LO TRIBUTARIO (nº 575)

Fuentes del Derecho (23): ¿derecho a ser informado?

El artículo 34 LGT regula los derechos y garantías de los contribuyentes. Se trata de continuar con la gran novedad que supuso en el ordenamiento tributario la aprobación de la Ley 1/1998, de Derechos y Garantías de lo Contribuyentes. Conocida como “la ilusoria” esta ley, nacida a partir de la aurora gloriosa de la jurisprudencia del Tribunal Supremo de los años 1996-1998 que elevó la seguridad jurídica a lo más alto de la realización de la Justicia, pareció regular varios aspectos de la tributación que se quedaron en palabras. El ejemplo más claro fue la presunción legal de la buena fe de los contribuyentes (art. 33.1 LDGC) que la Administración no aplicó en los cinco años de su vigencia y que desapareció con la LGT/2003 aunque en su Exposición de Motivos dice “se incorpora el contenido de la Ley 1/1998…”. Del mismo modo, estableció un plazo máximo de duración del procedimiento de apremio (art. 23.3 LDGC) y también para las actuaciones inspectoras (art. 29 LDGC), pero ni se aplicó el primero ni se aplicó la caducidad en el incumplimiento del segundo, que desapareció con la LGT/2003 regulando expresamente que exceder del plazo legal no determina la caducidad y que las actuaciones continúan hasta la terminación del procedimiento.

Los que profesan el Derecho descubrieron pronto: tanto la inutilidad de regular derechos y garantías si no se regulan las consecuencias de la violación de esos derechos o de no haber respetado las garantías si alguna vez fueran establecidas (el art. 34 LGT, a pesar de su título, relaciona derechos, pero ni una sola garantía); como las muchas ausencias en la relación de derechos de los administrados que dista mucho de los de la Administración (como la liquidación definitiva como norma y la provisionalidad como excepción en casos muy limitados -art. 101 LGT- o la revisión de los propios actos en rectificación de autoliquidaciones o mediante autoliquidaciones sustitutivas -arts. 120 y 122 LGT, la revocación a instancia de los interesados -art. 219 LGT...). El “derecho a la regularización íntegra” ha tenido que construirse por la doctrina de los tribunales. Y está pendiente la aplicación del derecho a la limitación de costes indirectos -art. 3.2 LGT- que corrija la exigencia generalizada de comunicaciones electrónicas con la Administración. En cambio, se ha generalizado la inseguridad jurídica con la posibilidad de cambiar muchos años después los hechos producidos en un período prescrito y su calificación (arts. 66 bis y 115 LGT) y con las “obligaciones conexas” (arts. 68.9 y 239.7 LGT).

El derecho a ser informado (art. 34.1.a) LGT), se regula como deber (art. 85 LGT) de publicar textos actualizados de las normas tributarias, comunicaciones e informaciones, contestaciones a consultas, actuaciones previas de valoración y asistencia a los administrados en la realización de declaraciones, autoliquidaciones y comunicaciones (arts. 86 a 91 LGT y art. 141.f) LGT respecto de la información de la Inspección a los inspeccionados). Salvo en consultas escritas y valoraciones no hay ningún precepto que regule ni la forma de ejercer el derecho ni las consecuencias de su violación. Pero se regula un terrible deber de información a la Administración (art. 93 y 94 LGT) y la publicación personalizada de morosos (art. 95 bis LGT). En un Taller de tributación dice un protestante que en las oficinas tributarias ha desaparecido el antiguo mostrador de “Información” y que hay que pedir cita previa por vía electrónica para informarse.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

En vísperas de un nuevo gobierno la incertidumbre sobre los nuevos impuestos y el aumento de los existentes se mezcla con el temor a una caída del Estado de Derecho.

Navidad. La Epifanía del Señor. La fiesta de los “reyes magos”. El día en que todos queremos ser como niños: inquietos e ilusionados desde la noche antes, sorprendidos y admirados por la mañana, disfrutando felices; con regalos, pocos o muchos, los que esperábamos u otros, grandes o pequeños; compartiendo amor, alegrándonos con los demás porque ellos también están contentos o para que lo estén. Y sin olvidar que, desde el belén, en el portal, el Niño nos sonríe recostado en el pesebre, envuelto en pañales, acompañado de María y José que tampoco pierden detalle de la alegría que se desborda alrededor.

También hay penas y dolores ese día, también hay necesidad y preocupaciones: ¡Ningún día sin cruz! Pero el cristiano sabe que debe ser así: “A cada día le basta su contrariedad” (Mt 6,34); “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga” (Lc 9,23); “No andéis preocupados diciendo ¿qué vamos a comer, que vamos a beber, con qué nos vamos a vestir? Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre celestial que de todo estáis necesitados” (Mt 6,32). “¿Quién de entre vosotros, si un hijo suyo le pide un pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez le da una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas ¿cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a los que se lo pidan?” Lo entendía bien san Pablo cuando escribía: “Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28). Nada podrá separarnos del amor de Dios (v. Rm 8,39)

