LO TRIBUTARIO (nº 509)

Procedimientos tributarios (15): de inspección (2): alcance

Sólo después del procedimiento de inspección puede resultar una regularización tributaria íntegra y una liquidación definitiva. Sólo en el procedimiento de inspección no existen límites en la investigación de lo no declarado y en la comprobación de lo que se declaró. Así es en Derecho y así debería ser en la práctica porque: la Administración tiene la “potestad” de gestionar los tributos (art. 5 LGT); los órganos de inspección son los que tienen la competencia para regularizar la situación tributaria mediante la investigación y la comprobación de los hechos y circunstancias concurrentes (art. 142 LGT) y la calificación jurídica (art. 13 LGT) de los actos y negocios; y los empleados públicos que desarrollan las funciones (art. 142 LGT) de inspección tienen todos los medios y todas las facultades necesarias para la obtención de información, la comprobación y la investigación (art. 141 LGT). Pero, en la práctica, lo habitual es que las inspecciones se desarrollan con un alcance parcial y terminan con una liquidación provisional (art. 101.3 LGT). Se introduce así en el ordenamiento tributario la inseguridad jurídica (art. 9 CE) y se mantiene en el tiempo tanto si se producen sucesivas actuaciones inspectoras con liquidaciones provisionales, como si se deja prescribir el derecho de la Administración (art. 66 LGT) y permanece como definitiva una deuda tributaria que, por parcial, no es la que la que regula la ley del impuesto.

Establece el artículo 145 LGT que la finalidad del procedimiento de inspección es “comprobar e investigar el adecuado cumplimiento de las obligaciones tributarias” y que en su objeto está, cuando proceda, “la regularización de la situación tributaria del administrado mediante la práctica de una o varias liquidaciones”. La comprobación tiene por objeto lo declarado y la investigación descubrir la existencia, en su caso, hechos con relevancia tributaria no declarados o declarados incorrectamente.

El artículo 148 LGT regula el alcance de “las actuaciones del procedimiento inspector”: tendrán carácter parcial (i) cuando no afecten a la totalidad de los elementos de la obligación tributaria en el período objeto de comprobación (ii) y en todos los supuestos que se señalen reglamentariamente; en otro caso, las actuaciones tendrán carácter general respecto de la obligación y período inspeccionado. Cuando las actuaciones del procedimiento terminen con una liquidación provisional, su objeto no se puede regularizar nuevamente en un procedimiento de inspección posterior, “salvo” (y exclusivamente en relación con los elementos de la obligación tributaria afectados) que concurra alguna de las circunstancias señaladas en el artículo 101.4 LGT (que regula supuestos en los que se pueden dictar liquidaciones provisionales en el procedimiento inspector: por depender de otra comprobación, por no darse la conformidad del inspeccionado a toda la regularización, por coincidir con actuaciones por delito contra la Hacienda según el art. 250.2 LGT).

El artículo 146 LGT regula las posibles medidas cautelares (motivadas, proporcionadas y temporalmente limitadas, ratificadas en 15 días por el órgano liquidador) para evitar que desaparezcan, se destruyan o alteren pruebas o que se niegue posteriormente su existencia o exhibición. Podrán consistir en: precinto, depósito o incautación de mercancías o productos, de libros, registros, documentos, archivos, locales o equipos electrónicos. No pueden producir perjuicios de difícil o imposible reparación.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Domingo de Pascua, de la Resurrección del Señor. Los cristianos vivimos la Pascua florida con una alegría sincera, profunda, que nace de la fe, se alimenta de esperanza y desborda de amor porque de la Navidad a la Resurrección todo fue un derroche de amor del Amor para con nosotros. “Si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra predicación, inútil es también nuestra fe …Y si tenemos puesta la esperanza en Cristo sólo para esta vida, somos los más miserables de todos los hombres” (1 Co 15,14.19). Pero no: ¡Ha resucitado! Creo, espero y amo en Dios y por Dios.

La Secuencia en la misa del día es igualmente un cántico de alegría: “Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza / a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. / Cordero sin pecado que a las ovejas salva, / a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. / Lucharon vida y muerte en singular batalla / y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. / “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” / “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles, testigos, sudarios y mortaja. / ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! / Venid a galilea, allí el Señor aguarda; / allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.” / Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia / que estás resucitado; la muerte en ti no manda. / Rey vencedor, apiádate de la miseria humana / y da a tus fieles parte en tu victoria santa. / Amén. Aleluya”.

El cristiano medita las palabras de Pablo: “Porque si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” (Rm 6, 5-11)

Nuestro corazón vuela a la profecía de Ezequiel que se ha cumplido: “Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancará de vuestra carne un corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandamientos.” (Ez 36,26-27). Y, así, resuena en el alma el salmo: “Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva en mi interior un espíritu firme. No me arrojes de tu presencia, ni me retires tu santo Espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación y afírmame con un espíritu noble” (sl. 50)

La conversión cuaresmal y la compasión de la Semana Santa; la espera junto al sepulcro, el vacío espiritual del sábado santo, el consuelo en la soledad de María nuestra Madre; deberían haber llenado de amor el corazón nuevo. Y la resurrección debe llenarnos de alegría desbordante y de amor que rebosa. Y con el gozo de estar con Dios, llenos de amor y sumidos en amor del Amor, quizá regrese a la memoria aquel canto amoroso con palabras divinas, palabras de amor: “Se extenderán sus ramas tiernas y tendrá la belleza del olivo y el aroma del Líbano. Volverán a habitar a mi sombra, a cultivar el trigo, a florecer como la vid… Yo le atiendo y le miro. Yo soy como ciprés lozano: es de Mí de quien vienen tus frutos” (Oseas, 14,7-8.9)

