LO TRIBUTARIO (nº 306)

Por qué el I. Patrimonio

Es frecuente la referencia a principios del siglo XX para encontrar el antecedente moderno del impuesto sobre el patrimonio. Lo cierto es que en el estudio de la Ciencia de la Hacienda se descubre que la imposición patrimonial fue el origen de la imposición directa: se empezó exigiendo tributar a los súbditos por los terrenos rústicos según su extensión; después según su fertilidad; más tarde sobre el rendimiento neto, con lo que se llega al concepto de renta ganada; y finalmente se añadió la exigencia fiscal por la propiedad de inmuebles urbanos, atendiendo a su ubicación, a su altura, a las ventanas y balcones, a las chimeneas… Desde el principio, con vestigios ya en el antiguo Egipto, se exigió el impuesto sobre las herencias que era otra forma de gravar el patrimonio en su transmisión. Y tan antiguo como esos hay constancia antiquísima de impuestos sobre las ventas de comerciantes (aduanas, alcabala…), exigidos a la entrada de las ciudades o en las ferias y mercados.

En 1977, con ocasión de los Pactos de la Moncloa, se acordó la reforma del sistema tributario en su regulación y en la disciplina y rigor de su aplicación. En el nuevo IRPF se pretendía un diseño sintético (atendiendo sin diferencias a toda la renta personal cualquiera que fuera el origen y naturaleza de sus componentes) y un concepto íntegro de renta (rendimientos más incrementos más imputaciones). Si para asegurar el cumplimiento fiscal eliminando comportamientos patológicos se dio nueva regulación al delito contra la Hacienda (inaplicado en los casi cien años anteriores), para garantizar el control fiscal en el IRPF, se estableció (Ley 50/1977) el Impuesto Extraordinario sobre el Patrimonio (todo lo provisional y extraordinario en la regulación fiscal se convierte en permanente y ordinario) que años después (Ley 19/1991) perduró convirtiéndose en el Impuesto sobre el Patrimonio Neto actual.

La justificación para establecer este novedoso impuesto (en Francia se empezaba a exigir un impuesto sobre el patrimonio suntuario: fincas de recreo, yates, caballos de carreras, automóviles de lujo, aeronaves, objetos de arte, joyas…), además de por ser un instrumento necesario para controlar los incrementos y disminuciones patrimoniales en el IRPF, fue discriminar contra las rentas de capital (desde hace siglos se viene manteniendo por algunos que hay que proteger las rentas del trabajo, que no hay que desanimar la renta de empresarios y que hay que gravar más la renta del capital “que es la renta de los ricos porque sólo ellos pueden ahorrar”) y aumentar, así la progresividad del IRPF (para las rentas más elevadas que son las únicas que permiten ahorrar un capital que es el que producirá rentas: alquileres, dividendos, intereses…). Por este motivo se exige con tipos poco elevados. Con exquisito respeto a la Constitución, se prohibía la confiscación (art. 31 CE), de forma que la suma de cuotas del IP y del IRPF no podía superar (confiscar) la renta ganada, llegando a eliminar la exigencia del IP.

El impuesto sigue, pero no es igual en todos los territorios (gestión, tipos y beneficios cedidos); sigue discriminando contra el ahorro, pero en el IRPF la renta del ahorro (del capital) tributa menos que las demás; sigue como elemento de aumento de la progresividad del IRPF, pero no ha impedido que se aprobara un recargo (más progresividad, a más a más) sobre la cuota del impuesto. Y sigue teniendo un germen revolucionario: cambiando una coma se puede hacer pobre al rico en muy pocos años.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Dice la noticia que la Agencia Tributaria ha enviado informe al Ministerio Fiscal comunicando, a los oportunos efectos, que un político no declaró por su IRPF ingresos que se produjeron en una sociedad en la que participaba y también que regularizó su situación tributaria cuando pudo hacerlo (RD-L 12/12). Es difícil encontrar sentido a la noticia o a los hechos si lo ocurrido fue como se dice.

Otra cosa son las intenciones. Y otra, la duda jurídica sobre esa frecuente referencia a rentas de sociedades que se imputan a personas físicas cuando aún viven los que recuerdan que el legislador reguló en 1978 la transparencia fiscal que imputaba a los socios los resultados no distribuidos de sus sociedades y que ese régimen desapareció un cuarto de siglo después. Si se trata de “levantar el velo”, cuando interese a efectos fiscales, parece que lo adecuado a Derecho es suprimir el IS y establecer la imputación de resultados, distribuidos o no, de todas las sociedades.

El cristiano sabe que la conversión cuaresmal le lleva al examen del alma, de los hechos y de las intenciones, de pequeños obstáculos, de fuertes cadenas que atenazan y de hilos sutiles que impiden el movimiento. Es tiempo de reconocer las propias debilidades y de pedir a Dios luces y fuerzas. No es tiempo sólo de pensar y, menos de lamentarse, sino de ponerse a la tarea y de sonreír y cantar porque Dios está con nosotros.

Si la caridad sin fe es beneficencia y la fe sin obras está muerta (St 2,17), la Cuaresma es tiempo de repensar si hacemos el bien que podemos: enseñar, aconsejar, corregir, perdonar, consolar, sufrir con paciencia, rezar por vivos y muertos; dar, acoger, colaborar, compadecer, socorrer, procurar el olvido y callar oportunamente. Son verbos para conjugar la misericordia con todos los que están a nuestro lado.

