LO TRIBUTARIO (nº 637)
“Dies a quo. Dies ad quem”
En latín, “absum” quiere decir “estar ausente” y “adsum” quiere decir “estar presente”. Esas palabras proceden de la unión de una preposición y el verbo “sum” (sum, esse, fui), que significa “ser” o “estar”. Esa diferencia permite traer a la memoria las preposiciones de acusativo (ad, apud, adversus, ante, circum, extra, inter, ob, per, propter, post, trans) y las preposiciones de ablativo (a/ab, cum, de e/ex, in, sine, pro). La preposición “ad”, indica dirección y, por lo general, significa “hacia” o “hasta”; y la preposición “a” (que se escribe “ab” cuando la siguiente palabra empieza por vocal) indica procedencia y, por lo general significa “desde”. Este recuerdo permite alabar la enseñanza de los planes de estudio antiguos, al menos, hasta el de 1953. La pobreza del lenguaje, el invento de palabras ante el vacío cultural, más que una ocurrencia o una excentricidad, es otra de las pérdidas lamentables de una peculiar modernidad. En un Taller de tributación, no era inusual, acabar este tema con el reto de recordar las preposiciones en español: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre, tras. No es un asunto tributariamente baladí.
Las referencias: “dies a quo” (“el día desde el que”; la preposición “a” indica que “quo” es un “ablativo” del pronombre relativo “qui, quae, quod” que vendría a ser: “el que”, “la que”, “lo que”) y “dies ad quem” (“el día hasta el que”; la preposición “ad” indica que “quem” es un acusativo) son de uso frecuente en escritos forenses, en resoluciones y sentencias para señalar los plazos. Aún después de tantos años de jurisprudencia y de tantas declaraciones de extemporaneidad, se siguen produciendo pronunciamientos: Los plazos contados en meses concluyen el mismo día numeral del mes siguiente y fue irrelevante que el receptor de la notificación sufriera un accidente de tráfico días después poco antes de cumplirse el plazo (AN 7-1-20). Y es que, cuando se lee que los plazos señalados en meses se cuentan desde el día siguiente a la notificación y acaban el día de igual numeral del mes, hay que convencerse, repasando el cálculo si es preciso, de que si acabara en el mes posterior de referencia en el día numeral siguiente al de notificación, se estaría contando dos veces ese mismo numeral.
Y esas palabras en latín se emplean también para asuntos distintos al señalamiento y cómputo de los plazos. Así, por ejemplo: Por el principio de “actio nata” y la buena Administración si de la comprobación a uno resulta un ingreso indebido de otro, el plazo de prescripción no se cuenta desde el ingreso sino desde que, “dies ad quem”, la Administración lo ha convertido en indebido; la Administración debió regularizar el ingreso al regularizar el gasto (TS 11-6-20). O esta otra sentencia: Si se produce una liquidación sin tener en cuenta las alegaciones que llegaron después del acuerdo y se produjo una nueva liquidación, ésta es la que determina todos los efectos, incluido el “dies ad quem” para calcular la duración del procedimiento y la prescripción (TS 18-5-20). O también: Como al devolver el principal no se abonaron los intereses, procede hacerlo desde esa fecha hasta que se pagaron; no se trata de anatocismo, contra TS s. 18.06.09, sino de señalar el dies ad quem (TS 30-6-14)
En un Taller de tributación, se puede afinar más: el órgano “a quo” es el competente para actuar; un empleado “ad hoc” es el adecuado para una función o para un fin.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Jezabel la mujer de Nabot. Después de esto, sucedió lo siguiente: Nabot, el yizreelita, tenía una viña en Yizreel, situada junto al palacio de Ajab, rey de Samaria. Habló Ajab a Nabot proponiéndole: - Dame tu viña para tenerla como huerto, pues está contigua a mi casa, y yo te daré a cambio otra viña mejor o, si prefieres, te pagaré su precio en plata. Nabat respondió a Ajab: - Que el Señor me libre de darte la heredad de mis padres.
