LO TRIBUTARIO (nº 654)

“Pro actione”

Establece el artículo 24 de la Constitución: “1. Todas las personas tienen derecho a obtener tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión…” Como se puede apreciar, se trata de un precepto redactado con términos rotundos: todas las personas, la tutela efectiva de los jueces y tribunales, indefensión en ningún caso. Y una concreción de ese derecho fundamental (arts. 15 a 29 CE) es el principio “Por actione”; también expresado como “In dubio pro actione” y, de forma macarrónica (RAE: “dicho del latín, usado de forma burlesca y defectuosa”): “In dubio por administrado”. No carece de fundamento encontrar una relación entre el principio “Por actione” y el principio “In dubis, semper beningniora preferenda sunt” (“En las alternativas dudosas, siempre se debe preferir las más benficiosas”), de Gayo (Digesto 50.17.56), de donde se derivaron: “in dubio pro reo”, “in dubio pro libertate” (Pomponio), “in dubio pro matrimonio”, in dubio pro operario”, in dubio propossesore”, in dubio pro debitore”, in dubio pro herede”, “in dubio pro validitate”, in dubio pro lege”, “in dubio pro testamento” (Bartolo) y hasta “in dubio contra fiscum” (Modestino). Y con carácter más general: “In dubio, abstine” que aconseja “ante la duda, abstención”. Los lectores de lengua española no necesitarán ayuda para entender esa relación de expresiones latinas.

El principio “pro actione” es un principio de trascendencia procesal y con su invocación se pretende que se acoja la posibilidad favorable al recurso, reclamación, impugnación, cuando sea posible esa interpretación a la vista de los requisitos y condiciones que permiten la realización del principio de tutela judicial efectiva. Lógicamente, ni el principio permite la vulneración de la ley, ni tampoco exige que quien debe decidir busque y aplique la alternativa, entre todas las posibles en Derecho. Fuera de esas razonables consideraciones, se debe recordar la regla general que obliga a la Administración a calificar los escritos de acuerdo con su contenido. Así, el artículo 115.2 Ley 39/2015, LPAC establece que el error o la ausencia de la calificación del recurso por parte del recurrente no será obstáculo para su tramitación, siempre que se deduzca su verdadero carácter.

En la práctica tributaria es frecuente encontrar discrepancias y resoluciones referidas al cumplimiento, o incumplimiento, de los motivos exigidos para el recurso de nulidad de pleno derecho (art. 217 LGT) o al recurso extraordinario de revisión (art. 244 LGT); así, por ejemplo: El TEAC desestimó por recurso extraordinario de revisión, art. 244 LGT, pero en el escrito se decía: “Fundamento: Nulidad de pleno derecho. Art. 210 LGT”. Se anula la resolución del TEAC que debe tramitar adecuadamente (AN 9-7-18). También se aplica el principio “pro actione”, aun sin invocarlo expresamente, en los errores de calificación subsanables con la sola lectura del escrito y con reenvío al correspondiente destino sin necesidad de otras actuaciones. Incluso, a veces, se localiza el error en el órgano que resuelve y señala por error que lo hace en única instancia (art. 229 LGT) o que cabe recurso de alzada, cuando con su resolución ya ha acabado la via administrativa. En un Taller de tributación, inevitablemente, se traen a colación excesos: como el rigor en la exigencia formal de los motivos de la casación, antes, o el interés casacional, ahora; o en las cuantías para las reclamaciones en impuestos repercutidos. 

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Cuando la resolución de un Secretario de Estado pretendió confinar a millones de personas y, anulada por los jueces, de inmediato se trascribe su texto en un decreto ley que aprueba el gobierno, mutatis mutandis, cabe temblar por los impuestos venideros.

El cristiano sabe que cristianismo es amar. Dios es amor (1 Jn 4,8 y 16). El cristiano sabe que nada nos apartará del amor de Dios: “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas? ¿Quién presentará acusación contra los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Cristo Jesús, el que murió, más aún, el que fue resucitado, el que además está a la derecha de Dios, el que está intercediendo por nosotros? ¿Quién los apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? ... Pero en todas estas cosas venceremos con creces gracias a aquél que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rm 8, 31 a 35 y 36 a 39).

“Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se pusieron de acuerdo y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle: - Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él respondió: - Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,34-39). Los grados del amor al prójimo se nos enseñan progresivos: “como a nosotros mismos”, “como yo os he amado” (Jn 15,12) ¡Amar como Dios ama! “Esto os mando: que os améis los unos a los otros” (Jn 15,17). Y, así, el cristiano descubre que el prójimo, el próximo, no es el otro, sino que “debe ser él”, tú, yo, porque es el cristiano el que se debe aproximar al que lo necesita, para junto a él y con él; darse porque amar es darse por entero y sin condiciones.

