LO TRIBUTARIO (nº 205)
Por qué la LGT (9): la relación tributaria
En la regulación de la relación tributaria la LGT sigue el esquema tradicional. El artículo 17 la define como el conjunto de obligaciones y deberes, derechos y potestades originados por la aplicación de los tributos; también advierte que de esa relación se derivan obligaciones y deberes para el obligado tributario y para la Administración y, a la vista de los artículos 178 a 212 LGT, señala que por el incumplimiento sólo se derivan sanciones para el administrado. Clasifica las obligaciones en materiales y formales (art. 29: alta en censo, NIF, declaraciones, autoliquidaciones y comunicaciones, contabilidad y registros, facturas, aportar lo requerido, colaborar en la comprobación, emitir certificado de retenciones y otras). Las obligaciones materiales pueden ser: principal (art. 19), de realizar pagos a cuenta (art. 23), entre particulares (art. 24) y accesorias (arts. 25, 26, 27 y 28: intereses y recargos).
- Los particulares no pueden alterar los elementos de la obligación, de forma que no producirán efectos ante la Administración, sin perjuicio de las consecuencias jurídico-privadas (art. 17.4 LGT). Esta prohibición a los particulares no existe para la Administración que puede alterar los elementos de la obligación tributaria en el conflicto en la aplicación de la norma (art. 15 LGT) y en la simulación tributaria (art. 16 LGT). Y el artículo 18 LGT establece que el crédito tributario es indisponible salvo que la ley establezca otra cosa. Por ese motivo las amnistías, las regularizaciones y las actualizaciones tributarias se regulan por ley.
- Como la obligación tributaria principal es el pago de la cuota tributaria, el artículo 20 LGT regula (ap. 1) el hecho imponible (el presupuesto legalmente fijado) cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria principal; y señala (ap. 2) que la ley puede completar la delimitación del hecho imponible mediante la mención de supuesto de no sujeción. Conviene traer aquí el artículo 22 LGT que define la exención como el supuesto en que, a pesar de realizarse el hecho imponible, la ley exime del cumplimiento de la obligación tributaria principal. Y así se completa el primer cuadro: no sujeción o sujeción (hecho imponible); sujeción con gravamen o con exención.
- El hecho imponible origina el nacimiento de la obligación tributaria; el devengo (art. 21.1 LGT) es el momento de realización del hecho imponible; salvo que diga otra cosa una ley, la fecha del devengo determina las circunstancias que sirven para cuantificar la obligación tributaria; la ley puede establecer la exigibilidad (art. 21.2 LGT) de la cuota o cantidad a ingresar o de parte de la misma, en un momento distinto al del devengo.
- Con la obligación tributaria principal se regulan otras obligaciones tributarias. El artículo 23 regula la obligación de realizar “pagos a cuenta de la obligación principal”: anticipos tan ajenos a la real capacidad económica del contribuyente, con tan elevado porcentaje de devoluciones por ingreso anticipado excesivo, que se lesiona la Justicia en cuanto que se puede producir una confiscación financiera como dijo el TS hace más de diez años. Y se distorsiona la naturaleza jurídica en las retenciones e ingresos a cuenta que son obligaciones “de hacer”, porque no deben ser carga fiscal para el obligado. El artículo 24 regula las obligaciones entre particulares (repercutir, retener, soportar), para sancionar, porque hay que ir por la vía civil o mercantil para hacerlas efectivas.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Acusaciones. El novelista no defraudó los 1,4 millones de euros que decía la AEAT. El juzgado no aprecia dolo para defraudar. Un futbolista tampoco debe pagar 1,3 millones.
¡Ha resucitado!. El grito de alegría desde el corazón llena el cuerpo y el alma y se expande porque la resurrección es el fundamento que confirma nuestra fe. Las palabras de san Pablo nos llevan de la mano: “Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe, todavía estáis en vuestros pecados... Ahora bien, Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primer fruto de los que mueren... Por tanto, amados hermanos míos, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, sabiendo que en el Señor vuestro trabajo no es vano” (1 Co 15, 16-17, 20 y 56). Una breve guía de hechos y palabras puede servir para facilitar el recuerdo de aquellos días:
- Jesús resucita (Mt 28, 2-4). Muy de mañana, al alborear el día, al salir el sol, las mujeres van al sepulcro (v. Mt 28,1; Mc 10, 2-4; Lc 24, 1-2; Jn 20,1). La Magdalena corre a buscar a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús y les dice que han robado el cuerpo (Jn 20,2). Los ángeles anuncian a las mujeres que Jesús ha resucitado y corren a decírselo a los discípulos y Pedro y Juan van deprisa al sepulcro (Mt 28, 5-8; Mc 16, 5-8; Lc 24, 3-12; Jn 20, 3-10). Los guardias anuncian a los pontífices lo sucedido y éstos resuelven dar bastante dinero a los soldados y decirles: “Decid que sus discípulos vinieron por la noche estando nosotros dormidos y lo robaron. Y si esto llega a oídos del presidente nosotros le convenceremos de modo que vosotros quedéis seguros”. Ellos tomaron el dinero y procedieron como habían sido instruidos. Y esta versión se ha propagado entre los judíos hasta el día de hoy (Mt 28, 11-15)
- La Magdalena ve a Jesús (Mc 16, 9-11; Jn 20, 11-16): “Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús: -Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. Ella pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dijo: ¡María! Ella volviéndose exclamó en hebreo: - ¡Rabbuni! – que quiere decir: Maestro... Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas” (Jn 20, 14-16 y 18). También lo vieron las mujeres (Mt 28,9) y Simón (Lc 24,34)
- La aparición a los de Emaús (v. Mt 16, 12-13; Lc 24, 13-35): “Y se detuvieron entristecidos. Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?”
- Apariciones en el cenáculo (v. Mc 16,14; Lc 24,36-43; Jn 20, 19-29): “¡Hemos visto al Señor!. Pero él respondió: - Si no veo en las manos la marca de los clavos, y no meto mi dedo en esa marca de los clavos y meto mi mano en el costado, no creeré... A los ocho días... Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!”
- La aparición en el lago de Galilea (v. Jn 21, 1-23): “Echaron la red y casi no eran capaces de sacarla de la gran cantidad de peces. Aquel discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: ¡Es el Señor!”
María, madre de Jesús (Hch 1,14), cómo dudarlo, fue la primera que vio al Resucitado.
LA HOJA SEMANAL
(del 28 de marzo al 2 de abril)
Lunes (28)
San Sixto III, papa (Lunes de la Octava de Pascua)
Palabras: “Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos” (Mt 28,9)
Reflexión: Le abrazaron los pies. Y les dijo “No tengáis miedo”
Propósito, durante el día: Señor, mi luz y mi salvación.
Martes (29)
San Jonás, confesor (Martes de la Octava de Pascua)
Palabras: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?” (Jn 20,15)
Reflexión: “Ve a mis hermanos y diles...”
Propósito, durante el día: Señor mío y Dios mío
Miércoles (30)
San Juan Clímaco, abad (Miércoles de la Octava de Pascua)
Palabras: “¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado?” (Lc 24,18)
Reflexión: Se acercó y se puso a caminar con ellos
Propósito, durante el día: Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo
Jueves (31)
San Benjamín, diácono (Jueves de la Octava de Pascua)
Palabras: “¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?” (Lc 24,38)
Reflexión: Entonces, se les abrió el entendimiento
Propósito, durante el día: Tuyo soy, para Ti nací. ¿Qué quieres Jesús de mi?
Viernes (1)
San Hugo, obispo (Viernes de la Octava de Pascua)
Palabras: “Es el Señor” (Jn 21,7)
Reflexión: Sabían bien que era el Señor
Propósito, durante el día: Todo me lo has dado, a Ti lo torno, dispón de mi
Sábado (2)
San Francisco de Paula, ermitaño (Sábado de la Octava de Pascua)
Palabras: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio” (Mc 16,15)
Reflexión: Les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón
Propósito, durante el día: Madre, madre mía.
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 27 domingo (de Pascua de la Resurrección del Señor, ciclo C) nos llevan a un repaso alegre: “la cosa empezó en galilea... pasó haciendo el bien...” (Hech 10); “buscad los bienes de allá arriba... vuestra vida está con Cristo escondida en Dios” (Col 3); “Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos..” (Jn 20). Todo es alegría en el alma renovada. ¡Ha resucitado!, nos repetimos. Dios tiene Misericordia de nosotros. Dios con nosotros para siempre. Y sonreímos con nuestra Madre y con san José y con todos los santos; y los ángeles cantan sin parar.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Y así fue la dinámica del buen Samaritano que “practicó la misericordia»” (Lc 10,37): se conmovió, se acercó al herido, vendó sus heridas, lo llevó a la posada, se quedó esa noche y prometió volver a pagar lo que se gastara de más. Esta es la dinámica de la Misericordia, que enlaza un pequeño gesto con otro, y sin maltratar ninguna fragilidad, se extiende un poquito más en la ayuda y el amor. Cada uno de nosotros, mirando su propia vida con la mirada buena de Dios, puede hacer un ejercicio con la memoria y descubrir cómo ha practicado el Señor su misericordia para con nosotros, cómo ha sido mucho más misericordioso de lo que creíamos y, así, animarnos a desear y a pedirle que dé un pasito más, que se muestre mucho más misericordioso en el futuro. “Muéstranos Señor tu misericordia” (Sal 85,8). Esta manera paradójica de rezar a un Dios siempre más misericordioso ayuda a romper esos moldes estrechos en los que tantas veces encasillamos la sobreabundancia de su Corazón. Nos hace bien salir de nuestros encierros, porque lo propio del Corazón de Dios es desbordarse de misericordia, desparramarse, derrochando su ternura, de manera tal que siempre sobre, ya que el Señor prefiere que se pierda algo antes de que falte una gota, que muchas semillas se la coman los pájaros antes de que se deje de sembrar una sola, ya que todas son capaces de portar fruto abundante, el 30, el 60 y hasta el ciento por uno.” (Homilía en la misa crismal del Jueves Santo, el día 24 de marzo de 2016, en la Basílica Vaticana)
- “17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19).
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: “Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan” (58,6-11).
La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia.” (Bula “Misericordiae Vultus”, de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)
(27.03.16)
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