LO TRIBUTARIO

La comunidad de bienes (5): diferencias con la sociedad civil

Que una comunidad de bienes “germánica” se denomine “sociedad de gananciales” ya señala el camino que relaciona y diferencia la comunidad de bienes y las sociedades civiles. Sobre todo porque en la práctica se producen confusiones que desvirtúan la naturaleza y contenido de esos institutos. Como premisa no se debe olvidar que la comunidad de bienes es “una situación” en la que está una cosa común (que pertenece en propiedad a todos y cada uno de los copropietarios) sin que tenga ni pueda tener personalidad jurídica, mientras que la sociedad civil es “una relación” contractual que, además, origina el nacimiento de una persona jurídica.

El art. 1665 Cc regula y define las sociedades civiles: la sociedad civil es un contrato por el cual dos o más personas se obligan a poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir las ganancias. La sociedad civil se puede constituir de cualquier forma, salvo que se aporten bienes inmuebles o derechos reales, en cuyo caso será necesaria la escritura pública (art. 1667 Cc), de modo que (art. 1668 Cc) es nulo el contrato de sociedad, siempre que se aporten bienes inmuebles, si no se hace un inventario de ellos, firmado por las partes, que se debe unir a la escritura. La sociedad civil tiene personalidad jurídica, pero no la tiene si los pactos se mantienen secretos entre los socios y en que cada uno contrate en su propio nombre con terceros; la sociedad civil con pactos secretos se rige por las disposiciones relativas a la comunidad de bienes (art. 1669 Cc)

La sociedad civil, por el objeto a que se consagre, puede revestir las formas reconocidas en el Código de Comercio y, en ese caso, le son aplicables sus disposiciones en cuanto no se opongan a las del Código Civil. Establece el artículo 116 CdeC que el contrato de compañía, por el cual dos o más personas se obligan a poner en fondo común bienes, industria o alguna de estas cosas para obtener lucro, será mercantil, cualquiera que fuese su clase, siempre que se haya constituido con arreglo a las disposiciones de este Código; una vez constituida la compañía mercantil, tendrá personalidad jurídica en todos sus actos y contratos. El art. 119 CdeC establece que toda compañía de comercio, antes de dar principio a sus operaciones, debe hacer constar su constitución, pactos y condiciones, en escritura pública que se presentará para su inscripción en el registro mercantil según lo dispuesto en el art. 17 Cde C. A las mismas formalidades quedarán sujetas, con arreglo al artículo 25 CdeC, las escrituras adicionales que de cualquier manera modifiquen o alteren el contrato primitivo de la compañía; los socios no pueden hacer pactos reservados, sino que todos deben constar en la escritura social.

El art. 122 CdeC establece que, por lo general, las sociedades mercantiles se constituirán adoptando alguna de las formas siguientes: 1) regular colectiva (arts. 125 a 144 CdeC); 2) comanditaria, simple o por acciones (arts. 145 a 150 CdeC); 3) anónima y de responsabilidad limitada (RDLeg 1/2010, TR Ley de Sociedades de Capital). Antes, el art. 1 CdeC establece que son comerciantes las compañías mercantiles que se constituyen con arreglo al CdeC. Estas previsiones son relevantes si se considera que el art. 7 LIS/2014 establece que son sujetos pasivos las personas jurídicas “excluidas las sociedades civiles que no tengan objeto mercantil”; aunque la LIS que define la actividad económica y la patrimonial no dice qué es objeto mercantil.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

La contrainspección fiscal

En 1981 se celebró el centenario de la creación de la Inspección General del Ministerio de Hacienda. Y se publicó un libro, dedicado a esa centenaria institución, que se entregó al rey, encuadernado en piel roja, aunque el protocolo exige que sea en piel azul. A diferencia de otros departamentos ministeriales que o no tenían inspección de sus servicios o de otro ministerio que recogía en la Inspección General los altos cargos cuando cesaban y que era más un órgano consultivo que de control interno, en el Ministerio de Hacienda, la Inspección de los Servicios era la mano derecha del ministro y en sus inspecciones de los órganos del ministerio actuaba sustituyendo a la autoridad titular de los servicios que se inspeccionaban, con poderes para pedir, para considerar y para decidir. En el libro conmemorativo se incluyen estudios sobre las principales funciones y competencias de los inspectores de servicios, incluido uno referido a la contrainspección tributaria elaborado por un Inspector de los Servicios, catedrático e inspector de los tributos. La Inspección de los Servicios era una garantía de buen funcionamiento. Los inspectores de servicios eran pocos, diecisiete en 1981, pero tenían ganado su prestigio no sólo porque provenían de cuerpos selectos y acreditaban una experiencia de años, sino también porque habían superado una durísima oposición de cinco ejercicios orales y escritos, teóricos y prácticos, con la elaboración de una memoria sometida luego a trinca. En 1982 se decidió acabar con las élites en la función pública y en la Inspección General se sustituyó la oposición por un concurso con pruebas no competitivas. En poco tiempo se multiplicaron los inspectores de servicios; algunos del anterior sistema se marcharon. En 1990 se creó la Agencia Tributaria y se desagregaron la Inspección de Servicios, en el Ministerio, y la Auditoría, en la Agencia.