LA HOJA SEMANAL
(del 22 al 27 de abril)

Lunes (22)

Santos Sotero y Cayo, papas (de la Octava de Pascua)
Palabras: “De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: - Alegraos” (Mt 28,9)
Reflexión: Se postraron, le abrazaron los pies… Les dijo: No tengáis miedo
Propósito, durante el día: Abrazados a Dios

Martes (23)

San Jorge, mártir (de la Octava de Pascua)
Palabras: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro” (Jn 20,17)
Reflexión: ¿Por qué lloras?... No sé dónde lo has puesto… ¡María!… ¡Maestro!
Propósito, durante el día: Buscar a Jesús. Encontrar a Jesús

Miércoles (24)

San Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir (de la Octava de Pascua)
Palabras: “Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída” (Lc 24,29)
Reflexión: Jesús se puso a caminar con los discípulos que iban a Emaús
Propósito, durante el día: Caminar junto a Jesús. Hablar con Él

Jueves (25)

San Marcos, evangelista (de la Octava de Pascua)
Palabras: “Se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - Paz a vosotros” (Lc 24,36)
Reflexión: Llenos de miedo… No acababan de creer por la alegría
Propósito, durante el día: Alegre en Dios. Testigo de Jesucristo. Sin respetos humanos

Viernes (26)

San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia (de la Octava de Pascua)
Palabras: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis” (Jn 21,6)
Reflexión: Dijo el discípulo amado: “¡Es el Señor!” … Pedro se echó al agua…
Propósito, durante el día: Señor, haznos útiles, que la tarea dé frutos

Sábado (27)

San Pedro Canisio, pb. y doc. (Octava de Pascua; Nª Sª de la Cabeza, de Montserrat)
Palabras: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15)
Reflexión: Jesús resucitado se apareció a las mujeres, a los once, a los que iban a Emaús
Propósito, durante el día: Madre, tú que lo viste la primera, haz que esté siempre con Él

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 21, domingo (de Pascua de Resurrección del Señor) nos llenan de alegría en la fe: “Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección” (Hech. 10); “Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva…” (1 Co 5); “Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura” (Jn 20). ¡Ha resucitado! Es el Amor.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “115. Para Él realmente eres valioso, no eres insignificante, le importas, porque eres obra de sus manos. Por eso te presta atención y te recuerda con cariño. Tienes que confiar en el “recuerdo de Dios: su memoria no es un “disco duro” que registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal”. No quiere llevar la cuenta de tus errores y, en todo caso, te ayudará a aprender algo también de tus caídas. Porque te ama. Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor.

116. Es un amor “que no aplasta, es un amor que no margina, que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que cura y que levanta. Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado.” (Exh. Ap. postsinodal “Christus vivit”, 23 de marzo de 2019)

- “Aclamaciones de fiesta y furia feroz; “el silencio de Jesús” en su Pasión es impresionante. Vence también a la tentación de responder, de ser “mediático”. En los momentos de oscuridad y de gran tribulación hay que callar, tener el valor de callar, siempre que sea un callar manso y no rencoroso. La mansedumbre del silencio hará que parezcamos aún más débiles, más humillados, y entonces el demonio, animándose, saldrá a la luz. Será necesario resistirlo en silencio, “manteniendo la posición”, pero con la misma actitud que Jesús. Él sabe que la guerra es entre Dios y el Príncipe de este mundo, y que no se trata de poner la mano en la espada, sino de mantener la calma, firmes en la fe. Es la hora de Dios. Y en la hora en que Dios baja a la batalla, hay que dejarlo hacer. Nuestro puesto seguro estará bajo el manto de la Santa Madre de Dios. Y mientras esperamos que el Señor venga y calme la tormenta (cf. Mc 4,37-41), con nuestro silencioso testimonio en oración, nos damos a nosotros mismos y a los demás, razón de nuestra esperanza (cf. 1 P 3,15). Esto nos ayudará a vivir en la santa tensión entre la memoria de las promesas, la realidad del ensañamiento presente en la cruz y la esperanza de la resurrección. (Homilía, en el Domingo de Ramos, 14 de abril de 2019)

- “En la fatiga, la oración es alivio, confianza, consuelo. En el abandono de todos, en la desolación interior, Jesús no está solo, está con el Padre. Nosotros, en cambio, en nuestros Getsemaníes a menudo elegimos quedarnos solos en lugar de decir “Padre” y confiarnos a Él, como Jesús, confiarnos a su voluntad, que es nuestro verdadero bien. Pero cuando en la prueba nos encerramos en nosotros mismos, excavamos un túnel interior, un doloroso camino introvertido que tiene una sola dirección: cada vez más abajo en nosotros mismos. El mayor problema no es el dolor, sino cómo se trata. La soledad no ofrece salidas; la oración, sí, porque es relación, es confianza. Jesús lo confía todo y todo se confía al Padre, llevándole lo que siente, apoyándose en él en la lucha. Cuando entremos en nuestros Getsemaníes ―cada uno tiene sus propios Getsemaníes, o los ha tenido, o los tendrá― acordémonos de rezar así: “Padre”.” (Audiencia general, miércoles santo, día 17 de abril de 2019)

El blog. El blog, los que lo hacen, felicita a sus lectores en la Pascua de Resurrección.

(21.04.19)

No hay comentarios:

Publicar un comentario