Ajab volvió a su casa triste y enfadado por la respuesta que le había dado Nabot el yizreelita, al decirle: “no te daré la heredad de mis padres”. Se acostó en la cama, ocultó su rostro y no probó alimento. Entones se acercó a él su mujer Jezabel y le preguntó: - ¿Qué pasa que estás abatido y te niegas a comer pan? Le respondió: - Porque le he propuesto a Nabot, el yizreelita: “Dame tu viña a cambio de plata, o si prefieres, yo te daré otra viña a cambio”, y él ha contestado: “No te voy a entregar mi viña”. Le replicó su esposa Jezabel: - Ahora tú tienes el reinado sobre Israel. Levántate, come pan y alegra tu corazón. Yo te entregaré la viña de Nabot, el yizreelita.
Ella escribió cartas en nombre de Ajab, las selló con su sello y las envió a los ancianos y a los notables de la ciudad que vivían cerca de Nabot. En las cartas escribió lo siguiente: “Proclamad ayuno y haced sentar a Nanbot a la cabeza del pueblo. Haced sentar frente a él a dos hombres, hijos de Belial, para que testimonien diciendo: “Has maldecido a Dios y al rey”. Entonces sacadlo, apedreadlo, y que muera”.
Sus conciudadanos, los ancianos y los notables que habitaban en su misma ciudad lo hicieron tal y como Jezabel les había mandado y según estaba escrito en las cartas que les había enviado. Promulgaron un ayuno e hicieron sentar a Nabot a la cabeza del pueblo. Llegaron los dos hombres, hijos de Belial, se sentaron frente a él, y aquellos hijos de Belial testimoniaron contra Nabot delante del pueblo diciendo: - Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Entones lo sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió. Enviaron a decir a Jezabel. – Nabot ha sido lapidado y muerto.
Cuando Jezabel se enteró de que Nabot había sido lapidado y que había muerto, dijo a Ajab: - Levántate, aprópiate de la viña de Nabot, el yizreelita,, la que él se negó a darte por dinero, pues Nabot ya no vive, ha muerto. Al oír Ajab que había muerto Nabot, se levantó para bajar a la viña de Nabot, el yizreelita, y apropiarse de ella.” (1 R 21,1-16)
“Ciertamente no hubo nadie como Ajab que se vendiera para obrar el mal a los ojos del Señor pues fue inducido por su esposa Jezabel… Cuando Ajab escuchó aquellas palabras rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ayunó; dormía con el saco y andaba abatido. Entonces le llegó a Elías, el tesbita, la palabra del Señor en estos términos: - ¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no traeré el mal en sus días…” (1 R 21,25.27-29)
“El combate (contra el rey de Siria) arreció aquel día. El rey … murió a la tarde. El rey murió y lo llevaron a Samaría donde lo enterraron… El resto de los hechos de Ajab, y todo lo que realizó, el palacio de marfil que construyó y todas las ciudades que edificó, ¿no está todo ello escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? Ajab descansó con sus padres y en su lugar reinó su hijo Ocozías” (1 R 22, 35.37.39-40).
