LO TRIBUTARIO (nº 474)
Procedimientos tributarios (6): la prueba (1)
La obligación de hacer “declaraciones”, habitualmente de palabra, es tan antigua como la imposición indirecta: la exigida a los vendedores y artesanos a la entrada de pueblos y ciudades o en las ferias y mercados y según el origen y calidad de las mercancías vendidas. En cambio, la imposición directa, que recaía sobre propiedades de tierras y edificios, en los orígenes se exigía a partir de listas de deudores y deudas elaboradas por el Fisco. Hay que dejar pasar muchos siglos para encontrar la obligación de declarar los hechos con trascendencia tributaria. A partir de esos datos y, en su caso, previa comprobación, la Administración determinaba, liquidaba, la deuda tributaria. No hace ni un siglo (1963, LGT- 1964, reforma de Espinosa) desde que se estableció la obligación de autoliquidar, primero como aspecto excepcional que sólo se puede establecer por ley, y, luego, exigida de forma generalizada. La “autoliquidación” obliga al contribuyente a declarar los hechos, a calificarlos jurídicamente, a conocer y comprender las normas aplicables, a ser un experto en la técnica de la liquidación como lo son los empleados de la Administración y a determinar la deuda tributaria a ingresar en el plazo establecido.
La Administración tiene la “potestad” de comprobar los hechos declarados por los administrados tributarios porque está obligada a actuar según la ley y el Derecho (art. 103 CE y art. 3 Ley 40/2015, RJSP) y porque la exigencia tributaria debe estar fundamentada en un sistema tributario justo, progresivo y no confiscatorio (art. 31 CE). Es una potestad; no es una facultad que se puede ejercitar o no, ni sólo un derecho que se ejercita con fundamento en la ley; la potestad tributaria es un poder-deber: es lo que se puede hacer y lo que se debe hacer. La Administración puede y debe “comprobar” que es veraz, completa y exacta la declaración presentada por el administrado tributario y debe “investigar” los hechos y circunstancias no declarados. Aunque también es frecuente la discrepancia y los litigios referidos a la aplicación de las normas sin discrepancia en los hechos declarados, la comprobación de éstos y la investigación de los no declarados es el contenido básico en la gestión de los tributos.
También en la consideración y regulación de las declaraciones tributarias se ha producido una evolución sustancial. En la LGT/1963: la autoliquidación era lo excepcional (art. 10, k), era una obligación informal (art. 102), las declaraciones se presumían ciertas (art. 116), la infracción consistía en no presentar declaración o hacerlo de forma inexacta, incompleta o con falsedad (art. 79). En la LGT/2003: la autoliquidación está generalizada (art. 120), lo declarado sólo se presume cierto para el declarante (art. 108.4), la infracción consiste no sólo en no ingresar en plazo (art. 191), sino también por no declara o declarar de forma incorrecta o inexacta (art. 192), por obtener indebidamente devoluciones (art. 193) o por solicitar indebidamente devoluciones, beneficios o incentivos (art. 194), por determinar o acreditar improcedentemente partidas positivas o negativas o créditos tributarios (art. 195), por imputaciones incorrectas de bases, rentas, resultados, deducciones, bonificaciones y pagos a cuenta (arts. 196 y 197), por no presentar en plazo autoliquidaciones o declaraciones sin producir perjuicio económico o por presentarlas incorrectamente (arts. 198 y 199); además de otras infracciones sancionables (arts. 200 a 206 bis). Gestionar es comprobar; y comprobar es fundamentar con pruebas y motivar con razonamientos.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Ante el anuncio de pactos políticos para aprobar los presupuestos para 2019, unos empiezan a recomendar acciones, en especial sobre inversiones y previsión social, para reducir la tributación futura; y otros empiezan a anunciar las contrapartidas que quieren recibir por apoyar los presupuestos. Si se piensa despacio, todo sale del mismo bolsillo.
Segunda semana de Adviento. El cristiano vive con intensidad espiritual este tiempo que es camino que conduce al portento de amor que es el nacimiento de un niño que es Dios hecho Hombre. Ante el acontecimiento es inevitable para el cristiano mirar dentro de sí y ver lo que hay que quitar, lo que hay que limpiar, lo que hay que mejorar. Si ante el nacimiento de un niño querido todos se preparan para las celebraciones familiares y piensan en el regalo adecuado, el cristiano no escatima tiempo y esfuerzo para ir a Belén, mirar al Niño, sentir su mirada, besar sus deditos y pedir a la Madre que nos lo deje coger en brazos. Limpios es poco; jaspeados, dicen en algunas tierras. Por dentro y por fuera; queremos que el Niño esté a gusto con nosotros, que no se asuste, que sonría.
Con esa consideración se entiende mejor que el Adviento es tiempo de penitencia, de mortificación, de sacrificio, pero que es así para quitar estorbos, para mejorar, para alejar lo que nos impide ser como queremos, como Dios quiere que seamos. Con esa misma alegría con la que todos se esfuerzan sin descanso y sin cansancio para preparar una bienvenida, así es como debe ser este tiempo de preparación. Así lo cantan los cristianos: “El Señor hará oír la majestad de su voz y os alegraréis de todo corazón” (Is 30,30.29); “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Todos verán la salvación de Dios” (Lc 3, 4.6). Y preparando la llegada del Niño, caminando hacia Belén, sentimos la alegría que se desborda en las palabras del salmo 125: “Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: “El Señor ha estado grande con ellos”. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres… Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan con cantares. Al ir iba llorando, llevando la semilla; al volver vuelve cantando trayendo sus gavillas”. Dios se ha desbordado en su amor por nosotros.
