LO TRIBUTARIO (nº 638)

“Periculum in mora”

Alguno habrá tenido que enfrentarse a esa expresión latina para descubrir que hay un precepto legal que, precisamente, se titula así. Se trata del artículo 728 de la Ley de Enjuiciamiento Civil cuyo título es: “Peligro por la mora procesal. Apariencia de buen derecho. Caución”. El artículo está incluido en el Título VI, cuyo Capítulo Primero se dedica a las normas generales de las “Medidas cautelares” y, por esta indicación sistemática, es innecesario decir que para saber más hay que leer desde el artículo 721 y hasta el artículo 747 LEC. Dice el citado artículo 728: “1. Sólo podrán acordarse medidas cautelares si quien las solicita justifica que, en el caso de que se trate, podrían producirse durante la pendencia del proceso, de no adoptarse las medidas solicitadas, situaciones que impidieren o dificultares la efectividad de la tutela que pudiere otorgarse en una eventual sentencia estimatoria…” Se trata, en definitiva, de una precaución para impedir (“peligro”, “periculum”) que, por el paso del tiempo hasta que se produzca la resolución (“in mora”, por la demora, por la tardanza) desaparezca (se deteriore, se perjudique, devenga imposible) el objeto del procedimiento de que se trate.

La referencia al “periculum in mora”, incluso, como se ha visto, en el título del artículo aquí señalado, se suele complementar con la indicación de otra referida al “fumus boni iuris” (apariencia de buen derecho). Y así, la ley regula: “El solicitante de medidas cautelares también habrá de presentar con su solicitud los datos, argumentos y justificaciones documentales que conduzcan a fundar, por parte del Tribunal, sin prejuzgar el fondo del asunto, un juicio provisional e indiciario favorable al fundamento de su pretensión. En defecto de justificación documental, el solicitante podrá ofrecerla por otros medios de prueba, que deberá proponer en forma en el mismo escrito” (art. 728.2 LEC). Así, se trata no sólo de señalar que la duración del procedimiento puede perjudicar la pretensión, sino también de dar argumentos para que la apariencia del buen derecho (“un juicio provisional e indiciario favorable”) decida al tribunal a acordar las medidas cautelares solicitadas. En un Taller de tributación se pueden producir reacciones efusivas de quienes creían que el “periculum in mora”, sólo favorecía a la Administración y que el “fumus boni iuris” era el escudo protector contrario. Y no.

En lo contencioso administrativo, el artículo 130 establece que, previa valoración circunstanciada de todos los intereses en conflicto, la medida cautelar sólo se puede adoptar cuando la ejecución del acto o aplicación de la norma pudieran hacer perder su finalidad legítima al recurso. Y el artículo 117.2 LPAC regula la suspensión de la ejecución del acto impugnado cuando el órgano que debe resolver así lo decida, previa ponderación, suficientemente razonada entre el perjuicio que acusaría al interés público o a terceros la suspensión y el ocasionado al recurrente como consecuencia de la eficacia inmediata del acto recurrido. Aquí el “periculum” más que por mora, se produciría por la inmediata ejecución de un acto que pudiera terminar siendo anulado. Señalar y argumentar el “fumus boni iuris” también ayuda a la decisión.

Para los tributos, las medidas cautelares se regulan para asegurar el cobro de las deudas tributarias (art. 81 LGT), entre ellas el embargo (art. 169 LGT); y la protección frente al “solve et repete” (paga primero y recurre luego) exige pedir la suspensión (arts. 224 y 233 LGT) por lo general con garantías. Ni “fumus boni iuris”, ni “bonus odor Iustitiae”.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Herodías y Salomé. “En efecto, el propio herodes había mandado apresar a Juan y le había encadenado en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo; porque se había casado con ella y Juan le decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía; porque Herodes tenía miedo de Juan, ya que se daba cuenta de que era un hombre justo y santo. Y le protegía y al oírlo le entraban muchas dudas; y le escuchaba con gusto.

Cuando llegó un día propicio, en el que Herodes por su cumpleaños dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea, entró la hija de la propia Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los que con él estaban a la mesa. Le dijo el rey a la muchacha: - Pídeme lo que quieras y te lo daré. Y le juró varias veces: - Cualquier cosa que me pidas te daré, aunque sea la mitad de mi reino.

Y, saliendo, le dijo a su madre: - ¿Qué le pido? – La cabeza de Juan el Bautista - contestó ella. Y al instante, entrando deprisa donde estaba el rey, le pidió: - Quiero que enseguida me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales no quiso contrariarla. Y enseguida el rey envió a un verdugo con la orden de traer su cabeza. Éste se marchó, lo decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha y la muchacha la entregó a su madre. Cuando se enteraron sus discípulos vinieron, tomaron su cuerpo muerto y lo pusieron en un sepulcro” (Mc 6,17-29)

En el Nuevo Testamento se habla de cuatro Herodes. Jesús nació en tiempos de Herodes el Grande (Mt 2,1), que fue padre de Herodes Antipas (Mt 14,1-12), abuelo de Herodes Agripa I, que mató al apóstol Santiago y encarceló a san Pedro (Hech 12, 1-23), bisabuelo de Herodes Agripa II, que interrogó a san Pablo en Cesarea (Hech 25,13-26.32); para evitar que fuera asesinado en Jerusalén, el tribuno Claudio Lisias envió custodiado a Pablo al Prefecto Felix, que estaba casado con Drusila, que era judía e hija de Herdodes Agripa I y que lo interrogó en Cesarea; dos años después, Festo sucedió a Felix y, cuando éste fue visitado por Agripa (Herodes Agripa II) y su esposa Berenice, volvió a interrogar a Pablo; entonces fue cuando le dijo a Felix, podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado al César (Hech 26,32).

