LO TRIBUTARIO (nº 481)

Procedimientos tributarios (10): actuaciones

La regulación legal de los “aspectos comunes” de los procedimientos tributarios se debe completar con referencias a: la denuncia pública, el control de cumplimientos, las potestades y facultades de la Administración, la entrada en domicilios y las notificaciones. Se desarrolla así el cuadro normativo que empieza con los principios y preceptos constitucionales (p. ej. arts. 103 y 106 LGT), sigue con los principios y preceptos administrativos (p. ej. art. 3 Ley 40/2015, LRJSP; arts. 34 a 52 y arts. 53 a 105, Ley 39/2015, LPAC) y acaba con los principios generales de la aplicación de los tributos (arts. 83 a 96 LGT) y las normas comunes sobre actuaciones y procedimientos tributarios (arts. 97 a 117 LGT)

- La denuncia pública (art. 114 LGT) se relaciona con varios aspectos de la aplicación de los tributos (la declaración tributaria, la prueba de informaciones de terceros…). Se regulaba ya en la LGT/1963. Al principio, se incentivaba incluso con un premio al denunciante que era un interesado en el expediente. Ahora ni lo es ni se le informa del resultado de las actuaciones ni está legitimado para reclamar o recurrir ese resultado. La denuncia no forma parte del expediente y el órgano competente puede archivarla o iniciar actuaciones. Ese es el aspecto jurídicamente más conflictivo (la discrecionalidad, la posible discriminación o arbitrariedad, la falta de control y de responsabilidad en el proceder administrativo), pero también hay que considerar la invalidez de las pruebas obtenidas lesionando derechos fundamentales (art. 10 LOPJ).

- El plan de control tributario (art. 116 LGT) es un adorno legal sin verdadero contenido ni posibilidad de revisión: tendrá carácter reservado, se pueden hacer públicos los criterios generales. Como en la denuncia puede haber discrecionalidad, discriminación, arbitrariedad. La primera regulación de control de la planificación y ejecución de la actividad controladora se produjo en el RD 939/1986, RGIT; la actual ha llegado al más absoluto debilitamiento, habiendo decaído también el rigor de exigencia de los pronunciamientos de los tribunales. Una comprobación o una investigación tributarias no son procedimientos sancionadores ni suponen una carga fiscal añadida, pero la experiencia generalizada considera que es una circunstancia desagradable que casi siempre tiene onerosas consecuencias, quizá por el cumplimiento del plan de control.

- Las potestades y facultades de la Administración (art. 115 LGT) y la posibilidad de entrada en domicilios (art. 113 LGT) son concreciones en el desarrollo de una aplicación eficaz de los tributos (art. 3.2 LGT). La Administración puede investigar lo no declarado, comprobar lo declarado, incluso aunque sea de períodos prescritos si es preciso para regularizar períodos no prescritos; en el desarrollo de su actividad puede calificar tributariamente los hechos, incluso, modificando la calificación que antes se hubiera hecho con efectos en períodos no prescritos. Para la entrada en domicilios particulares hace falta autorización judicial.

- La regulación de las notificaciones (arts. 109 a 112 LGT) ha pasado a segundo plano ante la generalizada exigencia de la vía electrónica. Siendo un derecho de los administrados, se ha convertido en una obligación, en una mayor carga fiscal contra los principios de la ley (art. 3.2 LGT) y en causa de indefensión e inseguridad jurídica.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Cuando los contribuyentes ven que la política pasa a ser un continuo mercado de prestaciones y contraprestaciones entre partidos, piensan que debería tributar por IVA.

Epifanía del Señor. ¡Los Reyes Magos! Fiesta de niños y de mayores con corazón de niño. Del cristiano que recuerda las palabras de Jesús: “En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt 18,3); “Dejad a los niños y no les impidáis que vengan conmigo, porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19,14); “En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él” (Mc 10,14; Lc 18,16-17). Son palabras para meditar porque son una buena guía del camino de la salvación: “hacerse como niño”; “para entrar en el cielo” y vivir allí para siempre junto a Dios”; “el cielo es de los que son como niños”; “recibir el cielo como un niño”, aunque la edad haya dejado lejos la infancia, aquí, ahora. El cristiano, hombre o mujer, que se convierte a Dios en la Navidad, recibe ya el mejor regalo de reyes que podría desear y le puede durar para siempre, sin estropearse ni pasar de moda, sino al contrario con la alegría siempre nueva y cada vez más bella del amor de Dios.

La alegría de la solemnidad de la Epifanía del Señor se refleja en las palabras de Isaías: “Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de la aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos” (Is 60,1-5). Más palabras para saborear en la meditación junto a Jesús, corazón con corazón, ante el Sagrario, ante el belén, lanzándole besos al Niño como hacen los pequeños con el gesto que lleva la mano de los labios al aire. Y meditar despacio: “Sobre ti amanecerá el Señor”, “caminar al resplandor de la aurora”, “radiante de alegría, el corazón se asombra, se ensancha”.

“Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11). Los regalos de Dios, las caricias de Dios no son siempre ganancias materiales, éxitos (oro); también son regalos y caricias que aprietan el corazón y las entrañas: enfermedad, penas, disgustos, injusticias, soledad (mirra); y también fuerzas para sobrellevar, para ofrecer, para descubrir que la gloria también, y siempre, está en la Cruz (incienso). “¿Acaso no es una lucha continua la vida del hombre sobre la tierra? ¡Toda mi esperanza, Dios, estriba en tu gran misericordia! Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras” (san Agustín, “Confesiones”).

La infancia espiritual como camino al cielo es vivir la alegría de tener un Padre que nos ama más que nadie puede amar. Atento a todos y en todo. Continuamente disponible, para consolar, para perdonar: “Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno” (san Josemaría, “Vía crucis”, séptima estación, punto 3). Infancia espiritual es saberse débil, pequeño, descuidado, travieso… y confiado: “No es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños” (Mt 18,14).