- “Después de nacer Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: - ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. Al oír esto, el rey Herodes se inquietó y con él toda Jerusalén. Y, reuniendo a toso los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les interrogaba dónde había de nacer el Mesías. – En Belén de Judá – le dijeron- pues está escrito por medio del Profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel” Entonces, Herodes, llamando en secreto a los Magos, se informó cuidadosamente por ellos del tiempo en que había aparecido la estrella; y les envió a Belén, diciéndoles: - Id e informaos bien acerca del niño, y cuando lo encontréis, avisadme para que también yo vaya a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en marcha. Y, entonces, la estrella que habían visto en el Oriente se colocó delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Y, después de recibir en sueños aviso de no volver a herodes, regresaron a su país por otro camino” (Mt 2, 1-12)

“Iban los Magos siguiendo la estrella que les guiaba por su camino; con la luz buscan la Luz y con sus dones confiesan a Dios”, escribió Sedulio en el siglo V (himno “A solis ortus cardine”). Nosotros ante el belén, cantamos al Niño y nos damos por entero a Él.

LA HOJA SEMANAL
(día 6 al 11 de enero)

Lunes (6)

Epifanía del Señor
Palabras: “Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, … (Mt 2,11)
Reflexión: … y, cayendo de rodillas, lo adoraron”; y le ofrecieron oro, incienso y mirra
Propósito, durante el día: Dar de regalo al Niño amabilidad y comprensión con todos

Martes (7)

San Raimundo de Peñafort, presbítero (Feria de Navidad, después de Epifanía)
Palabras: “Y le traían todos los enfermos… Y él los curaba” (Mt 4,24)
Reflexión: Y le seguían multitudes
Propósito, durante el día: Jesús, no permitas que me aparte de Ti

Miércoles (8)

San Severino, presbítero (Feria de Navidad)
Palabras: “Jesús vio la multitud y le dio lástima de ellos” (Mc 6,34)
Reflexión: Comieron todos y se saciaron y recogieron las sobras: doce cestos
Propósito, durante el día: Sin Ti no podemos nada; contigo, todo

Jueves (9)

San Eulogio de Córdoba, presbítero y mártir (Feria de Navidad)
Palabras: “Entró en la barca con ellos, y amainó el viento” (Mc 6,51)
Reflexión: Vino hacia ellos andando sobre las aguas
Propósito, durante el día: Mándame ir a Ti. Mantenme a tu lado

Viernes (10)

San Pablo el Ermitaño, monje (Feria de Navidad)
Palabras: “Fue a Nazaret donde se había criado” (Lc 4,16)
Reflexión: Se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios
Propósito, durante el día: Dios mío, dame tu amor y tu gracia que eso me basta

Sábado (11)

San Higinio, papa (Feria de Navidad)
Palabras: “Señor, si quieres puedes limpiarme” (Lc 5,12)
Reflexión: Jesús extendió la mano y lo tocó: - Quiero queda limpio. Y le dejó la lepra
Propósito, durante el día: Jesús, María y José, que esté siempre con los tres

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 5, domingo (II de Navidad) elevan nuestra alma a la gloria de Dios que se ha hecho Niño entre nosotros: “El Creador del universo me ordenó; el Creador estableció mi morada” (Si 24); “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que no ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales” (Ef 1); “Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1). En la Navidad se unen el cielo y la tierra en el corazón, como en el horizonte.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “7. Poco a poco, el belén nos lleva a la gruta, donde encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5).

Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.” (Cart. Ap. “Admirabile signum”)

- “María, José, Jesús: la Sagrada Familia de Nazaret que representa una respuesta coral a la voluntad del Padre: los tres miembros de esta familia se ayudan mutuamente a descubrir el plan de Dios. Rezaban, trabajaban, se comunicaban. Y yo me pregunto: ¿tú, en tu familia, sabes cómo comunicarte o eres como esos chicos de la mesa, cada uno con un teléfono móvil, mientras están chateando? En esa mesa parece que hay un silencio como si estuvieran en misa... Pero no se comunican entre ellos. Debemos reanudar el diálogo en la familia: padres, madres, hijos, abuelos y hermanos deben comunicarse entre sí... Es una tarea que hay que hacer hoy, precisamente en el Día de la Sagrada Familia. Que la Sagrada Familia sea un modelo para nuestras familias, para que padres e hijos se apoyen mutuamente en la fidelidad al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia.” (Angelus, día 29 de diciembre de 2019)

- “Acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro, encuentra su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos. Pero no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, a partir de los programas y tendencias, de las ideologías, de las funcionalidades: percibiremos algo de ella, pero no el corazón de la Iglesia. Porque la Iglesia tiene el corazón de una madre. Y nosotros, hijos, invocamos hoy a la Madre de Dios, que nos reúne como pueblo creyente. Oh Madre, genera en nosotros la esperanza, tráenos la unidad. Mujer de la salvación, te confiamos este año, custódialo en tu corazón. Te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios! Todos juntos, por tres veces, aclamemos a la Señora, en pie, Nuestra Señora, la Santa Madre de Dios, ¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!” (Homilía, María, Madre de Dios, 1 de enero de 2020)

(5.01.20)

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