Preparar la venida del Niño Dios es preparar el alma, aplicándonos a nosotros lo que se aconseja para con otros: “Que haya paz entre vosotros. Os exhortamos también, hermanos a que corrijáis a los indisciplinados, alentéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y tengáis paciencia con todos. Estad atentos para que nadie devuelva mal por mal; al contrario, procurad siempre el bien mutuo y el de todos. Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes 5,13-18)
Vivir el Adviento: “Que cada uno sea diligente para escuchar, lento para hablar y lento a la ira… Porque quien se contenta con oír la palabra, sin ponerla en práctica es como un hombre que contempla la figura de su rostro en el espejo: se mira, se va e inmediatamente se olvida de cómo era” (St 1,19.23-24). Seguir a Jesús: abrazar la cruz de cada día; y negar voz y voto al yo: “Podéis estar seguros: Si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará; si no somos fieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo” (2 Tm 11-13)
LA HOJA SEMANAL
(del 10 al 15 de diciembre)
Lunes (10)
Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir (2ª Adviento; Nª Sª de Loreto)
Palabras: “Él, viendo la fe que tenían” (Lc 5,20)
Reflexión: Los amigos llevaron al paralítico a Jesús para que lo curara.
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor, a repartir el amor que Tú me das
Martes (11)
San Dámaso I, papa (2ª Adviento)
Palabras: “Vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno solo” (Mt 18,14)
Reflexión: La alegría por encontrar la oveja perdida
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor: no te fíes de mí; yo me fío de Ti
Miércoles (12)
Nª Sª de Guadalupe (2ª Adviento; santa Juana Francisca de Chantal, religiosa)
Palabras: “Venid a mi todos los que estáis cansado y agobiados… (Mt 11,28)
Reflexión: … y yo os aliviaré”
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor, en las tareas de cada día
Jueves (13)
Santa Lucía, virgen y mártir (2ª Adviento)
Palabras: “El más pequeño en el reino de los cielos es más grande…” (Mt 11,11)
Reflexión: Más que Juan el Bautista que era el más grande nacido de mujer
Propósito, durante el día: De tu mano cogido, Dios mío, hasta el cielo llegar
Viernes (14)
San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia (2ª Adviento)
Palabras: “Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios” (Mt 11,19)
Reflexión: El Dios a nuestro gusto. Quejas de la Providencia. Pero Dios es amor
Propósito, durante el día: Lo que quieras, como quieras, porque Tú lo quieres
Sábado (15)
San Valeriano de Abbensa, obispo y mártir (2ª Adviento)
Palabras: “El Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos” (Mt 17,12)
Reflexión: Familiaridad. Preguntar a Jesús, como lo hacían sus discípulos
Propósito, durante el día: Madre, enséñame a vivir con Jesús y con José
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 9, domingo (2º Adviento; ciclo C) son palabras de esperanza, de ánimo, porque vamos a ver y a estar con Dios: “Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia” (Ba 5); “Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios” (Flp 1); “Y todos verán la salvación de Dios” (Lc 3). Camino de Belén. Y en el corazón: Jesús, María y José. Y el ángel de la guarda.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Estar “despiertos y orar”: he aquí como vivir este tiempo desde hoy hasta la Navidad. Estar despiertos y orar. El sueño interno viene siempre de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y dolores, pero siempre dando vueltas en torno a nosotros mismos. Y eso cansa, eso aburre, esto cierra a la esperanza. Esta es la raíz del letargo y de la pereza de las que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre, por la injusticia, por la guerra; es el deseo de los pobres, de los débiles, de los abandonados. Este es un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras vidas.” (Angelus, día 2 de diciembre de 2018)
- “¡Aunque recemos quizás desde hace muchos años, siempre debemos aprender! La oración del hombre, este anhelo que nace de forma tan natural de su alma, es quizás uno de los misterios más densos del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios sean en realidad aquellas que Él quiere escuchar. La Biblia también nos da testimonio de oraciones inoportunas, que al final son rechazadas por Dios: basta con recordar la parábola del fariseo y el publicano. Solo este último, el publicano, regresa a casa del templo justificado, porque el fariseo era orgulloso y le gustaba que la gente le viera rezar y fingía rezar: su corazón estaba helado. Y dice Jesús: éste no está justificado “porque el que se ensalza será humillado, el que se humilla será ensalzado” (Lc 18,14). El primer paso para rezar es ser humildes, ir donde el Padre y decir: “Mírame, soy pecador, soy débil, soy malo”, cada uno sabe lo que tiene que decir. Pero se empieza siempre con la humildad, y el Señor escucha. La oración humilde es escuchada por el Señor.” (Audiencia general, día 5 de diciembre de 2018)
Noticias del blog. Ya está en el blog “Y le seguía por el camino” el librito titulado “De un cristiano (2017/2018)” con las reflexiones espirituales del año litúrgico 2017/2018.
(9.12.18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario