LO TRIBUTARIO (nº 636)
“Venire contra factum propium non auditur”
Con diversas expresiones, el principio “Venire contra factum propium non auditur (non potest, no valet, nullum conceditur) y con otras versiones (“nemine licet adversuss sua facta venire”) es el fundamento y la expresión de la “doctrina de los actos propios”, de aplicación y reconocimiento en todos los ámbitos jurídicos y, también, desde luego, en la vida ordinaria en la que los actos propios de cada persona son un dato fiable para conocerla, para apreciarla, para confiar o desconfiar de ella. No se puede actuar contra los propios actos, no se debe ni oír, no se debe aceptar, no se debe permitir; y así hasta llegar a esta radical sentencia: nadie puede volver lícitamente contra sus propios actos.
Trasladar esta expresión al ámbito del Derecho Tributario permite considerar diversas situaciones y con diverso sentido. Pero, si se contrasta la situación de privilegio de la Administración y la pérdida de derechos de los administrados, es inevitable la inquietud y el deseo de que cambie esa situación. En todo caso, es una buena premisa recordar que la Administración debe actuar según el principio de confianza legítima (art. 3 Ley 40/2015, LRJSP) que procura la estabilidad de normas y de criterios de aplicación. La seguridad jurídica se resiente cuando el lema es “El precedente es irrelevante”.
La premisa en nuestro ordenamiento jurídico tributario es que la Administración puede volver siempre sobre sus propios actos. A tal efecto se regula, nada menos, que todo un bloque (arts. 217 a 222 LGT) de procedimientos de revisión: desde luego, de los actos nulos de pleno derecho, en los errores materiales y por causa de ingresos indebidos, pero también cuando la Administración considere que se ha perjudicado con sus propios actos y se le permite declararlos lesivos y recurrir contra sus propios actos. En cambio, la revocación de los actos de la Administración que hubieran sido lesivos para el administrado no puede pedirla éste, porque se aplica de oficio a voluntad de la Administración en decisión arbitraria, que no discrecional, porque no tiene que dar razones por no revocar. A esos procedimientos de revisión se debe añadir el recurso de reposición en el que el mismo órgano que dictó el acto es el que puede revisarlo y también las reclamaciones económico-administrativas: en ambos procedimientos la extensión de la revisión alcanza no sólo a las cuestiones planteadas, sino también a todas las que se deriven del expediente. Y en los recursos económico- administrativos (arts. 241 a 244 LGT) se permite la alzada ordinaria de los centros directivos (la Administración revisando la revisión de la Administración que revisó actos de la Administración) y también los recursos extraordinarios para unificación de criterio, para unificación de doctrina y de revisión. Sorpresa, sonrisas, en un Taller de tributación.
En la aplicación de los tributos, la regla es la provisionalidad (arts. 101, 130 a 133 y 148 LGT): la Administración puede volver sobre la misma situación tributaria. Ni siquiera la anulación de los actos administrativos impide volver a actuar dentro del período de prescripción (así interrumpido) y tampoco la santidad de la prescripción impide volver sobre hechos y calificaciones de períodos prescritos (art. 115 LGT). Sólo se regula la estabilidad de los valores comunicados previos a la adquisición o transmisión de bienes. Volver sobre sus propios actos, sólo se le admite al administrado si es para pagar más (arts. 120 a 122 LGT) y le cuesta, recargos, intereses, sanciones y, además, no se le cree (art. 108.4 LGT). En un Taller de tributación se dice más y aumenta el disgusto.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Dalila seduce a Sansón. Después de esto, en el valle de Sorec se enamoró de una mujer llamada Dalila. Se dirigieron a ella los príncipes de los filisteos de los filisteos y le dijeron: - Sedúcelo y averigua de dónde le viene su gran fuerza y cómo lo podríamos dominar y atarlo para dejarlo inmóvil. Cada uno de nosotros te daremos cien mil monedas de plata.
Entonces Dalila dijo a Sansón: - Dime, por favor, de dónde te viene tu gran fuerza y con qué habría que atarte para inmovilizarte. Sansón le respondió: - Si me atan con siete nervios frescos, sin secar, me debilitaré y seré como cualquier hombre. Los príncipes de los filisteos le llevaron siete nervios frescos, sin secar. Dalila lo ató con ellos y le tendió una emboscada en la habitación. Le dijo: - ¡Sansón, los filisteos viene sobre ti! Pero él rompió los nervios con la facilidad con que se rompe un hilo de estopa al calor del fuego; y no se descubrió el secreto de su fuerza.
Dalila dijo a Sansón: - Te has burlado de mi y me has engañado. Así que haz el favor de decirme ahora con qué se te puede atar. Él respondió: - Si me atan con cuerdas nuevas, que no se hayan usado para ningún trabajo, me debilitaré y seré como cualquier hombre. Dalila tomó cuerdas nuevas, lo ató con ellas y dijo: - ¡Sansón los filisteos viene sobre ti! Mientras tanto, había tendido una emboscada en la habitación, pero él rompió las cuerdas que ataban sus brazos como si fueran un hilo.
Dalila insistió a Sansón: - ¡Hasta cuando te vas a burlar de mi y a engañarme? Dime con qué se te puede atar. Él le respondió: - Si trenzas siete mechones de mi cabeza en un entramado, y lo fijas con una estaca, me debilitaré y seré como cualquier hombre. Ella lo hizo dormir y trenzó siete mechones de su cabeza en un entramado, lo fijó con una estaca, y le dijo: - ¡Sansón, los filisteos vienen sobre ti! Él despertó de su sueño y se llevó la estaca del telar y el entramado. Dalila le dijo: - ¿Cómo dices que me amas si tu corazón no está conmigo? Es la tercera vez que te burlas de mí y no me has dicho de dónde viene tu fuerza.
Como todos los días lo presionaba con sus palabras y lo importunaba, decayó su ánimo hasta la muerte y le contó todo lo que llevaba en el corazón. Le dijo: - Nunca ha pasado una navaja por mi cabeza puesto que soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si se me rapara, mi fuerza se apartaría de mí, me debilitaría y sería como todos los hombres. Dalila vio que le había contado todo lo que llevaba en su corazón y mandó llamar a los príncipes de los filisteos diciendo: - Venid que esta vez me ha contado todo lo que llevaba en el corazón. Los príncipes de los filisteos se dirigieron hacia ella levando la plata en sus manos. Ella lo hizo dormir sobre sus rodillas, llamó a un hombre para que le cortara los siete mechones de su cabeza y comenzó a dominarlo. Su fuerza se había apartado de él. Entonces dijo: - ¡Sansón, los filisteos viene sobre ti! Mientras él se despertaba de su sueño se dijo: - Saldré como en las ocasiones anteriores y me soltaré - pues no sabía que el señor se había apartado de él.
En cuanto lo apresaron los filisteos le arrancaron lo ojos, lo llevaron a Gaza, lo sujetaron con dos cadenas de bronce y lo pusieron como molinero en la cárcel.
El cabello de su cabeza comenzó a salir de nuevo después de que se lo cortaran (Jc 16,4-22)
LA HOJA SEMANAL
(del 17 al 22 de agosto)
Lunes (17)
Santa Clara de Montefalco, virgen (20ª TO)
Palabras: “Al oír esto el joven se fue triste porque era rico” (Mt 19,22)
Reflexión: Había preguntado: ¿Qué me falta? Y Jesús le dijo “Dalo todo a los pobres”
Propósito, durante el día: Toma, Señor, mi libertad, mi memoria, mi voluntad, todo
Martes (18)
San Alberto Hurtado S.I, presbítero (20ª TO)
Palabras: “El que por mí deje casa, hermanos o hermanas… tierras… (Mt 19,29)
Reflexión: … recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”
Propósito, durante el día: Todo es tuyo, Señor; a Ti lo torno. Dispón de mí
Miércoles (19)
San Ezequiel Moreno, obispo (20ª TO)
Palabras: “El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer … (Mt 20.1)
Reflexión: … a contratar jornaleros para su viña”
Propósito, durante el día: Dame, Señor, tu amor y tu gracia, que esto me basta
Jueves (20)
San Bernardo de Claraval, abad y doctor de la Iglesia (20ª TO)
Palabras: “Los criados salieron a los caminos y reunieron … (Mt 22.10)
Reflexión: a todos los que encontraron, malos y buenos…”
Propósito, durante el día: Ángel de mi guarda, ayúdame a presentarme bien en el cielo
Viernes (21)
San Pío X, papa (20ª TO; día de penitencia)
Palabras: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón… (Mt 22,37)
Reflexión: … El segundo es semejante a él: Amarás al prójimo como a ti mismo”
Propósito, durante el día: Dame, Señor, tanto amor que se desborde en todos los demás
Sábado (22)
Santa María Virgen, Reina
Palabras: “Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo … (Lc 1,31)
Reflexión: … Será grande y será llamado Hijo del Altísimo”
Propósito, durante el día: Dios te salve, reina y madre. La Madre de Dios es mi madre
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 16, domingo (20º TO, ciclo A; san Roque) nos meten en la misericordia de Dios, incluso con los que se han alejado de él: “A los extranjeros… los alegraré en mi casa de oración…” (Is 56); “Pues Dios os encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos” (Rm 11); “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija” (Mt 15). Misericordia es poner la miseria en el corazón. Dios ama así, a todos, sin que se pueda amar más.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Tener fe quiere decir, en medio de la tempestad, tener el corazón dirigido a Dios, a su amor, a su ternura de Padre. Jesús quería enseñar esto a Pedro y a los discípulos, y también hoy a nosotros. En los momentos oscuros, en los momentos de tristeza, Él sabe bien que nuestra fe es pobre —todos nosotros somos gente de poca fe, todos nosotros, yo también, todos— y que nuestro camino puede ser perturbado, bloqueado por fuerzas adversas. ¡Pero Él es el Resucitado! No olvidemos esto: Él es el Señor que ha atravesado la muerte para ponernos a salvo. Incluso antes de que nosotros empecemos a buscarlo, Él está presente junto a nosotros. Y levantándonos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe. Quizá nosotros, en la oscuridad, gritamos: “¡Señor! ¡Señor!”, pensando que está lejos. Y Él dice: “¡Estoy aquí!”. ¡Ah, estaba conmigo! Así es el Señor.” (Angelus, día 9 de agosto de 2020)
- “Esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano tiene serias implicaciones sociales, económicas y políticas. Mirar al hermano y a toda la creación como don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento de atención, de cuidado y de estupor. Así el creyente, contemplando al prójimo como un hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad. Y contemplando el mundo a la luz de la fe, se esfuerza por desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia. Concibe y desarrolla sus capacidades como responsabilidades que brotan de su fe, como dones de Dios para poner al servicio de la humanidad y de la creación.” (Audiencia general, día 12 de agosto de 2020)
(16.08.20)
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