Herodes el Grande fue el que recibió a los Magos de Oriente, el que ordenó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca y por el que la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto. Herodes Antipas, gobernaba Galilea y de Perea, estaba casado con una hija del rey de Arabia aunque vivía con Herodías que era la mujer de su hermano Filipo; fue el que ordenó decapitar a Juan el Bautista. Cuando le dicen a Jesús que Herodes le quería matar, dijo: “Id a decir a ese zorro: “Mira expulso demonios y realizo curaciones hoy, mañana y al tercer día acabo…” (Lc 13,32). En el relato de la Pasión, Pilato remitió a Jesús a Herodes que lo interrogó, aunque no tuvo ninguna respuesta, y que lo devolvió a Pilato. “Herodes y Pilato se hicieron amigos aquel día pues antes estaban enemistados entre sí” (Lc 23, 6-12)  

LA HOJA SEMANAL
(del 31 de agosto al 5 de septiembre)

Lunes (31)

San Ramón nonato, presbítero (22ª TO)
Palabras: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra” (Lc 4,24)
Reflexión: Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado
Propósito, durante el día: Dios y hombre verdadero. Creo, Señor; mantenme fiel

Martes (1)

San Egidio, abad (22ª TO; Nª Sª de los Ángeles del Puig)
Palabras: “Hablaba con autoridad… ¿Qué tiene su palabra?” (Lc 4,32.36)
Reflexión: Bajó Jesús a Cafarnaún y los sábados enseñaba
Propósito, durante el día: Presencia continua de Dios, Amor en su palabra

Miércoles (2)

San Antolín, mártir (22ª TO)
Palabras: “La gente lo andaba buscando para que no se les fuese” (Lc 4,42)
Reflexión: Y predicaba en las sinagogas de Judea
Propósito, durante el día: Buscar a Cristo, Tratar a Cristo, Amar a Cristo

Jueves (3)

San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia (22ª TO)
Palabras: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres” (Lc 5,10)
Reflexión: “Ellos sacaron las barcas a tierra y dejándolo todo lo siguieron”
Propósito, durante el día: Todo es tuyo; a Ti, Señor, lo torno. Dispón de mí

Viernes (4)

Santa Rosalía, virgen (22ª TO; día de penitencia; Nª Sª de la Consolación)
Palabras: “A vino nuevo, odres nuevos” (Lc 5,38)
Reflexión: Nadie echa vino nuevo en odres viejos
Propósito, durante el día: Dios mío: siempre en Ti, todo por Ti y para Ti

Sábado (5)

Santa Teresa de Calcuta, virgen y fundadora (22ª TO)
Palabras: “El Hijo del hombre es señor del sábado” (Lc 6,5)
Reflexión: Los fariseos: ¿Por qué haces en sábado lo que no está permitido?
Propósito, durante el día: Madre, enséñame a ser como era Jesús en Nazaret

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 30, domingo (22º TO, ciclo A), animan a arrinconar el “yo” que es un obstáculo a la vida en Cristo: “La palabra del Señor se volvió para mí oprobio… era en mis entrañas fuego ardiente… intentaba contenerlo y no podía” (Jr 20); “Os exhorto hermanos por la misericordia de Dios a presentar cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios” (Rm 12); “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo” (Mt 16). Pedir ayuda a la Madre y decir a Dios: “Lo que quieras; porque Tú lo quieres”.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Hoy, escuchamos dirigida a cada uno de nosotros la pregunta de Jesús: “¿Y vosotros quién decís que soy yo?”. A cada uno de nosotros. Y cada uno de nosotros debe dar una respuesta no teórica, sino que involucra la fe, es decir la vida, ¡porque la fe es vida! “Para mí tú eres…”, y decir la confesión de Jesús. Una respuesta que nos pide también a nosotros, como a los primeros discípulos, la escucha interior de la voz del Padre y la consonancia con lo que la Iglesia, reunida en torno a Pedro, continúa proclamando. Se trata de entender quién es para nosotros Cristo: si Él es el centro de nuestra vida, si Él es el fin de todo nuestro compromiso en la Iglesia, de nuestro compromiso en la sociedad. ¿Quién es Jesús para mí? Quién es Jesucristo para ti, para ti, para ti… Una respuesta que nosotros debemos dar cada día.” (Angelus, día 23 de agosto de 2020)

- “Las propiedades, el dinero son instrumentos que pueden servir a la misión. Pero los transformamos fácilmente en fines, individuales o colectivos. Y cuando esto sucede, se socavan los valores humanos esenciales. El “homo sapiens” se deforma y se convierte en una especie de “homo œconomicus” -en un sentido peor- individualista, calculador y dominador. Nos olvidamos de que, siendo creados a imagen y semejanza de Dios, somos seres sociales, creativos y solidarios, con una inmensa capacidad de amar. Nos olvidamos a menudo de esto. De hecho, somos los seres más cooperativos entre todas las especies, y florecemos en comunidad, como se ve bien en la experiencia de los santos. Hay un dicho español que me ha inspirado esta frase, y dice así: florecemos en racimo como los santos. Florecemos en comunidad como se ve en la experiencia de los santos.” (Audiencia general, día 26 de agosto de 2020)

(30.08.20)

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