LA HOJA SEMANAL
(del 7 al 12 de enero)

Lunes (7)

San Raimundo de Peñafort, presbítero (Feria de Navidad)
Palabras: “Convertíos porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 4,17)
Reflexión: Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún. Le seguían multitudes
Propósito, durante el día: Acción de gracias por lo que me da, por lo que me evita

Martes (8)

San Severino, presbítero (Feria de Navidad)
Palabras: Jesús vio una multitud y le dio lástima (Mc 6,34)
Reflexión: Comieron cinco mil hombres
Propósito, durante el día: Acción de gracias, por las alegrías y por los sufrimientos

Miércoles (9)

San Eulogio de Córdoba, presbítero y mártir (Feria de Navidad)
Palabras: “Ánimo, soy yo. No tengáis miedo” (Mc 6,50)
Reflexión: Va andando sobre el algo e hizo ademán de pasar de largo
Propósito, durante el día; Acción de gracias, por el trabajo y por el descanso

Jueves (10)

Beata María Dolores Rodriguez Sopeña (Feria de Navidad)
Palabras: “Para anunciar el año de gracia del Señor” (Lc 4,19)
Reflexión: Y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios
Propósito, durante el día: Acción de gracias por la salud, por la enfermedad

Viernes (11)

San Higinio, papa (Feria de Navidad)
Palabras: “Señor, si quieres puedes limpiarme…” (Lc 5,12-13)
Reflexión: … Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: - Quiero, queda limpio”
Propósito, durante el día: Acción de gracias, porque me libras del Malo

Sábado (12)

Beato, Pedro Francisco Jamet (Feria de Navidad)
Palabras: “Él tiene que crecer y yo tengo que menguar” (Jn 3,30)
Reflexión: Palabras de Juan cuando sus discípulos le dicen que Jesús bautizaba
Propósito, durante el día: Madre mía, ayúdame porque soy débil y desfallezco

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 6, domingo (Epifanía del Señor) nos adentran en el reino de Dios que ya está entre nosotros porque Dios se ha hecho hombre y se ha quedado con nosotros: “Entonces lo verás, radiante de alegría” (Is 60); “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa de Jesucristo por el Evangelio” (Ef 3); “Entonces unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “- ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?” (Mt 2). ¡Gracias!

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “En la familia de Nazaret, el asombro nunca cesó, ni siquiera en un momento dramático como la pérdida de Jesús: es la capacidad de sorprenderse por la manifestación gradual del Hijo de Dios. Es el mismo asombro que también afecta a los doctores del templo, admirados “por su inteligencia y sus respuestas” (v. 47). Pero, ¿qué es el asombro, qué es sorprenderse? Sorprenderse y maravillarse es lo contrario a dar todo por sentado, es lo contrario a interpretar la realidad que nos rodea y los acontecimientos de la historia solo de acuerdo con nuestros criterios. Y una persona que hace esto no sabe lo que es la maravilla, lo que es el asombro. Sorprenderse es abrirse a los demás, comprender las razones de los demás: esta actitud es importante para sanar las relaciones comprometidas entre las personas y también es indispensable para sanar heridas abiertas dentro de la familia. Cuando hay problemas en las familias, asumimos que tenemos razón y cerramos la puerta a los demás. En su lugar, uno debe pensar: “¿Qué tiene de bueno esta persona?” Y maravillarse con eso “bueno”. Y esto ayuda a la unidad de la familia. Si tenéis problemas en la familia, pensad en las cosas buenas que tiene el familiar con el que tenéis problemas, y maravillaos con eso. Y esto ayudará a sanar las heridas familiares.” (Angelus, día 30 de diciembre de 2018, en la celebración de la Sagrada Familia, Jesús, María y José)

- “En la vida fragmentada de hoy, donde corremos el riesgo de perder el hilo, el abrazo de la Madre es esencial. Hay mucha dispersión y soledad a nuestro alrededor, el mundo está totalmente conectado, pero parece cada vez más desunido. Necesitamos confiarnos a la Madre. En la Escritura, ella abraza numerosas situaciones concretas y está presente allí donde se necesita: acude a la casa de su prima Isabel, ayuda a los esposos de Caná, anima a los discípulos en el Cenáculo… María es el remedio a la soledad y a la disgregación. Es la Madre de la consolación, que consuela porque permanece con quien está solo. Ella sabe que para consolar no bastan las palabras, se necesita la presencia; allí está presente como madre. Permitámosle abrazar nuestra vida. En la “Salve Regina” la llamamos “vida nuestra”: parece exagerado, porque Cristo es la vida (cf. Jn 14,6), pero María está tan unida a él y tan cerca de nosotros que no hay nada mejor que poner la vida en sus manos y reconocerla como “vida, dulzura y esperanza nuestra”.

Entonces, en el camino de la vida, “dejémonos tomar de la mano”. Las madres toman de la mano a los hijos y los introducen en la vida con amor. Pero cuántos hijos hoy van por su propia cuenta, pierden el rumbo, se creen fuertes y se extravían, se creen libres y se vuelven esclavos. Cuántos, olvidando el afecto materno, viven enfadados consigo mismos e indiferentes a todo. Cuántos, lamentablemente, reaccionan a todo y a todos, con veneno y maldad. La vida es así. En ocasiones, mostrarse malvados parece incluso signo de fortaleza. Pero es solo debilidad. Necesitamos aprender de las madres que el heroísmo está en darse, la fortaleza en ser misericordiosos, la sabiduría en la mansedumbre.” (Homilía, 1 de enero de 2019, misa en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la Basílica Vaticana)

(6.01.19)

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