LO TRIBUTARIO (nº 494)

Procedimientos tributarios (7): procedimiento iniciado mediante declaración

Como si fuera un bucle en el tiempo, este procedimiento de gestión (arts. 128 a 130 LGT/2003), uno entre varios, regula lo que antes era el único procedimiento de gestión (arts. 101 a 120 LGT/1963, “de los maestros”): 1) se iniciaba de oficio o por declaración (comprobación de lo declarado) o por investigación (descubrimiento de lo no declarado); 2) la inspección no era un procedimiento que acababa con una resolución (hasta que se modificaron los arts. 140 y 141 LGT por la Ley 10/1985), sino una trámite de comprobación y calificación con propuesta de resolución; 3) la correspondiente liquidación (la resolución) se practicaba por un órgano de gestión independiente (que podía anular, modificar o confirmar la propuesta contenida en el acta de inspección).

Actualmente, generalizada en casi todos los impuestos del sistema tributario la autoliquidación por los administrados, el “procedimiento de gestión iniciado por declaración” se localiza en pocas situaciones, como serían la alternativa de declaración en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones o en los tributos aduaneros. Así, dice el artículo 31.1 LISyD que los sujetos pasivos “vendrán obligados a presentar una declaración… No obstante lo anterior, podrán optar por presentar una autoliquidación…” Y en el artículo 35.1 LISyD se dice que los interesados en sucesiones hereditarias “podrán solicitar que se practique una liquidación parcial del impuesto a los solos efectos de cobrar los seguros sobre la vida, créditos del causante, haberes devengados y no percibidos, retirar bienes, valores, efectos o dinero que se hallen en depósito y demás supuestos análogos”.

Establece el 128 LGT que el procedimiento se inicia, cuando así lo establezca la normativa del tributo de que se trate, mediante declaración en la que se manifiesta la realización del hecho imponible y se comunican los datos necesarios para que la Administración cuantifique y liquide. La liquidación se debe notificar, salvo que la normativa del tributo señale otro plazo, en 6 meses a contar desde que acaba el plazo para presentar la declaración o desde que la Administración comunique que se inicia un nuevo procedimiento si caducó el anterior por no haber terminado en el citado plazo o desde que se presentó la declaración si fue extemporánea (arts. 129 y 130 LGT).

La Administración podrá: utilizar los datos consignados en la declaración o cualquier otro que obre en su poder; requerir al administrado para que aclare o presente justificación de los datos declarados; y realizar actuaciones de comprobación de valores (realizar “actuaciones”: art. 57 LGT; no el “procedimiento” de comprobación de valores: arts. 134 y 135 LGT). Realizadas esas actuaciones, la Administración comunicará la liquidación, sin más trámite, salvo que en aquélla los datos o valores no coincidan con los declarados, en cuyo caso se notificará la propuesta de liquidación, motivada y fundamentada, dando plazo para alegaciones.

Con la liquidación termina el procedimiento (art. 130 LGT): es provisional (sólo sería definitiva si así resultara de la inspección completa de los hechos) y no determina intereses de demora por el tiempo que transcurre entre la presentación de la declaración hasta la finalización del plazo para el pago en período voluntario (art. 62 LGT), sin perjuicio de la sanción que pudiera proceder, según lo dispuesto en el artículo 192 LGT.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Sería contra Derecho calificar un donativo como contraprestación si, actuando contra la enseñanza concertada, se negara la deducción por donativos en el IRPF y exigiendo a los padres de alumnos que dedujeron, pagar la diferencia de tributación con intereses.

El cristiano sabe que la fe, la esperanza y la caridad son las virtudes teologales y que, a diferencia de otras virtudes, no se adquieren ni se incrementan con el propio esfuerzo, sino que Dios las da a todos los hombres y mujeres que deben recibir esos dones y que deben realizarlos en la propia vida. “Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad” (Rm 13, 13).

- Virtudes fundamento. “La fe es el fundamento de las cosas que se esperan, prueba de las que no se ven” (Heb 11,1). “Justificados, por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos acceso en virtud de la fe a esta gracia en la que permanecemos, y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios… Una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu santo que se nos hadado” (Rm 5,1-2 y 5). “Ya que habéis purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad para un amor fraterno no fingido, amaos de corazón intensamente unos a otros, como quienes han sido engendrados de nuevo no de un germen corruptible, sino incorruptible, por medio de la palabra de Dios, viva y permanente” (1 P 22-23). “Así, también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta” (St 2,17)

- Virtudes vivas. “Mantened el amor fraterno. No olvidéis la hospitalidad, gracias a la cual algunos sin saberlo, hospedaron a ángeles. Acordaos de los encarcelados, como si estuvierais en prisión con ellos, y de los que sufren, pues también vosotros vivís en un cuerpo. Que todos honren el matrimonio y guarden inmaculado el lecho conyugal, porque Dios juzgará a fornicarios y adúlteros. Que vuestra conducta esté libre de avaricia; contentaos con lo que tengáis, porque Él ha dicho: “No te dejaré ni abandonaré”, de modo que podamos decir confiadamente: “El Señor es mi auxilio y no temeré; ¿qué podrá hacerme el hombre?” (Hb 13,1-6)

- Virtudes fructíferas. “Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguno se imagina que es algo, sin ser nada, se engaña a sí mismo. Que cada uno examine su propia conducta, y entonces podrá gloriarse solamente en sí mismo y no en otro; porque cada uno tendrá que llevar su propia carga” (Ga 6,2-5). “En cambio, los frutos del Espíritu son: la caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la continencia...” (Ga 5,22-23)

