LO TRIBUTARIO (nº 569)

Las fuentes del Derecho (19): ¿confianza legítima?

Establece el artículo 3 de la Ley 40/2015: “Las Administraciones Públicas sirven con objetividad los intereses generales y actúan de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la Constitución, a la Ley y al Derecho. Deberán respetar en su actuación y relaciones los siguientes principios: … e) Buena fe, confianza legítima y lealtad institucional”. Con esta primera referencia normativa se podría iniciar el segundo bloque de principios generales que se deben tener en cuenta en las actuaciones de las Administraciones que tienen encomendada la potestad tributaria de exigir los tributos (arts. 4 y 5 LGT). Los otros bloques estarían constituidos por los principios constitucionales y por los principios específicos que deben presidir la aplicación de los tributos (art. 3 LGT).

No se trata aquí de considerar los principios generales de eficacia (consecución de los objetivos), jerarquía (orgánica), descentralización (territorial), desconcentración (orgánica, funcional) y coordinación (en relación con el principio de lealtad institucional) porque tienen una incidencia interna en cada Administración, aunque, sin duda, trascienden a los administrados que pueden advertir casos de ineficacia administrativa o de descoordinación, pero que no pueden ni procurar medidas para que no se produzcan ni reaccionar contra esas situaciones. Lo mismo se puede decir de los principios de eficacia en el cumplimiento de objetivos, economía, suficiencia y adecuación estricta de los medios a los fines institucionales, eficiencia en la asignación y utilización de los recursos públicos, de cooperación, colaboración y coordinación entre Administraciones. Que se pueda presumir de que cada año se descubre y se regulariza más fraude tributario y que será menor que lo que se descubra y regulariza en el año siguiente, es un paradigma de ineficacia en la represión del fraude fiscal.

Tampoco se consideran otros principios legalmente establecidos y que deberán respetar en su actuación y relaciones las Administraciones públicas. Así, por ejemplo; el servicio efectivo, la simplicidad, claridad y proximidad a los ciudadanos, cuando la lejanía de relación avanza a pasos agigantados con la aplicación generalizada de las comunicaciones electrónicas, con el empleo habitual de impresos con textos pre-redactados de utilización general o con la restricción de relaciones sin cita previa (electrónica, naturalmente). O, también, los principios de participación, objetividad y transparencia de la actuación administrativa y de responsabilidad por la gestión pública que se convierten en virtuales cuando se pretende que conste en el expediente el motivo de asignación a una actuación inspectora, los objetivos recaudatorios predeterminados y el incentivo correspondiente a la actuación. Lo que enlaza con los principios de planificación y dirección por objetivos y control de gestión y evaluación de resultados.

En el Taller de tributación se elige el principio de confianza legítima como el más adecuado para la realización de la Justicia que se debe producir en la aplicación de los tributos. Los pronunciamientos de los tribunales, desde hace una decena de años, están abriendo una senda de equidad atendiendo a la realidad de cada caso, de forma que lo que, al principio, refería la confianza legítima sólo a la estabilidad normativa y a limitar la aplicación retroactiva, ya ha alcanzado a reiterar el principio de “regularización íntegra” que impide que sólo se ajuste a Derecho lo desfavorable al administrado.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Y ocurrió. El futbolista que resistió a las advertencias de condena por delito contra la Hacienda, ha sido absuelto. Quizá se forzó la ley para exigir tributar. Hay recurso.

Segunda semana de Adviento. Tiempo de esperanza. Tiempo de preparación. El cristiano recuerda parábolas de espera y procura vivir con la lección aprendida porque el amor del Amor le enseña y le urge a amar más y mejor. “Tened ceñidas vuestras cinturas y encendidas las lámparas y estad como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante en cuanto venga y llame. Dichosos aquellos siervos a los que al volver su amo los encuentre vigilando. En verdad os digo que se ceñirá la cintura, les hará sentar a la mesa y acercándose les servirá. Y si viniese en la segunda vigilia o en la tercera, y los encontrase así, dichosos ellos… (Lc 12,35-38). “El heroísmo del trabajo está en “acabar” cada tarea” (“Surco”, 488)

Adviento. Tiempo de espera ejercitando la fidelidad y la prudencia: “¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el amo pondrá al frente de la casa para dar la ración adecuada a la hora debida? Dichoso aquel siervo a quien su amo cuando vuelva encuentre obrando así. En verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si ese administrador dijera en sus adentros: “Mi amo tarda en venir”, y comenzase a golpear a los criados y criadas, a comer, a beber y a emborracharse, llegará el amo de aquel siervo el día menos pensado, a una hora imprevista, le castigará duramente y le dará el pago de los que no son fieles” (Lc 12,42-46). Cristianismo es fidelidad, encuentro con Jesús, seguimiento de Jesús y fidelidad en todo, incluso y sobre todo, en los detalles, como hacen los enamorados Fieles en lo poco: “Muy bien, siervo bueno, porque has sido fiel en lo poco, ten potestad sobre diez ciudades” (Lc 19,17)

Adviento. Tiempo de disponibilidad a la llamada de Dios. “El Reino de los Cielos será como diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes, pero las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite; las prudentes, en cambio, junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Como tardaba en venir el esposo, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid a su encuentro! Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas. Y las necias les dijeron a las prudentes: “Dadnos aceite del vuestro porque nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes les respondieron: “Mejor es que vayáis a quienes lo venden y compréis, no sea que no alcance para vosotras y nosotras”. Mientras fueron a comprarlo vino el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta…” (Mt 21,1-10). El cristiano está atento y medita las palabras: “les entró sueño a todas y se durmieron”, “las que estaban preparadas entraron con el esposo a las bodas”, “y se cerró la puerta”. Y los ojos se abren y el corazón está atento y el alma no descansa preparándose para recibir con ella al Niño que espera la Virgen María. ¡Es el Salvador!