La conversión también debe llevar a caer en la cuenta del mal que no debemos hacer. Alguno de los textos que se leen en Cuaresma pueden ayudar: “No robaréis ni mentiréis ni os engañaréis unos a otros. No juréis en falso… No explotarás a tu prójimo… No retendrá el salario del jornalero hasta la mañana siguiente… No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezos ante el ciego. No juzgarás injustamente ni por favorecer al pobre ni por honrar al poderoso. Juzgarás con justicia a tu prójimo. No andarás difamando… No guardarás en tu corazón rencor contra tu hermano… No te vengarás… Amarás a tu prójimo como a ti mismo… ” (cf. Lv 19, 11-18).

“La vida del cristiano es hacer todos los días, muchas veces, el papel de hijo pródigo” (San Josemaría, “A solas con Dios”, nº 248). El cristiano, que sabe de sus deficiencias, confía como un niño lo hace en la dulzura de su madre y en el amor de su padre. No podemos desanimarnos en la tarea de la conversión: “¡Oh qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío: que queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad! Vos decís, Señor mío, que venís a buscar a los pecadores. Éstos, Señor, son los verdaderos pecadores” (Santa Teresa de Jesús, “Exclamaciones”, 8).

Y durante la tarea de conversión no callemos al corazón enamorado: “Guárdame, Dios mío, que me refugio en Ti. Yo digo al Señor: Tú eres mi Señor. No tengo otro bien que Tú… Pongo ante mí al Señor sin cesar; con Él a mi derecha no vacilo. Por eso se alegra mi corazón, se goza mi alma, hasta mi carne descansa en la esperanza” (salmo 15)

LA HOJA SEMANAL
(del 13 al 18 de marzo)

Lunes (13)

San Rodrigo, mártir (2ª Cuaresma)
Palabras: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6,36)
Reflexión: No juzguéis y no seréis juzgados
Propósito, durante el día: No juzgar, no criticar, no murmurar. Alabar o callar

Martes (14)

Santa Matilde, reina (2ª Cuaresma)
Palabras: “No os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro” (Mt 23,8)
Reflexión: El primero entre vosotros sea vuestro servidor
Propósito, durante el día: Servir. Ayudar. Amabilidad. Comprensión.

Miércoles (15)

Santa Luisa de Marillac, fundadora (2ª Cuaresma)
Palabras: “El Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes… (Mt 20,18)
Reflexión: Ella pidió: que estos dos hijos míos se sienten a cada lado tuyo en tu reino
Propósito, durante el día: Acción de gracias por el amor de Dios

Jueves (16)

San Heriberto, obispo (2ª Cuaresma)
Palabras: “Me torturan estas llamas” (Lc 16,24)
Reflexión: El rico pedía que el pobre mojara la punta del dedo para refrescar su lengua
Propósito, durante el día: Rezar con devoción: “Ahora y en la hora de nuestra muerte”

Viernes (17)

San Patricio, obispo (2ª Cuaresma)
Palabras: “Plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar…” (Mt 21,33)
Reflexión: Mandó a recoger los frutos. Mataron a su hijo
Propósito, durante el día: Vía crucis

Sábado (18)

San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia (2ª Cuaresma)
Palabras: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc 15,18)
Reflexión: Todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió
Propósito, durante el día: Madre, ayúdame a ser como Jesús quiere que sea

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 12, domingo (2º Cuaresma, ciclo A; 7º de san José) nos preparan para responder a la llamada de Dios: “Abrán marchó como le había dicho el Señor” (Gn 12); “Él nos llamó a una vida santa” (2 Tm 1); “Se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos” (Mt 17). La Cuaresma es una etapa del camino que debemos recorrer en nuestra marcha hacia el cielo: Jesús nos guía, la Madre y san José nos acompañan, todos los santos nos animan. Hemos de sentir, de vivir, tanta compañía.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Durante los cuarenta días de la Cuaresma, como cristianos estamos invitados a seguir las huellas de Jesús y afrontar el combate espiritual contra el maligno con la fuerza de la Palabra de Dios. No con nuestra palabra, no sirve. La Palabra de Dios: esa tiene la fuerza para derrotar a satanás. Por esto es necesario familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla. La Biblia contiene la Palabra de Dios, que es siempre actual y eficaz. Alguno ha dicho: ¿qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? ¿Si la llevásemos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo, qué sucedería?; si volviésemos atrás cuando la olvidamos: tú te olvidas el móvil —¡oh!—, no lo tengo, vuelvo atrás a buscarlo; si la abriéramos varias veces al día; si leyéramos los mensajes de Dios contenidos en la Biblia como leemos los mensajes del teléfono, ¿qué sucedería? Claramente la comparación es paradójica, pero hace reflexionar. De hecho, si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría hacer que nos desviáramos del camino del bien; sabríamos vencer las sugestiones diarias del mal que está en nosotros y fuera de nosotros; nos encontraríamos más capaces de vivir una vida resucitada según el Espíritu, acogiendo y amando a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y necesitados, y también a nuestros enemigos.

La Virgen María, icono perfecto de la obediencia a Dios y de la confianza incondicional a su voluntad, nos sostenga en el camino cuaresmal, para que nos pongamos en dócil escucha de la Palabra de Dios para realizar una verdadera conversión del corazón.” (Angelus, día 5 de marzo de 2017)

(12.03.17)

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