- Virtudes para llegar al cielo. “Estad atentos para que nadie devuelva mal por mal; al contrario, procurad siempre el bien mutuo y el de todos. Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús… Que Él, Dios de la paz, os santifique plenamente, y que vuestro ser entero -espíritu, alma y cuerpo- se mantenga sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fie, y por eso cumplirá” (1 Tes 5, 15-18 y 23-24)

¡Buen ánimo! “¿Qué más queremos tener al lado un tan buen amigo, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo?” (santa Teresa de Jesús “Vida, 22, 6-7)

LA HOJA SEMANAL
(del 25 de febrero al 2 de marzo)

Lunes (25)

San Néstor, obispo (7ª TO)
Palabras: “¡Si puedes…! Todo es posible al que tiene fe” (Mc 9,23)
Reflexión: “Si puedes, ten lástima de nosotros” … “Tengo fe, pero dudo; ayúdame”
Propósito, durante el día: Dios nuestro, auméntanos la fe

Martes (26)

San Alejandro de Alejandría, obispo (7ª TO)
Palabras: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos” (Mc 9,35)
Reflexión: Jesús les hablaba de su Pasión y ellos discutían sobre quién sería el primero
Propósito, durante el día: Ayúdame, Dios mío, a servir, como Tú quieres que sirva

Miércoles (27)

San Gabriel de la Virgen de los Dolores (7ª TO)
Palabras: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro” (Mc 9,40)
Reflexión: Pero: Quien no recoge conmigo, desparrama
Propósito, durante el día: Hágase tu voluntad, como se hace en el cielo

Jueves (28)

San Román, abad (7ª TO)
Palabras: “Buena es la sal, pero si se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis?” (Mc 9,50)
Reflexión: “Que no falte entre vosotros la sal y vivid en paz unos con otros”
Propósito, durante el día: Con tu presencia, Dios mío, ayúdame en la convivencia

Viernes (1)

San Felix III, papa (7ª TO; Cristo de Medinaceli)
Palabras: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mc 10,9)
Reflexión: Si uno o una se divorcia y se casa con otra u otro, comete adulterio
Propósito, durante el día: Señor, bendita y alabada sea por siempre tu voluntad

Sábado (2)

Santa Inés de Bohemia, viuda y fundadora (7ª TO)
Palabras: “Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño… (Mc 10,15)
Reflexión: … no entrará en él”
Propósito durante el día: Madre, en tus brazos mecido, como niño pequeño dormir

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 24, domingo (7º TO; ciclo C; 4º san José) son una catequesis: “El Señor, pagará a cada uno su justicia y su lealtad” (1S 26); “Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial” ( 1 Co 15); “Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará…” (Lc 6). Pidamos ayuda a Dios para ser como Él quiere. Y estar con la Madre.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Hermanos y hermanas, hay muchos, también en nuestros días, que se presentan como dispensadores de felicidad: vienen y prometen éxito en poco tiempo, grandes ganancias al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema, etc. Y aquí es fácil caer sin darse cuenta en el pecado contra el primer mandamiento: es decir, la idolatría, reemplazando a Dios con un ídolo. ¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad son de “todos” los tiempos! También de hoy. Describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos.

Por eso Jesús abre nuestros ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad, a ser bienaventurados, y lo somos desde el momento en que nos ponemos de la parte de Dios, de su Reino, de la parte de lo que no es efímero, sino que perdura para la vida eterna. Nos alegramos si nos reconocemos necesitados ante Dios, y esto es muy importante: “Señor, te necesito”, y si como Él y con Él estamos cerca de los pobres, de los afligidos y de los hambrientos. Nosotros también lo somos ante Dios: somos pobres, afligidos, tenemos hambre ante Dios. Somos capaces de alegría cada vez que, poseyendo los bienes de este mundo, no los convertimos en ídolos a los que vender nuestra alma, sino que somos capaces de compartirlos con nuestros hermanos. Hoy, la liturgia nos invita una vez más a cuestionarnos y a hacer la verdad en nuestros corazones.” (Ángelus, día 17 de febrero de 2019)

- “Cuántas veces los hombres hemos amado de esa manera tan débil e intermitente. Todos hemos pasado por esta experiencia: hemos amado, pero luego ese amor ha cesado o se ha vuelto débil. Deseosos de amar, nos hemos tenido que enfrentar, en cambio, con nuestros límites, con la pobreza de nuestras fuerzas: incapaces de mantener una promesa que en los días de gracia parecía fácil de lograr. Después de todo, incluso el apóstol Pedro tuvo miedo y escapó. El apóstol Pedro no fue fiel al amor de Jesús. Siempre hay una debilidad que nos hace caer. Somos mendigos que en el camino corren el peligro de no encontrar nunca por completo el tesoro que buscan desde el primer día de su vida: el amor.

Sin embargo, hay otro amor, el del Padre “que está en los cielos”. Nadie debe dudar que es destinatario de este amor. Nos ama. “Me ama”, podemos decir. Si incluso nuestro padre y nuestra madre no nos hubieran amado —es una hipótesis histórica—, hay un Dios en el cielo que nos ama como nadie en la tierra nunca lo ha hecho ni lo podrá hacer. El amor de Dios es constante. El profeta Isaías dice: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque esas llegasen a olvidar yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada” (49, 15-16). Hoy están de moda los tatuajes: “En las palmas de mis manos te tengo tatuada”. Me he hecho un tatuaje tuyo en las manos. Yo estoy en las manos de Dios, así, y no puedo borrarlo. El amor de Dios es como el amor de una madre que nunca se puede olvidar. ¿Y si una madre se olvidase? “Yo no me olvidaré”, dice el Señor. Este es el amor perfecto de Dios, así nos ama. Si todos nuestros amores terrenales se desmoronasen, y no quedase nada más que polvo, siempre queda para todos nosotros, ardiente, el amor único y fiel de Dios.” (Audiencia general, día 20 de febrero de 2019)

(24.02.19)

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