LO TRIBUTARIO (nº 531)

Procedimientos tributarios (26): la revisión administrativa (1)

Conviene recordar que, en Derecho, existe un principio que impide ir contra los propios actos. Para el contribuyente es un obstáculo a modificar la expresión de su voluntad en su palabra, en su declaración, en sus hechos, salvo prueba de que incurrió en error de hecho (v. art. 108.4 LGT); y si quiere hacerlo se encuentra unas veces con dificultades (rectificación de autoliquidaciones, art 120.3 LGT), otras con limitaciones (art. 121 y 122: solo cabe declaraciones complementarias a favor de la Hacienda) y en otras no cabe alterar sin remedio (art. 119 LGT respecto de las opciones); para la Administración ese principio debería ser una garantía de inalterabilidad, en aras de la seguridad jurídica (art. 9 CE) y de los principios de buena fe y de confianza legítima (art. 3 Ley 40/2015, LRJSP). Así se puede considerar que todo el Título V de la LGT (arts. 213 a 248) esté dedicado a la revisión de los actos de la Administración por sus propios órganos.

El artículo 213 LGT relaciona los modos de revisión. Y añade: a) las resoluciones firmes de los órganos económico-administrativos y los actos de aplicación de los tributos y de imposición de sanciones sobre los que hubiera recaído resolución de dichos órganos, sólo se pueden revisar en los supuestos de nulidad de pleno derecho (art. 217 LGT), rectificación de errores (art. 220 LGT) y extraordinario de revisión (art. 244 LGT); b) las resoluciones de los órganos económico-administrativos se pueden revisar declarándolas lesivas (art. 218 LGT). Pero es una relación incompleta: c) la Administración puede revocar (art. 219 LGT) sus actos ilegales o improcedentes o que produjeron indefensión al contribuyente; d) en cualquier momento la Administración puede rectificar errores (art. 220 LGT); e) los administrados pueden pedir que se les devuelvan los ingresos indebidos (art. 221 LGT); f) contra los actos de la Administración susceptibles de reclamación económico-administrativa cabe el recurso de reposición (art. 222 a 225 LGT); g) los administrados pueden interponer reclamaciones económico-administrativas (art. 226 a 240 LGT) y contra sus resoluciones cabe recurso de alzada (art. 241 LGT), de anulación (241 bis LGT) y, también, contra la ejecución (art. 241 ter LGT); h) pero también la Administración puede recurrir contra sus propias resoluciones mediante recurso de alzada ordinario (art. 241 LGT), extraordinario de alzada para la unificación de criterio (art. 242 LGT), extraordinario para la unificación de doctrina (art. 243 LGT) y extraordinario de revisión (art. 244 LGT). Así queda el principio que impide ir contra los propios actos.

El artículo 214 LGT remite a las normas generales respecto de la capacidad, representación, prueba, notificaciones y cómputo de plazos. Por otra parte, el artículo 215 LGT establece que las resoluciones en los procedimientos especiales de revisión, recursos y reclamaciones deben ser motivadas con sucinta referencia a hechos y fundamentos de derecho. También: la inadmisión de escritos de cualquier clase; la suspensión de la ejecución de actos impugnados, la denegación de la suspensión y la inadmisión a trámite de la solicitud; la abstención de oficio para conocer o seguir conociendo del asunto; la procedencia o improcedencia de la recusación, la denegación de recibimiento a prueba o de cualquier diligencia y de caducidad de la instancia; los actos que limiten derechos subjetivos de los interesados; y la suspensión del procedimiento o las causas que impidan su continuación.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Ajuste de cuentas. La amenaza de revisión de la fiscalidad de la Iglesia, además de denunciar un Acuerdo del Estado, obliga a calcular servicios prestados durante siglos.

Filiación divina. En el camino hacia el cielo el cristiano vive en presencia de Dios: sabe que Dios está a su lado, a nuestro lado, aquí y ahora, precisamente ahora, y siempre. Y en esa situación vive sintiendo su condición de hijo de Dios. Así lo escribió el evangelista san Juan: “Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios ¡y lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Queridísimos: ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es” (1 Jn 3,1-2).