Este recordatorio viene a cuento al leer una noticia de un periódico del 5 de abril: un año antes del escándalo, en mayo de 2013, se produjo la comprobación inspectora de la entidad financiera en la que sus directivos utilizaron tarjetas de crédito por elevados importes sin tributar por esas rentas. La regularización inspectora por falta de justificación de los gastos sólo afectó a un pequeño porcentaje del importe total que ha resultado injustificado. Y se reproducen las páginas 1 y 13 de las 28 del acta.

Los cristianos viven la cincuentena de la Pascua de Resurrección repasando los encuentros con Jesús: las mujeres, María Magdalena, los discípulos que iban a Emaús, las dos apariciones en el cenáculo con la incredulidad y la confesión de Tomás, la pesca milagrosa de los siete con las inolvidables palabras de Juan: “¡Es el Señor!, la aparición a los quinientos y a Santiago y la despedida el día de la Ascensión: “Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Tiempo de vivir con intensidad la misericordia de Dios. Misericordia es poner el corazón en la miseria. Dios ama, con todo el amor del que es Amor, a los débiles, a los ingratos, a los que le hemos fallado, a los que hemos endurecido nuestro corazón con el egoísmo y la soberbia. Como niños de escuela, podemos encontrar un caminito de amor en las obras de misericordia del Catecismo: enseñar al que no sabe, dar consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las injurias, llevar con paciencia los defectos del prójimo y rezar por vivos y muertos. Y también dar de comer, dar de beber, vestir, visitar, acoger... Cada vez que lo hacemos con un hermano lo hacemos con Cristo (Mt 25,40). María nos ayuda. A ella le decimos: Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia.

LA HOJA SEMANAL
(del 13 al 18 de abril)

Lunes (13)

San Hermenegildo, mártir (2ª de Pascua)
Palabras: “El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Jn 3,3)
Reflexión: Volver a nacer. Ser como niños. Confiar en la Esperanza
Propósito, durante el día: Detalles de amabilidad, de tolerancia, de comprensión

Martes (14)

San Abundio, confesor (2ª de Pascua)
Palabras: “Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,6)
Reflexión: El Espíritu, como el viento, viene donde y cuando quiere.
Propósito, durante el día: En todo y en cada cosa, hacer la voluntad de Dios

Miércoles (15)

San Telmo, confesor (2ª de Pascua)
Palabras: “El que actúa perversamente detesta la luz” (Jn 3,20)
Reflexión: Para no verse acusado por sus obras
Propósito, durante el día: Presencia de Dios: ¿qué harías Tú, qué debo hacer?

Jueves (16)

Santa Bernardita Soubirous, virgen (2ª de Pascua)
Palabras: “El que cree en el Hijo posee la vida eterna” (Jn 3,36)
Reflexión: No dice poseerá, sino posee. Ya, ahora. Fe es vivir en Dios
Propósito, durante el día: Repetir el Credo: despacio, pensando las palabras

Viernes (17)

Santa Catalina Tekakwitha, laica (2ª de Pascua)
Palabras: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?” (Jn 6,5)
Reflexión: Bien sabía él lo que iba a hacer
Propósito, durante el día: Ofrecer a Dios cada tarea del día. Confiar en Dios

Sábado (18)

San Perfecto de Córdoba, presbítero (2ª de Pascua)
Palabras: “Soy yo, no temáis” (Jn 6,20)
Reflexión: Se acercaba caminando sobre las aguas
Propósito, durante el día: Detalles de amor a nuestra Madre: pedirle, comentar con Ella

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

El domingo día 12, de la Divina Misericordia (de “Quasi modo”, ciclo B), las lecturas nos llevan al testimonio de los primeros: “Todos pensaban y sentían lo mismo” (Hch 4); “el amor a Dios consiste en que guardemos sus mandamientos” (1 Jn 5); “Estaban los discípulos en una casa” (Jn 20). Nos sentimos unidos en la Redención, en la Iglesia, junto a todos: los santos, las almas del purgatorio, los que viven cerca y lejos de nosotros. Y debemos rezar y hacer lo que podamos por los que lo necesitan. En especial por las familias y por los niños. Que no se quede en un deseo no realizado.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.
Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.” (de la Homilía en la Vigilia Pascual, en la Basílica Vaticana el día 4 de abril de 2015)

- “Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y felicidad. Con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos: ¡Jesús ha resucitado! Lo decimos con todo el alma...

... Pidamos a la Virgen Madre, testigo silenciosa de la muerte y de la resurrección de su Hijo, que aumente en nosotros el gozo pascual. Lo haremos ahora con la oración del “Regina caeli”, que durante el tiempo pascual sustituye la oración del “Ángelus”. En esta oración, marcada por el “Aleluya”, nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque a quien llevó en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella quien ha custodiado y custodia con fe los eventos de Jesús. Recitemos pues esta oración con los sentimientos de los hijos que están felices porque su Madre está feliz.” (Angelus, en la plaza de San Pedro, el día 5 de abril de 2015)

- “Pensad lo que sería una sociedad que decidiese, una vez por todas, establecer este principio: “Es verdad que no somos perfectos y que cometemos muchos errores. Pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres”. ¡Qué bella sería una sociedad así! Digo que a esta sociedad mucho se le perdonaría de sus innumerables errores. Mucho, de verdad.
El Señor juzga nuestra vida escuchando lo que le refieren los ángeles de los niños, ángeles que «están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial» (cf. Mt 18, 10). Preguntémonos siempre: ¿qué le contarán a Dios de nosotros esos ángeles de los niños?” (Audiencia general, en la plaza de San Pedro, el día 8 de abril de 2015)

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