumíname, aconséjame
Martes (15)
San Valeriano de Abbensa, obispo y mártir (3ª Adviento)
Palabras: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él contestó: No quiero… (Mt 21,28-29)
Reflexión: … Pero después recapacitó y fue”. El otro hijo dijo que iría y no fue
Propósito, durante el día: Lo que Tú quieras, como Tú quieras, porque Tú lo quieres
Miércoles (16)
Santa Adelaida, emperatriz (3ª de Adviento)
Palabras: “Dichoso el que no se escandalice de mí” (Lc 7,23)
Reflexión: ¿Eres tú el que ha de venir? Id y anunciar lo que habéis visto
Propósito, durante el día: Señor, que vea. Señor que sea como Tú quieres
Jueves (17)
San Modesto de Jerusalén, obispo (Fería especial de Adviento)
Palabras: “Jacob engendró a José, el esposo de María … (Mt 1,16)
Reflexión: … de la cual nació Jesús”
Propósito, durante el día: María dijo “Fiat” y concibió del Espíritu Santo
Viernes (18)
Nª Sª de la Esperanza (Virgen de la O, Expectación del parto; día de penitencia)
Palabras: “Y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo … (Mt 1,18)
Reflexión: … por obra del Espíritu Santo”. Y José se llevó a casa a su mujer
Propósito, durante el día: Y el Verbo se hizo carne. El Amor se hizo niño por amor
Sábado (19)
San Anastasio I, papa (Feria especial de Adviento)
Palabras: “Tu mujer Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan” (Lc 1,13)
Reflexión: Días después concibió Isabel, su mujer
Propósito, durante el día: Madre, no nos dejes de tu mano. Llévanos al cielo
(la reflexión y el propósito los fija cada uno,
claro)
Las lecturas del día 13,
domingo (3º de Adviento, “Gaudete”, ciclo B) nos llenan de alegría y de
esperanza: “Desbordo de gozo con el Señor y y me alegro con mi Dios” (Is 61);
“Que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la
venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus
promesas” (1 Tes 5); “Venia como testigo, para dar testimonio de la luz” (Jn 1).
Juan el Bautista anunció al Mesías. Jesús trajo la buena nueva de la
misericordia de Dios.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “¿Qué se
puede hacer en estos casos, cuando quisieras seguir, pero sientes que no
puedes? En primer lugar, recordar que la conversión es “una gracia”: nadie
puede convertirse con sus propias fuerzas. Es una gracia que te da el Señor, y
que, por tanto, hay que pedir a Dios con fuerza, pedirle a Dios que nos
convierta Él, que verdaderamente podamos convertirnos, en la medida en que nos
abrimos a la belleza, la bondad, la ternura de Dios. Pensad en la ternura de
Dios. Dios no es un padre terrible, un padre malo, no. Es tierno, nos ama
tanto, como el Buen Pastor, que busca la última de su rebaño. Es amor, y la
conversión es esto: una gracia de Dios. Tú empieza a caminar, porque es Él
quien te mueve a caminar, y verás cómo llega. Reza, camina y siempre darás un
paso adelante.” (Angelus, 6 de diciembre 2020)
- “No vale hacerse los astutos: posponer continuamente un serio
examen de la propia vida, aprovechando la paciencia del Señor —Él es paciente,
Él nos espera, Él está siempre para darnos la gracia—. Nosotros podemos engañar
a los hombres, pero a Dios no, Él conoce nuestro corazón mejor que nosotros
mismos. ¡Aprovechemos el momento presente! Este sí es el sentido cristiano de
aprovechar el día: no disfrutar la vida en el momento fugaz, no, este es el
sentido mundano. Sino acoger el hoy para decir “no” al mal y “sí” a Dios;
abrirse a su Gracia, dejar finalmente de plegarse sobre uno mismo arrastrándose
en la hipocresía. Mirar a la cara la propia realidad, así como somos; reconocer
que no hemos amado a Dios y no hemos amado al prójimo como deberíamos, y
confesarlo. Esto es empezar un camino de conversión pidiendo en primer lugar
perdón a Dios en el Sacramento de la Reconciliación, y después reparar el mal
hecho a los otros. Pero siempre abiertos a la gracia. El Señor llama a nuestra
puerta, llama a nuestro corazón para entrar con nosotros en amistad, en