“Virgen del Adviento, / esperanza nuestra, / de Jesús la aurora, / del cielo la puerta. / Madre de los hombres, / de la mar estrella, / llévanos a Cristo, / danos sus promesas. / Eres, Virgen Madre, / la de gracia llena, / del Señor la esclava, / del mundo la reina. / Alza nuestros ojos / hacia tu belleza, / guía nuestros pasos / a la vida eterna” (Himno de Laudes en Adviento).

LA HOJA SEMANAL
(del 9 al 14 de diciembre)

Lunes (9)

San Juan Diego Cuauhtlatoaatzin (2ª Adviento)
Palabras: “Él, viendo la fe que tenían” (Lc 5,20)
Reflexión: Curación del paralítico que traían sus amigos
Propósito, durante el día: Señor, te pido por mí, por mis amigos, por los que no lo son

Martes (10)

Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir (2ª Adviento; Nª Sª de Loreto)
Palabras: “Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno…” (Mt 18,14)
Reflexión: La alegría por la oveja perdida y recuperada
Propósito, durante el día: Aleja de mi, Dios mío, lo que me aparte de Ti

Miércoles (11)

San Dámaso I, papa (2ª Adviento)
Palabras: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados… (Mt 11,28)
Reflexión: … y yo os aliviaré”
Propósito, durante el día: Pasión de Cristo, confórtame; dentro de tus Llagas escóndeme

Jueves (12)

Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa (2ª Adv; Nª Sª Guadalupe, Hispanoamérica)
Palabras: “Se hace violencia contra el reino de Dios” (Mt 11,12)
Reflexión: Gente violenta quiere arrebatarlo
Propósito, durante el día: Señor, del enemigo malo, defiéndeme. Líbranos del Malo

Viernes (13)

Santa Lucía, virgen y mártir (2ª Adviento)
Palabras: “Los hechos han dado la razón a la sabiduría de Dios” (Mt 11,19)
Reflexión: Esta generación se parece a los niños sentados en la plaza que cantan
Propósito, durante el día: Aunque lo que espero no esperara, lo mismo te quisiera

Sábado (14)

San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia (2ª Adviento)
Palabras: “El Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos” (Mt 17,12)
Reflexión: Ceguera ante los avisos y llamadas de Dios
Propósito, durante el día: Madre, enséñanos a aprender Jesús, como hiciste tú

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 8, domingo (La Inmaculada Concepción de la Virgen) nos llevan desde la caída de Adán y Eva a la Anunciación del nacimiento de Jesús, como historia de la salvación: “Dios dijo a la serpiente:… Establezco hostilidades entre ti y la mujer” (Gn 3); “Bendito sea Dios… que nos ha bendecido en la persona de cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales” (Ef 1); “María contestó: - Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabras” (Lc 1). ¡Oh María, consuelo del mortal!

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “1. El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él.

Con esta Carta quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas... Es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada.

2. El origen del pesebre encuentra confirmación ante todo en algunos detalles evangélicos del nacimiento de Jesús en Belén. El evangelista Lucas dice sencillamente que María “dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (2,7). Jesús fue colocado en un pesebre; palabra que procede del latín: “praesepium”. El Hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra sitio donde los animales van a comer. El heno se convierte en el primer lecho para Aquel que se revelará como “el pan bajado del cielo” (Jn 6,41). Un simbolismo que ya san Agustín, junto con otros Padres, había captado cuando escribía: “Puesto en el pesebre, se convirtió en alimento para nosotros” (Serm. 189,4). En realidad, el belén contiene diversos misterios de la vida de Jesús y nos los hace sentir cercanos a nuestra vida cotidiana…” (Carta Apostólica “Admirabile signum”, en Greccio, en el Santuario del Pesebre, el día 1 de diciembre de 2019)

- “En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida: “Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24, 42). Velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a dar y servir. ¡Eso es velar! El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de establecer relaciones verdaderamente humanas, por la incapacidad de hacerse cargo de nuestro hermano aislado, abandonado o enfermo. La espera de la venida de Jesús debe traducirse, por tanto, en un compromiso de vigilancia. Se trata sobre todo de maravillarse de la acción de Dios, de sus sorpresas y de darle primacía. Vigilancia significa también, concretamente, estar atento al prójimo en dificultades, dejarse interpelar por sus necesidades, sin esperar a que nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros. Que María, Virgen vigilante y Madre de la esperanza, nos guía en este camino, ayudándonos a dirigir la mirada hacia el “monte del Señor”, imagen de Jesucristo, que atrae a todos los hombres y todos los pueblos. (Angelus, día 1 de diciembre de 2019)

(8.12.19)

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