Una parábola. Pero, queriéndose justificarse, preguntó el doctor de la ley a Jesús: “- ¿Y quién es mi prójimo? Entonces Jesús tomando la palabra, dijo: - Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que, después de haberle despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándolo medio muerto. Bajaba casualmente por el mismo camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo. Igualmente, un levita llegó cerca de aquel lugar y, al verlo, también pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje se llegó hasta él y, al verlo, se llenó de compasión. Se acercó y le vendó las heridas echando en ellas aceite y vino. Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a la posada y él mismo lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a mi vuelta”. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Él le dijo: - El que tuvo misericordia con él. – Pues anda -le dijo Jesús-  y haz tu lo mismo” (Lc 10, 29-37). ¿Quién es mi prójimo? ¿Quién el prójimo del que fue robado, herido y abandonado medio muerto? El buen samaritano es el prójimo. El prójimo, el próximo, es el que ve al necesitado y se aproxima y hace que el lejano sea próximo, sea su prójimo, como se suele entender, sin pensar en el proceso de amor.  

LA HOJA SEMANAL

(del 26 al 31 de octubre)

Lunes (26)

Santos Luciano y Marciano, mártires (30ª TO)
Palabras: “Jesús la llamó y le dijo: - Mujer quedas libre de tu enfermedad” (Lc 13,12)
Reflexión: “Al verla”, llevaba 18 años encorvada y, en seguida, se puso derecha
Propósito, durante el día: Dios mío, Tú me ves cada instante; Tú, Dios, me amas

Martes (27)

San Evaristo, papa (30ª TO)
Palabras: “¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura…” (Lc 13,21)
Reflexión: Una mujer la mete en tres medidas de harina y todo fermenta
Propósito, durante el día: Instrumento dócil de Dios; llevado por su mano

Miércoles (28)

Santos Simón Cananeo y san Judas Tadeo, apóstoles
Palabras: “Subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando” /Lc 6,12)
Reflexión: Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce
Propósito, durante el día: Aquí estoy; dispón de mí según tu voluntad

Jueves (29)

San Marcelino, mártir (30ª TO)
Palabras: “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos… (Lc 13,33)
Reflexión: … como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas!
Propósito, durante el día: Cerca de Ti, protegido por Ti, guiado por Ti

Viernes (30)

San Marciano de Siracusa, obispo (30ª TO; día de penitencia)
Palabras: “Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía” (Lc 14,2)
Reflexión: Tocando al enfermo, lo curó y lo despidió
Propósito, durante el día: Señor, si quieres, puedes curarme

Sábado (31)


San Alonso Rodríguez, S.I. religioso (30ª TO)
Palabras: “Cuando te conviden, ve a sentarte en el último puesto…” (Lc 14,8)
Reflexión: … el que te convidó te diga: - Amigo, sube más arriba…”
Propósito, durante el día: Madre, ven conmigo a todas partes; solo nunca me dejes

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 25, domingo (30º TO; ciclo A) nos llevan de la mano en el amor de Dios y al prójimo: “Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo” (Ex 22); “Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo” (1 Tes 1); “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón… Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22). Dios pone nuestras miserias en su corazón, ¿cómo no poner las debilidades de otros en el nuestro? Amor.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece. De aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Cada uno de nosotros, por el Bautismo, está llamado a ser presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad.” (Angelus, día 18 de octubre de 2020)

- “Cuando se reza, todo adquiere “espesor”. Esto es curioso en la oración, quizá empezamos en una cosa sutil, pero en la oración esa cosa adquiere espesor, adquiere peso, como si Dios la tomara en sus manos y la transformase. El peor servicio que se puede prestar, a Dios y también al hombre, es rezar con cansancio, como si fuera un hábito. Rezar como los loros. No, se reza con el corazón. La oración es el centro de la vida. Si hay oración, también el hermano, la hermana, también el enemigo, se vuelve importante. Un antiguo dicho de los primeros monjes cristianos dice así: «Beato el monje que, después de Dios, considera a todos los hombres como Dios» (Evagrio Póntico, “Tratado sobre la oración”, n. 123). Quien adora a Dios, ama a sus hijos. Quien respeta a Dios, respeta a los seres humanos.

Por esto, la oración no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida; o, de todos modos, una oración de este tipo no es seguramente cristiana. Más bien la oración responsabiliza a cada uno de nosotros. Lo vemos claramente en el “Padre nuestro”, que Jesús ha enseñado a sus discípulos.” (Audiencia general, día 21 de octubre de 2020)

- “67. Esta parábola es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino. La parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común. Al mismo tiempo, la parábola nos advierte sobre ciertas actitudes de personas que sólo se miran a sí mismas y no se hacen cargo de las exigencias ineludibles de la realidad humana.” (Fratelli tutti)

(25.10.20)

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