Y también lo escribió san Pablo: “Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Porque no recibisteis un espíritu de esclavitud para estar de nuevo bajo el temor, sino que recibisteis un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ¡Abbá, Padre! Pues el Espíritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también herederos: herederos de Dios, coherederos de Cristo; con tal de que padezcamos con él, para ser con él” (Rm 8,14-17). Y también: “Y, puesto que sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá, Padre! De manera que no eres siervo, sino hijo; y como eres hijo, también heredero por Gracia de Dios” (Ga 4, 6-7). Y en el himno de la Carta a los Efesios se lee: “nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad” (Ef 1, 5)

En los textos evangélicos son muchos los pasajes que muestran la ternura de Dios con nosotros, sus hijos: “Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. Así, pues, no seáis como ellos, porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. Vosotros, en cambio, orad así: Padre nuestro, que están en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad como en el cielo, también en la tierra; danos hoy nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos pongas en tentación, sino líbranos del Malo. Porque si les perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados” (Mt 6,7-15). Y, más adelante: “Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso estáis necesitados” (Mt 6,12). Y también: “¿Quién de entre vosotros si un hijo suyo le pide un pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez le da una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se lo pidan?” (Mt 7,9-11). Y en la parábola del “Padre bueno” del “hijo pródigo”: “Cuando aún estaba lejos, le vio su padre; y se compadeció. Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y le cubrió de besos…” (Lc 15,20).

“Descansa en la filiación divina. Dios es un Padre -¡tu Padre!- lleno de ternura, de infinito amor. - Llámale Padre muchas veces y dile: -a solas- que le quieres, ¡que le quieres muchísimo!: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo” (Forja, 331)

LA HOJA SEMANAL
(del 8 al 13 de julio)

Lunes (8)

Santos Aquila y Priscila, santos del N.T. (14ª TO)
Palabras: “¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado” (Mt 9,22)
Reflexión: Curación de la hemorroísa. Pensaba que con tocarle el manto se curaría
Propósito, durante el día: Confianza. Que no me inquiete. Dios no se muda

Martes (9)

San Agustín Zhao, presbítero y compañeros mártires (14ª TO)
Palabras: “La mies es mucha, pero los operarios son pocos … (Mt 9,37)
Reflexión: … rogad, pues, al Señor de la mies, que mande trabajadores”
Propósito, durante el día: Señor, te pido por los sacerdotes: más, buenos, perseverantes

Miércoles (10)

Santas Rufina y Segunda, mártires (14ª TO)
Palabras: “Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 10,7)
Reflexión: Elección de los apóstoles
Propósito, durante el día: Señor, te pido por los obispos, sucesores de los apóstoles

Jueves (11)

San Benito, abad, Patrono de Europa (14ª TO)
Palabras: “El que por mí deje casa, hermanos o hermanas…” (Mt 19,29)
Reflexión: … recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”
Propósito, durante el día: Señor, te pido por los monjes y religiosos

Viernes (12)

San Juan Gualberto, abad (14ª TO)
Palabras: “Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16)
Reflexión: Os envío como ovejas entre lobos
Propósito, durante el día: Te pido, Señor, por la Iglesia perseguida

Sábado (13)

San Enrique, emperador (14ª TO)
Palabras: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo” (Mt 10,28)
Reflexión: Vosotros hasta los pelos de la cabeza tenéis contados
Propósito, durante el día: Madre de la Iglesia cuida de todos nosotros hijos tuyos

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 7, domingo (14º TO, ciclo C; san Fermín, obispo) aportan esperanza y alegría al Tiempo Ordinario: “la mano del Señor se manifestará a sus siervos” (Is 66); “La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén” (Ga 6); “Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les contestó: -Veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lc 10). Junto a Jesús y a la Virgen María, debemos gozar de paz y alegría.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “298. Pero para acompañar a otros en este camino, primero necesitas tener el hábito de recorrerlo tú mismo. María lo hizo, afrontando sus preguntas y sus propias dificultades cuando era muy joven. Que ella renueve tu juventud con la fuerza de su plegaria y te acompañe siempre con su presencia de Madre.

299. Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corran “atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos” (Exh. Ap. postsinodal “Christus vivit”)

- “La Iglesia para seguir a Jesús es itinerante, actúa con prontitud, deprisa y decidida. El valor de estas tres condiciones puestas por Jesús -“itinerancia, prontitud y decisión”- no radica en una serie de “noes” a las cosas buenas e importantes de la vida. El acento, más bien, hay que ponerlo en el objetivo principal: ¡convertirse en discípulo de Cristo! Una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no un modo de promoverse a sí mismo. ¡Esto es triste! Ay de los que piensan seguir a Jesús para promoverse, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o adquirir un puesto de prestigio. Jesús nos quiere apasionados de él y del Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidados. Precisamente como vivió Él.

¡Que la Virgen María, icono de la Iglesia en camino, nos ayude a seguir con alegría al Señor Jesús y anunciar a nuestros hermanos y hermanas, con renovado amor, la Buena Nueva de la salvación!” (Angelus, día 30 de junio de 2019)

(7.07.19)

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