LA HOJA SEMANAL
(del 24 al 29 de agosto)
Lunes (24)
San Bartolomé, apóstol
Palabras: “Antes de que Felipe te llamara, … (Jn 1,48)
Reflexión: … cuando estabas debajo de la higuera te vi”
Propósito, durante el día: Señor, Tú me sondeas y me conoces
Martes (25)
San José de Calasanz, presbítero (21ª TO)
Palabras: “Habéis abandonado lo más importante de la Ley … (Mt 23,23)
Reflexión: … la justicia, la misericordia y la fidelidad”
Propósito, durante el día: Dame, Señor, para que me dé a los demás
Miércoles (26)
Santa Teresa de Jesús Jornet, virgen y fundadora (21ª TO)
Palabras: “Por fuera parecéis justos, pero por dentro … (Mt 23,28)
Reflexión: … estáis repletos de hipocresía y crímenes”
Propósito, durante el día: No ha llegado la palabra a mi boca y ya la conoces toda
Jueves (27)
Santa Mónica (21ª TO)
Palabras: “Estad en vela porque no sabéis qué día vendrá … (Mt 24,42)
Reflexión: … vuestro Señor … “A la hora que menos penséis
Propósito, durante el día: “Adsum”. Ayúdame, Señor, para que esté preparado
Viernes (28)
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia (21ª TO; día de penitencia)
Palabras: “Velad porque no sabéis el día ni la hora” (Mt 25,13)
Reflexión: Las que estaban preparadas entraron… y se cerró la puerta
Propósito, durante el día: Aleja, Señor de mí, lo que aparte de Ti
Sábado (29)
Martirio de san Juan Bautista
Palabras: “Los discípulos fueron a recoger el cadáver y lo enterraron” (Mc 6,29)
Reflexión: Enseguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan
Propósito, durante el día: Madre mía no te alejes, tus ojos de mí no apartes
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 23, domingo (21º TO; ciclo A; santa Rosa de Lima) nos ayudan a llenarnos de Dios y a sumirnos en Dios, superior a lo sumo, interior a lo más íntimo: “Lo que él abra nadie lo cerrará, lo que cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme” (Is 22); “¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones!” (Rm 11); “Te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt 16,18). En la Iglesia, con el Papa, a Jesús por María.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Cada uno de nosotros tiene su propia historia y no siempre es una historia limpia; muchas veces es una historia difícil, con muchos dolores, muchos problemas y muchos pecados. ¿Qué hago, yo, con mi historia? ¿La escondo? ¡No! Tenemos que llevarla delante del Señor: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!” Esto es lo que nos enseña esta mujer, esta buena mujer: la valentía de llevar la propia historia de dolor delante de Dios, delante de Jesús; tocar la ternura de Dios, la ternura de Jesús. Hagamos, nosotros, la prueba de esta historia, de esta oración: cada uno que piense en la propia historia. Siempre hay cosas feas en una historia, siempre. Vamos donde Jesús, llamamos al corazón de Jesús y le decimos: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Y nosotros podremos hacer esto si tenemos delante de nosotros el rostro de Jesús, si nosotros entendemos cómo es el corazón de Cristo: un corazón que tiene compasión, que lleva sobre sí nuestros dolores, que lleva sobre sí nuestros pecados, nuestros errores, nuestros fracasos.
Pero es un corazón que nos ama así, como somos, sin maquillaje. “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Y por esto es necesario entender a Jesús, tener familiaridad con Jesús. Y vuelvo siempre al consejo que os doy: llevar siempre un pequeño Evangelio de bolsillo y leed cada día un pasaje. Llevad el Evangelio: en el bolso, en el bolsillo y también en el móvil, para ver a Jesús. Y allí encontraréis a Jesús como Él es, como se presenta; encontraréis a Jesús que nos ama, que nos ama mucho, que nos quiere mucho. Recordad la oración: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Bonita oración. Que el Señor nos ayude, a todos nosotros, a rezar esta bonita oración que nos enseña una mujer pagana: no cristiana, ni judía, sino pagana.
La Virgen María interceda con su oración, para que crezca en cada bautizado la alegría de la fe y el deseo de comunicarla con el testimonio de una vida coherente, que nos dé la valentía de acercarnos a Jesús y decirle: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!” (Angelus, día 16 de agosto de 2020)
- “Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. Todos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas. Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la degradación del ambiente. La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale iguales: o salimos mejores o salimos peores. Nosotros debemos salir mejores, para mejorar las injusticias sociales y la degradación ambiental. Hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente. Por ejemplo, podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo. Con esto no quiero condenar la asistencia, las obras de asistencia son importantes.” (Audiencia general, día19 de agosto de 2020)
(23.08.20)
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