comunión, para darnos la salvación.” (Angelus, 8 de diciembre de 2020, en la solemnidad
de la Inmaculada Concepción de la Virgen María)
- “Aprendamos
a estar en la espera del Señor. El Señor viene a visitarnos, no solo en estas
fiestas grandes -la Navidad, la Pascua-, sino que el Señor nos visita cada día
en la intimidad de nuestro corazón si nosotros estamos a la espera. Y muchas
veces no nos damos cuenta de que el Señor está cerca, que llama a nuestra
puerta y lo dejamos pasar. “Tengo miedo de Dios cuando pasa; tengo miedo de que
pase y yo no me dé cuenta”, decía san Agustín. Y el Señor pasa, el Señor viene,
el Señor llama. Pero si tú tienes los oídos llenos de otros ruidos, no escucharás
la llamada del Señor.” (Audiencia general, 9 de diciembre de 2020)
- “166… El asunto
es la fragilidad humana, la tendencia constante al egoísmo humano que forma
parte de aquello que la tradición cristiana llama “concupiscencia”: la
inclinación del ser humano a encerrarse en la inmanencia de su propio yo, de su
grupo, de sus intereses mezquinos. Esa concupiscencia no es un defecto de esta
época. Existió desde que el hombre es hombre y simplemente se transforma,
adquiere diversas modalidades en cada siglo, y finalmente utiliza los
instrumentos que el momento histórico pone a su disposición. Pero es posible
dominarla con la ayuda de Dios.” (Enc. “Fratelli tutti”)
(13.12.20)
Noticia
del blog. El Papa
ha declarado el año de San José desde el día 8 de diciembre de 2020. Con este motivo, por Decreto de la Penitenciaría
Apostólica, se ha aprobado las condiciones para obtener indulgencias. Para
obtener la indulgencia plenaria se deberán cumplir las condiciones prescritas
por la Iglesia para tal efecto: confesión sacramental, comunión eucarística y
rezar por las intenciones del Santo Padre.
Las modalidades en las cuales
se concederá la indulgencia plenaria en el Año de San José que comienza el 8 de
diciembre son las siguientes:
1) “Se concede la indulgencia
plenaria a cuantos mediten al menos durante 30 minutos la oración del Padre
Nuestro, o participen en un Retiro Espiritual de al menos una jornada donde se
realice una meditación sobre San José”.
2) “Aquellos que sobre el
ejemplo de San José realicen una obra de misericordia corporal o espiritual
podrán igualmente conseguir el don de la indulgencia plenaria”.
3) “Para que todas las familias
cristianas se sientan estimuladas a recrear el mismo clima de íntima comunión,
de amor y de oración que se vivía en la Sagrada Familia, se concede la
indulgencia plenaria por el rezo del Santo Rosario en las familias y entre los
novios”.
4) “Podrá conseguir la
indulgencia plenaria aquel que confíe cotidianamente sus actividades a la
protección de San José y cada fiel que invoque con la oración la intercesión
del Artesano de Nazaret para que, quien se encuentre a la búsqueda de empleo,
pueda encontrar ocupación y que el trabajo de todos sea digno”.
5) “Se concede la
indulgencia plenaria a los fieles que reciten las Letanías a San José (para la
tradición latina), o el Akathistos a San José, entero o al menos una parte
(para las tradiciones bizantinas), u otra oración a San José propia de otras
tradiciones litúrgicas por la Iglesia perseguida “ad intra” y “ad extra” y para el alivio de todos
los cristianos que padecen alguna forma de persecución”.
6) “Con el fin de
reafirmar la universalidad del patrocinio de la Iglesia por parte de San José,
además de las ocasiones mencionadas, la Penitenciaría Apostólica concede una
indulgencia plenaria a los fieles que recen cualquier oración o acto de piedad
legítimamente aprobado en honor de San José, por ejemplo "A ti", oh
bienaventurado José", especialmente el 19 de marzo y el 1 de mayo, fiesta
de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el domingo de San José (según la
tradición bizantina), el 19 de cada mes y cada miércoles, día dedicado a la
memoria del Santo según la tradición latina.”
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